Mercados internacionales de vida silvestre influyeron en la pandemia de COVID-19

La doctora Inés Arroyo Quiroz, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, habló sobre la influencia de los mercados internacionales de vida silvestre y su repercusión en la pandemia de COVID-19.

Arroyo Quiroz explicó que cuando se habla de comercio internacional de vida silvestre, éste involucra movimientos transnacionales —tanto de plantas y animales— que realizan todos los países del mundo.

«En relación con el COVID-19, hablamos de movimientos trasnacionales interconectados principalmente para satisfacer la demanda de animales silvestres, de aquí vino la zoonosis entre las actividades que llevamos a cabo y el uso de los animales en mercados de alimentos para medicina y como mascotas», acotó la especialista en uso y conservación de la vida silvestre.

Enfatizó que el mercado de Wuhan es un ejemplo de muchos otros que existen en Asia, donde la cadena está integrada por intermediarios, distribuidores, transportistas y campesinos. En el caso de México, se importan animales de Asia, África y Sudamérica para consumo nacional e internacional, con distribución en países como Estados Unidos.

El problema principal de estos mercados es que los animales vienen bajo condiciones de maltrato, abuso, hacinamiento y condiciones insalubres que se ligan a enfermedades que terminan en los humanos.

“Bajo condiciones deplorables y negativas, los animales llegan a las casas y a distintos mercados ya sea como alimento fresco, medicinas o animales de compañía”.

Arroyo Quiroz mencionó que todos los países tienen participación directa e indirecta y que es necesario trabajar con las autoridades, organizaciones civiles, productores y comerciantes para que el comercio de animales no se convierta en un problema de salud para nuestro país y el mundo.

Retransmisión:Degradación de ecosistemas y enfermedades emergentes

https://youtu.be/_nnaDlrImd4

 

Seminario Internacional Tópicos de Frontera en la Sustentabilidad 2020, con el tema: «Degradación de ecosistemas y enfermedades emergentes». transmisión en vivo desde el canal de Youtube: COUS UNAM
Participarán como ponentes el Dr. Gerardo Ceballos González, del Instituto de Ecología y el Dr. Gerardo Suzán Azpiri de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia.

Retransmisión: Una década con Grandes Maestros.UNAM


● Para celebrar, el 13 de mayo Margo Glantz inaugurará las sesiones semanales Grandes Maestros.UNAM desde casa; charlará sobre “Literatura de contagio” con la investigadora Luz Elena Gutiérrez de Velasco.
● Arnoldo Kraus, Concepción Company, Eduardo Casar y Vicente Quirarte serán los ponentes en las siguientes sesiones.

Diez años de difundir la excelencia académica y de investigación de la Universidad Nacional a través de cursos que se ponen al alcance de cualquier persona, de manera presencial, por transmisión en vivo y bajo demanda; este ha sido el camino recorrido por el programa Grandes Maestros.UNAM de CulturaUNAM. Desde 2010, cuando el historiador Álvaro Matute inauguró el programa —con el curso Historia de la escritura de la historia en México—, por el escenario, micrófono y pantallas de este proyecto de extensión cultural se han presentado especialistas como Jacqueline Peschard, Vicente Quirarte, Concepción Company, Miguel León-Portilla, Alicia Bárcena, Roger Bartra, Julieta Fierro, José Woldenberg, Juliana González, Gonzalo Celorio, entre muchos otros que han compartido su experiencia e interactuado con los asistentes, tanto de manera presencial como a distancia.

Festejar desde casa
Grandes Maestros.UNAM celebra esta primera década con una de las premisas que le ha caracterizado: aprovechar la tecnología para llevar la enseñanza de las grandes mentes de nuestra Universidad a más públicos, y en medio de esta contingencia da una alternativa a las personas para aprender y reflexionar a través de las sesiones Grandes Maestros.UNAM desde casa, en las cuales algunos de los maestros que han participado en el programa compartirán diversas visiones, ideas y reflexiones de los temas que nos ocupan en estos tiempos.

La escritora e investigadora emérita Margo Glantz será quien dé inicio con estas charlas, el próximo miércoles 13 de mayo a las 17:30 horas por el canal de Youtube de Cultura en Directo.UNAM, sesión en la que conversará sobre “Literatura de contagio”, con Luz Elena Gutiérrez de Velasco, investigadora del Colegio de México. Estas sesiones se estarán realizando los días miércoles a las 17:30 horas y entre los próximos invitados se encuentran el médico y escritor Arnoldo Kraus, hablando sobre “La muerte en tiempos de pandemia”; la lingüista Concepción Company, quien expondrá sobre “Pandemias y enfermedades de antaño en la vida cotidiana en América”, el escritor Eduardo Casar nos enseñará a “Vivir la poesía” y el doctor en letras Vicente Quirarte charlará sobre “La casa, una pequeña ciudad. La ciudad, una gran casa.

Conocimiento sin fronteras
Además de la relevancia de los ponentes y los temas abordados, Grandes Maestros.UNAM se ha diferenciado, por un lado, al ofrecer cursos impartidos por especialistas, dirigidos a no especialistas; cualquier persona interesada puede obtener un panorama completo y claro sobre el tema abordado. Así, el público pueden conformarlo desde estudiantes, profesores o investigadores, hasta adolescentes o adultos mayores que se sienten atraídos por el área de conocimiento abordada.

Por otro lado, la triple modalidad de aprovechar los cursos también ha distinguido a este programa, pues no solo se atiende a la comunidad del Centro Cultural Universitario. En todos estos años han sido más de 30 instancias educativas y culturales dentro y fuera de México las que se han unido a las transmisiones en vivo, para acercar estos cursos a comunidades en Estados Unidos, Centroamérica, China, Canadá, España, varios estados de la República Mexicana y aun diversas sedes en la propia Ciudad de México.

Y una modalidad más para poner al alcance estos valiosos contenidos, es convirtiéndolos en repositorio vivo para que cualquier persona pueda acceder a ellos en el momento que desee, a través de las plataformas grandesmaestros.unam.mx (en audio y video) y descargacultura.unam.mx, en formato de audio. Hasta la fecha se han impartido 45 cursos, la mayoría de los cuales están disponibles en estos sitios.

Para más información, visita grandesmaestros.unam.mx, escribe a grandesmaestros@unam.mx y sigue las redes sociales del programa en Facebook, Twitter e Instagram.

Lunes 1 de junio de 2020

Lunes 1 de junio, 2020, CdMX. — Con cautela y cierta ansiedad, volvemos a la calle. El sol se asoma en el horizonte a las 6:59. El pronóstico del clima es de 13 grados Celsius para la madrugada y 26, para la hora de más calor.

Luego de 10 semanas de cuarentena salimos de nuestro encierro con la sensación –“esperanza” podríamos llamarle– de que ya nada volverá a ser igual. En menos de medio año un nuevo virus, invisible para el ojo humano, arrasó con el viejo mundo. Como en Europa y Estados Unidos, en México dejamos de hacerle demasiado caso a las cifras de infectados y muertos poco después del inicio de la Fase 3. Los números dejaron de ser la noticia cuando fueron sustituidos por la crónica del sufrimiento.

La fuerza del miedo –pues ese fue el motor central de la estrategia del “autoaislamiento” y la “sana distancia” — evitó que el costo en vidas fuera muchísimo mayor. En la crisis de 102 años atrás –otro virus–, murió entre un tres y cuatro por ciento de la población mundial. Aún hoy que la nueva enfermedad hace estragos en los países más desprotegidos del planeta, es claro que la COVID-19 no alcanzará esos niveles.

–¡Buenos días! –, me dice Eduardo, el joven encargado del zaguán del edificio que llamo “mi casa”.

–¡Buenos! Finalmente, buenos días–, alcanzó a responder mientras la carcachita que me prestan en la oficina entra a la avenida.

Lo primero que veo es una fila particularmente larga de camionetas esperando turno frente a la escuela vecina. A las puertas, un rústico dispositivo “de seguridad” con guardias usando tapabocas y guantes de látex que agilizan la entrada de los niños que, me parecen más pálidos y tienen miradas de desconcierto. Por alguna razón, el puesto de periódicos de la esquina se ve más raquítico que antes. El siempre próspero taller mecánico cercano luce exactamente igual que siempre. Por unos instantes tengo una sensación de alivio al toparme con el eterno embotellamiento del tráfico al llegar al primer cruce del semáforo.

“No lo parece, pero éste es un nuevo mundo” pienso mientras bajo el volumen del ruido mediático que me ha acompañado desde hace meses. Al hacerlo, puedo sentir la fragilidad de mi propio razonamiento. Históricamente las pandemias no son una novedad.

“Ya en el año 430 (a.c.) Atenas fue golpeada por una plaga que mató a dos terceras partes de sus residentes. A comienzos del 165, de nuestra era, la viruela aceleró la caída del imperio romano. Y en el siglo XIV la peste negra arrasó Europa, eliminando a más de la mitad de la población, de acuerdo con estimados recientes” (Richard Hass/Foreign Affairs).

“Pero esta pandemia es la primera del mundo realmente globalizado” –me respondo, en lo que parece efecto colateral del encierro reciente.

En una megalópolis de 20 millones de habitantes siempre hay gente circulando. Por ello, hasta en los peores momentos de la emergencia, en la Ciudad de México hubo puntos de alta concentración. Por ello, no me sorprende demasiado mirar el torrente de personas saliendo de la terminal más próxima del metro. Tampoco, la vuelta de los vendedores ambulantes, limpiaparabrisas e indigentes.

“El aislamiento es un lujo”, nos recordó, en su momento, un médico especialista de la UNAM. Por ello, en un país donde la mayoría de la gente sobrevive dentro de la llamada “economía informal”, la única otra gran arma que, como sociedad tuvimos para enfrentar al enemigo invisible fue el lavado constante de manos (por desgracia, otro lujo para muchas personas).

Al inicio de la tercera década del siglo XXI, en plena revolución de la ciencia y la tecnología, cuando los autos voladores y viajes a Marte parecen proyectos viables, el aislamiento y la higiene básica fueron nuestras mejores defensas.

Llegando a la oficina, me topo con las mismas caras de los últimos años, escucho los mismos chistes. “Hay que trabajar una nota sobre el protocolo para los abrazos seguros”, anoto mentalmente.

Sin duda, el golpe fue brutal. En Nueva York el nuevo virus mató siete veces más personas que Osama Bin Laden con sus avionazos del 9/11. En Italia y España fue una maldición para los viejos y los enfermos, que son muchos en aquella parte del mundo. En todos lados dejó descubierta la miseria de los sistemas de salud, públicos y privados. Globalmente, el costo económico que dejará la crisis del SARs-CoV-2 superará ampliamente el daño que dejó la Gran Depresión del siglo pasado.

Para México, para nosotros, al tsunami viral parece haber arrasado también con buena parte del viejo orden. Bueno, con algunas excepciones, como la cuota sangrienta diaria del crimen organizado, la brutal inequidad de un orden económico con 40 años de raquítico crecimiento, o la mezquindad endémica en la disputa por el poder político.

Por supuesto, por ser el primer día de vuelta a clase de más de 30 millones de niños y jóvenes y regreso al trabajo formal de quienes conformamos la economía formal, la primera jornada post confinamiento podría describirse de muchas maneras, pero de ninguna manera como “productiva”.

