Industria maquiladora, tejedoras y racismo

Bibliotecas, poesía y racismo

La pandemia desde la ventana

El confinamiento se vive con o sin ventanas. Vidrios empañados, rotos, sucios, con remiendos de plástico… o desde un ventanal con un jardín al fondo, un bosque o una avenida.

Con el aire atrapado y sin salida para los olores de la cocina, la ropa sucia, los sudores, los sueños. O con aire acondicionado y purificadores.

Se puede vivir solo o con varias personas y compartir el baño, el comedor y las palabras.

Se puede vivir con todos nuestros miedos, con insomnio, con escalas en el refrigerador varias veces al día, pegado a nuestro teléfono inteligente y a las redes sociales (¿ya hicieron un tik tok?).

O también podemos adoptar un disfraz: mostrar que somos productivos, que leímos libros con títulos extraños, que hicimos ejercicio en la sala, que meditamos y nos volvimos expertos en un tema o que aprendimos otro idioma y somos altruistas, donadores, y que reciclamos la basura.

O simplemente podemos escuchar…A Karla que no sabe si tendrá para pagar la renta a final de mes, a Tania y los momentos de encierro con la COVID-19 junto a su pareja, a Sarid “deprimida, desesperada, insegura” ante el futuro, a Luis Ángel y sus padres desempleados o a Fanni, a quien los trajes de protección de los médicos le recuerdan una película de su infancia.

Rosalba González Loyde, Maestra en Desarrollo Urbano:

“El hacinamiento provoca que lo que vivimos en la pandemia sea mucho más problemático. Hay casos y están documentados de zonas en Iztapalapa donde en una calle ha muerto muchísima gente, incluso familias completas, seguramente por las condiciones de hacinamiento. Las guías para cuidar enfermos de COVID dice que estén solos en una habitación de la casa, ventilada, y que utilicen un baño propio. Si pensamos en las condiciones de habitabilidad de la gente sobre todo en la zona oriente esas condiciones no son factibles”.

La pandemia es una sacudida, un sobresalto, la incertidumbre y la lejanía:

Fanni, estudiante de Derecho:

“La cuarentena nos ha cambiado a todos la vida, porque antes no entendíamos los trajes de sanitizar, antes sólo lo podíamos ver en películas de Monster Inc y ahorita son una realidad. Viví hace unos años en casa la influenza pero no recuerdo que tuviera ese impacto. Las clases, tantos semestres tomando clases normales y de repente es a través de una computadora, quizá con la comodidad de una pijama pero extrañando definitivamente la presencia de un profesor y la interacción con tus compañeros. El trabajo ha cambiado”.

Después de 100 días de escuchar la palabra infectado sabemos que el riesgo de contraer el coronavirus está a la vuelta de la esquina. En cada salida a la calle, en cada microbús, camión, vagón del metro y Metrobús. Cubrebocas, gel, limpieza escrupulosa, y aun así, a veces, no sabemos ni cómo llegó a nuestras casas, como bien lo sabe…Tania Guzmán

Tania Guzmán: “Yo estoy en confinamiento desde mediados del mes de marzo, tengo un poco más de dos meses en confinamiento. El confinamiento que tuvimos mi pareja, mi suegra y yo fue desde el inicio, nada más salíamos a comprar víveres al mercado y nosotros al poco tiempo del confinamiento mi novio y yo nos infectamos. No sabemos de qué forma fue porque no salíamos mucho a la calle. La experiencia que hemos tenido con el virus ha sido fuerte”.

A veces el confinamiento se vuelve la lucha básica por sobrevivir. Lo sabe el jubilado que para combatir su insomnio se bebió media botella de tequila y cayó al suelo provocándose una herida en la cabeza, lo sabe la investigadora que tiene su campus cerrado y que pregunta a sus colegas si a las doce del día es muy temprano para comenzar con su primer whisky.

Sobrevivir en un mundo diferente, el cual no tiene instructivo y el futuro es una nebulosa, como bien lo sabe…

Sarid, estudiante de Ciencias de la Comunicación, UNAM: “Cuando me preguntan cómo me siento en esta cuarentena me sorprendo a mi misma al no tener una respuesta. El confinamiento me hace sentir deprimida, desesperada e insegura ante el futuro próximo. Me gustaría pensar que todo estará mejor pero en realidad no puedo estar segura de ello. A veces me encuentro en paz y estabilidad emocional, otras el estrés y el pánico se apoderan de mi”.

La economía se derrumba, las responsabilidades se reparten en la arena pública y esa estridencia no detiene a…

Luis Ángel Vázquez Trejo, estudiante de Derecho, UNAM:

“En cuanto a la situación económica mis padres se quedaron sin trabajo y mi hermano tampoco apoya mucho económicamente. Afortunadamente yo soy el único que está trabajando, trabajo en una notaría. Parte de mi salario, que es la mayor parte la destino para víveres, para cuestiones de primera necesidad”.

Karla habla bajito, con ese tono que adquiere uno cuando las cosas van mal. Vive el desempleo y la preocupación de quien vive al día y teme que toquen a la puerta para cobrarle. Tiene una hija, Nubia, de doce años, es una bala, corre, pregunta. Le gustan Los Caballeros del Zodiaco, los ponys, las creepypastas (historias de terror, leyendas urbanas que circulan en internet), dibujar y sube, de vez en cuando, sus videos a su canal de youtube.

Karla Castro:

“Tengo una pequeña de 12 años, hay que estarla apoyando en tareas en casa, pero es bastante complicado porque no tengo empleo ni su papá. Estamos subsistiendo porque hay que pagar servicios, renta. Estamos tratando de sobrevivir. Nos han brindado algunas amistades con despensa, incluso con dinero”.

¿Le alcanzará el tiempo a Donald Trump para recuperarse?

“I can´t breathe” fue lo que dijo una y otra vez George Floyd, un ciudadano afroamericano de 46 años y recientemente despedido de su trabajo, al ser detenido por cuatro policías al salir de una tienda en la ciudad de Minneapolis, en Estados Unidos.

Un video, que se hizo viral en redes sociales, muestra cómo los policías lo esposaron y sometieron. Uno de los oficiales, Derek Chauvin, lo asfixió al presionar su rodilla en el cuello por 8 minutos y 46 segundos. El hombre murió en el lugar.

Las imágenes indignaron a la población afroamericana, quien rompió su confinamiento y salió a las calles para protestar por la muerte de Floyd y recordar que en “América” (como ellos le llaman), el país de la libertad, el racismo no se ha erradicado.

Las imágenes de ciudadanos enardecidos que caminan por las calles, de noche o de día, para exigir justicia para Floyd, bajo la consigna de “I can´t breathe” o “Black lives matter” recorren el mundo.

Las protestas salieron del estado de Minnesota. Varias ciudades de la unión americana se unieron a las manifestaciones como New York, Los Ángeles, Denver, Chicago, Phoenix, Atlanta, Cincinnati, Miami, San Francisco, Washington DC, Detroit, Filadelfia, Indiana, Nashville, entre otras, donde se declaró toque de queda.

En su momento, y dada la magnitud de las manifestaciones, el presidente Donald Trump publicó en su cuenta de Twitter que va a tener “mano dura” contra los manifestantes, a quienes calificó de criminales, y advirtió que “si iniciaban los saqueos, comenzaría el tiroteo”.

Es la comunidad afroamericana la más afectada por la crisis económica y por la pandemia

Para la doctora e investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Iztapalapa, Laura Del Alizal, éste no fue un caso más de abuso policiaco en Estados Unidos.

“Lo que yo encuentro distinto es que quedaron grabadas las imágenes terribles del asesinato que finalmente cometió el policía blanco, quien con su rodilla oprimió al detenido hasta que éste dejó de respirar. Creo que esto es distinto a los casos que habían precedido a otras denuncias en contra de la violencia policiaca”.

Dichas imágenes, explica la académica, fueron tan fuertes que provocaron la reacción de la gente de una manera que no se había visto en mucho tiempo. Actualmente, los Estados Unidos están viviendo varias situaciones adversas, una de ellas es la pandemia por COVID-19, la cual ha golpeado más al sector afroamericano.

El otro elemento es la crisis económica aunada a la emergencia sanitaria: “sabemos que hay cerca de 40 millones de estadounidenses inscritos al padrón de desempleo en los últimos meses, en donde la comunidad afroamericana es la más afectada, y esto prevé un panorama poco alentador para dicho sector, por ello los ánimos están exacerbados a lo largo y ancho de ese país”.

¿Estamos frente a un movimiento que abarcará a todos los Estados Unidos contra el racismo?

