Integrantes de Pumas CU son premiados a lo mejor de 2017 en la Liga Mayor de ONEFA

Andrés Salgado y Otto Becerril, de Pumas CU, fueron reconocidos como el Jugador Más Valioso y head coach, respectivamente, de la temporada 2017 de Liga Mayor de la Organización Nacional Estudiantil de Futbol Americano (ONEFA) en la Conferencia Verde.

El órgano rector del futbol americano estudiantil en México, como cada año, reconoció a los más destacados jugadores y coaches de su temporada, en sus respectivas conferencias, dentro de una ceremonia donde dio a conocer los pormenores de la nueva temporada y en esta ocasión el mérito recayó en dos integrantes del cuadro monarca nacional.

Salgado terminó la temporada anterior como líder en recepciones con 37 para 574 yardas y nueve touchdowns, mientras que en yardas mezcladas sumó 591.

En la postemporada fue factor para lograr el campeonato para su equipo con una recepción para touchdown, así como una conversión de dos unidades para la remontada y ganar 18-15 a los Auténticos Tigres la final de la Conferencia Verde.

Más reconocimientos

Rodrigo Madariaga, de Pumas Acatlán, fue elegido como el mejor defensivo de la Conferencia Blanca, luego de que el linebacker terminara la temporada con 45 tackleadas, seis capturas y un fumble.

Además, se reconoció al licenciado Alejandro Fernández Varela Jiménez, director general del Deporte Universitario de la UNAM, como el directivo del año de la ONEFA por el destacado trabajo realizado durante toda la temporada al frente del programa de futbol americano en esta Casa de Estudios y por la organización del primer Mundial Sub 19 de la disciplina organizado en nuestro país.
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Representación de la UNAM en el Campeonato Mundial Universitario de Luchas Asociadas 2018


La UNAM tendrá representación en la edición 2018 de Campeonato Mundial de Luchas Asociadas, que se llevará a cabo del 4 al 9 de septiembre, en Goiania, Brasil, pues dos competidores y un entrenador forman parte de la selección mexicana que acudirá a este certamen.

Se trata de los atletas Selma Isabel Rojas Mondragón, alumna de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales; así como Eddie Corona Peláez, de la FES Iztacala, además del profesor Javier Vázquez Fernández, quienes integran parte de la delegación de 16 personas, 13 competidores y tres entrenadores que representarán a México en el certamen internacional organizado por la Confederación Brasileña del Deporte Universitario, con el aval de la FISU (Federación Internacional del Deporte Universitario), al cual asistirán los mejores exponentes del mundo.

Para esta décimo tercera edición se espera una asistencia de 400 atletas de 26 países, que competirán en los estilos libre, greco y femenil.

En el caso de Isabel y Eddie fueron convocados para este torneo por ser monarcas en la Universiada Nacional 2018, en las divisiones 55 y 86 kilogramos, estilo libre. Su entrenador, Vázquez Fernández, acudirá como entrenador del representativo femenil mexicano.

“Será la primera experiencia de ambos en un torneo internacional, pero es una gran competencia y sabemos que hay países muy fuertes en este deporte. Sin embargo, nuestros atletas están preparados”, señaló Javier Vázquez.

El más reciente campeonato se efectuó en 2016 y Rusia lo ganó, con 5 medallas de oro, 3 de plata y 4 de bronce.
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Maratón de la CDMX, una carrera no para quienes llegan primero, sino para los que llegan

El maratón que sirvió de clausura a las Olimpiadas de 1968 es tan peculiar que dejó grabado en el imaginario colectivo el recuerdo no de quien obtuvo el primer lugar y se llevó el oro, sino de quien llegó al último y se robó el aplauso de quienes permanecían en un estadio de Ciudad Universitaria semivacío y a punto de ser desalojado. El héroe de aquel 20 de octubre fue el tanzano John Stephen Akhwari, un renqueante competidor que, pese a tener una rodilla y un tobillo que le provocaban oleadas de dolor a cada paso, y un hombro dislocado que no dejaba de punzarle, ignoró el sufrimiento y los cronómetros y avanzó como pudo hasta cruzar la meta.