Lunes 1 de junio, o 3 de julio o de agosto, en el fondo da lo mismo. El regreso a la normalidad será, finalmente, un placebo. Un intento del viejo sistema de cambiar la narrativa. Pronto vendrán las notas que quieran convencernos de que “la pobreza mata más”, “la violencia criminal”, “la obesidad”, “accidentes de tránsito” o alguna otra razón.

A más de un mes de la fecha prometida para el fin del encierro, además de reconocer en mí, en todos, esa sensación de vulnerabilidad que puede generarnos un organismo microscópico, creo que otra de mis grandes lecciones fue cuando el doctor Ponce de León cerró una conferencia de prensa virtual con la reflexión de que, a diferencia del universo de Saramago y su ensayo sobre la ceguera, en nuestra historia no se trata de que un buen día todos recuperaremos la capacidad de ver.

El lunes 1 de junio llegará. Eso es lo seguro. Que regresemos al mundo “de antes”, eso quién lo sabe.

Aunque los especialistas en la formación de hábitos hablan de tres semanas como el periodo de incubación de “nuevas rutinas”, al menos en el ámbito laboral estamos hablando de toda una cultura: la burocrática. Los rituales de “la oficina”, los chismes-intrigas, la “juntitis” como padecimiento crónico, el papeleo ad nauseam, como leit motiv.

Ojalá que las indudables ventajas del home-office y del uso de las nuevas tecnologías no terminen por hundirse ante el peso de las viejas rutinas del mundo anterior. Al menos no, en el campo de la educación.

Tras un amplio corolario de lugares comunes y buenos deseos, y muchísima retórica sobre el enorme dolor que nos genera la ausencia de quienes se llevó la nueva enfermedad, creo que llegaré al final de mi primer día de la nueva era –ese 1 de junio que viene la puesta del sol ocurrirá a las 8:12 pm, aunque la luna, de cuarto menguante se asomará horas antes–, con una vaga sensación de deja vu.

De vuelta al tráfico y la contaminación de la ciudad en que nací. Manejo convencido de que “nada volverá a ser igual”. En el camino recuerdo una noche de octubre del 2001, en Washington D.C.: un viejo periodista ruso me cuenta que después de Chernóbil ellos también pensaron que nada volvería a ser igual y que así pasaría con el 9/11. También me acuerdo de las fiestas por el cambio de milenio. Y del asesinato de Colosio, y del temblor del 85. Y la caída del muro de Berlín. Y la elección del primer presidente negro en Estados Unidos.

“Nada volverá a ser igual que antes”. Ajá.

Ya en casa, particularmente cansado, destapo una botella de Merlot y preparo unas quesadillas. Con profunda sabiduría, me digo a mi mismo que “mañana será otro día; el segundo de la nueva era”. Y que el virus seguirá ahí. Sin cura, acechando desde cualquier saludo, desde cualquier objeto. Mortal.

Mi barrio: una realidad entre el coronavirus y la pobreza

Eso escuchaba en un tianguis de una de las colonias más pobladas de la Ciudad de México, ubicada en Iztapalapa. En ella vivimos aproximadamente 67 mil personas, que en promedio, cuentan con ocho años de educación formal.

La colonia tiene una extensión de 200 hectáreas aproximadamente, con un total de 467 manzanas que frecuentemente son mencionadas en la nota roja. La estadística menciona que la “Desarrollo Urbano Quetzalcóatl” es de alta marginalidad, o mejor dicho en términos generales, se refiere a aquella parte de la población que cuenta con los niveles de vida e ingresos más bajos, por lo tanto es casi imposible que obtenga un crecimiento económico sostenible.

Años atrás se inauguró un lugar recreativo al que nombraron Cuauhtémoc, fue el primero en toda la zona, la noticia se consideró tan importante que el periódico El “País” realizó una nota que tituló: Un parque en el infierno. El parque ayudó a disminuir la violencia, aportando un área verde común, que después del temblor de 2017 fue acondicionada como escuela. Hoy en día ha recuperado su función principal y en el futuro será vecina de uno de los medios de transporte más vanguardista: el Cablebús.

En este contexto transita el coronavirus, que hasta el cuatro de mayo ha dejado dos mil 271 personas fallecidas y 24 mil 905 casos confirmados a nivel nacional, de los cuales la CDMX ocupa uno de los tres primeros lugares en contagios con una tasa de 66.67 casos por cada 100 mil habitantes.

En la “Desarrollo” el coronavirus pasa a segundo término. En general los locales comerciales siguen abiertos, los medios de transporte que cruzan la colonia con rutas importantes como “San José Buenavista-Constitución de 1917” están saturados en horas pico. La población recibe una remuneración económica por su trabajo diario, no tienen seguridad social, no gozan de un sueldo fijo y por supuesto, pertenecen a esos más de 30 millones de mexicanos que se emplean en el sector informal.

Durante el día se observa a mucha gente que no le teme a la infección, comentan que es un plan del gobierno para desestabilizar el mundo. No pueden quedarse en casa porque le temen más al hambre que al “bicho ese”. Aseguran que es más fácil morir de una bala perdida que de COVID-19.

El hambre es su motor de sobrevivencia, viven al margen de los privilegios del poder. Cuando se habla de sobrevivencia se entiende que el primer derecho a la vida es el de comer, aunque este derecho está negado por aquellos que entre cortinillas de buenos samaritanos justifican su protección pidiendo a los pobres que se cuiden, usen cubre bocas.

La alcaldía Iztapalapa ha creado un plan permanente de abasto de agua potable que es suministrado por pipas que realizan un recorrido por los domicilios. Llenan cubetas, tambos y cisternas. Sin agua no se puede combatir al coronavirus.

La dinámica social de la colonia sobre el coronavirus transcurre entre la información de cadenas de Whatsapp o Facebook, así como lo que escucharon del vecino y lo que se menciona en los noticieros de la televisión. Se habla de hospitales saturados, sin embargo, los vecinos más atrevidos van a mirar a través de la reja del hospital de la “Voca 7”, se asoman, no observan nada fuera de lo común, ven gente esperando, cosa normal para un hospital.

Los videos que circulan en Facebook les refuerzan las ideas de que el virus no existe y se suma a otro temor en el que algunos habitantes comentan su desconfianza por ir a los hospitales públicos si presentan síntomas, “no quieren que les extraigan el líquido de las rodillas”.

Estas opciones de entender la realidad concreta son mediadas por todos los factores sociales que se entrecruzan en las realidades individuales y se disipan colectivamente. Hoy esa realidad comprende la fortuna, la salud y la libertad. Los pobres piden la libertad de trabajar. Charles Fourier en sus ensayos mencionaba sobre el trabajo: “Las escrituras nos dicen que Dios condenó al primer hombre y a su posteridad a trabajar con el sudor de su frente. Pero no nos condenó a ser privados del trabajo del que dependen nuestras existencias”.

La mayoría de mis vecinos no tiene miedo a morir, o al menos eso dicen, hacen comparaciones con la violencia, con la incertidumbre o sus posibilidades de morir frente al coronavirus.

Hoy la muerte por COVID-19 ha remarcado dos escenarios, que si bien ya existían, no eran analizados en la vida cotidiana tan profundamente: morir en casa o en el hospital.

Pocas veces se nos enseña que a diario lidiamos con la muerte. La medicina moderna ha hecho esto aún más invisible, ya que la esperanza de vida comparada con la de hace cien años hoy es más alta. Morir en casa implica hacerlo en compañía de nuestros seres queridos.

El virus del SARS-CoV-2 no fue creado en un laboratorio

¿Puede alguien crear un virus que afecte a otro directamente? La respuesta es no, según Carlos Alberto Pantoja Melendez, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM. Existe una gran cantidad de información en redes sociales y otros medios que desinforman a las personas más que informar, además de circular una serie de teorías insostenibles.

Al respecto, el investigador universitario recomendó ignorar noticias provenientes de fuentes dudosas y acudir sólo a aquellas confiables como son instituciones académicas, en este caso la UNAM o medios oficiales como la Secretaría de Salud.

Ser críticos

El investigador universitario recomendó ser siempre críticos y cuestionar todo. Por ejemplo, si se tiene una hipótesis se debe descartar todos los panoramas y buscar toda la información para llegar a una plausibilidad. Si esto no es posible, entonces no existe sustento.

Por ejemplo, si tuviéramos un reporte de un laboratorio que perdió cepas de viruela, y en otra región aparecen casos de esta enfermedad, entonces ahí sí existe una fuente de información y se da plausibilidad a la hipótesis.

Pero en otros casos, si no hay información al respecto en algún medio confiable (institución académica o fuente gubernamental), entonces no habrá forma de soportar una hipótesis.

“Pensar en estas ideas impulsadas por nuestros miedos no es muy buena idea y no es correcto”, enfatizó Carlos Alberto Pantoja. Es cierto que existe manipulación en los medios, y por ende hay desconfianza, pero las autoridades sanitarias están muy preocupadas y son quienes mejor información proporcionan.

Todos tenemos cierta atracción por esos temas, pero nos toca ser muy críticos y no desviarnos de lo importante, que es seguir las recomendaciones sanitarias para no contagiarse uno mismo ni a los demás.

Fake news abundan

Para ejemplificar una fake news, Pantoja Melendez recordó un caso en China, en donde algunas “fuentes informativas” publicaron que el virus había sido implantado por los estadounidenses en Wuhan. De acuerdo con esta información los americanos se hospedaron en lugares cercanos y ahí empezó el brote.

“Imagínense que alguien sabe de esto y tiene la capacidad de desarrollar un tipo de agente con esa capacidad, ¿no sabría que el virus se iba a retornar a su país? Justo ahora el mayor problema lo tienen los norteamericanos”.

Cuando se piensa en un ataque de liberación intencionada de agentes biológicos no se lanza en un sólo sitio, dijo el epidemiólogo, es implantado en varias regiones para que surjan varios brotes. “Es muy difícil pensar en un ataque con un diseño de este tipo (un sólo brote)”.

Estadísticamente esta teoría no tiene forma de sustentarse en números, no muestra una intención. “Los epidemiólogos realizamos análisis estadísticos y vemos comportamientos y patrones, en este momento sería muy evidente cuál es el objetivo buscado”.

El virus llegó a todo el mundo y ha contagiado a todos los sectores sociales, desde políticos hasta personas comunes. “Profesionalmente podría decir que no puede ser un virus diseñado como arma, porque nadie está libre de contagiarse”, concluyó.

El rating de La Muerte

Pocos personajes con mayor presencia y dominio del escenario que La Muerte. Sea en su larguísima túnica negra, guadaña y el tenebroso vacío en lugar de rostro, o bien en su colorida y huesuda estampa, es ella la fuerza suprema capaz de terminar con todas las historias.

El crimen más atroz, el más dramático de los accidentes, la guerra más devastadora o la enfermedad más dolorosa, es ella, La Parca quien siempre nos alcanza.

Este 20-20 será recordado como el año en que Doña Dientona asumió la identidad de un microscópico compuesto de RNA con una vaga forma de corona y en el primer tercio del año se convirtió en la asesina número uno del mundo.