“Yo creo que sí. Hemos visto que se han ido, día tras día, sumando ciudades importantes donde se ve abuso policiaco como New York o Los Ángeles. Van aproximadamente 170 ciudades (según las últimas cifras) donde se han producido protestas. La gran mayoría son manifestaciones pacíficas de los ciudadanos”.

Trump, las Redes Sociales y los mensajes de odio

El presidente estadounidense se comunica a través de su cuenta de Twitter. Twitter ocultó una publicación de Trump por “glorificar la violencia”, porque “contraviene las normas de la plataforma”. No así la reina de las redes sociales, Facebook, la cual no ha censurado al presidente estadounidense. Su CEO, Mark Zuckerberg, ha declarado a medios de su país que las redes sociales “no pueden fungir como árbitros de la verdad”.

¿Lo sucedido en Minneapolis será decisivo para las elecciones de noviembre?

“Donald Trump está desesperado”, considera Del Alizal, porque ha manejado mal la crisis sanitaria, lo cual le ha restado puntos frente a Joe Biden”.

Para su reelección, el presidente apostaba todo por la economía, la cual no había caído en recesión como se esperaba en 2018 y 2019, “pero viene la pandemia y ahora sí, la crisis económica en EU es muy fuerte. Sin embargo, yo me pregunto: ¿le alcanzará el tiempo a Donald Trump para recuperarse?, las elecciones son en noviembre”.

Construyendo mundo: la cultura Hip Hop contra el racismo

Nueva normalidad

Cuando en la película El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996), Katharine Clifton (Kristin Scott Thomas) conoce al Conde László Almásy (Ralph Fiennes), ella dice:

-Hola. Su estudio sobre el desierto me encantó.

-Gracias.

-Me fascinó que hubiera tan pocos adjetivos.

-Una cosa en una cosa, no importa qué se le añada. Coche grande, coche lento, coche con chófer, coche averiado. Es un coche.

-¿Amor?, amor romántico, amor platónico, amor filial. Son distintos.

Conclusión, los adjetivos importan, los sujetos importan, los verbos importan. El lenguaje y el uso que hacemos en general de éste, importan. Construimos un mundo a partir del lenguaje, hacemos comunidad a partir del lenguaje.

En la universidad tomé consciencia de cómo solo a través del lenguaje se accede a la realidad, se estudia, se describe y analiza. Entonces palabras como fenómeno social, estudio de caso, teoría, hipótesis, objetivos, contexto, epistemología cobraron sentido.

Paradójicamente, también comprendí que no importa la riqueza de vocabulario a veces las palabras simplemente no alcanzan, entendí por qué las sutilezas del lenguaje impiden que converjan dos corrientes de pensamiento. De la necesidad de construir definiciones operativas para tratar, sólo eso tratar, de designar una realidad concreta debidamente delimitada en tiempo y espacio. Deslindar un escenario social de otro. Que en ciencias sociales es más certero moverse desde el reino de la metáfora porque no existen los sinónimos.

Por eso me desconcierta la palabra normalidad. Del feminismo aprendí que muchas de las violencias de las que he sido objeto en mi vida habían sido normalizadas desde la infancia, por eso no las identificaba. Esto me llevó a reflexionar sobre todas la “normalidades” derrocadas por diferentes luchas sociales, mismas que se han traducido en derechos.

Ante una emergencia sanitaria global, nos anuncian que debemos asumir una “nueva normalidad”, eso me desconcierta más que la ya asumida normalidad anterior, realmente todo lo que acontecía era normal o simplemente sobrellevábamos diferentes tipos de contingencias a nivel individual y colectivo. Para los tiempos que corren, tal vez mi preocupación sea menor, pero mi mundo se desborda y no encuentro las palabras para contenerlo.

Los excluidos del sistema educativo

Los gobiernos que antecedieron al actual en lugar de realizar verdaderas propuestas para mejorar la educación pública optaron por construir un dispositivo costosísimo de medición y evaluación estandarizada para niños, niñas, jóvenes, docentes y escuelas.

La experiencia de los diferentes profesionales de la educación especial y de expertos en esta materia no fue un asunto de interés para las autoridades educativas de aquel entonces y el magisterio democrático quedó fuera de cualquier debate educativo.

La administración actual asumió un sistema educativo en franca decadencia, con grandes dilemas educativos y en plena crisis pandémica, obligando a las autoridades a suspender las actividades escolares hasta nuevo aviso.

Con el propósito de poner fin al presente ciclo escolar (2019-2020) la Secretaría de Educación Pública (SEP) a través de su secretario Esteban Moctezuma Barragán y demás autoridades implementaron un dispositivo educativo digital a distancia por medio de clases virtuales para aprender en casa. Sin embargo, y como frecuentemente sucede en educación, los niños, niñas y jóvenes que acuden a recibir educación especial por presentar alguna discapacidad o múltiples, así como aquellos con alguna condición específica, estudiantes indígenas y de comunidades rurales fueron excluidos una vez más de una propuesta educativa real y contextualizada que responda a las necesidades y características de cada uno de ellos; considerando además, que muchos no cuentan con internet, dispositivos móviles, computadoras, televisores o incluso corriente eléctrica.

Ante ciertas poblaciones como las ya mencionadas se genera una desigualdad y una brecha que provoca una muy sutil exclusión de las personas que requieren de otros dispositivos de implementación educativa que responda a sus condiciones. Consideremos que un estudiante que presenta alguna discapacidad requiere de apoyos adicionales y equipo especializado para facilitarles su aprendizaje; por ejemplo, un estudiante que presenta ceguera, debilidad visual o sordoceguera requiere tener al menos los elementos tiflotecnológicos mínimos que le permitan el aprovechamiento práctico de los conocimientos como traductores del sistema braille a voz. Las personas que presentan discapacidad auditiva requieren de un especialista en el manejo de la Lengua de Señas Mexicana (LSM), los que presentan discapacidad motriz necesitan las adaptaciones a los equipos tecnológicos, y así, cada discapacidad o condición requiere de otros apoyos diferentes a los convencionales.

Ante esta complejidad la reflexión nos debe llevar al tema de la exclusión y no precisamente al de inclusión que con frecuencia se aborda meramente como un discurso político sin mayor trascendencia. La pregunta central no es si la condición de discapacidad genera exclusión, sino a la inversa, es decir, los mecanismos excluyentes producen discapacidad en todos los estudiantes más allá de su condición, incluso con los alumnos regulares.

En suma, podemos decir que la discapacidad surge cuando se dan mecanismos de desigualdad, de discriminación, de segregación, de rechazo y de falta de oportunidades que les permitan a las personas ejercer sus derechos, a aprender y a participar activamente en su comunidad para ser personas autónomas e independientes. Es decir, la discapacidad emerge cuando aparecen barreras físicas, psicológicas y sociales. Por tanto, se puede considerar el término de discapacidad como un concepto que poco ayuda a entender la diferencia.

El reto para la autoridad educativa consiste en pensar la discapacidad como un término complejo escasamente abordado en educación y que ha ocasionado relaciones sociales de desigualdad social. En la cotidianidad el término discapacidad es estigmatizante y provoca exclusión y etiquetas alrededor de las personas que viven con una o varias de las llamadas discapacidades. El desafío es muy claro, intentar desmontar la idea de que la discapacidad no tiene que ver con la dimensión biológica de cuerpos y mentes de los denominados normales, sino más bien, con una dimensión social y cultural en donde muchas cosas se construyen como diferentes (diversidad).

En consecuencia, las autoridades educativas deben generar prácticas que sean capaces de atender al conjunto de los estudiantes con sus singularidades. De esta manera, la diversidad se convierte en un concepto que nos permite entender las diferencias en los distintos modos de ser, pensar y aprender en la profusión de lo distinto y no en la dimensión específicamente biológica. La diversidad pues, constituye un hecho natural sine qua non de la especie humana que se puede constatar empíricamente en la cotidianidad de la experiencia, de tal suerte, que todos de alguna manera podemos hacer algo, pero nos vemos imposibilitados para realizar otras cosas.

Hoy más que nunca el sistema educativo tiene que voltear a mirar a las diferencias para replantear una vez que se supere la pandemia las propuestas educativas acordes para los niños, niñas y jóvenes que presentan discapacidad o alguna condición particular.

Por ahora hay que esperar a que los estudiantes regresen a la escuela y encuentren en ella un espacio que los sostenga, un lugar de encuentro con el otro, un sitio que permita que circule la palabra, el juego y no el encargo del cumplimiento burocrático de cargas administrativas y del acato de la conclusión de los planes y programas para dar fin al ciclo escolar.

