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Cómo revertir la disbiosis: hábitos para una microbiota equilibrada

La microbiota, ese conjunto de microorganismos que habita en nuestro intestino, es más relevante para nuestra salud de lo que muchos podrían sospechar. Es más, una microbiota equilibrada es sinónimo de un sistema digestivo eficiente, según constatan múltiples investigaciones científicas realizadas en la última década.

No obstante, ese equilibrio microbiológico puede verse alterado por diversas circunstancias. Alimentación inadecuada, estrés, falta de sueño o una vida sedentaria, son solo algunos de los factores que pueden propiciar un estado de disbiosis intestinal, es decir, una microbiota alterada.

Mariana Valdés Moreno, jefa de la carrera de Nutriología en la FES Zaragoza de la UNAM, explica que la disbiosis “es un desequilibrio en la comunidad microbiana intestinal, provocado por el aumento o disminución de cierto tipo de bacterias, hongos o virus. Nuestro sistema intestinal es un ecosistema lleno de vida y cualquier cambio puede alterar su correcto funcionamiento”.

La experta recalca la importancia de dos aspectos vitales para mantener una microbiota sana: la alimentación y el estilo de vida. Y es que la disbiosis intestinal se asocia comúnmente a uno o varios de los siguientes factores:

  • Una alimentación deficiente, caracterizada por un consumo excesivo de comida ultraprocesada.
  • El abuso de alcohol, que debilita la barrera intestinal.
  • El hábito de fumar.
  • El estrés crónico.
  • Trastornos del sueño, como el insomnio.
  • El uso de ciertos medicamentos.
  • La falta de ejercicio físico, ya que una actividad deportiva frecuente favorece una flora intestinal más diversa.

Sin embargo, las consecuencias de la disbiosis van más allá de una mala digestión. Si el intestino se inflama, se produce una mala absorción de nutrientes, lo que puede provocar déficits de elementos como el magnesio, cobre o litio. Asimismo, la inflamación intestinal puede generar “fugas” de toxinas a través de la pared intestinal, lo que a su vez afecta la capacidad depuradora del hígado y su tolerancia a las sustancias químicas cotidianas.

Por todo ello, la experta recomienda cuidar nuestra alimentación y estilo de vida, aspectos fundamentales para mantener nuestra microbiota en equilibrio, garantizando una mejor salud y calidad de vida.

¿Padeces disbiosis? Indicadores y consejos para mantener una microbiota saludable

La disbiosis, un desequilibrio en nuestra microbiota intestinal, no se considera una enfermedad en sí misma, pero sí es un factor de riesgo asociado a diversas afecciones de salud, entre las que se encuentran las enfermedades cardiovasculares, gastrointestinales, alergias, obesidad, diabetes y enfermedades autoinmunes.

Existen ciertos indicadores que pueden sugerir que algo no marcha bien con nuestra microbiota. Entre estos se incluyen hinchazón y distensión abdominal, flatulencias excesivas, diarrea y estreñimiento frecuentes, dolor abdominal, la presencia de una lengua blanca y la aparición de intolerancias alimenticias.

Al respecto, Mariana Valdés Moreno, experta en Nutriología de la FES Zaragoza de la UNAM, señala que, aunque no existe un estudio que se enfoque exclusivamente en determinar la presencia de disbiosis, “el análisis de heces puede ofrecernos una idea sobre el estado de nuestra microbiota”.

La especialista comparte también una serie de recomendaciones para revertir un posible escenario de disbiosis, o bien, para mantener nuestra microbiota en equilibrio. Estos consejos incluyen:

  • Mantener una alimentación balanceada, rica en frutas, verduras, hortalizas, fibra y leguminosas.
  • Incluir en la dieta productos fermentados, como yogurt, kombucha o kéfir.
  • Consumir, si es necesario y bajo prescripción médica, productos farmacéuticos como probióticos.
  • Evitar en lo posible el consumo de alimentos procesados y bebidas azucaradas.
  • Realizar ejercicio de forma regular.
  • Fomentar una alimentación saludable en los niños desde edades tempranas.
  • Gestionar adecuadamente el estrés.
  • Consumir abundante agua

Así pues, mantener una microbiota saludable depende, en gran medida, de nuestro estilo de vida y hábitos alimenticios. Con pequeños cambios, podemos mejorar no solo nuestra digestión, sino también nuestra salud en general.

Ideas destacadas sobre la microbiota intestinal

  1. La microbiota desempeña un papel crucial en los procesos metabólicos del cuerpo humano, contribuyendo al correcto funcionamiento del sistema digestivo.
  2. El equilibrio de la microbiota intestinal, una comunidad microbiana, es esencial para el buen funcionamiento de nuestro organismo; su alteración conduce a una disbiosis.
  3. La disbiosis, según Mariana Valdés Moreno de la FES Zaragoza, puede ser provocada tanto por un aumento como por una disminución de ciertos tipos de bacterias, hongos o virus.
  4. Los factores asociados comúnmente a la disbiosis intestinal incluyen la mala alimentación, el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo, el estrés crónico, los trastornos del sueño, el uso de medicamentos y la falta de ejercicio.
  5. La disbiosis no sólo perjudica nuestra salud, sino que puede provocar un malabsorción de nutrientes e incluso dañar la función del hígado.
  6. Aunque la disbiosis no es una enfermedad per se, se la considera un factor de riesgo asociado a enfermedades cardiovasculares, gastrointestinales, alergias, obesidad, diabetes y enfermedades autoinmunes.
  7. Existen diversas señales que pueden indicar un posible desequilibrio en la microbiota, entre las que se incluyen hinchazón y distensión abdominal, flatulencias excesivas, diarrea y estreñimiento frecuentes, dolor abdominal, lengua blanca y la aparición de intolerancias alimenticias.
  8. A pesar de que no hay un estudio específico para detectar la disbiosis, el análisis de heces puede proporcionar información sobre el estado de la microbiota.
  9. Para revertir la disbiosis o mantener el equilibrio de la microbiota, es esencial considerar factores como una alimentación adecuada, el consumo de productos fermentados y probióticos, la evitación de alimentos procesados y bebidas azucaradas, el ejercicio regular, la gestión del estrés y el consumo de agua en abundancia.