Terminó abril con la curva mundial del SARS-CoV-2 aún en línea ascendente y el primer recuento de cadáveres rondaba el cuarto de millón. Comienza mayo con el epicentro de la pandemia — Estados Unidos–, alertando del riesgo de que la enfermedad provoque tres mil muertes diarias en ese país.

La mayoría de los gobiernos intentan disimular sus estadísticas, y el número real de contagios en la vida real podría ser mucho mayor a los registrados oficialmente por los distintos sistemas de salud. No resulta difícil pensar que llegaremos al final del año con un número mayor de fallecimientos provocados por el nuevo virus que otras causas “tradicionales”.

Por supuesto que la principal “causa de muerte” en nuestro tiempo sigue relacionada con la edad. Cerca de dos tercios de las 150 mil personas que, según la Organización Mundial de la Salud fallecen todos los días, se encuentran en esa categoría.

Pero en una particular semana de abril de este año, la nueva enfermedad superó en la lista de top-killers a muchos otros males. Provocó más muertes que los cánceres relacionados con el tabaquismo; más que los accidentes de transito; más que los males asociados con la diabetes y la obesidad y el consumo de alimentos chatarra, más que la malaria; más que los accidentes de tránsito; el consumo de drogas y alcohol y la propia violencia criminal o los conflictos armados.

COVID-19 es el nuevo disfraz de esa eterna figura, La Huesuda, que se ocupa de acompañarnos en nuestro camino rumbo al más allá.

De acuerdo con cifras del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), adscrito a la University of Washington, en Seattle, durante los primeros meses de este año la principal causa de defunción a nivel mundial fue la nueva enfermedad, esa cuyo síntoma extremo es muy claro: nos hace imposible respirar. De hecho, la COVID-19 ha resultado más letal que la suma del daño causado por todas las anteriores epidemias virales de este siglo.

Citado por The Economist, el studio del IHME señala que en el promedio semanal de 2017 (últimas cifras reportadas) la diabetes fue responsable de 20 mil muertes, el cáncer de pulmón y tráquea, 36 mil; mientras que otras infecciones respiratorias causaron 49 mil decesos semanales. Mientras que, en una semana de abril, el coronavirus mató a más de 50 mil seres humanos.

Y aunque esa cifra parece haber sido el punto más alto de la curva en los países de mayores ingresos, en su versión mundial, la curva estadística de esta emergencia sigue sin marcar su punto de quiebre.

Si la curva global del coronavirus llega a su cenit pronto o no, está por verse. Es posible que la cifra total de fallecimientos en el mundo termine siendo similar a la del año pasado, poco menos de 60 millones. Y que la violencia sea la responsable, como en años anteriores, de unas 465 mil muertes (como en 2017). Y muy probablemente las enfermedades cardiovasculares, los cánceres sigan siendo los top-killers en la lista de los favoritos de La Catrina.

Sin embargo, también parece posible que el nuevo mal, ese para el cual no hay vacuna y los expertos coinciden en que terminará por infectar a poco más de 5 mil millones de personas, y contra el cual nuestra mejor defensa sigue siendo aislarnos de los demás, se ha ganado un lugar estelar en el rating de La Tiznada.

Después de la cuarentena, abuelos no podrán cuidar a sus nietos por un largo tiempo

Al regresar a nuestras vidas tras el parón impuesto por la crisis del coronavirus deberemos modificar muchas de nuestras costumbres y una de los más arraigadas y que deberán cambiar tiene que ver con los niños, pues aunque se relajen las medidas sanitarias ellos deberán mantenerse alejados tanto de personas con padecimientos crónico-degenerativos como de los ancianos. “Eso es algo a no perder de vista”, indica la doctora Guadalupe Miranda Novales, profesora de Infectología en la Facultad de Medicina de la UNAM.

Pese a que los menores contagiados por la COVID-19 experimentan una versión muy atenuada de la enfermedad e incluso gran parte de ellos ni siquiera desarrollará síntomas, sí pueden transmitirla y ello es muy peligroso para ciertos grupos demográficos. “En algún punto volveremos a nuestra cotidianidad y perderemos el control brindado por las cuarentenas, por lo que diabéticos, hipertensos, asmáticos o gente con un sistema inmune comprometido, afecciones respiratorias crónicas o de la tercera edad no podrán estar a cargo de un niño. Desafortunadamente, esto incluye a los abuelitos”.

Esto podría representar un cambio radical en las dinámicas familiares actuales, ya que según la Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social de 2017, en México los niños de cero a seis años no cuidados por su padres —sea por trabajo u otras razones— suelen ser encargados (en el 65.5 por ciento de las ocasiones) a sus abuelas. Debido a que esta opción es la más socorrida, hace un año el gobierno de López Obrador proponía eliminar el presupuesto asignado a las estancias infantiles y dar el dinero directamente a los abuelos, siempre y cuando ellos fueran los cuidadores de sus nietos.  

No obstante, esto deberá cambiar al menos en el corto y mediano plazo —apunta la doctora Miranda— pues el mayor problema planteado por la COVID-19 es que, por ser una enfermedad tan nueva, aún ignoramos cómo curarla, cuándo tendremos una vacuna o hasta si alguien ya recuperado puede contraerla de nuevo.

“Lo que sí sabemos es que entre a quienes la infección golpea con más fuerza están los ancianos y esto nos coloca en una situación triste: la de que los abuelitos no puedan visitar a sus nietos y viceversa. Deberemos mantener esta medida por un largo tiempo a fin de evitar que las personas mayores se lleguen a contagiar”.

Y no son pocos los especialistas que han llamado la atención sobre este hecho. El 10 de abril los CDC (Centers for Disease Control and Prevention) de EU advertían que, como los pacientes pediátricos presentan síntomas muy atenuados o incluso ninguno, los niños podrían tener un papel importante en la diseminación del virus y, además, propagarlo silenciosamente; justo una semana después The New England Journal of Medicine publicaba el editorial Transmisión asintomática, el talón de Aquiles de las estrategias actuales para controlar la COVID-19, donde abundaba al respecto.

Sobre este punto la doctora Miranda señala: “Los primeros estudios señalan que hasta un 25 por ciento de los niños serían asintomáticos, lo cual en sí dificulta la detección, y a esto se suma el que, en caso de presentarse la enfermedad en los menores, ésta puede pasar inadvertida. Quizá los padres vean a su hijo toser un poco o con flujo nasal por tres días y de pronto no, y por lo mismo piensen que todo fue un resfriado ligero, cuando en realidad podría tratarse de SARS-CoV-2 y el pequeño estaría diseminando el virus hasta por 20 días”.

A decir de la doctora Miranda, no falta mucho para que los niños regresen a las escuelas y a jugar en los parques, y esto es deseable, aunque también nos obliga a dar los pasos necesarios para ponernos de nuevo en marcha, pero sin dejar de cuidar la salud de todos aquellos con padecimientos crónicos y ni la de nuestros ancianos. 

Una incógnita por resolver

Un aspecto que desde un inicio desconcertó a los médicos fue lo poco agresivo que resultaba el SARS-CoV-2 con los niños ya que, por tratarse de un virus respiratorio, los especialistas esperaban un comportamiento similar al de la influenza, que suele generar cuadros graves, sobre todo en los menores de dos años.

“Sin embargo, al revisar el número de menores hospitalizados (en Ciudad de México no sobrepasan los cuatro) éste resultó tan bajo que los investigadores comenzaron a formular diversas hipótesis sobre el porqué”, explica la profesora Guadalupe Miranda.

Una teoría es que el SARS-CoV-2 requiere la enzima convertidora de angiotensina (receptor localizado principalmente en los pulmones) para adherirse a las células y entrar, pero como ésta se encuentra poco expresada en los menores, al patógeno se le dificulta causar daño. Otra es que el organismo de los infantes, al estar expuesto de forma continua a infecciones respiratorias no graves, ha aprendido a responder de mejor manera al coronavirus que los adultos.

La tercera propuesta —y la que más interesa a la académica— sugiere que el tipo específico de anticuerpos que se están formando en el cuerpo humano a esa edad puede contrarrestar al patógeno en etapas tempranas. “Si esto se corrobora y somos capaces de determinar cuáles de ellos logran detener la progresión del virus estaríamos cerca de obtener la tan ansiada vacuna”.

No obstante, la doctora Miranda pide no confiarse de este fenómeno y, ante cualquier sospecha de COVID-19, llevar al menor al Instituto Nacional de Pediatría, al Hospital Infantil de México o a la Unidad Médica de Alta Especialidad de Pediatría del IMSS, en Centro Médico. “Debemos estar atentos a la presencia de fiebre, irritabilidad en vez de cefalea, tos, rinorrea, escozor en la garganta, dolor general o rechazo al alimento, en especial si se dan algunos o todos juntos”.

Un aspecto que suele pasarse por alto y que no se debe descuidar —finaliza la académica— es el de hablar con los pequeños sobre sus dudas y miedos. “Se han hecho videos muy didácticos y claros, pero que no responden a interrogantes como ¿y qué sigue?, o ¿por qué no puedo ver a mis abuelos?, pues uno de los vicios que tenemos como adultos es el de querer explicarle a los niños todo sin detenernos un momento para escuchar cuáles son sus inquietudes”.

Fue el hombre quien creó las condiciones perfectas para esta pandemia: Gerardo Ceballos

Para el doctor Gerardo Ceballos no hay duda de que las enfermedades emergentes como el Covid-19 son resultado de la acelerada pérdida de flora y fauna en el mundo. “Mi equipo y yo llevamos años advirtiendo de que esto se nos venía encima, sobre que había una nueva pandemia en el horizonte, pero jamás imaginé que en mi tiempo de vida me tocaría ver una de tales proporciones”.

A fin de explicar cómo la biodiversidad sirve de cortafuegos a la propagación de los padecimientos zoonóticos (es decir, aquellos que saltan de los animales al humano), el investigador del Instituto de Ecología de la UNAM pide imaginar a un virus que llega a un entorno donde hay un 95 por ciento de especies a las que no puede infectar.

“Si eso sucede, al no encontrar fácilmente a individuos qué contagiar el patógeno se diluye pronto, pero cuando el hombre deforesta, contamina, introduce flora y fauna a nuevos ambientes, trafica con animales y perturba cuanto hábitat tiene enfrente, muchas especies no susceptibles al patógeno desaparecen, proliferan las que sí lo son y las epidemias corren rápido. En otras palabras, nosotros creamos las condiciones perfectas para que este nuevo virus se propagara con celeridad y diera pie a la crisis sanitaria global hoy vivida”.

El profesor Ceballos pertenece a un equipo de expertos que ya desde en 2015 alertaba de que el planeta estaba entrando en la sexta extinción masiva de su historia, que la variedad biológica estaba desapareciendo a un ritmo entre 100 y tres mil veces más rápido de lo normal, y que en esta ocasión el responsable no era un meteorito —como el que borró del mapa a los dinosaurios—, sino el humano.

“Todas estas plantas y animales brindan servicios ambientales necesarios para existir: de ellos depende la cantidad y calidad del agua que tenemos o el balance adecuado de gases en el aire que respiramos. Podemos decir, ¡qué triste que se extingan los orangutanes o las ardillas voladoras gigantes!, pero eso a mí no me afecta, y no podríamos estar más equivocados”.