Después de un confinamiento obligado en casa por medidas sanitarias en donde seguramente muchos niños y niñas están en riesgo bajo ambientes violentos, de ansiedad, angustia, estrés, incertidumbre y de los problemas propios de cualquier hogar como los económicos y de la carencia de medios tecnológicos, es momento de replantear un modelo educativo que contemple imprevistos como desastres naturales, epidemias, pandemias y le dé un lugar preponderante al manejo de las emociones y del uso del psicólogo que existe en educación especial como un profesional que contribuye en la construcción de dispositivos de intervención para dar respuesta a las necesidades de los servicios educativos. Hoy como imperativo del sistema educativo se requiere rescatar a las infancias y no el cumplimiento obligado de los planes y programas, y si es posible sacrificar el ciclo escolar.

Por otra parte, la atención a los niños, niñas y jóvenes de todos los niveles y que por diversos motivos le afectó el confinamiento y los problemas inherentes al encierro, así como al distanciamiento social deben ser abordados como prioridad en las escuelas y no con exceso de cargas de trabajo como las famosas evidencias conformadas en una carpeta de experiencias.

Es muy probable que los estudiantes de educación básica puedan presentar o estén presentando regresiones como la enuresis, fobias, trastornos en la calidad del sueño, las llamadas pesadillas y síntomas característicos del trastorno de estrés postraumático, entre otras. De la misma manera no se deben descuidar las afectaciones que pudieran presentar padres, madres de familia, personal docente y de apoyo a la educación. Por esta razón, es plausible que el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, el epidemiólogo Hugo López-Gatell Ramírez, haya abierto un espacio el día del niño y la niña en su conferencia para escucharlos y resolver sus dudas.

No olvidemos que en este momento la carga de trabajo y responsabilidad para cumplir con las actividades en casa por parte de los padres, madres de familia y/o tutores provoca un estrés que pude salir de control, considerando que no tienen por qué contar con las herramientas pedagógicas para abordar las actividades en casa.

¿Qué son las Fake News?

Fake News en español significa “Noticias Falsas”. Como su nombre lo indica, son noticias que no son ciertas o que han sido sacadas de contexto. Este es un fenómeno que ha existido desde que el ser humano utiliza el lenguaje para comunicarse. Por ejemplo, los “chismes” generalmente son noticias falsas. Alguien inventó el chisme para su propio beneficio o para perjudicar a otra persona porque se molestó con esa persona. La diferencia es que las “Fake News o Noticas falsas” son chismes o mentiras que se difunden en Internet y en las redes sociales, como por ejemplo en el buscador de Google, Facebook o Youtube.

Al igual que los chismes que todos conocemos, estas noticias falsas son creadas para sacar beneficios propios o para perjudicar a alguien. Casos típicos de Fake News se encuentran en las elecciones presidenciales o plebiscitos que se realizan en países. Por ejemplo, con la intención de ganar votos antiinmigración, se inventan noticias de que aumentan los delitos cometidos por la población inmigrante. Algo que ha ocurrido muchas veces en las elecciones en Estados Unidos.

Pero las Fake News no sólo tienen un papel importante en desinformar a las personas en estas épocas de elección, sino que están presentes a diario en Internet con el objetivo de hacer dinero. Seguramente te ha pasado que estás navegando por Internet y le das clic a una noticia que parece espectacular o sorprendente, sin embargo, el clic te dirige a otro sitio que poco o nada tiene que ver con la noticia. O quizá te han aparecido anuncios de que has ganado tal o cual premio y que debes hacer clic, pero realmente no has ganado nada.

En otras situaciones, puedes dar un “like” o “me gusta” a un comentario o noticia falsa que apareció en tu muro en Facebook o un video que viste en Youtube, la persona que está detrás de este comentario o noticia falsa, también puede ganar dinero con tu “like”.

Éstas y otras estrategias buscan que hagas clic o des me gusta, para que la persona que inventó esta noticia promueva ciertos intereses políticos o gane dinero. Por cada clic o like tuyo, esta persona obtiene dinero.

¿Por qué se gana dinero con las Fake News?

Imagina que alguien es contratado para hacerle propaganda en Internet a la venta de aguacates de un supermercado. Esta persona puede poner distintos avisos en redes sociales, por ejemplo, puede decir: “Está disponible la vacuna para el Coronavirus, haz clic acá para conseguirla en tu consultorio más cercano”. Al momento de hacer clic no te diriges a esta información, sino que te diriges al anuncio de los aguacates. Cada vez que alguien entró al anuncio de aguacates la persona que te dirigió ahí recibe un pago monetario, pues se considera que logró que alguien se enterara de la noticia de aguacates.

Una gran cantidad de personas utilizan éstas y otras técnicas de engaño y manipulación para lograr sus intereses y adquirir dinero. Esto se facilita porque en Internet no existe una normativa que regule que los contenidos de las noticias sean ciertos. Cualquier información se puede poner a circular en Internet, sea verdadera o falsa.

La circulación de Fake News se alimenta de problemas o acontecimientos que preocupan en gran medida a la gente. En el actual contexto de emergencia sanitaria por el Coronavirus, estas personas inventan cualquier noticia falsa para que llame tu atención y hagas clic o des like. Son personas que buscan aprovecharse de tus miedos o esperanzas.

¿Por qué es fácil caer en la trampa de las Fake News?

Generalmente las personas creen como verdadero lo que se ajusta a sus creencias y valores. Si alguien cree en los aliens es muy probable que creerá noticias donde personas dicen haber visto aliens. Y si a esta persona alguien le dice que los aliens “no existen”, no lo creerá. Por otra parte, las personas se juntan con otras personas que tienen creencias similares. Los que creen en aliens tienden a juntarse con los que también creen. Los que no creen tienden a juntarse con los que no creen.

Lo mismo ocurre respecto a la emergencia sanitaria. Por ejemplo, hay personas que creen que el Coronavirus fue inventado en un laboratorio para eliminar a la población de mayor edad, pues se considerarían una carga económica. Estas personas tienden a hablar y reunirse con personas que piensan igual y así refuerzan esta creencia.

Si una persona cree en esta invención del Coronavirus, buscará en Google noticias que le confirman esta idea y dará likes a comentarios de Facebook o videos de YouTube que también confirman esta idea. Debido a que la gente quiere enterarse sobre noticias que confirman sus creencias, Google, Facebook, YouTube, y todas las redes sociales, funcionan de tal modo que cuando busques en Internet o veas los comentarios de tu muro, aparezcan ideas que son semejantes a las tuyas. Esto hace que te mantengas más tiempo en Internet, interesado y a gusto, pues ves que tus ideas son “comunes” y así recibes propaganda por más tiempo.

Es lo mismo que ocurre con la televisión. Se inventa un programa que calza con lo que te gusta por lo cual te mantienen entretenido y estás sujeto a la propaganda que transmiten en el programa televisivo y en los comerciales.

En Internet, todas las búsquedas que realizas, así como los likes que das en distintos sitios se registran. Piensa en Facebook, todos los likes que diste a noticias y publicaciones generan un perfil de tu persona. En este perfil se sabe en qué crees, qué te gusta, cuáles son tus ideas y aspiraciones. Facebook vende esta información a empresas que a su vez buscan venderte algo de acuerdo a estas preferencias. Así, si buscas información sobre la escasez de alimentos y mercaderías en este período de pandemia, te llegará a tu muro de Facebook anuncios de ofertas de estos productos vendidos por Internet. Recibirás ofertas de MercadoLibre u otro servicio para que compres tus alimentos por Internet y los recibas en la puerta de tu hogar.

Un problema importante de esta forma de proceder de las redes sociales y Fake News, es que no importa el contenido, sólo vender, se desinforma a las personas y muchas veces se genera pánico. Imagina el pánico de una persona mayor que realmente cree que el Coronavirus fue inventado para matar a gente mayor. Imagina toda la propaganda que le llegará por Internet para venderle productos que la hagan sentir segura. El pánico es una gran oportunidad para hacer negocios, ¿no?

¿Cómo darse cuenta de una Fake News y cómo saber si una noticia en Internet es verdadera?

En general, para darse cuenta de que una noticia es falsa o Fake News, se requiere el mismo razonamiento para desenmascarar un chisme falso. Hay que preguntarse cómo se sostiene la información. Si la persona que cuenta la noticia o historia no da pruebas, no hay por qué creerle.

