El pasado 2 de junio, diversas zonas del Valle de México registraron precipitaciones que rebasaron los valores umbrales establecidos para considerar un evento de lluvia como extremo. Sin embargo, no se rompieron récords históricos, explicaron los especialistas Jorge Zavala Hidalgo y Erika López Espinoza, director e investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM. El fenómeno se encuentra dentro del rango de eventos extremos para la región.
De acuerdo con datos de la Conagua, en un corte de 20 horas, la precipitación acumulada en la estación “Del Valle”, en la alcaldía Benito Juárez, fue de 49 milímetros mientras que, para la estación “Radio comunicación” en la misma alcaldía, alcanzó 70 milímetros, según las estaciones de medición ubicadas dentro de la Ciudad.
Considerando un periodo de 24 horas, los valores acumulados de lluvia alcanzaron entre 53.5 y 84.5 milímetros, de acuerdo con estaciones ubicadas en distintos puntos del Valle de México, en los cuales se registraron los valores más altos.
Con información de las bases de datos de las estaciones climatológicas (CLICOM) y de la Secretaría de Gestión Integral del Agua (antes Sacmex), el valor umbral de precipitación diaria extrema en la Ciudad de México varía —dependiendo de la estación— y se encuentran entre 18.5 y 33 milímetros, para el percentil 95, y entre 30.5 y 50.4 milímetros para el percentil 99, es decir el valor que sólo es superado por el uno por ciento de los eventos de precipitación.

Con base en estos parámetros, se considera precipitación extrema para un día a aquella que rebasa estos rangos de precipitación acumulada. Estas cifras fueron superadas el 2 de junio, lo que coloca al evento dentro de esta categoría. De acuerdo con registros históricos de precipitación acumulada diaria del periodo 1930-2020, la Ciudad de México ha experimentado precipitaciones de hasta 159.51 milímetros en un solo día, indicaron los especialistas.
En la Zona Metropolitana del Valle de México, las lluvias históricas más intensas en el periodo de 1930 a 2020 ocurrieron en junio y septiembre, con un promedio de 92.46 milímetros diarios. El máximo de lluvia histórica para la CDMX considerando el mismo periodo se registró el 4 de febrero de 2010, fuera de la temporada habitual de lluvias, por lo que se le considera un caso atípico.

Zavala y López indicaron que en la región se presentan en promedio una o dos precipitaciones extremas por año en que superan los 50 mm acumulados en 24 horas.
Lluvias extremas y cambio climático
La frecuencia e intensidad de las precipitaciones extremas ha aumentado en la Ciudad de México, al igual que en otras regiones del mundo. De acuerdo con diversos estudios y con el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), este fenómeno se relaciona con el calentamiento global provocado por actividades humanas.
En el caso de México, las proyecciones sobre lluvias extremas aún presentan una alta incertidumbre, por lo que es fundamental continuar con estudios regionales.
Una precipitación extrema ocurre cuando los valores registrados en una región superan significativamente los valores promedio de precipitación. Por ello, es indispensable conocer el régimen local de precipitación: lo que puede ser normal en una zona, puede ser extremo en otra.
Beneficios, riesgos e impacto urbano
Las lluvias extremas traen consigo tanto beneficios como riesgos. Entre los aspectos positivos se encuentran la recarga de acuíferos y presas, la limpieza de cuerpos de agua y la distribución de nutrientes.
Sin embargo, también pueden provocar inundaciones, deslizamientos de tierra, afectaciones a la infraestructura e incluso pérdidas humanas.
Un factor determinante en el impacto de estas lluvias es la urbanización: el aumento de superficies impermeables reduce la infiltración del agua al suelo y favorece el escurrimiento superficial, lo que incrementa el riesgo de inundaciones.
El IPCC advierte que, si el calentamiento global alcanza un aumento de 2°C, también aumentará el riesgo de inundaciones, con un nivel de confianza medio.
En el Valle de México
En el caso particular del Valle de México, los cambios constantes —especialmente la expansión urbana y la pérdida de áreas permeables— han incrementado la vulnerabilidad ante eventos hidrometeorológicos.
A esto se suman las condiciones geográficas de la región y la influencia de sistemas meteorológicos, tanto tropicales como de latitudes medias, lo que vuelve al centro del país especialmente susceptible a lluvias intensas.
Por ello, se vuelve crucial realizar estudios regionales que permitan entender la variación espacial en la ocurrencia e intensidad de estos eventos.
¿Qué provocó las lluvias del 2 de junio?
El evento del 2 de junio fue resultado de la interacción de varios sistemas atmosféricos. Uno de ellos fue el huracán Alvin, el primero de la temporada en el Pacífico mexicano, que aportó humedad a la atmósfera en los estados del sur del Pacífico mexicano y el transporte de humedad constante por una circulación atmosférica en niveles medios que favoreció el transporte el vapor de agua desde el Pacífico mexicano hacia el centro del país. A esto se sumó una zona de baja presión que mantuvo un aporte constante de humedad. Cuando estos sistemas permanecen casi estacionarios durante varias horas o días, pueden provocar lluvias intensas, como ocurrió ese día.
Si bien es difícil predecir con exactitud la hora y el lugar donde caerá la lluvia, estos eventos pueden anticiparse. Por ejemplo, el Servicio Meteorológico Nacional pronosticó precipitaciones superiores a 50 milímetros para algunas zonas del Valle de México para ese día.
Además del volumen de agua, es importante considerar la velocidad con que precipita: no es lo mismo que 50 milímetros se acumulen en ocho horas a que lo hagan en 60 o 90 minutos, ya que los sistemas de drenaje no siempre logran evacuar el agua con la misma eficiencia.