Para conmemorar el medio siglo de aquel evento, en 2013 la UNAM y el gobierno capitalino acordaron realizar seis maratones que ya no tendrían por destino la plancha del Zócalo —como era tradición desde los 80—  sino el Estadio Olímpico de CU, y en dar cada año a los participantes una medalla en forma de letra con la tipografía diseñada por el estadounidense Lance Wyman para los juegos del 68. El objetivo era formar la secuencia M, E, X, I, C, así hasta 2018, cuando se entregaría una O que —para algunos— también representaba al número cero con el que cierra toda cuenta regresiva.

Finalmente llegó el momento de cerrar ciclos y como pasó con Akhwari, la carrera del domingo ya comienza a perfilarse como una de las más recordada por ser la última de la serie y por ser la primera que abrió sus puertas a quienes, sin estar en posibilidad de correrlos, estaban dispuestos a hacer los 42.195 kilómetros en su totalidad. En esta ocasión la ruta fue “walker friendly” y, como nunca antes, esta edición convocó a familias enteras que decidieron acompañarse de la Plaza de la Constitución a Ciudad Universitaria, como los Orozco, un grupo formado por tres generaciones donde el abuelo pedía a su hijo y nieto que no lo apuraran y reclamaba en broma: “Como decía José Alfredo, no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar”.

Esta apertura explica que el Maratón de la CDMX haya pasado en poco de tiempo del lugar 300 al nueve a nivel mundial en cuanto a participantes, y es que en esta ocasión hubiera 42 mil 195 inscritos (o al menos eso aseguraban los organizadores para hacer coincidir la cifra con el número de metros del recorrido; después se sabría que los registrados fueron en realidad 38 mil 336), pero más que los rankings, aquí lo importante fue lo variado de quienes recorrieron invadieron las calles, como el señor González de Oaxaca, apodado “Speedy” por su habilidad para trotar con muletas y usar un sombrero de paja y ala ancha, como el del ratón de caricatura, sólo que éste tenía bordada la frase: “Maratonista con discapacidad”.

“He visto pasar de todo, papás empujando carriolas con todo y bebé, ancianos, gente disfrazada de superhéroe, un escuadrón de cadetes de la SSP y hasta a un grupo de raperos improvisando rimas con música que salía de una bocina portátil”, relata Laura Prado, una joven que salió por un café a la Condesa y en vez de ocupar una mesa en el local decidió pedir su macchiato en un vaso de cartón y acomodarse al lado de la ruta “para observar el espectáculo”.

Los otros participantes

Desde el sábado en la noche, Beatriz Flores colocó recipientes con agua en el congelador y mandó temprano a dormir a Benjamín, su hijo de cinco años, diciéndole que despertarían temprano para ver la carrera. “Quiero que Benja sepa lo importante de practicar un deporte, por eso lo traje. No tenemos mucho dinero, pero aunque sea con hielo apoyamos”, dice la mujer mientras que observa cómo su pequeño sostiene un recipiente y lo ofrece a los corredores; de vez en cuando uno de ellos se acerca para tomar un cubo y frotárselo en el rostro o para metérselo en la boca y dejar que se derrita de a poco.

Según los organizadores, hubo alrededor de 200 mil personas a lo largo de la ruta ya sea como espectadores o como apoyo para ofrecer palabras de ánimo, algún dulce o una bebida. Cerca del kilómetro 12 un saxofonista tocaba “La vie en rose” en versión jazz y más adelante un conjunto de mariachi interpretaba “Mi ciudad”, el himno extraoficial de la Ciudad de México escrito en 1971 por Alejandro Salamonovitz (quien prefería que le dijeran Salas) y Guadalupe Trigo. La competencia transcurría en la calle, la fiesta estaba en las aceras.

Y es que para alentar a los participantes ese día se echó mano de todo. Hubo quienes sacaron las trompetas de cartón y banderas tricolores destinadas para el 15 de septiembre o quienes agitaban pancartas con frases alusivas a uno de los personajes literarios y cinematógrafos más queridos por los maratonistas: Forrest Gump. “Si él corrió tres años, dos meses, 14 días y 16 horas tú puedes con 42 kilómetros”, se veía en una cartulina, mientras que en otra se leía la frase “Run, Forrest, Run!”, acompañada de la foto de un Tom Hanks con gorra roja, cabello largo e hirsuto, y desaseadamente barbado.