Para entender la magnitud del problema, el académico pide imaginar a este complejo entramado de vida como un muro protector del cual, cada que se extingue una especie, es como si se retirara un ladrillo. “Aunque al principio no parezca mucho, al sumarse los huecos nos entrará más frío, humedad, polvo y ventiscas y, llegados a cierto punto, la pared colapsará y se nos vendrá encima”.

El 6 de mayo de 2019 la ONU alertaba (a través del IPBES) que enfrentamos una amenaza igual o más apremiante que la del cambio climático: la inminente extinción de más de un millón de especies, algo jamás visto desde que el humano camina por la Tierra. “Una de las consecuencias de esta pérdida de biodiversidad es la aparición de nuevas enfermedades. No ha pasado un año desde que recibimos aquel aviso y ya nos tiene en jaque una pandemia. Eso no es casual”.

La conducta humana y no un laboratorio, la responsable

El 14 de abril, en el Washington Post, el columnista Josh Rogin sugería que el SARS-CoV-2 habría sido creado en el Instituto de Virología de Wuhan, y presentaba como evidencia un par de cables de 2018 donde personal diplomático de Estados Unidos señalaba los diversos experimentos realizados con cepas de coronavirus y la poca seguridad observada entonces en el complejo chino.

Para el doctor Ceballos el trasfondo de esta versión es un sinsentido, en especial porque el SARS-CoV-2 ha sido estudiado a detalle, su genoma secuenciado y todos los datos genéticos indican lo mismo: es muy parecido al RaTG13 (virus presente en los murciélagos Rhinolophus affinis), con una similitud entre ambos del 96 por ciento.

“Si la semejanza fuera del 99.9 por ciento podríamos sospechar de una manipulación de laboratorio, pero crear el cuatro por ciento de una cadena es científica y tecnológicamente imposible. Me sorprende que haya periódicos que se decanten por estas versiones sin considerar no sólo que el salto de padecimientos del animal al hombre es común y ha pasado antes —como con la peste negra o la gripe española—, sino que este fenómeno se ha acelerado a tal grado que hemos visto esto más de 100 veces en los últimos 40 años, como dan testimonio el SARS, el MERS o la fiebre de Lassa”.

Por ello, en vez de atender a teorías conspiranoicas, el experto pide no apartar la mira de las prácticas que en realidad habrían detonado no sólo la nueva enfermedad, sino su expansión desbordada: la explotación de especies y la alteración antropogénica de los hábitats.

Casi todas las investigaciones coinciden en que el nuevo coronavirus saltó por primera vez del animal al hombre en el Mercado Mayorista de Mariscos del sur de China (en Wuhan), un wet market donde además de peces se vendían ciervos, serpientes, castores, puercoespines, cocodrilos y demás fauna cazada ilegalmente, hecho que, para el profesor Ceballos, revela un punto neural de esta crisis.

“Para quien no tenga idea de cómo es un mercado húmedo, son sitios dantescos donde se colocan jaulas unas encima de las otras y donde es común ver a gatos y perros hacinados y defecando sobre mapaches o la criatura que en suerte le tocó estar debajo (por dar un ejemplo). Al centro suele haber un gran canalón por donde corre sin cesar un líquido fétido formado por la sangre y los detritos de estas criaturas, porque además estos seres son destazados ahí mismo”.

A decir del académico, sólo basta hacer la sumatoria: fauna doméstica y silvestre conviviendo una al lado de otra, entornos insalubres y un vaivén de humanos. En tal escenario, en algún punto un virus o una bacteria de los animales mutará y saltará al hombre.

Desde 2017 el doctor Ceballos viene impulsando la iniciativa global Stop Extinction con el objetivo de sumar a gobiernos y empresas contra la desaparición masiva de especies. Hasta arriba de la lista de acciones planteadas está el poner freno al tráfico ilegal de especies, algo que —dice— no sería tan difícil de conseguir de lograrse la adhesión irrestricta de China, ya que tan sólo si este país evita dicha práctica el problema se reduciría en un 70 por ciento, “y si logramos convencer a Vietnam e Indonesia el porcentaje sería casi del cien”.

No obstante, el especialista sabe que esto implica ir de frente contra un negocio que emplea a 14 millones de individuos, que vende más de 100 millones de ejemplares animales al año y que genera ganancias anuales de 75 mil mmdd (más que todo el mercado ganadero de los EU), por lo que anticipa una tarea nada fácil.

“Suele creerse que el wet market de Wuhan era un lugar para gente pobre y es mentira, quienes compraban ahí eran personas pudientes que podía desembolsar 100 dólares por una sopa de pangolín o hasta 100 mil dólares por un kilo de buche de totoaba. En China hay 300 millones de ricos y una clase media numerosa y boyante; de ahí que sea tan difícil desarticular esto, hablamos de mucho dinero”.

Vecindades peligrosas

Ciervos japoneses deambulando por una semidesierta ciudad de Nara; linces en un parque León, Guanajuato; pumas en Santiago de Chile, o jabalíes de paseo en una Barcelona sin gente son algunas de las notas que han acaparado titulares en estos días y, para el doctor Ceballos, son una señal preocupante de lo próxima que está la fauna salvaje de las áreas urbanas, del hombre y sus mascotas.

“Al extenderse así, el hombre y la fauna doméstica se han puesto en una cercanía riesgosa con los animales silvestres y ello favorece que las enfermedades rompan la barrera que suele haber entre especies. Un ejemplo que nos toca de cerca es el de los jaguares, que se están contagiando del moquillo típico de los perros, y se están muriendo”.

Hace pocos días The New York Times dio a conocer que avispones gigantes asiáticos (insectos endémicos de Japón) acababan de llegar a Estados Unidos, lo cual encendió alarmas no sólo por su presencia en un sitio al cual no pertenecen, sino porque ponen en riesgo a la muy mermada población de abejas en América. “Cada que se da uno de estos eventos se altera el equilibrio natural y es más factible que surjan nuevos padecimientos y corran sin freno”, dice el académico.

“Ello explica que, en estos momentos, al norte de México, haya un brote muy peligroso de fiebre hemorrágica que afecta a los conejos domésticos y amenaza con extinguir a los nativos, o que en China se estén reportando cada vez más casos de hantavirus, enfermedad infecciosa que brincó de los ratones silvestres al ser humano”.

En repetidas ocasiones, Gerardo Ceballos ha planteado que esta pérdida acelerada de especies, la alteración constante de los hábitats y el cambio climático pueden llevarnos a un colapso de la civilización.

“No es exagerar, es un escenario factible y sobre el que deberíamos reflexionar; la crisis del coronavirus nos obliga a ello. Si nos ponemos a pensar ignoramos si, una vez terminada la pandemia, lograremos mantener la coherencia económica, política y social de México, ya no digamos la del mundo. Mucho temo que el golpe en términos financieros y de vidas humanas sea tan fuerte que estemos a punto de ver movimientos civiles de violencia no registrados en 100 años”.

No obstante —lamenta el docente—, mientras nos distraemos con otras cosas, muy en segundo plano avanzan peligros en los que no reparamos, como el de una infección de las ranas que entró a los Estados Unidos debido al tráfico ilegal y que ha provocado no sólo la desaparición de 200 especies de estos anfibios, sino una merma de hasta el 90 por ciento en sus poblaciones, o una enfermedad propia de las salamandras que se corrió de Asia a Europa, que estaría por llegar a América y que, una vez aquí, prácticamente evaporaría a las variedades endémicas mexicanas.

“Cada que desaparece una planta o un animal no hay marcha atrás, nos vemos afectados todos y el daño es irreversible. En este aspecto las extinciones son más graves que el cambio climático, pues éste todavía se puede revertir, una especie que se va ya nunca regresa”.

Algo que ya se venía venir

En la prensa de todo el mundo es cliché llamar a la crisis del Covid-19 “un cisne negro” (es decir, un evento inesperado, catastrófico y difícil de predecir), algo que para el autor de dicho concepto, Nassim Nicholas Taleb, es “erróneo y exasperante” pues desde hace tiempo los científicos vislumbraban una gran pandemia en el corto plazo y exigían tomar previsiones. “En todo caso esto es un cisne blanco”, corrige el profesor del Instituto de Ciencias Matemáticas de la NYU.

Al respecto, el doctor Ceballos recuerda que, ya en 2007, un equipo de médicos hongkoneses publicó un artículo que advertía, con todas sus letras y desde la primera página, sobre grandes reservorios de coronavirus similares al SARS-CoV en murciélagos de herradura, los cuales, aunados a la presencia de mercados húmedos por toda China, estaban gestando las condiciones ideales para el surgimiento de una pandemia igual o peor a la vivida en 2003, con el SARS.

“Ya nos habíamos arriesgado con esa primera epidemia del síndrome respiratorio agudo severo, que fue muy grave y más mortal que ésta, aunque menos virulenta y se logró contener, y lo mismo pasó con el MERS. Lamentablemente no aprendimos la lección y estamos aquí”.

También hay otro artículo titulado Inevitable or avoidable? —igual de 2007— donde el doctor Philip Hunter preguntaba si estamos listos para el siguiente gran evento pandémico y concluía diciendo: “Por demasiado tiempo hemos soslayado el desarrollo de estrategias para responder a emergencias de salud pública y las comunidades tienen muy poco equipo para enfrentar epidemias súbitas, no se diga ya una pandemia global. Ojalá el espectro de una pandemia devastadora e inminente aniquile esta falsa sensación de seguridad y haga que las mentes y presupuestos de los gobiernos, y de las comunidades de investigación, se concentren en prevenir el siguiente gran azote”.

Pese a las muchas advertencias de que algo así se venía, nada se hizo y ello ha generado severas críticas de personajes públicos como Nassim Nicholas Taleb, Bill Gates, Jane Goodall o Jared Diamond, quienes coinciden al señalar que ésta es la primera de muchas pandemias, una noción con la que el profesor Ceballos no comulga.

“Cuando encontremos una vacuna podremos retomar nuestras vidas como bien podamos, aunque el impacto social y económico durará años; espero que el sistema no colapse. Cuando digo que discrepo es porque no podemos darnos el lujo de pensar que ésta es la primera de muchas pandemias que se avecinan. Si salimos de aquí deberemos verla como una última llamada de atención; no creo que tengamos la capacidad de brincar más eventos similares a futuro”.

Retransmisión: La dificultad de informar e informarse en la pandemia

Participan: Deyanira Morán, Radio UNAM
Myriam Vidal, periodista científica freelance
Daniel Francisco, editor de UNAM Global

Tiempo

«El tiempo es decidido,
no suena su campana,
se acrecienta, camina,
por dentro de nosotros,
aparece
como un agua profunda
en la mirada…»
-Pablo Neruda-

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Música:
Rain and Tears by Neutrin05 https://soundcloud.com/neutrin05
Creative Commons — Attribution-ShareAlike 3.0 Unported — CC BY-SA 3.0
Free Download / Stream: http://bit.ly/2PKvY28
Music promoted by Audio Library https://youtu.be/RRsQBq9nSXQ
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Retransmisión: Impacto positivo del TEC ante el COVID-19

El Tec de Monterrey, refrendando su compromiso con la sociedad, lanza un espacio virtual con más de 100 acciones de impacto social emprendidas por diversos miembros de su comunidad. Las acciones en materia de salud, económica, educativa, así como de desarrollo integral y social serán promovidas con el propósito de poner al servicio de la comunidad recursos de alto valor ante la situación sanitaria.