En el ámbito de Internet, es importante informarse de una forma directa en los noticieros y no en redes sociales, además es útil comparar la información con otras fuentes. Es decir, buscar qué dicen otras fuentes de información sobre el asunto y ver en qué datos apoyan lo que dicen. Fuentes más creíbles que las redes sociales son las del Gobierno y sus ministerios, así como las fuentes científicas. Lo que dicen autoridades de Gobierno y científicos ha sido filtrado por investigación y pruebas. Esto no quiere decir que todo lo que digan sea verdadero, más bien, es aconsejable saber qué dicen autoridades y distintos científicos sobre el tema que nos interesa y creer en aquellos que tengan más y mejores pruebas para sostener sus afirmaciones. En el caso de la actual pandemia, lo pertinente es informase por medio de la autoridad sanitaria, así como de organismos expertos, como la Organización Mundial de la Salud.[CAR1]

Asimismo, es útil proceder de una forma a la que no estamos acostumbrados en nuestra vida cotidiana e Internet: hablar con personas y con contactos que piensan “de forma distinta a nosotros”. Es necesario abrirse a que otra persona pueda tener razón, aunque siempre considerando las pruebas que sostienen lo que dice. Entre mayor diversidad de contactos tengamos, nos daremos cuenta de que la realidad no es tan simple como podemos pensarla. Quizá nosotros podemos estar equivocados o tener razón sólo en parte, esto se logra comparando las pruebas que apoyan nuestra visión y la de otros.

También se han realizado diversos estudios sobre las características de las Fake News, entre las que destacan: titulares exagerados, con varios signos de exclamación, interrogación o letras mayúsculas; contenido que no tiene relación con el título y contenido mal redactado o con signos de puntuación incorrectos.

Por último, hay que saber que en Internet también se están generando iniciativas que pueden ayudar a disminuir las Fake News y la creencia en éstas. Existen sitios Web que nos ayudan a verificar si una noticia o información está manipulada. Por ejemplo, en TinEye.com podemos verificar dónde una foto ha sido publicada y encontrar la foto original. El mismo proceso se puede realizar respecto a videos, en el sitio InVid.com. Asimismo, existen una serie de aplicaciones denominadas “Detecting facts” o “Detección de hechos”, que nos ayudan en esta tarea.

Referencias académicas

Aldwairi, M., & Alwahedi, A. (2018). Detecting Fake News in Social Media Networks. Procedia Computer Science(141). Obtenido de https://reader.elsevier.com/reader/sd/pii/S1877050918318210?token=6DA58E5149859A736A81070BF7764F42CDDA830399BF8F02CE6C9602AE0D2643C6FFEDA41F4D3447DF09EFDAE1A91210

Pangrazio, L. (2018). What’s new about ‘fake news’? Critical digital literacies in an era of fake news, post-truth and clickbait. Revista Páginas de Educación, 11(1), 6-22. Obtenido de http://www.scielo.edu.uy/pdf/pe/v11n1/1688-7468-pe-11-01-6.pdf

Noticias e información sugerida para revisar en Internet

De Pedro, S. (25 de Abril de 2019). Pensamiento crítico y privacidad frente a bulos y fake news. Obtenido de Segureskola: https://gaptain.com/blog/pensamiento-critico-frente-a-bulos-y-fake-news-dirigidas/

Explora, CONICYT Chile. (20 de Abril de 2020). Desinformación en tiempos de pandemia: ¿Cómo detectar las fake news? Obtenido de https://www.explora.cl/blog/desinformacion-en-tiempos-de-pandemia-como-detectar-las-fake-news/

The Observers. (26 de Marzo de 2020). “Truth or Fake” 2020: 4 tips for detecting fake news online. Obtenido de https://observers.france24.com/en/20200326-truth-or-fake-2020-4-tips-detecting-fake-news

Thinking Heads. (22 de Noviembre de 2017). Educar en el pensamiento crítico para afrontar la era digital. Obtenido de https://www.thinkingheads.com/pensamiento-critico-era-digital/

Siento rabia

“Siento rabia, furia, mucho dolor. Quisiera que todos se cuidaran, que no salgan, que no tengan que perder a nadie para darse cuenta de la gravedad, de que en serio deben cuidarse”.

Araceli, de 60 años, sin diabetes ni hipertensión ni ningún otro padecimiento crónico, murió este viernes de COVID-19; hace tres días lo confirmaron las pruebas. Marlene, una de sus hijas, cuenta el proceso. Fue rápido. Tuvo síntomas de gripe leve, tos y cuerpo cortado, el viernes de la semana pasada; el domingo sintió un gran cansancio, tanto que el Día de las Madres no pudo contestar las llamadas de los nietos y los hijos que no viven con ella. Lupita, de 38 años, y Jessi, de 25, las que sí, la estuvieron cuidando, quizá ellas también están infectadas, empezaron antes con los síntomas de tos y estornudos, aún los tienen, pero a pesar del fallecimiento de su mamá, no les han hecho la prueba aún.

Ya programaron la cremación, domingo a las 4 de la tarde. Sólo una persona puede asistir, será Lupita, la misma que la acompañó al hospital, estuvo en la ambulancia con los paramédicos, ha hecho los trámites, fue por las compras los últimos días, se movilizó para el traslado, intentó que le hicieran estudios y la llevó en el coche a más de un laboratorio sin que la recibieran porque los síntomas eran de coronavirus.

La que regresó con su madre a casa el lunes, sintiéndose miserable, sin opciones más que llamar al 911 y reportar un caso de posible COVID-19. Tememos al virus, pero nadie en su sano juicio quiere pararse en un hospital en estos días, a menos que en serio esté muy mal.

La misma que consiguió una revisión médica a casa porque los primeros paramédicos le dijeron que “no hay cupo en los hospitales y la trasladaríamos al Estado de México”. La misma que movió cielo, mar y tierra para conseguir un tanque de oxígeno, que al final tuvo que comprar en 11 mil pesos. Sin compresor porque cuesta 25 mil. También fue por los medicamentos con que estuvieron tratando a su mamá hasta el viernes, cuando daba muestras de ya no poder oxigenar, cuando la ambulancia volvió y esperó durante 40 minutos a que le dieran luz verde para trasladarla al hospital.

La llevaron al Hospital General de Zona 1A Venados, en Benito Juárez; la ingresaron e intubaron de inmediato, pero no resistió.

Marlene dice que ni siquiera sabe con quién enojarse, a veces con su mamá porque salía a hacer compras, con cubrebocas y guantes, pero salía; con los paramédicos que no la hospitalizaron desde la primera vez e incluso les comentaron que daban prioridad a los menores de 40 años para el uso de ventiladores; con los vecinos que están hoy mismo haciendo fiesta; con todos los que acudían al tianguis de San Andrés Tetepilco como si no pasara nada; con la situación en sí, el maldito virus, la impotencia, el no haber hecho lo suficiente y ni siquiera poder acompañar a sus hermanos y abrazarlos.

Su experiencia revela que, además de no protegernos lo suficiente, o que usar cubrebocas no basta, el sistema de salud ya está por colapsar. Por falta de espacio no ingresan a los casos graves de inmediato, hay que esperar a que se agrave aún más y en el ínter puede perderse al paciente. Muestra, asimismo, que si se tiene un enfermo en casa, ojalá no se agrave porque, desde hace semanas se sabe, conseguir un tanque de oxígeno es muy difícil.

Se sabe también que no se realizan las suficientes pruebas de COVID-19 y hay posibles contagiados asintomáticos o con síntomas leves que no pueden quedarse en casa y quienes, sin pretenderlo ni ser conscientes, son una fuente de propagación del virus.

Estamos en un pico de contagios muy severo porque no sólo es cuestión de tiempo para que bajen los casos, sino de que existan factores, que hasta el momento no hay, que permitan aplanar o reducir la curva, tales como una vacuna, un medicamento que funcione y pueda aplicarse de forma masiva, o que en verdad la gente se quede encerrada, lo cual retarda la propagación, pero no elimina al virus.

Es indispensable seguir las indicaciones de protección establecidas por la Organización Mundial de la Salud y, si se puede, exagerarlas. Salir exclusivamente por lo indispensable y mantener la sana distancia, usar cubrebocas y desecharlos en bolsa de plástico al regresar a casa, también colocarse caretas para evitar tocarse la cara y el contacto del virus con los ojos, caretas que hay que desinfectar al menos cada 24 horas, dejar los zapatos en la entrada y ponerles cloro en la suela, bañarse al regresar y lavar la ropa de inmediato o al menos guardarla en una bolsa de plástico. Permanecer en confinamiento en el hogar y, si se sale, que sea con la protección necesaria y con actitud de estoy infectado, para que nadie se me acerque y así no me puedan contagiar.