Al preguntarle a Beatriz por qué decidió pasar su mañana de domingo con Benjamín viendo pasar a desconocidos ella comparte que sabe que nunca podrá completar un recorrido tan largo y que estar ahí la hace sentir parte de algo. Este tipo de contestaciones y saber que hay gente dispuesta a alentar a un completo extraño y de compartirle su tiempo y cuidados fue motivo de sorpresa para muchos, como le pasó al tuitero Piolo Juvera, quien desde su cuenta escribió.

“Sé nada sobre maratones, pero hoy solté varias lágrimas al ver a gente apoyando a gente; a porras reviviendo a maniquíes acalambrados y a chocolates levantando muertos… A humanos siendo humanos, pues. Sé nada sobre maratones, pero veo que esto no se trata de correr, sino de hacer volar”.

Más allá de la línea de meta

En su libro Hey Rube, el periodista Hunter S. Thompson escribía que un maratón es para competidores y no para ganadores. “Hablamos de algo único, pues aquí los mejores corredores del mundo están al mismo tiempo —y en la misma pista— con los amateurs, quienes tienen tantas oportunidades de triunfar como un jugador llanero de fin de semana intentando anotar un touchdown en la NFL”.

Quizá esta conciencia de que lo importante es someterse a prueba y no obtener una victoria explique el repudio de gran parte de la comunidad de maratonistas mexicanos hacia aquellos que se incorporan a media carrera o a quienes toman metro o taxi y descienden poco antes de la meta, fingen correr y reclaman una medalla. De hecho, a estas prácticas ya se les conoce como “hacer un Roberto Madrazo”, en alusión al escándalo en que se vio envuelto el político tabasqueño cuando en el Maratón de Berlín en 2007 llegó en primer lugar de la categoría varonil de 55 a 59 años, pero luego se constató que tomó un atajo que lo llevó del kilómetro 20 al 35.

“¡Tramposo!, ¡tramposo!”, se escuchaba cada vez que alguien salía de entre la multitud portando un número e intentaba mezclarse entre el bloque de corredores, y lo mismo cuando algún competidor aprovechaba que en Paseo de la Reforma el camino de ida y de vuelta eran paralelos y que el kilómetro 9 y el 29 sólo estaban separados por una cinta policial amarilla con la leyenda “No pase”, la cual no sirvió para disuadirlos, pues muchos la levantaban sin discreción para colarse y avanzar, casi por arte de magia, 20 km.

No es justo eso, opina el señor Adolfo, quien aprovechó que parte del recorrido atravesaba el bosque de Chapultepec para recuperar el aliento bajo la sombra de un árbol. “Es mi primer maratón. Mi esposa e hija me esperan en CU y no quisiera llegar con ellas sabiendo que hice algo chueco. Además, estoy por celebrar mis 50 años y quiero llegar a esa edad sabiendo que en realidad puedo con este reto”.

Miguel Rodríguez ha corrido en ediciones pasadas y en esta ocasión prefirió apoyar a su “club de runners” desde una mesa instalada en avenida Insurgentes. Él dijo no entender el sentido de acortar caminos y cruzar la meta sólo para tomarse una selfie y postearla junto con una frase motivacional. “La medalla tiene inscrita la palabra finisher para reconocer que finalizaste los 42 kilómetros; si haces algo indebido sólo para colgarte un adorno al cuello y tomarte una foto, al final te vas a casa con un trozo de metal carente de sentido y ni todos los likes de Facebook cambiarán eso”.

Que esta edición haya sido walking friendly y que se dieran nueve horas para concluir el recorrido hizo notorio que conforme avanzaba la tarde cada vez eran menos quienes corrían y más quienes caminaban o iban a trote lento, ya fuera porque así se habían propuesto esa estrategia desde un principio o porque se habían lesionado, pero no estaban dispuestos a abandonar.

Del maratón de 1968 queda una imagen icónica, la de un sufrido John Stephen Akhwari trotando para cruzar la meta con la pierna derecha vendada y una playera amarilla con el dorsal 36 adherido tanto al pecho como a la espalda, mientras el Estadio Olímpico de CU lo recibe con un sonoro aplauso de pie. Una escena parecida se repitió medio siglo después, sólo que el protagonista ahora fue Ramón Estrada, un hombre de 75 años que también llegó al último (con un tiempo de ocho horas y 46 minutos), y que al igual que el africano fue recibido con ovaciones provenientes de unas gradas casi vacías. 