De la UNAM, casi la mitad de las enfermeras en México


En México existen alrededor de 315 mil enfermeras y enfermeros, casi la mitad egresados de la UNAM, pero hacen falta 350 mil más para cubrir el déficit generado por esta pandemia y estar en condiciones de atender a los afectados, afirmó Rosa Amarilis Zárate Grajales, directora de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO) de la UNAM.

En una población de más de 120 millones de personas, actualmente hay cerca de 2.4 de estos profesionales de la salud por cada mil habitantes, cuando deberíamos tener por lo menos 4.4, recalcó la especialista.

Zárate Grajales indicó que anualmente egresan a nivel nacional 20 mil estudiantes de enfermería, de los cuales mil 200 son de la UNAM. En esta casa de estudios es una de las 10 carreras con alta demanda, que se ofrece en la ENEO y las FES Zaragoza e Iztacala, dijo a propósito del Día Internacional de la Enfermera, que se conmemora mañana 12 de mayo, con el lema “Llevando al mundo hacia la salud”.

Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 2020 como primer Año Internacional del Personal de Enfermería y de Partería, nadie imaginó que enfrentarían el reto vocacional más agudo, subrayó.

Asimismo, refirió que de acuerdo con los registros de la Secretaría de Salud, entre 40 y 50 por ciento de las enfermeras cuentan con título y cédula de licenciatura, y el resto pertenece al sistema educativo técnico; son menos, en cambio, las que han obtenido una maestría o un doctorado.

“En nuestro país, el personal de enfermería ocupa cerca del 50 por ciento del total de los trabajadores del sistema de salud; en el mundo representan el 59 por ciento”, agregó la directora de la ENEO.

Todas vs. COVID-19

Más adelante, sostuvo que todas las enfermeras y enfermeros de este país trabajan contra la COVID-19, salvo quienes se encuentran en actividad docente.

“En la elaboración de políticas, manuales, investigación, docencia, atención… están en la primera línea de batalla, ya sea en centros comunitarios, en centros de atención vía telefónica o en los hospitales COVID”, puntualizó.

También hizo mención de la labor de alumnos de posgrado, quienes realizan alguna especialización, y de los pasantes en servicio social, que atendieron la convocatoria para acudir a instituciones de salud para colaborar en ellas “con todas las prestaciones”.

“Desde la UNAM, hemos luchado para que se reconozca a la enfermería como una disciplina con un rol ampliado de la práctica profesional, que ha avanzado hacia el posgrado; para que tenga visibilidad como una actividad de alto riesgo, que requiere mucha sensibilidad, no sólo conocimiento científico”, resaltó.

Rosa Amarilis Zárate consideró que el miedo, el temor, la impotencia y el desconocimiento han llevado a algunas personas a agredir al personal de enfermería, pero eso está cambiando.

“Cada vez son menos porque es más la población solidaria que nos apoya y reconoce, que aplaude, canta, que nos alimenta y ofrece habitaciones y transporte”, concluyó.

2020, año internacional

El 2020 fue declarado como Año Internacional del Personal de Enfermería y de Partería por marcar el bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale, la fundadora de la enfermería moderna. Ella consiguió, en el siglo XIX que los enfermos estuvieran atendidos las 24 horas. Fue matemática y utilizó la información que recopilaba para analizarla estadísticamente.

Realizaba rondas a la luz de un candil, por lo que la llamaron “La dama de la lámpara”. Resumió en cinco puntos sus mejoras en higiene y cuidado sanitario para asegurar la salubridad: aire puro, agua pura, desagües eficaces, luz y limpieza, sobre todo de manos.

Instituto de Investigaciones Estéticas convoca a la Especialización en Historia del Arte


Con el objetivo de ofrecer un panorama general sobre la Historia del Arte y formar profesionales que incidan en el campo artístico y cultural local, el Centro de Extensión Oaxaca del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM invita a cursar la Especialización en Historia del Arte, dirigido a aquellos interesados en las artes, así como artistas, historiadores, filósofos, arquitectos, diseñadores, gestores culturales y egresados de carreras afines.
La Especialización se imparte en Oaxaca desde 2018 en una colaboración entre la Facultad de Filosofía y Letras, el Instituto de Investigaciones Estéticas y la Coordinación de Posgrado en Historia del Arte. Es el primer programa a nivel posgrado en el área de las Humanidades que la UNAM oferta en la entidad y es de carácter gratuito.
Los seminarios son impartidos por expertos en los diversos campos de conocimiento de la historia del arte (indígena, virreinal, moderno, contemporáneo, mundial, entre otros), en modalidad de tiempo completo con una duración de dos semestres. Actualmente se imparte en dos sedes: Ciudad Universitaria (Unidad de Posgrado y Facultad de Filosofía y Letras) y el Centro de Extensión Oaxaca del IIE, ubicado en la ciudad de Oaxaca.
La convocatoria estará abierta del 13 de abril hasta el 4 mayo de 2020, último día para que los aspirantes envíen la documentación solicitada, la cual podrás consultar en: historiarte.esteticas.unam.mx y www.posgrado.unam.mx/admision/agosto2020.

Informes Ciudad Universitaria:
Coordinación del Programa de Especialización, Maestría y Doctorado en Historia del Arte. Unidad de Posgrado, Edificio «G» primer nivel, Circuito de Posgrados, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, México, Alcaldía Coyoacán, Cd. de Mx.
Horario de atención: Lunes, Martes, Miércoles de 10:00 a 14:00 hrs y de 16:00 a 18:00 hrs. Viernes solo de 10:00 a 14:00 hrs.
Teléfono: 5623 7040
Correo electrónico: posgradoenhistoriadelarte@yahoo.com.mx
Página web: http://historiarte.esteticas.unam.mx

Informes Sede Oaxaca Instituto de Investigaciones Estéticas
Dr. Gonzalo Sánchez Santiago
Antonio de León No. 2 altos, C.P. 68000 Centro Histórico, Oaxaca, Oaxaca.
Horario de atención: Lunes a Miércoles de 9:00 a 14:00 hrs y Jueves de 16:00 a 18:00 hrs.
Teléfono: 01 951 516 0541 ext. 523
Correo electrónico: eha.unam.oax@gmail.com

Desarrolla la UNAM estudio para evaluar contaminación por metales pesados antes, durante y después de la contingencia sanitaria

La Universidad Nacional Autónoma de México a través del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA) y del Laboratorio Universitario de Geofísica Ambiental (LUGA) invitan a la ciudadanía a colaborar en un proyecto cuyo objetivo es la evaluación del nivel de contaminación por metales pesados dentro y fuera de los hogares, a partir del estudio de muestras de polvo urbano recolectadas antes, durante y después de la contingencia sanitaria; los resultados permitirán la elaboración de mejores medidas de mitigación por contaminación ambiental.

Para participar, los(as) voluntarios(as) deberán barrer el interior del hogar, retirar los residuos más grandes para dejar únicamente el polvo y colocarlo en una bolsa de plástico limpia. Del mismo modo, deberán barrer un metro cuadrado de la banqueta ubicada afuera del hogar y guardarla en otra bolsa de plástico. En atención a las indicaciones de las autoridades sanitarias, la recolección exterior deberá realizarse afuera del domicilio, no es necesario ni útil recolectar en otros puntos de las ciudades.

Las bolsas con las muestras de polvo deberán ser rotuladas con los siguientes indicativos: ciudad, fecha de recolección, interior o exterior de la casa. Una muestra de 30 a 50 gramos será suficiente. La recolección de muestras se realizará los días 9, 16, 23 y 30 de mayo, por lo que al concluir cada participante deberá contar con un total de 8 muestras.


Una vez finalizada la contingencia sanitaria, los responsables del estudio de cada ciudad, se pondrán de acuerdo con los(as) voluntarios(as) para concentrar las muestras. Al concluir el estudio a cada participante se le informará el resultado con la concentración de metales pesados de sus muestras.

Se encuentra en desarrollo una aplicación para teléfonos móviles que permitirá un manejo más sencillo de la recolección de muestras, misma que será difundida en los próximos días.

La coordinación del estudio a nivel nacional se encuentra a cargo del Dr. Francisco Bautista Zuñiga y en la ciudad de Morelia el responsable es el Dr. Dante López Carmona, ambos adscritos al CIGA. Para residentes en alguna de las otras ciudades participantes se adjunta lista de contactos de sus responsables.

Se extiende la invitación abierta para sumar su valiosa colaboración con el proyecto. Para participar es necesario enviar un correo electrónico a leptosol@ciga.unam.mx y/o lopezcarda@hotmail.com Se sugiere consultar el video de orientación para recolectar las muestras, disponible en el canal de YouTube: suelos, ambiente y algo más, en la cuenta de Facebook @LugaUNAM2010 o en la página oficial: www.ciga.unam.mx

Las pandemias: breve recordatorio mundial y mexicano

La humanidad, las sociedades y los individuos tendemos al olvido de la parte cruenta y dura de la historia. Caemos en esa situación en un intento psico-social de dejar atrás lo que nos afecta y duele. La pandemia actual no es inédita, muy similares acontecimientos los hemos sufrido y superado con grandes costos sociales e individuales y si bien, aparentemente se alojan en el sector del olvido, algo se conserva colectiva e individualmente. Sin embargo, a las sociedades les toma un largo tiempo acatar, individual y colectivamente las medidas indispensables para enfrentar y superar esas crisis totales.

El presente aporte cubre dos finalidades a través de también, dos documentos. Este primero busca resaltar el hecho de que la situación actual ha sido recurrente mundial y localmente. Su abordaje es histórico-social. El segundo es el resultado de un trabajo de investigación sobre la epidemia de “las fiebres misteriosas” que en 1813 asolaron a los habitantes de la ciudad de México. Se puede consultar también en este compendio.

Durante largos periodos de la humanidad se permaneció en la ignorancia de sus causas y sus apariciones se vincularon con aspectos religiosos y de prejuiciosos sociales. Durante la Edad Media se atribuyeron las plagas a los pecados y/o a las acciones sospechosa de individuos o grupos heterodoxos. Se consideraron como una respuesta agresiva por parte de gente poco instruida y propensa a prejuicios. En nuestro país, esta manifestación, desgraciadamente se ha visto repetida actualmente en los infames y criminales ataques contra personal médico y lo que es peor, las autoridades los han dejado pasar sin aplicar severos castigos ante actos tan ruines. Pero, sin que sea en su descargo, esta gente agresiva, ignorante y sin sentido de solidaridad y civismo, ha sido víctima de un sistema que nunca los tuvo en cuenta, y que los abandonó. Aunado a esto se suma otra terrible plaga, la de la subcultura del “narco” y el enaltecimiento de sus “antivalores”, como modelos a seguir, los cuales se han propagados por series televisivas y música. Esta contribución masiva ha impedido el mantenimiento y refuerzo del sentido de unidad y empatía sociales tan necesarias en estos tiempos. No sería remoto pensar que estos grupos se conviertan en los próximos “nosferatus”, (nous y feros) “portadores de la enfermedad”.