Mi barrio: una realidad entre el coronavirus y la pobreza

Eso escuchaba en un tianguis de una de las colonias más pobladas de la Ciudad de México, ubicada en Iztapalapa. En ella vivimos aproximadamente 67 mil personas, que en promedio, cuentan con ocho años de educación formal.

La colonia tiene una extensión de 200 hectáreas aproximadamente, con un total de 467 manzanas que frecuentemente son mencionadas en la nota roja. La estadística menciona que la “Desarrollo Urbano Quetzalcóatl” es de alta marginalidad, o mejor dicho en términos generales, se refiere a aquella parte de la población que cuenta con los niveles de vida e ingresos más bajos, por lo tanto es casi imposible que obtenga un crecimiento económico sostenible.

Años atrás se inauguró un lugar recreativo al que nombraron Cuauhtémoc, fue el primero en toda la zona, la noticia se consideró tan importante que el periódico El “País” realizó una nota que tituló: Un parque en el infierno. El parque ayudó a disminuir la violencia, aportando un área verde común, que después del temblor de 2017 fue acondicionada como escuela. Hoy en día ha recuperado su función principal y en el futuro será vecina de uno de los medios de transporte más vanguardista: el Cablebús.

En este contexto transita el coronavirus, que hasta el cuatro de mayo ha dejado dos mil 271 personas fallecidas y 24 mil 905 casos confirmados a nivel nacional, de los cuales la CDMX ocupa uno de los tres primeros lugares en contagios con una tasa de 66.67 casos por cada 100 mil habitantes.

En la “Desarrollo” el coronavirus pasa a segundo término. En general los locales comerciales siguen abiertos, los medios de transporte que cruzan la colonia con rutas importantes como “San José Buenavista-Constitución de 1917” están saturados en horas pico. La población recibe una remuneración económica por su trabajo diario, no tienen seguridad social, no gozan de un sueldo fijo y por supuesto, pertenecen a esos más de 30 millones de mexicanos que se emplean en el sector informal.

Durante el día se observa a mucha gente que no le teme a la infección, comentan que es un plan del gobierno para desestabilizar el mundo. No pueden quedarse en casa porque le temen más al hambre que al “bicho ese”. Aseguran que es más fácil morir de una bala perdida que de COVID-19.

El hambre es su motor de sobrevivencia, viven al margen de los privilegios del poder. Cuando se habla de sobrevivencia se entiende que el primer derecho a la vida es el de comer, aunque este derecho está negado por aquellos que entre cortinillas de buenos samaritanos justifican su protección pidiendo a los pobres que se cuiden, usen cubre bocas.

La alcaldía Iztapalapa ha creado un plan permanente de abasto de agua potable que es suministrado por pipas que realizan un recorrido por los domicilios. Llenan cubetas, tambos y cisternas. Sin agua no se puede combatir al coronavirus.

La dinámica social de la colonia sobre el coronavirus transcurre entre la información de cadenas de Whatsapp o Facebook, así como lo que escucharon del vecino y lo que se menciona en los noticieros de la televisión. Se habla de hospitales saturados, sin embargo, los vecinos más atrevidos van a mirar a través de la reja del hospital de la “Voca 7”, se asoman, no observan nada fuera de lo común, ven gente esperando, cosa normal para un hospital.

Los videos que circulan en Facebook les refuerzan las ideas de que el virus no existe y se suma a otro temor en el que algunos habitantes comentan su desconfianza por ir a los hospitales públicos si presentan síntomas, “no quieren que les extraigan el líquido de las rodillas”.

Estas opciones de entender la realidad concreta son mediadas por todos los factores sociales que se entrecruzan en las realidades individuales y se disipan colectivamente. Hoy esa realidad comprende la fortuna, la salud y la libertad. Los pobres piden la libertad de trabajar. Charles Fourier en sus ensayos mencionaba sobre el trabajo: “Las escrituras nos dicen que Dios condenó al primer hombre y a su posteridad a trabajar con el sudor de su frente. Pero no nos condenó a ser privados del trabajo del que dependen nuestras existencias”.

La mayoría de mis vecinos no tiene miedo a morir, o al menos eso dicen, hacen comparaciones con la violencia, con la incertidumbre o sus posibilidades de morir frente al coronavirus.

Hoy la muerte por COVID-19 ha remarcado dos escenarios, que si bien ya existían, no eran analizados en la vida cotidiana tan profundamente: morir en casa o en el hospital.

Pocas veces se nos enseña que a diario lidiamos con la muerte. La medicina moderna ha hecho esto aún más invisible, ya que la esperanza de vida comparada con la de hace cien años hoy es más alta. Morir en casa implica hacerlo en compañía de nuestros seres queridos.

El personal de salud ante la pandemia


Si una figura ha tomado relevancia durante la pandemia ha sido la de los médicos, enfermeras, camilleros e intendentes en los hospitales.

Turnos dobles, jornadas de 24 horas, médicos y enfermeras con marcas en la cara provocadas por las mascarillas, medidas extremas de higiene, profesionales de la salud contagiados o fallecidos por la enfermedad y súplicas a los colegas del mundo para evitar muertes, son parte de las noticias que leemos y vemos a diario.

La frase, o hashtag, “quédate en casa” ya es parte de nuestro día a día en este periodo de cuarentena. ¿Cómo están viviendo la pandemia los médicos mexicanos?, ¿cómo están reaccionando sus pacientes?, ¿qué piensan los familiares de los profesionales de la salud?, ¿tienen miedo de contagiarse?

UNAM Global conversó con tres profesionales de la salud para saber cómo ha cambiado su dinámica laboral ante la contingencia sanitaria y cuáles son sus expectativas en los siguientes días.

“Esta enfermedad ha venido a sacarnos de un estado de pasividad en el sistema”

La doctora Verónica Román Salgado es médico general en el IMSS, estudió medicina porque le apasionaba desde muy pequeña. Aunque sus padres no eran médicos tuvo contacto con hospitales porque ellos trabajaron en uno. “Desde niña me influyeron los programas de médicos. Me llamó la atención poder ayudar, brindar mi apoyo, en un momento vulnerable para el ser humano. Eso ha sido lo que siempre me ha gustado de mi profesión y por la cual la elegí de inicio”.

Antes de que la epidemia por coronavirus llegara a México, el día laboral de la doctora consistía en dar consulta a sus pacientes: “nada fuera de lo normal, como gripas, por ejemplo. Sí había urgencias pero no estaba tan lleno como ahora”.

“Los pacientes están llegando con muchísimo miedo, están en pánico, y nos ha afectado que llegan pacientes prácticamente enviados de sus lugares de trabajo porque tienen tos o alguna sintomatología de la vía aérea, ello hace que se llenen los servicios de urgencias”.

En el hogar de la doctora Román han tomado medidas para evitar contagios: “no hay tanto miedo de que nos contagiemos, en nuestra familia no hay enfermedades que disminuyan el sistema inmunológico. Hasta el momento mi familia se encuentra tranquila. Mi mamá es adulto mayor pero ella sí se mantiene en cuarentena, no sale para nada”.

“Tengo contacto con pacientes por ello tomo medidas de higiene. Al llegar a casa lavo mi ropa inmediatamente y me baño antes de tener contacto con cualquier otra persona de la casa”.

La médica acepta que sí hay miedo al contagio entre colegas, aunque toda la plantilla de profesionales está completa en su lugar de trabajo. Considera que esta pandemia “ha venido a sacarnos de un estado de pasividad en el sistema”.

Espera que la gráfica de los casos confirmados y de contagio comience a bajar si la cuarentena se mantiene en los días siguientes como hasta ahora, en donde las personas sólo están saliendo para lo más indispensable.

Finalmente, exhorta a la población a seguir las indicaciones de las autoridades y a mantener la calma para evitar que el estrés disminuya el sistema inmune y se pueda presentar algún padecimiento.

“Los familiares casi no se dan cuenta de cómo es tu entorno laboral”

Mirses Lázaro Jarquín es una joven médica originaria del estado de Veracruz. Colabora en el Hospital de Pemex y es especialista en cirugía general.

Un día normal de trabajo para Mirses, antes de la pandemia, era entrar a la 06:45 de la mañana, entregar a pacientes a quienes se les realizarían estudios, luego asistía a clases y entre 09:00 y 14:30 hacía estudios de endoscopía y colonoscopía. Cuando era un día de cirugía dependía del turno.

A partir de la contingencia sanitaria se suspendieron los estudios programados para no tener riesgo de contagio, sólo se están atendiendo urgencias reales y se comenzó a trabajar por guardia.