Sobre por qué Akhwari no abandonó una competencia de la que, confesó, “al final sólo sentía dolor”, él mismo respondería: “Me mantuve porque mi país no me envió a 10 mil millas de distancia para empezar una carrera, me mandó a terminarla». Por ésta y otras razones para muchos esta edición del Maratón de la CDMX, la 36 (el mismo número con el que corrió el tanzano hace 50 años en una coincidencia, ahora sí, fuera de guion), siempre será no la de los que cruzaron la meta primero o haciendo trampa, sino la de quienes, incluso llegando al último, en ningún momento se rindieron.

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“La iglesia ha copiado el código de la mafia siciliana para guardar silencio”

Con las últimas denuncias de pederastia en Pensilvania, Estados Unidos, y las acusaciones en Irlanda, Australia y Chile, la iglesia católica está en una situación insostenible, afirmó Fernando González González, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

Hasta el momento, ningún Papa había sido señalado directamente en estos actos, de hecho siempre aparecía para decir: “ustedes fallaron”, ya fueran obispos, cardenales o sacerdotes, y se colocaba por encima, como si no tuviera nada que ver, agregó.

Pese al silencio que han guardado todos los miembros se trata de una política estructural, que nace en la iglesia católica, resaltó el académico universitario. Hoy, el Papa Francisco ha sido señalado por estar enterado de uno de los casos, un hecho que ha resultado insólito.

Al preguntarle a González como se podría mejorar la situación respondió que aunque parezca idealista deben aceptar que desde el papado se da la política estructural, por lo tanto Francisco debe anunciar: “no sólo yo”, también “Ratzinger, el Santo Juan Pablo II, Juan XXIII, Pio XII, entre otros, teníamos la política de guardar silencio”.

Tienen que empezar de cero y reconocer su complicidad estructural desde arriba. Actualmente, todo El Vaticano está cuestionado, pero si aceptan su culpabilidad probablemente puedan de alguna manera rehacerse.

El escenario

A partir de 2010, en algunos sitios se ha instaurado una política de comisiones estatales, que ya no son eclesiásticas, sobre la pederastia clerical. “Esto es un cambio cualitativo porque son los gobiernos los que toman a su cargo la denuncia y el análisis de lo que pasó”.

De acuerdo con Fernando González, esto es importante porque toca una situación que la iglesia ha mantenido durante años, incluso siglos, pero que en los años 60 se fue instaurando el silencio. “La iglesia ha copiado el código de la mafia siciliana para guardar silencio”.

La iglesia católica se ha diferenciado de otras religiones, sus sacerdotes deben mantener la castidad y el celibato, que desde el siglo XII ha sido mucho más específica al respecto. Es así que ha creado un efecto de sacralización de los curas como si estuvieran desexualizados.

“El hecho de que aparezca la sexualidad que todos tenemos de una manera abierta y clara, desacraliza al cuerpo episcopal, porque su imagen de celibato es una de sus formas de dictar la moral sexual a todo el mundo sin tener que voltear el dedo a sí mismos”.

Desgraciadamente, para la iglesia católica, su hipocresía institucional implica no sólo la pederastia, que es la parte violenta de la sexualidad humana, sino también las parejas homosexuales y las heterosexuales, con sus mujeres en el clóset.

La iglesia siempre ha tratado de silenciar las denuncias de las víctimas. Por ejemplo, en México han pagado millones para que los casos no lleguen a juicio.

Ante los hechos actuales seguramente la iglesia perderá seguidores, pero son tantos millones que le quedarán muchos fieles. De hecho, para las personas es fundamental creer en algo que los salve, y muy pocos están dispuestos a analizar y cuestionar sus creencias, ya sean políticas o religiosas, concluyó.

100 años de La historia del soldado, conferencia y concierto en la Sala Carlos Chávez

El guitarrista Raúl Zambrano ofreció el miércoles 29 la conferencia magistral 100 años de La historia del soldado, previo a dirigir esta obra de Igor Stravinski en la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario, en el marco del Festival IM·PULSO Música Escena Verano UNAM.