Fue solo hasta la aparición de la modernidad científica iniciada con la Ilustración (finales del siglo XVIII) cuando se introdujeron en las sociedades los avances vinculados con sus causas, su prevención y tratamiento, éstos últimos no se diferenciaron, en aspectos generales con lo que actualmente está en funcionamiento.

Epidemias y Pandemias en el Mundo
Los libros sagrados de la cultura judeo-cristiana (La Torá y La Biblia con sus escritos sobre el Éxodo, Jeremías, Isaías, Libros de los Reyes, Nuevo Testamento y Apocalipsis) son, sin duda, la fuente más certera en donde se conserva la existencia de esos acontecimientos. Ellos explican que los pueblos primitivos, ya asentados en comunidades, estuvieron sujetos a la cólera divina que se manifestaba como castigo a la desobediencia de las normas que las divinidades imponían, enviándoles el azote de las plagas recurrentes. La terminología manejada da cuenta de que la realidad de esas epidemias se enmascaró por el uso del término “peste” y que éste, desde la Edad Media en la mayoría de los casos ha estado referido a la variedad de la peste bubónica, aunque también estuvieron presentes otras epidemias con gran periodicidad: las eruptivas (sarampión, viruela y rubeola principalmente).

Una de las epidemias más antiguas de las que se tiene conocimiento fue la que atacó a la civilización hitita en el interior de Anatolia, 300 años antes de nuestra era (1321 a 1295) y que asoló, durante más de dos décadas a los habitantes de ciudades y campos sin diferenciar capas sociales. La peste del siglo VI A.C., atacó al ejército asirio de (Senacherib) durante la campaña contra Judá. El mundo griego, dado su avance cultural, dejó claros y amplios testimonios de las “loimós”, como ellos las llamaban. Una de ellas presente en el canto Primero de La Ilíada y considerada como un castigo del dios Apolo. En las sociedades minoica-micénica y greco-helenísticas las epidemias constituían fenómenos locales temporales, sin que tengamos noticia de una auténtica pandemia. Al fundador de la medicina, el griego Hipócrates, debemos el primer tratado científico sobre las pestes, su conocida “Epidemias”.

Su obra forma parte del “Corpus Hipocraticum” que resume los escritos del médico y de otros contemporáneos; consta de siete libros y en ellos resalta el característico método hipocrático de observación y experimentación..1 En las polis greco-romanas se presentaron verdaderas pandemias que cobraron enorme número de víctimas. Es el caso de la “Justiniana”, (muestra de peste bubónica) que acaeció durante el siglo V de nuestra era, abarcó gran parte del Imperio Romano de Oriente. A su causa la población mundial perdió entre 25 y 50 millones de personas. Fue la que marcó el inició de las que se repitieron durante le época medieval, la “Peste o Muerte negra”. Como la actual pandemia, aquella también tuvo su origen en la lejana China. Es mucho lo que se ha escrito y plasmado sobre ella, aquí solo recordamos que durante una decena del siglo XIV asoló Eurasia. Se ha calculado que afectó al 40 o 50% del mundo islámico y al 60% del cristiano, enorme cifra, ya que la población de esa gran región era de aproximadamente 80 millones.

La población autóctona del Nuevo Mundo fue un rico caldo de cultivo al carecer de anticuerpos y dar lugar a que los virus de las pestes europeas, (variólica y sarampión) se cebaran en ella. La teoría de los “virgin soils” y el concepto de “terreno virgen de inmunidad” señalan la vulnerabilidad que permitió esas auténticas pandemias. Su mortalidad, literalmente diezmaron a las culturas indígenas con el colapso total de la confederación cúlua-mexica y el Tahuantinsuyu (Estado Inca). Así, la mortalidad causada por la viruela y el sarampión pudo llegar hasta el 90 por ciento de las poblaciones, aunque por lo general afectó entre un tercio y la mitad de los pueblos.2 Se la conoce como la epidemia “hueyzahuatl” o sea, “la gran lepra” o “la gran erupción” y constituyó el factor decisivo en la toma de Tenochtitlán, al estar su población ya afectada y morir diariamente un gran número de residentes y posibles defensores. Los continuos brotes variólicos que asolaron al virreinato novohispano se empezaron a tratar hacia finales del siglo XVIII, después de la epidemia de 1779. Debemos a los médicos militares su acertado tratamiento inicial con campañas de vacunación locales a las cuales se sumó la actividad de los miembros de la Real Expedición de la Viruela (1804) que logró, no sin enormes esfuerzos, implantar los centros regionales y locales de la vacuna que descubrió el inglés Edward Jenner y trajo a la Nueva España el médico Francisco Javier Balmis. Su aplicación fue un logro conjunto de médicos peninsulares y mexicanos con el apoyo de autoridades civiles y religiosas.

Durante el primer siglo de la conquista estuvieron también presentes las epidemias de tosferina, rubéola, varicela y tétanos. Junto a ellas no debemos dejar de lado el temible tifo y la tifoidea conocidos como “matlazahuatl” entre la población indígena y que se corresponden al tabardillo o tabardete. En la Nueva España fue una epidemia que atacaba mayormente a la población adulta que a la infantil. Su presencia fue continúa a lo largo de la etapa virreinal3 y entre todas ellas la población indígena del Altiplano mexicano se redujo casi en su mitad. Las de tifo más graves, con sobre-mortalidad adulta en individuos en etapa reproductiva, se dieron en cinco años del siglo XVI, en cuatro del siguiente y en dos del XVIII; destacaron las de 1692,1735, 1762 y 1813 por haber afectado a los adultos en edad reproductiva.4 Epidemias y pandemias de enormes consecuencias mundiales fueron la del “cólera morbus” que solo se propagó en América durante los siglos XIX y XX. En México, dos son las apariciones más importantes, la de 1833 y la de 1850. En la primera las recopilaciones oficiales registraron, de septiembre a noviembre, 14 mil víctimas en la ciudad capital. Para 1850, en cuatro meses, las defunciones fueron de 9,619. El cólera ha provocado a nivel mundial siete epidemias de menor o mayor importancia y algunos de sus estudiosos5 derivaron, hace muy poco tiempo, la aparición de una octava: bajo la cual ya nos encontramos al presente. Todas ellas han pasado por el empleo de medidas preventivas más o menos estrictas, las cuales no se diferenciaron sustancialmente de las que padecemos actualmente, solo que ahora el confinamiento masivo se viene a sumar como un factor con consecuencias individuales y sociales aún impredecibles.

En todas estas epidemias y pandemias, médicos y cirujanos, auxiliados por asistentes diversos, han constituido el eje central de su proceso. A ellos debemos la parte científica y lo que socialmente es más significativo, la prevención y esa abnegada relación directa con los enfermos que emana de su profesionalidad. En México, los ejemplos del desempeño de ese personal han sido y son constantes y permanentes. Día con día, ellos y ellas, no pueden acatar la medida de “quedarse en casa”. Durante siglos, su presencia ha estado junto al contagiado y en no pocos casos, quedaron como víctimas más de las pandemias.

1 Se compiló entre los siglos IV y I c.C.: Oswaldo Salaverry García, “Las Epidemias de Hipócrates”, Sociedad Peruana de Epidemiología, isbib.unmsm.edu.pe/BVRevistas/epidemiologia/v07_n2/pdf/a08v7n2.pdf

2 Carlos Franco–Paredes, Lorena Lammoglia, José Ignacio Santos–Preciado, “Perspectiva histórica de la viruela en México: aparición, eliminación y riesgo de reaparición por bioterrorismo”, Gac. Méd. Méx,

3 Aclaramos aquí que, según Nicolás León, el término tan usado de “cocoliztli” correspondió al genérico de epidemia

4 Pedro Canales Guerrero: “Historia natural del tifo epidémico: comprender la alta incidencia y rapidez en la transmisión de la Rickettsia prowazekii” en: “Epidemias de matlazahuatl, tabardillo y tifo en Nueva España y México y “Sobremortalidades con incidencia en la población adulta del siglo XVII al XIX” en: José Gustavo González Flores (Coordinador), Universidad Autónoma de Coahuila, Saltillo, 2017.

5 Victor Tovar y Patricia Bustamante, “Historia del cólera en el mundo y México” en “Ciencias Ergo Sum”, julio, vol. 7, núm. 2, Universidad autónoma del Estado de México, 2000.

La Epidemia de “fiebres misteriosas” de 1813 en la ciudad de México

La población novohispana se vio asolada por numerosas epidemias y pandemias, propiamente todas fueron identificadas, salvo la de 1813 que se extendió por diversos territorios con numerosas víctimas. Tuvo su origen en el “Sitio de Cuautla” (febrero a mayo de 1812), del ejército realista a los insurgentes. Dicho estado provocó una situación de total falta de higiene y de hambre y sed generalizadas que debilitaron las defensas de los individuos. Con ello se dio paso al desarrollo de un malestar que se manifestó con síntomas de “calofrío, dolor gravativo de cabeza, espalda y piernas, amargura en la lengua, muchas veces vasca y vómitos viliosos (sic) y un sudor espontáneo”.1

Al romperse el cerco y dispersarse los insurgentes y la población llevaron consigo el contagio a diferentes lugares del virreinato, todos ellos afectados por la pobreza e insalubridad propias de la lucha armada.

En la ciudad de México las primeras manifestaciones de la enfermedad se presentaron durante el inicio de 1813 con la llegada de individuos que provenían de la región de Puebla. Para el mes de marzo los casos aumentaron de manera preocupante y se inició la crisis que se mantuvo hasta septiembre. En sus inicios los médicos de la ciudad de México consideraron que los casos de fiebre no eran graves ni contagiosos y que respondían a una de las habituales fiebres estacionales. Al aumentar el número de enfermos y fallecidos cambiaron de opinión y manifestaron que el malestar podía responder al paludismo, la fiebre amarilla, el tabardillo, el tifo o las fiebres pestilentes y que su probable origen se debía a los miasmas que exhalaban los lugares insalubres de la ciudad. La diversidad de síntomas, impidieron a los facultativos definirla o atribuirla a las epidemias conocidas, por lo que la llamaron “fiebres populares” dado que la población mayormente afectada, fue la más pobre.