Entre los compañeros de la médica se han redoblado todas las medidas de higiene y se usa equipo de protección.

¿Tienes miedo al contagio?: “Sí y no. La mayoría de mis compañeros somos personas jóvenes, no tenemos probabilidades de ser casos graves (en caso de contagio). No tenemos miedo pero sí más precaución y más conciencia para no contagiar, sobre todo a nuestros familiares”, comenta.

La familia de la doctora le pide tener cuidado con todo. “Los familiares casi no se dan cuenta de cómo es tu entorno. Ellos te ven cansado, cómo trabajas, pero nunca se dan idea de qué es tu trabajo”.

Ni siquiera los amigos de los médicos saben cómo son las jornadas, “saben que eres médico y que nunca estás disponible”.

La doctora Lázaro indica que el coronavirus sí es una enfermedad grave, por tanto, quienes tienen la información sobre lo que sucede son los epidemiólogos, neumólogos e infectólogos. “La crisis podría venir en los siguientes días en los cuáles se tratará de ‘aplanar’ la curva de contagio”.

La cirujana prevé que las siguientes semanas serán decisivas, por ello recomienda mucha higiene y estar informados, finalmente.

“El médico tiene nobleza y virtudes para dar, ayudar y entregarse”

El doctor Pedro Coello Jaime es médico general en el Hospital de San Juan del Río, Querétaro, es egresado de la Universidad Autónoma de Guadalajara y está adscrito al Departamento de Calidad donde se encarga de ver expedientes clínicos, checar que el personal asista debidamente uniformado, entre otras tareas.

Antes de la contingencia, la vida en el hospital era tranquila aunque se tenían ciertas dudas sobre si el coronavirus nos afectaría, recuerda: “Ha bajado totalmente la afluencia al hospital, se han cancelado los servicios de consulta externa y los servicios de cirugías programadas de especialidades”.

Hay menos médicos porque se han retirado los doctores mayores de 60 años o compañeras que están amamantando, “somos una plantilla menor los que estamos disponibles, pero al pie del cañón”.

En cuanto a la reacción de los pacientes por la pandemia, en su mayoría lo han hecho de forma consciente, han dejado de asistir al hospital a tomas de laboratorio o consulta, porque previamente se les informó que se les reprogramaría en el mes de abril. En urgencias se ha restringido el acceso a un paciente y un familiar, explica.

Para prevenir contagios, los cuidados y medidas preventivas han aumentado, “cuando llego con mi esposa y mi hija me quito la ropa quirúrgica, la pongo a lavar en el momento. Si voy a comer o a abrazar a mi hija, me lavo bien las manos y la cara”.

“No tengo miedo al contagio”, dice tajante el doctor, aunque su perspectiva para los siguientes días es que crecerá el pánico entre la población, pero estaremos en urgencias al pie del cañón recibiendo a los pacientes, evaluándolos, ayudándolos.

“Mi ideología es apoyar, servir. Sé que soy administrativo pero por el cariño que le tengo a mi institución estaré ahí para darlo todo por el paciente”.

Pedro estudió medicina porque su papá es médico, lo recuerda yendo a consultas y cirugías. En la escuela preparatoria, un maestro le contagió la fascinación por la medicina. “Yo creo que el médico, independientemente de su especialidad, tiene nobleza y virtudes para dar, ayudar y entregarse”.

Pide a sus colegas del personal de salud (médicos, enfermeras, camilleros, intendencia y directivos) ser conscientes de que están ante un gran problema, cooperar, dejar se quejarse, no crear divisiones y exigir estar seguros para poder darlo todo”.

Llamar guerra a una revolución

Turín, Italia

El siguiente texto es un relato basado en mis experiencias como mexicana viviendo en la ciudad de Turín (Piamonte, Italia). Está compuesto por hechos y juicios adheridos a mis creencias y realidad inmediata, no pretendo ser una fuente de información y mucho menos de consulta en cuanto a temas de la reciente crisis sanitaria.

30 de abril
Me festejé el día del niño haciéndome molito con pollo. A pesar de haber nacido antes de que finalizara la Guerra Fría, trato de alegrarme cada día festivo.

Después de la merecida cena, y casi tres horas de trabajo en la cocina, nos avisaron que el abuelo de Toño no se encontraba bien. Viviendo la familia en Sicilia, al otro extremo del país, hicimos una video llamada de inmediato para saludarlo. Estaba claramente mal, lo vimos en su semblante. Le dije hola, sin atreverme a preguntarle cómo estaba, pero le sonreí. A pesar de ser independiente, tenía condiciones que menguaban día a día su condición desde hace tiempo. No se trataba del virus.

No tuve oportunidad de hablar mucho con el abuelo, era un hombre que nació el año en que terminó la Segunda Guerra. Se comunicaba en un dialecto siciliano difícil de entender para alguien que sigue aprendiendo italiano. Regalaba caramelitos a quien encontrara… todavía tenemos en la alacena esos dulces de la última y la penúltima vez que lo vimos. A pesar de que no nos gustaban, no podíamos dejar de meterlos en la maleta para traerlos a casa.

Platicamos muy poco, se veía cansado, pero me atreví a encontrarlo en la pantalla porque escuché su voz preguntando por mí, estaba lúcido y sabía que mañana se descansaba. Sabía qué estaba pasando, todos lo sabíamos. Menos de una hora después nos llamaron, nos había dejado.

No podíamos hacer nada. En los siguientes días llamamos, escribimos, pero estando lejos, no podíamos ni pensar en acompañarlos. Vivimos el luto a la distancia, preparamos una foto para poner en la lápida, la enviamos por e-mail.

1 de mayo

¡Por fin comí nopales!
Después de casi dos años, podé unos nopales tiernos de las macetas que tengo en casa. Este fue un regalo del abuelo, nos los dio durante un viaje a Sicilia y nos dijo cómo cultivarlos. Quien diría que un año después, disfrutando de su regalo, le estaríamos guardando luto.

Estos días he estado pintando mucho, miro las fotografías que he tomado con mi teléfono y si me dicen algo, las pinto. Estudio, observo y traduzco las formas y colores, que al dibujar es tan necesario.

Mientras lo hago, me concentro tanto que se me olvida el resto. Veo las fotos de cosas que llamaron mi atención y cuya belleza olvidé volver a ver: una patita de gato, un taco con frijoles, la calle mojada, un rostro amado.

2 de mayo

Desde hace unas semanas el gobierno ha comunicado la intención de sacar una app que nos permita saber si hemos estado en contacto con personas contagiadas.

Nos han dicho que no aparecen nuestros nombres ni información sensible. Sin embargo, no hemos sido pocos los escépticos que nos preguntamos qué tan buena idea sea, si la idea de seguridad no sea solo eso, y que a cambio estemos exponiéndonos a otro tipo de problemas.

Hoy Toño tuvo lo que denominé una “fiebre panadera”. Me desperté casi a la 1 de la tarde para encontrar la cocina llena de galletas, pizzas y hasta una focaccia.

Siento todavía tristeza por la reciente pérdida de la familia, y me perturba la idea de la muerte. La frustración me hace idear cálculos tenebrosos. Cuento los años del abuelo, menos los años de nuestros padres, menos la edad que tenemos ahora. Dejo de lado las cuentas, después de notar la mirada angustiada de Toño, no hay razón para pensar en eso ahora.

Me pasé la mayor parte de la tarde dibujando, y vimos una película de dibujos animados, “quiero aligerarme el ánimo” dije al compañero aliviado, ante una fan de películas de terror y suspenso.

3 de mayo

A pocos días de empezar la cuarentena, hace casi dos meses, la TV italiana, y los políticos dentro de ella, comenzaron el discurso de estar en guerra con un “enemigo invisible”.

La idea me dio escalofríos, porque recordé un reportaje que leí hace unos años en el New York Times; Susan Gubar decía que se usa el lenguaje marcial para motivar a los enfermos, cuando en realidad, aquellos de las “armas quirúrgicas, químicas y radiológicas son los doctores, no los pacientes…Cuanto peor el prospecto, más fuerte resuenan los tambores”.

Acaso, como esos soldados rasos, ¿sólo nos queda ver pasar las máquinas de guerra, vemos pasivos los despliegues de fuerza en forma de leyes y decretos que se han creado al improviso, mientras recibimos los peores golpes?

Cuando hablan de guerra, a muchos nos vienen imágenes de los senderos de gloria, donde yacen rostros de soldados ignotos sobre el lodo. Los que hablan desde el curul, se inflan el pecho y los cachetes diciendo que el pueblo italiano (o cualquier estado que use la utilísima metáfora) está luchando una guerra. Olvidan, que hace menos de 100 años una verdadera guerra asoló el mundo, y que fue una guerra porque los estados que la convocaron decidieron que así fuera. Estamos en una situación totalmente diferente.