Para el autor de la Historia mínima de la música en Occidente, publicada por El Colegio de México, el creador musical es un intérprete de la realidad que genera belleza y comunicación. En su conferencia, de inicio puntualizó: “Decir que ha pasado un siglo desde que se compuso La historia del soldado no significa realmente nada, sirve más bien para no pensar en las cosas, para no poner atención a la música. Es como si la historia o la música fueran cifras o fechas. La historia son eventos, la música es suceso”.

“Es muchísimo más interesante preguntarse qué ha pasado en todo este tiempo, cómo se ha deformado nuestra escucha, nuestra capacidad de entender, y cómo también se ha deformado el planeta. No soy partidario de los aniversarios”, dejó en claro.

La historia del soldado es importante no por los años acumulados, sino porque puede llegar a ser la metáfora, el punto donde algo se rompió, donde algo dejó de ser y una tradición se extinguió, que es la tradición Clásica. Hace 100 años que estamos construyendo el absurdo”, dijo el también fundador del Cuarteto de Guitarras Manuel M. Ponce.

Y agregó: “Pareciera que después de La historia del soldado perdimos la capacidad de entender el lenguaje de los creadores, de dejarnos seducir por una transgresión. Esta obra musical es el final de un principio. Es la última composición que Stravinski va a escribir en un lenguaje revolucionario y transgresor”.

En relación a la música del compositor ruso, precisó: “Hay una enorme dificultad en el lenguaje de Stravinski, y esta es rítmica, y a través de lo rítmico existe lo armónico y melódico que se amplia y se mueve. Stravinski cambia de unidad y de compás todo el tiempo. No es el compás el que dicta la frase, es la frase misma”.

Al referirse en particular a la trascendencia de la composición La historia del soldado, la consideró como una pequeña Consagración de la Primavera, donde estamos todos infinitamente más expuestos, y al mismo tiempo nos ofrece el gozo de estarlo. “Stravinski logra con esta obra una reconciliación de la música con la palabra”.

La obra es interpretada por un conjunto integrado por clarinete, fagot, trompeta, trombón, percusión, violín y contrabajo. Además participan un lector de la historia y actores que dan vida a los personajes: el soldado, el diablo, el rey y la princesa. Fue concebida para su puesta en escena en un pequeño teatro móvil.

Poco antes de sus estreno en 1918, Stravinski comentó: “Procuré poner a mi pequeña orquesta a la vista, en un lado del escenario, mientras que en el otro había un pequeño espacio para el lector. Esta disposición enfatizaba la estrecha conexión de los tres elementos principales de la obra, los cuales, al interactuar entre ellos, formaban un todo: en medio el escenario y los actores, a los lados la música y el lector. En nuestro diseño, estos tres elementos actuaron alternativamente, luego juntos”.

Con el timbre del violín Stravinski personifica el alma del soldado, el tambor corresponde al diablo. El ambiente ajeno al soldado ruso está representado por danzas extranjeras (tango, vals, ragtime) y géneros de España y Alemania  (pasodoble, coral).

El subtítulo de la obra dice: «El cuento del soldado y el diablo fugitivo, leído, jugado y bailado». El libreto está basado en cuentos populares rusos de la famosa colección de Aleksandr Afanasiev, y fue escrito originalmente en francés por Charles Ferdinand Ramuz.

La trama tiene al mismo tiempo algunos motivos de la leyenda de Fausto. Se trató de darle un significado universal y presentarlo en forma de parábola. Esta parábola no se vio privada de actualidad y autobiografía. El compositor admitió que, al igual que el héroe de su trabajo, “se quedó sin nada, en un país extranjero, en el apogeo de la guerra”.

Toda la composición está integrada por un grupo de canciones que aparecen en diferentes números y en episodios grotescamente distorsionados, relacionados con la imagen del diablo. Se termina con una marcha triunfal sarcástica.

Zambrano, quien en algún momento de su conferencia dijo que nos gusta poner la música para no escucharla, aseveró: “todo arte es una deformación, y la deformación de Stravinski está en buscar una libertad en la escritura”.