Para atender el creciente número de enfermos, en abril el Ayuntamiento citadino designó una comisión ciudadana para que, acompañada de dos facultativos, visitase a los enfermos con objeto de conocer la gravedad de su estado y, principalmente, determinar si el mal era contagioso.2 Simultáneamente, solicitó al conocido doctor Luis José Montaña presentara un proyecto con medidas para controlar la enfermedad y preservar la salud pública.3 Para esos momentos Montaña era, tal vez, el médico más destacado de la ciudad, era facultativo en sus dos hospitales centrales, el Real de Naturales y el General de San Andrés y maestro de medicina en sus diferentes ramas, enseñanza que impartió en el Jardín Botánico y en el Real Colegio de Minería. No corresponde aquí destacar esta figura, sino su notable actuación frente a la epidemia.4

Montaña tenían un conocimiento previo de esas “fiebres misteriosas”, las había observado en Puebla en noviembre anterior y conocía las medidas usadas para atenderlas.5 Con esta experiencia rindió su primer informe al Ayuntamiento. Opinó, igual que sus colegas que habían reconocido a los enfermos, que se trataba de alguna de las muchas “invasiones periódicas” que afectaban al territorio, si bien, poco después se decantó por considerar al malestar como matlazahuatl. Reconoció que la situación podría empeorar con la próxima época de lluvias y que a ella se aunaba la complicada situación social y económica que afectaba a los residentes de la ciudad.6

Para ayudar a detener el avance de la enfermedad Montaña consideró oportuno conformar una sociedad de caridad que socorriese a los grupos más necesitados.7 Se les brindaría atención médica, tratamiento y alimentos, todo con cargo al erario del gobierno de la ciudad.8 También propuso limitar la circulación de mercancías y personas, incrementar la limpieza de la ciudad y de la población, restringir el trato con los enfermos y cuidar el manejo de los cadáveres. Estas medidas se aplicaron hacia fines de abril y para entonces la ciudad ya estaba organizada en cuarteles mayores y menores con sus respectivos alcaldes encargados del control de los enfermos.

Montaña coordinó, para atender a los enfermos, a un grupo de 32 facultativos, quienes dispusieron de una amplia libertad para aplicar los tratamientos dentro de las directrices por él impuestas. Se establecieron 6 lazaretos para enfrentar la insuficiencia hospitalaria, se asignaron las boticas que surtirían los medicamentos y se establecieron cocinas comunales. Consciente Montaña de los esfuerzos de los médicos pidió al Ayuntamiento que el sueldo asignado de cuatro pesos, se incrementará a seis.9

Dos preocupaciones centrales de Montaña para atacar y mitigar las fiebres fueron: una correcta y sustanciosa alimentación a base de surtidos elementos (carnes, granos, legumbres, tortillas) que se debería proporcionar a los epidemiados, sus cuidadores y a los convalecientes. La segunda ejercer un duro control de los excesos por parte de algunos médicos y oportunistas en los tratamientos, específicamente se prohibió el uso de sangrías.10

Las “fiebres misteriosas” fueron estudiadas por los médicos involucrados y a ellos debemos dos obras: “Avisos importantes sobre el Matlazahuatl, o calentura epidémica manchada”(1817) de Montaña y “Descripción de la epidemia del día y medios de librarse de ella y sus recaídas” de Bernardo Moreno de Guzmán. Realmente aportativo fue solo el primero, resultado de una larga reflexión y revisión de las notas que tomó en el seguimiento clínico; señaló que las fiebres no se transmitían de una persona a otra o por medio de objetos. En cuanto a las causas, consideró que fueron universales, ocultas e indomables, pero que la constitución de los sujetos, que tenían “sus órganos y humores viciados”, y las condiciones ambientales habían favorecido los graves estragos demográficos que se manifestaron, durante los cuatro meses de su duración, en 17 mil fallecidos en la ciudad de México.

En su momento los facultativos no llegaron a un acuerdo sobre la naturaleza de la epidemia y años después los médicos mexicanos la relacionaron con el tifo o tabardillo, opinión que ha permanecido al considerar aquellas “fiebres” como un tifo combinado con otras enfermedades, especialmente la tifoidea.

Esperamos que las medidas actuales ante una pandemia perfectamente identificada, contribuyan a un número de víctimas mucho menos grave, pero, sobre todo, conocer que nuestra sociedad ha padecido crisis similares, la presentada es solo un ejemplo, y que las ha superado con beneficios científicos y humanitarios indiscutibles.

1 Celia Maldonado, Ciudad de México, 1800-1860: epidemias y población, 1995, p. 33

2 AHCM, Actas de cabildo, vol. 182 A, fol. 75v., 21 de abril de 1813

3 AHCM, Actas de cabildo, vol. 182 A, fol. 86., 24 de abril de 1813

4 Sobre Montaña véase: María Luisa Rodríguez-Sala y colaboradores, “Los médicos en la Nueva España ilustrada y primeros años del México independiente (1810-1833). Roles y Redes sociales”, vol. 8 de la Serie “Los Médicos en la Nueva España”, Instituto de Investigaciones Sociales, Academia Mexicana de Cirugía y Patronato del Hospital de Jesús, México, 2018.

5 José J. Izquierdo, Montaña y los orígenes del movimiento social y científico en México, p. 276

6 América Molina del Villar, “Epidemias en la Nueva España: el matlazahuatl de 1737-1738 y la insalubridad del siglo XVIII”, en Diccionario temático CIESAS: http://www.ciesas.edu.mx/Publicaciones/diccionario/Diccionario%20CIESAS/TEMAS%20PDF/Molina%2081e.pdf (Consultado el 1 de octubre de 2014)

7 José J. Izquierdo, op.cit., pp. 276, 280-281, 283

8 AHCM, Actas de cabildo, vol. 182 A, fol. 86v., 24 de abril de 1813

9 AHCM, Ayuntamiento, Policía: salubridad, epidemias en general, vol. 3674, exp. 10, fols. 15, 17 y exp. 12, fol. 291 y exp. 13.

10 José J. Izquierdo, op.cit., pp. 276, 280-281, 283 y 290.

Geografía de la Pandemia en México de acuerdo con el índice de vulnerabilidad ante la COVID-19

• La pandemia en México se está expandiendo de las ciudades a municipios de alta vulnerabilidad con nulos servicios de salud: Dr. Manuel Suárez del IGg.
• 23 millones de personas en el país se encuentran en grado de vulnerabilidad muy alta y crítica ante la pandemia de la COVID-19.

“Poco a poco esta pandemia está dejando de ser un fenómeno urbano y se ha ido expandiendo en el territorio nacional y se está convirtiendo en un fenómeno generalizado que se está aproximando a lugares donde no hay servicios de salud”, aseguró el Dr. Manuel Suárez Lastra, director del Instituto de Geografía de la UNAM, durante el ciclo de conferencias La Ciudad y la Pandemia que organiza el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM.

El Dr. Suárez Lastra presentó algunos resultados del estudio “Vulnerabilidad ante COVID-19 en México”, liderada por el Instituto de Geografía y realizada junto con otras dependencias universitarias. En este desarrollaron un índice de vulnerabilidad ante la pandemia por la COVID-19 en el país con los principales aspectos demográficos, socioeconómicos y de salud de la población a nivel municipal, el cual es una herramienta que puede servir para la toma de decisiones y asignación recursos a diferentes zonas del país y de las ciudades.

La mayor vulnerabilidad se concentra en los municipios más marginados del país, en los estados de Oaxaca, Guerrero y Chiapas, donde el acceso de salud es limitado, además de la Huasteca Veracruzana y Poblana, así como el sur de Durango, la Sierra Tarahumara y Yucatán.

En los municipios de vulnerabilidad más alta y crítica se deben prevenir los contagios por la COVID-19, ya que además de la precariedad económica, los servicios de salud son prácticamente nulos.

También comentó que 63 por ciento de la población del país está en un índice de vulneración medio, es decir más de 75 millones de personas; poco más de 21 millones de personas en vulneración alta, esto es el 18 por ciento de la población; cerca de 14 millones se encuentran en vulnerabilidad muy alta (12 por ciento) y 9 millones están en vulnerabilidad crítica (7 por ciento).

Cuando se compara este índice con la evolución de la pandemia de la COVID-19 se observa que los municipios con contagios tienen principalmente vulnerabilidad media, a medida que los municipios son más lejanos de los urbanos, tienen una vulnerabilidad más crítica y el número de contagios disminuye.

Los municipios que tenían contagios por el coronavirus hasta el 17 de abril son esencialmente urbanos y los más lejanos a estos, aún no tenían contagios, pero son más vulnerables.

Para el 4 de mayo este panorama cambió, se fue expandiendo el número de contagios en los municipios que son más urbanos con niveles medios y altos de vulnerabilidad. En 9 días casi se duplicó el número de casos de contagiados en promedio por municipio de vulnerabilidad media. En estos había hasta el 25 de abril, 18 casos en promedio por municipio, para el 4 de mayo aumentó a 32.

A pesar de que aún son pocos los casos de contagios en los municipios de alta, muy alta y crítica vulnerabilidad, en todos casi se ha duplicado. El 25 de abril solo 327 municipios de vulnerabilidad media tenían contagios, para el 4 de mayo ya eran 383 municipios; en cambio, la cifra de 247 municipios de vulnerabilidad crítica donde no había contagios disminuyó a 178 en las mismas fechas.

A escala metropolitana
Para el caso de las Zonas Metropolitanas más importantes del país: del Valle de México, Puebla, Guadalajara y Monterrey, utilizaron la misma metodología cambiando algunos indicadores.

El Dr. Suárez subrayó que, para la Zona Metropolitana del Valle de México, la mayor vulnerabilidad a COVID-19 se encuentra en la periferia de la ciudad, en partes de Iztapalapa, Milpa Alta, Tláhuac y en todos los municipios conurbados del Estado de México.

En las Zonas Metropolitanas de Guadalajara, Monterrey y Puebla es similar, tienen un patrón concéntrico en cuanto a servicios de salud, condiciones socioeconómicas, densidad de población ocupada, empleo, medios de comunicación y, en cambio, en las periferias la vulnerabilidad se vuelve crítica.

“Este patrón es desafortunado porque la población marginada en términos socioeconómicos también es la que menos acceso tiene a los servicios de salud, tanto en términos espaciales como de derechohabiencia. Se requiere repensar la distribución de los centros de salud sin que pierdan su centralidad”.

Asimismo, precisó que este análisis lo harán con las 59 Zonas Metropolitanas del país, para que el índice pueda auxiliar a las diferentes autoridades municipales a la toma de decisiones para la asignación de recursos después de la pandemia.

La metodología para construir el índice consistió en seleccionar una serie de indicadores para cada una de las tres dimensiones: demográfica, salud y socioeconómica; luego ordenarlos de menor a mayor vulnerabilidad y posteriormente ponderar estas dimensiones para crear el índice final que tiene cuatro grados de vulnerabilidad: medio, alto, muy alto y crítico.

El informe técnico se puede consultar en:
https://www.igg.unam.mx/covid-19/Vista/archivos/vulnerabilidad.pdf
Visualizador geográfico
https://www.gits.igg.unam.mx/iCOVID-19/home

El Dr. William Lee nos aclara el misterio de los “ovnis” del Pentágono


El mundo está inmerso en la crisis sanitaria de la COVID-19, los servicios de salud trabajan al límite de sus capacidades, los investigadores buscan una vacuna en sus laboratorios. Y ¿qué hace el Pentágono? Libera tres videos en los que aparecen “fenómenos áereos inexplicables”.

En un comunicado señaló que la secretaría de Defensa de los Estados Unidos decidió publicar estos tres videos, a finales de abril de 2020, “para evitar los malentendidos que pudieran surgir después de que estas imágenes fueran filtradas y comenzaran a circular en internet”.

Los medios de comunicación y las redes sociales le dieron amplia difusión al tema. La audiencia se hacía las mismas preguntas: ¿habrá vida más allá de nuestra galaxia?, ¿nos están vigilando?, ¿hay extraterrestres? Y como siempre, la ciencia tiene respuestas para todo.