Que no malgasten nuestras energías en vendernos este pan duro que no alcanzamos a remojar en la boca. Espacio falta, para relatar las historias de los caídos ante esta crisis, el virus fue una escoba que barrió el frágil estado de bienestar donde se encontraba la buena gente de Italia.

Recuerdo la videollamada de hace unos días con amigas en México; una se encuentra en Guadalajara, atendiendo remotamente las clases y tareas de más de 400 alumnos de secundaria; la otra, estaba por dejar la casa que alquilaba en el sur de la ciudad porque el pago de mayo no era seguro.

Hace meses, platicaba con Toño de cómo la gente en Italia paga tantos impuestos por empezar un negocio, tanto por cualquier posesión que se encuentre en gloria de poder adquirir y tanto por una burocracia formada, en tantos casos, por personas que se relajan una vez adquirido el “puesto fijo”; algo que aqueja a los países donde los servidores públicos se acomodan la silla y aflojan el cinturón una vez llegados a la meta.

4 de mayo

El día de hoy comenzó la fase 2, y aunque generó gran expectativa por la “libertad recuperada” siguen existiendo dudas sobre lo que está o no permitido hacer. Algunas industrias y negocios pueden abrir, como el sector textil, de la construcción y automotriz. Otros, como restaurantes y cafeterías tienen servicio a domicilio. Los peluqueros y cosmetólogos esperan, no sin protesta, que las actividades para ellos puedan retomarse a mediados del mes. Una cosmetóloga en Cuneo llegó a poner el obituario de su negocio en la puerta, un poco para bromear y mucho para quejarse por la ineficiencia de los apoyos que se prometieron para que los pequeños y medianos negocios no tuvieran que cerrar.

Prendí la TV en la tarde para seguir las noticias y hacerme una idea de cómo había avanzado la jornada. Se queda en mi memoria la entrevista que le hicieron a una policía. La reportera le preguntaba detalles sobre los días precedentes y lo permitido en esta nueva etapa. Para terminar, le preguntó por las excusas más increíbles que la gente usaba para circular en las calles, y si habían tenido que multar a alguien, aunque no quisieran hacerlo.

La policía, sin dejar de esbozar una sonrisa, recordó el caso de una persona que deambulaba por la ciudad, después de que le comunicaran que había perdido una oportunidad de trabajo debido a la crisis. Fue una pena tener que multarlo, dijo, provocando el silencio.

Desde que empezó la cuarentena, no faltaron las denuncias de ciudadanos ante multas consideradas injustas. Desde trabajadores de la salud que esperaban el transporte de regreso a casa, personas que entregaban comida en hospitales, hasta un repartidor que fue multado con 4 mil euros por realizar una entrega.

Las fuerzas del orden han recibido en estos días ese poder, −probablemente extraño hasta para ellos− que ahora se justifica con argumentos de salud pública. En su ceguera ante la crisis y la desesperación de la gente, llamada por el hambre y la solidaridad; me recuerdan el texto de Arendt sobre Eichmann en Jerusalén. No es maldad, ni crueldad, no es falta de sentido común, es burocracia.

5 de mayo

Hace un mes aproximadamente, quemaron torres de 5G en Birmingham y Merseyside (Reino Unido) porque un grupo de personas sospechaba que este tipo de tecnología fuera la causa de la COVID-19 o que, −de alguna manera− debilitara el sistema inmune humano. No hice mucho caso hasta que hoy me llegó un video por WhatsApp que me dejó sin palabras. Me lo envió un familiar que vive en el Estado de México y trabaja como chofer, ya a finales de marzo él me había preguntado si todo esto se trataba de un complot. El video era de un anónimo que se paseaba en un estado al norte de México (según el video). Decía entre balbuceos, cosas que buscaban crear pánico y que no voy a repetir, por miedo a que mi computadora, ofendida, se descomponga.

Estas dudas me acongojan, porque nos enseña el miedo que los sectores más vulnerables de la sociedad sienten en estos momentos, para ellos, pareciera que alguien o algo deseara que fueran exterminados. Pero, ¿no se los demostramos acaso, con las condiciones laborales de explotación y abandono en que se encuentran?

Quienes no pueden trabajar desde casa están al límite, al menos en Italia, ante las demandas de quienes no han recibido los apoyos prometidos, el gobierno suele responder “estamos trabajando en eso”.

8 de mayo

Los primeros días de la fase 2 han sido de varios colores. He decidido seguir en casa, por la posibilidad de que se generen aglomeraciones en parques y zonas comerciales de la ciudad. Amigos que viven en el centro de Turín confirman que las personas han interpretado la fase 2 como una vuelta a la normalidad. Por otro lado, el flujo de bicicletas en Turín ha aumentado casi en un 500%, como respuesta al distanciamiento obligatorio en los medios de transporte. Ya existían iniciativas para que la ciudad fuera más amable con los ciclistas, esto podría acelerar significativamente el proceso.

En Milán, una de las zonas más afectadas, se registraron multitudes en espacios públicos, sin atender a las medidas de seguridad planteadas por las autoridades. El alcalde, Beppe Sala, calificó de “vergonzosas” las imágenes de las personas que paseaban despreocupadas. Admitió que era deprimente tener que repetir las mismas medidas de seguridad, para lograr que el millón 400 mil habitantes de la zona pudieran regresar en su totalidad, a trabajar.

Mientras termino de escribir esto escucho los pájaros, los murmullos de la gente que pasa frente a la casa y algunos automóviles que después de meses, vuelven a caminar por la ciudad. Es un quasi silencio, dentro de una expectativa que siento desde hace tiempo.

Las guerras, las hacen los estados entre ellos, esto es una situación mucho más grande y, por lo tanto, menos humana.

Esto es una revolución, re-volvere “dar la vuelta de un lado a otro” es aceptar, que nuestra realidad ha sido volteada, es ver al mundo y decir, ahora… ¿a dónde queremos dar la vuelta?

De guayabera

Hoy, Día Internacional de Libro, metido en el aislamiento de un cuarto piso, me parece que es buen momento para contar esto…

Esa bochornosa mañana de 2007, el aire y la inspiración de Macondo pesaban fuerte en la amurallada Cartagena de Indias, donde se llevaba a cabo el Cuarto Congreso Internacional de la Lengua Española. Pero el verdadero motivo de celebración era el millón de ejemplares de Cien años de soledad.

Gabriel García Márquez, el personaje, había comenzado su intervención así: “Ni en el más delirante de mis sueños, en los días en que escribía Cien años de soledad, llegué a imaginar que podría asistir a este acto para sustentar la edición de un millón de ejemplares. Pensar que un millón de personas pudieran leer algo escrito en la soledad de mi cuarto, con veintiocho letras del alfabeto y dos dedos como todo arsenal, parecería a todas luces una locura.”

Se veía satisfecho, contento, de buen humor, a pesar de que sudaba como todos los presentes. El aire acondicionado del Centro de Convenciones había resultado insuficiente para tal apelotonamiento.

El escritor vestía todo de blanco. Saco de lino y corbata con manchones verdes, que por momentos le daban cierto aire de peluquero, pero que contrastaba groseramente con los trajes oscuros que imperaban en el lugar por recomendaciones que el protocolo de la corona española había dado a los invitados especiales.

“… A mis 38 años y ya con cuatro libros publicados desde mis 20 años –continuaba el colombiano–, me senté ante la máquina de escribir y empecé: ‘Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.’

“No tenía la menor idea del significado ni del origen de esa frase ni hacia dónde debía conducirme. Lo que hoy sé es que no dejé de escribir ni un solo día durante dieciocho meses, hasta que terminé el libro.”

Me recuerdo absorto en el relato, sentado en una butaca de la primera fila de la segunda sección del recinto, acodado en el barandal, sudando también pese a que me negué a acatar la recomendación de los españoles –al cabo que yo no era ningún invitado especial– y me estrené una guayabera blanca que había comprado la tarde anterior, en esa ciudad.

No tengo claro cuánto tiempo le llevó agotar su intervención. Por mi mente atravesaron de nuevo Úrsula Iguarán, los José Arcadios, Amaranta, Remedios la bella, Mauricio Babilonia, las mariposas…

Hacia el final de su nada ágil lectura, que fue interrumpida además por los aplausos y las carcajadas que un gracioso García Márquez arrancaba de vez en vez a los presentes, el escritor narró algo que me pareció entre absurdo y trágico. El colmo.

