Mientras que el riesgo de contagiarse de COVID-19 por tocar algún objeto es mucho más bajo de lo que se decía, los virus arrojados por un contagiado pueden flotar y sobrepasar los 1.8 metros de distancia que, aún se afirma, son seguros. Ambas cosas ya se saben, aunque no se han divulgado lo suficiente, de ahí que las estrategias para eliminar al virus de sitios cerrados se centren en desinfectar superficies o en distanciar sillas, pero que no se tomen en serio el promover una buena ventilación, indica José Luis Jiménez, de la Universidad de Colorado.
¿Y a qué atribuir estos esfuerzos mal dirigidos? El profesor de Química y Ciencias Medioambientales sostiene que —en gran parte— ello se debe a la poca pericia de las autoridades para explicar cómo se transmite el patógeno y, en especial, a que al iniciar la pandemia la Organización Mundial de la Salud (OMS) se dedicó a negar que el Sars-CoV-2 fuese aerotransmisible (airborne) y que hoy, cuando las evidencias señalan que la Covid se respira y que la mayoría de las infecciones se dan por tal vía, la institución sigue sin rectificar su dicho.
La OMS ha señalado que la enfermedad entra en el cuerpo si alguien toca una superficie contaminada, no se lava las manos y se las lleva al rostro, o cuando un hospedero arroja gotículas de saliva o mucosa al hablar, toser o estornudar y éstas impactan, cual proyectil, en quien esté a menos de 1.8 metros, pero no ha planteado que uno puede infectarse tan sólo por meter a sus pulmones el aire estancado de una habitación.
Si las dos primeras explicaciones fueran las únicas válidas —argumenta el académico— sería imposible entender súper contagios como el registrado el 10 de marzo de 2020 en el Skagit Valley, región del noroeste del estado de Washington donde, en una práctica coral de iglesia, un individuo infectó a 53 personas de las 61 ahí congregadas.
El doctor Jiménez, quien publicó un artículo sobre el caso, señala que lo acontecido ese día no se dio por contacto con superficies contaminadas (son poco transmisoras) ni porque el hospedero arrojara gotículas que cayeron en el 87 por ciento de sus compañeros, pues le era imposible producir tal cantidad y dispersarlas a más de dos metros a la redonda. “Lo que pasó es que ellos inhalaron lo que él exhalaba”.
A decir del español, el mayor porcentaje de contagios de COVID-19 se da justo así, por respirar aerosoles suspendidos en el aire, por lo que considera crucial enfatizar el uso de mascarillas lo más pegadas al rostro (ello implica afeitarse barba y bigote en los hombres), así como explicarle a las personas qué pueden hacer para protegerse.
En una analogía planteada en uno de sus documentos, el experto pide ver a los sospechosos de esparcir la COVID como fumadores y a uno mismo como alguien que desea evitar el hedor del tabaco, ello a fin de evidenciar lo importante de la distancia y la ventilación, pues a todos nos queda claro que, en espacios cerrados, mientras más cerca estemos de alguien con un cigarrillo en ascuas, más concentradas recibiremos las fumarolas, si nos alejamos éstas se diluirán y si estamos afuera, apenas olerán. “Si imaginamos al virus como un humo emanado por los otros evaluaremos mejor el riesgo y sabremos cómo cuidarnos”.
¿Qué hacer en espacios cerrados?
Tras un meticuloso rastreo de contactos, las autoridades de Bélgica señalaron que los principales puntos de contagios de la COVID son las aulas y los centros de trabajo, algo a lo que el profesor Jiménez pide poner atención, en especial ahora que se quieren reabrir estos espacios, pues es 20 veces más probable contagiarse en el interior que en el exterior, y en ambos lugares la gente se enclaustra durante horas.
En una entrevista con CNN el director del programa de Edificios Saludables de Harvard, Joseph Allen, explicó: “Todo lo arrojado al aire y que permanezca ahí tiene que removerse. Una forma es mediante la dilución, es decir, inyectando todo el aire que se pueda. El término enfermedad aerotransmisible suena aterrador, pero no significa que si estornudo los virus atravesarán la calle y le llegarán a mi vecino, sino que se mantendrán en el aire y, de no ventilarlos, se acumularán e infectarán a personas dentro de la habitación, incluso si están lejos”.
Para el doctor Allen (y el profesor José Luis Jiménez dice lo mismo) la falsa idea de que las partículas infecciosas sólo pueden desplazarse 1.8 metros se debe a un total desconocimiento de la física de los aerosoles.
“Al hablar o respirar emitimos partículas de diferentes tamaños y muchas son menores a los cinco micrones. Éstas pueden mantenerse en el aire por horas y aprovechar las corrientes aéreas para viajar más allá de los seis pies de distancia y quedarse por ahí, flotando, a menos que sean expulsadas al exterior mediante ventilación, atrapadas por un filtro o depositadas en los pulmones de quienes estén en el sitio”.
Por lo mismo, el experto pide no confiar a ciegas en la “distancia segura” ya que investigaciones rigurosas han detectado la presencia de SARS-CoV-2 infeccioso a cinco metros del emisor, además de que, “contrario a lo que se esperaría, las partículas suspendidas más pequeñas (las que llegan más lejos) tienen una carga viral superior a las grandes”.
A fin de promover un cambio de paradigmas cada vez más expertos impulsan el hashtag #COVIDisAirborne y abogan por el uso de filtros de aire tipo HEPA y de medidores de CO2 al interior de los recintos, ya que estos, además de económicos, son el mejor indicador de cuándo es preciso ventilar (se recomienda hacerlo al rebasarse los 700 ppm).
Recién el doctor Jiménez y más de 100 científicos dirigieron una carta al gobierno español para que se instrumenten las medidas anteriores, mientras que en México se ha intentado algo similar, aunque aquí ciertos órganos legislativos ya han rechazado tajantemente la petición de instalar medidores de dióxido de carbono en sitios cerrados.
Ante tales reparos, la apuesta del profesor de la Universidad de Colorado es la de explicarle a todo mundo, de la manera más clara posible, las razones detrás de tales propuestas. “Si la gente no entiende por qué se dictan las medidas, es de lo más normal hallar resistencia”.