“La gran moraleja de esta obra -agregó parafraseando a Stravinski-, es la posibilidad de estar desposeído. Una felicidad es toda la felicidad; dos es como si no existiera ninguna. No podemos ser el que somos y el que éramos. No tenemos derecho a tenerlo todo. Está prohibido. Hay que saber escoger”.

Cargaron de humanidad sus respectivos instrumentos estudiantes de la Facultad de Música, quienes integraron el ensamble que interpretó la obra, donde el diablo saca el violín del soldado –metáfora de su alma- y comienza a tocar una marcha extraña e irónicamente sonora, tras la cual el soldado marcha directo al infierno.

 

 

La fotógrafa Lourdes Grobet presenta su nueva página web-archivo

  • Presentan: Lizeth Arauz y Lourdes Grobet
  • 5 de septiembre de 2018, 19:00 hrs. Entrada libre
  • Museo Universitario del Chopo

 

La fotógrafa mexicana Lourdes Grobet presenta su nueva página web, que constituye un archivo integrado por lo más representativo de su obra realizada en más de 40 años de trayectoria artística ininterrumpida. La plataforma www.lourdesgrobet.com incluye videos, instalaciones, acciones, material inédito, así como objetos realizados por la artista desde que estudiaba en Inglaterra a mediados de los setenta; se trata de un archivo vivo que se irá enriqueciendo de nuevos proyectos.

 

La obra de Grobet cuenta con más de 100 proyectos, fotografías y materiales conocidos internacionalmente. El usuario tendrá a su alcance una selección de los materiales más representativos de los diversos proyectos de la fotógrafa (en algunos casos estará disponible el material completo). La navegación es accesible y podrá consultarse en diversos dispositivos digitales.

 

Después de más de cinco años de recopilación, escaneo y curaduría de la propia Lourdes Grobet, y con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, se da a conocer esta nueva página web.

 

La artista trabaja actualmente en la posproducción de la etapa más reciente de un documental referente al Estrecho de Bering; este proyecto inició años atrás cuando realizó viajes a esa zona, de los que resultaron fotografías, textos, música y el documental Bering equilibrio y resistencia (2013), el cual ganó varios premios y se presentó en diversos festivales. También trabaja en los últimos detalles del libro Teatro campesino; y en otro referente al proyecto Engrapando la frontera, realizado con el Taller de Arte Fronterizo BAW/TAF.

 

Lourdes Grobet (Ciudad de México, 1940). Estudió Artes Plásticas en la Universidad Iberoamericana; Diseño Gráfico y Fotografía en Cardiff College of Art y Derby Colegio de Educación Superior, en Inglaterra. Reconoce la influencia, en su formación académica, de Katy Horna, Mathias Goeritz, Gilberto Aceves Navarro y El Santo.

 

Ha trabajado con arte objeto, diapositivas, infrarrojo, fotografía digital, instalaciones de video interactivas, documentales y acciones, entre otras técnicas y recursos; y participado en exposiciones colectivas en México y otros países. Mediante espectáculos y teatro musical ha podido difundir la fotografía por otros medios distintos a los tradicionales.

 

Lizeth Arauz. Fotógrafa documental. Comunicadora Gráfica egresada de la Facultad de Artes y Diseño (FAD) de la UNAM. Recibió el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en dos ocasiones. Ha participado en 60 exposiciones colectivas en China, Holanda, Perú, Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, México y España.

 

Algunas de su exposiciones individuales son: Olor a viento (1995); Europa: reflejos inhabitados (2002); Mirar hacia arriba (2008, 2009 y 2014); Miradas en (2008 y 2010); y El fin de la abundancia (2010 y 2012). Recibió en 2005 el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, en la categoría de ensayo fotográfico, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

 

Desde 2006 es parte de Mexican Photography Collection in The Wittliff Collections, en la Universidad de Texas, y de Margolis Colletion. Su trabajo ha sido publicado en las revistas Rolling Stone, Marie Claire, Play Boy, Entrepreneur, Forbes y Glow, entre otras; así como en el diario español El País.

 

Desde 2011 es directora de XQUENDA, una fotoproductora de imágenes y objetos fotográficos; y de la escuela de fotografía Expósitophoto, desde 2012. Es coeditora del proyecto radiofónico Infocusradio, perteneciente a Expósitophoto.