El Dr. William Lee, coordinador de la Investigación Científica de la UNAM, en entrevista con UNAM Global, señaló que “la gente siempre está inquieta cuando ve cosas que no entiende y siempre hay una explicación mucho más sencilla, que pensar que es una cosa no identificada, un extraterrestre que nos vino a visitar”.

Indicó que lo difundido por el Pentágono es un video de una cámara que está en un avión o en un dron. Son cámaras que están montadas en cápsulas protectoras para protegerlas de los elementos: del viento, la humedad, etcétera, y en un extremo de las cápsulas tienen una ventana para que la cámara pueda ver hacia fuera. Estas cámaras están diseñadas para poder amarrarse a un objeto y no perderlo de vista, tomando en cuenta que el objeto se puede estar moviendo y el avión o el dron se está moviendo. Tienen un sistema de rotación y de ajuste para compensar los movimientos del avión que lleva la cámara y de que el objeto en cuestión se esté desplazando también.

Agregó que rotan sobre varios ejes, “imagínenlo como un cilindro donde está la cámara dentro y en un extremo hay una ventana que no está alineada con el eje del cilindro, está a un ángulo oblicuo, entonces, la montura se mueve y la cámara rota y la ventana rota. Entonces, la ventanita se puede mover alrededor de la punta del cilindro donde está la cámara, y la cámara en sí registra la imagen de lo que está viendo, pero también registra cualquier reflejo, sombra o destello de distracción defecto de cámara, porque la luz tiene que pasar por la ventana externa y por la óptica de la cámara”.

Precisó que en el video lo que se ve es que el objeto volador está rotando y eso se toma como una señal de que está siendo por su propio impulso y que está cambiando de dirección, etcétera. Lo que está rotando es el tubo que contiene la cámara y la ventanita.

Una manera de comprobar esto es cómo está cambiando el brillo de fondo de la imagen. Afirmó que “en la imagen se ve un puntito que se supone que es el objeto volador, se ve el horizonte y se ven nubes. Si tú eliminas de la imagen el objeto volador y el horizonte queda un fondo que es el reflejo de la luz que está pasando por la óptica, por la ventana y por la cámara. Y ese fondo tiene un brillo, por la luz reflejada, y lo que muestra el video es que el brillo del fondo gira junto con el objeto volador, lo cual demuestra que viene de la cámara, no del objeto”.

Añadió que en el video de mejor calidad en la imagen y sobre todo en el muestreo en el tiempo (el número de cuadros por segundo que trae) se puede ver claro que esto sí es un objeto volador, indudablemente; probablemente es otro avión. Lo que no está haciendo es esos movimientos súbitos de cambio de dirección que aparentan en la cámara, eso son del artefacto de la cámara que está tomando la imagen.

El ex director del Instituto de Astronomía de la UNAM acotó que a la gente siempre le gusta creer en cosas. “Siempre es más fácil decir que alguien está escondiendo algo, que hay un complot a decir que es una bobada por un vidrio que está en frente de la cámara. Eso no es tan emocionante, pero pues es lo que pasó. Creo que el fondo es que además son cámaras que frecuentemente no están tomando la imagen en el visible. Si tú tomas una imagen de un avión con un visible, como vemos con los ojos, pues ves la forma del avión y ves un brillo donde están los motores. Muchas veces esas cámaras no ven en luz visible, están viendo en luz infrarroja, y lo que ven es el calor, y entonces los motores brillan muchísimo más que el resto del artefacto, del avión, del helicóptero, de lo que sea.

Concluyó que se ven muy distintos a que si se vieran con una cámara normal, “como ven nuestros ojos. Entonces, eso también saca de onda, porque dices que eso no es un avión, que son dos puntitos. ¡Pues sí!, el avión tiene dos motores que están mucho más calientes que el resto del avión, por eso la cámara lo ve nada más como dos puntitos”.

El personal de salud ante la pandemia


Si una figura ha tomado relevancia durante la pandemia ha sido la de los médicos, enfermeras, camilleros e intendentes en los hospitales.

Turnos dobles, jornadas de 24 horas, médicos y enfermeras con marcas en la cara provocadas por las mascarillas, medidas extremas de higiene, profesionales de la salud contagiados o fallecidos por la enfermedad y súplicas a los colegas del mundo para evitar muertes, son parte de las noticias que leemos y vemos a diario.

La frase, o hashtag, “quédate en casa” ya es parte de nuestro día a día en este periodo de cuarentena. ¿Cómo están viviendo la pandemia los médicos mexicanos?, ¿cómo están reaccionando sus pacientes?, ¿qué piensan los familiares de los profesionales de la salud?, ¿tienen miedo de contagiarse?

UNAM Global conversó con tres profesionales de la salud para saber cómo ha cambiado su dinámica laboral ante la contingencia sanitaria y cuáles son sus expectativas en los siguientes días.

“Esta enfermedad ha venido a sacarnos de un estado de pasividad en el sistema”

La doctora Verónica Román Salgado es médico general en el IMSS, estudió medicina porque le apasionaba desde muy pequeña. Aunque sus padres no eran médicos tuvo contacto con hospitales porque ellos trabajaron en uno. “Desde niña me influyeron los programas de médicos. Me llamó la atención poder ayudar, brindar mi apoyo, en un momento vulnerable para el ser humano. Eso ha sido lo que siempre me ha gustado de mi profesión y por la cual la elegí de inicio”.

Antes de que la epidemia por coronavirus llegara a México, el día laboral de la doctora consistía en dar consulta a sus pacientes: “nada fuera de lo normal, como gripas, por ejemplo. Sí había urgencias pero no estaba tan lleno como ahora”.

“Los pacientes están llegando con muchísimo miedo, están en pánico, y nos ha afectado que llegan pacientes prácticamente enviados de sus lugares de trabajo porque tienen tos o alguna sintomatología de la vía aérea, ello hace que se llenen los servicios de urgencias”.

En el hogar de la doctora Román han tomado medidas para evitar contagios: “no hay tanto miedo de que nos contagiemos, en nuestra familia no hay enfermedades que disminuyan el sistema inmunológico. Hasta el momento mi familia se encuentra tranquila. Mi mamá es adulto mayor pero ella sí se mantiene en cuarentena, no sale para nada”.

“Tengo contacto con pacientes por ello tomo medidas de higiene. Al llegar a casa lavo mi ropa inmediatamente y me baño antes de tener contacto con cualquier otra persona de la casa”.

La médica acepta que sí hay miedo al contagio entre colegas, aunque toda la plantilla de profesionales está completa en su lugar de trabajo. Considera que esta pandemia “ha venido a sacarnos de un estado de pasividad en el sistema”.

Espera que la gráfica de los casos confirmados y de contagio comience a bajar si la cuarentena se mantiene en los días siguientes como hasta ahora, en donde las personas sólo están saliendo para lo más indispensable.

Finalmente, exhorta a la población a seguir las indicaciones de las autoridades y a mantener la calma para evitar que el estrés disminuya el sistema inmune y se pueda presentar algún padecimiento.

“Los familiares casi no se dan cuenta de cómo es tu entorno laboral”

Mirses Lázaro Jarquín es una joven médica originaria del estado de Veracruz. Colabora en el Hospital de Pemex y es especialista en cirugía general.

Un día normal de trabajo para Mirses, antes de la pandemia, era entrar a la 06:45 de la mañana, entregar a pacientes a quienes se les realizarían estudios, luego asistía a clases y entre 09:00 y 14:30 hacía estudios de endoscopía y colonoscopía. Cuando era un día de cirugía dependía del turno.

A partir de la contingencia sanitaria se suspendieron los estudios programados para no tener riesgo de contagio, sólo se están atendiendo urgencias reales y se comenzó a trabajar por guardia.

Entre los compañeros de la médica se han redoblado todas las medidas de higiene y se usa equipo de protección.

¿Tienes miedo al contagio?: “Sí y no. La mayoría de mis compañeros somos personas jóvenes, no tenemos probabilidades de ser casos graves (en caso de contagio). No tenemos miedo pero sí más precaución y más conciencia para no contagiar, sobre todo a nuestros familiares”, comenta.

La familia de la doctora le pide tener cuidado con todo. “Los familiares casi no se dan cuenta de cómo es tu entorno. Ellos te ven cansado, cómo trabajas, pero nunca se dan idea de qué es tu trabajo”.

Ni siquiera los amigos de los médicos saben cómo son las jornadas, “saben que eres médico y que nunca estás disponible”.

La doctora Lázaro indica que el coronavirus sí es una enfermedad grave, por tanto, quienes tienen la información sobre lo que sucede son los epidemiólogos, neumólogos e infectólogos. “La crisis podría venir en los siguientes días en los cuáles se tratará de ‘aplanar’ la curva de contagio”.

La cirujana prevé que las siguientes semanas serán decisivas, por ello recomienda mucha higiene y estar informados, finalmente.

“El médico tiene nobleza y virtudes para dar, ayudar y entregarse”

El doctor Pedro Coello Jaime es médico general en el Hospital de San Juan del Río, Querétaro, es egresado de la Universidad Autónoma de Guadalajara y está adscrito al Departamento de Calidad donde se encarga de ver expedientes clínicos, checar que el personal asista debidamente uniformado, entre otras tareas.

Antes de la contingencia, la vida en el hospital era tranquila aunque se tenían ciertas dudas sobre si el coronavirus nos afectaría, recuerda: “Ha bajado totalmente la afluencia al hospital, se han cancelado los servicios de consulta externa y los servicios de cirugías programadas de especialidades”.

Hay menos médicos porque se han retirado los doctores mayores de 60 años o compañeras que están amamantando, “somos una plantilla menor los que estamos disponibles, pero al pie del cañón”.

En cuanto a la reacción de los pacientes por la pandemia, en su mayoría lo han hecho de forma consciente, han dejado de asistir al hospital a tomas de laboratorio o consulta, porque previamente se les informó que se les reprogramaría en el mes de abril. En urgencias se ha restringido el acceso a un paciente y un familiar, explica.

Para prevenir contagios, los cuidados y medidas preventivas han aumentado, “cuando llego con mi esposa y mi hija me quito la ropa quirúrgica, la pongo a lavar en el momento. Si voy a comer o a abrazar a mi hija, me lavo bien las manos y la cara”.

“No tengo miedo al contagio”, dice tajante el doctor, aunque su perspectiva para los siguientes días es que crecerá el pánico entre la población, pero estaremos en urgencias al pie del cañón recibiendo a los pacientes, evaluándolos, ayudándolos.

“Mi ideología es apoyar, servir. Sé que soy administrativo pero por el cariño que le tengo a mi institución estaré ahí para darlo todo por el paciente”.

Pedro estudió medicina porque su papá es médico, lo recuerda yendo a consultas y cirugías. En la escuela preparatoria, un maestro le contagió la fascinación por la medicina. “Yo creo que el médico, independientemente de su especialidad, tiene nobleza y virtudes para dar, ayudar y entregarse”.

Pide a sus colegas del personal de salud (médicos, enfermeras, camilleros, intendencia y directivos) ser conscientes de que están ante un gran problema, cooperar, dejar se quejarse, no crear divisiones y exigir estar seguros para poder darlo todo”.