Ya concluido el libro, junto con su esposa Mercedes, se dieron a la tarea de buscar un editor. No fue fácil, pero en Buenos Aires les abrieron las puertas. Cuando acudieron al correo postal de México, ya con el legajo de la obra listo para enviarlo a la capital Argentina, entre los dos no acompletaban los 80 pesos que costaba el envío. Con morralla y todo, ajustaban poco más de la mitad, por lo que se les ocurrió mandarlo en dos partes, la primera ahora, y la segunda cuando tuvieran el dinero.

Así lo hicieron. Se apresuraron a meter el primer montón de cuartillas en un sobre, lo cerraron, pagaron con las últimas monedas que les quedaban y se fueron. A medio camino se dieron cuenta del error cometido, de lo irremediable para ese momento: Cargaban todavía las primeras cuartillas del libro. Habían enviado a Buenos Aires la segunda mitad de la obra. Me angustié. Morí se risa.

Cuando la ceremonia concluyó, me acerqué a la puerta de salida y permanecí de pie esperando que los Reyes de España y los invitados especiales abandonaran el lugar antes que el resto de los asistentes.

Casi en vilo, avanzando entre apretujones, parabienes y felicitaciones de parte de lo más granado del mundillo editorial latinoamericano, el autor de Cien años de soledad recorría, con dificultad, el pasillo rumbo a la salida.

Ya muy cerca de donde yo me encontraba, un súbito empujón lo dejó descolocado, exactamente frente a mí. Él se notaba un poco atolondrado por el empellón sufrido. Cruzamos miradas. Sujetó la manga de mi guayabera blanca y, ya repuesto, alcanzó a decirme amablemente al paso: “… caballero, usted y yo somos los únicos correctamente vestidos aquí.” Me cerró el ojo y por fin pudo salir del lugar, zarandeado, en medio del mismo desorden.

Esa tarde le platiqué lo sucedido a mi jefe, el rector de la UNAM. Todavía hasta hoy tengo la sospecha de que no me creyó.

COVID-19: las primeras lecciones

En buena parte del planeta, lo peor de la crisis apenas comienza. Sin embargo, lo que hemos vivido desde los últimos días del año pasado nos permite vislumbrar algunas primeras lecciones e, incluso, oportunidades.

Sin un orden preciso, o jerarquización, aquí una parte de mi primera lectura:

El avance en el campo de la salud es indudable. Un siglo atrás, cuando la población mundial era de 1,800 millones, la Spanish Flu provocó la muerte a decenas de millones —quizá más de 50 millones— e infectó a una tercera parte de la humanidad.

Ahora que somos 7,800 millones de seres humanos, el recuento del primer cuatrimestre de pandemia apenas supera los dos millones de contagiados y poco más de 137 mil muertos. Son muchos y sin duda serán más, ¿pero superar el 2 por ciento de la población? Hoy parece imposible.

Más allá de la diferencia genética entre la influenza de entonces y el coronavirus de hoy, debería resultar evidente que las condiciones de higiene y conocimiento básico sobre los cuidados necesarios para prevenir la enfermedad ahora son mucho mayores que cuando aún se utilizaban las sanguijuelas y el caldo de pollo como “remedios”.

Por supuesto que lo anterior no minimiza la aberración de que en el inicio de la tercera década del tercer milenio casi 1,000 millones de personas deberán enfrentar el problema sin acceso a la infraestructura básica de higiene y salud: agua corriente y drenaje. Y que muchísimas más no podrán obtener el equipo médico indispensable que necesitarán para respirar.

Al final de cuentas, estos son otros tiempos y aunque seguimos sin encontrar una cura contra los virus, contamos con más y mejores herramientas para enfrentarlos.

La globalización es mucho más que una moda. Más allá de la evidente estupidez de pretender detener un virus 10 veces más pequeño que el grosor de un cabello con muros de concreto y metal o cerrando fronteras, la actual crisis es, en sí misma, una demostración del alcance del nivel de interacción y el contacto entre quienes habitamos este planeta.

El hecho de que haya más de 200 países y territorios con registro de contagios de una enfermedad que, por lo que sabemos, surgió hace menos de medio año en una provincia localizada en el sur-centro de China, debería ser suficiente para reconocer que, en muchos sentidos, la especie humana forma parte de una misma comunidad.

A pesar de lo que pregona la retórica populista, la economía es global. Y aunque la migración internacional es todavía menor al 5 por ciento de la población, debería ser claro que el aislamiento total es imposible.

La propia cacofonía de la respuesta mediática en la gran mayoría de los países es una muestra más de que, en términos generales, la fórmula ante el problema es la misma para todos: 1) extremar medidas de higiene, 2) procurar el autoaislamiento y 3) rezar por el milagro de la multiplicación de los ventiladores pulmonares.

Los humanos seguimos siendo muy frágiles. Para quienes decidimos depositar nuestro pensamiento religioso en el asombroso avance de la ciencia y la tecnología de la última generación, tanto el aumento de la población mundial como la extensión de expectativa de vida de las personas, son señales bastante claras de que nos movemos hacia adelante.

El brutal deterioro del medio ambiente y la (casi) inimaginable brecha entre el top 1% de los más ricos y poderosos y el resto de nosotros, parecían ser los dos grandes desafíos de nuestro tiempo… hasta que una circunstancia desconocida y probablemente fortuita provocó una mutación molecular en un virus presente dentro de un animal extraño llamado pangolín (que no murciélago) lograra infectar a los seres humanos.

Entre la realeza, los jefes de Estado, las élites con acceso a los viajes internacionales, en cuestión de semanas, “el virus de China” se diseminó por todos lados. Y cuando el registro de muertos llegó a 1,000, la Organización Mundial de la Salud (OMS) —que en mucho es un buen membrete de la burocracia internacional—, decidió darle un nombre propio: “Corona virus disease” (COVID-19).

Todas y todos podemos enfermarnos.  La canciller Angela Merkel fue la primera mandataria en asegurar que, tarde o temprano, un 70 por ciento de la población alemana terminará por infectarse. No me queda claro el por qué, pero esa sola declaración aplanó mi entusiasmo por la próxima exploración a Marte, los autos que vuelan o el home office.

Los gobiernos y las macroeconomías están sobrevaluados. Confrontados con un dilema existencial, el desplome de los mercados financieros y el inminente tsunami económico global, de alguna forma parecen menos aterradores.

Incluso, los exabruptos digitales del presidente Trump, quien un día niega el problema, al otro cierra fronteras y poco después —cuando Estados Unidos es el epicentro del brote de contagios—, promete una inminente vuelta a la normalidad, tienen menos sentido que de costumbre.

Cuando el mensaje de la cautela es tan poderoso como ahora —tanto que suele mutar en miedo, pánico e histeria de un momento a otro—, pareciera más claro que nunca que en “la realidad-real”, las personas de carne y hueso deberemos enfrentar por nosotros mismos la mayor parte de esta situación.

En México, como en la mayoría de los países del mundo, la mayor parte de la economía ocurre dentro del llamado sector informal. Además, son más quienes viven al día que quienes cuentan con un ingreso seguro. En ese contexto, la acalorada discusión mediática sobre si el “rescate económico” debe expresarse en apoyos directos de papá-gobierno a más de 100 millones de personas, o mediante sofisticados subsidios a las grandes empresas, tampoco parece demasiado relevante.

Al final del día es mucho más lo que depende de cada uno de nosotros. El mundo posCOVID-19 se definirá por lo que hagamos o dejemos de hacer como individuos, familias y comunidades; la nueva realidad la determinarán nuestro sentido de solidaridad y nuestros valores y no la prédica de los dueños del micrófono.

Todos los seres humanos deberían tener acceso a servicios médicos

Arundhati Roy hace ver en un artículo que el fenómeno de enfermos graves sacados de los hospitales en Estados Unidos, abandonados a la mano de Dios, no es nuevo ni propio de la pandemia. Existen diversas películas, textos periodísticos, testimonios que muestran la desesperación de quienes no tienen seguro médico o éste no cubre los costos de los tratamientos requeridos por sus respectivos pacientes y a quienes se deja morir.

 

En la emergencia sanitaria la diferencia es que ya no se trata sólo de gente de escasos recursos, sino de difíciles decisiones médicas, incluida la edad, tiempo, evolución del padecimiento, quizá lazos sociales,  oficio o profesión y hasta disponibilidad de galenos o de un respirador.

 

La autora destaca que el que ocurriera antes es menos justificable a la inevitabilidad del ahora, así que propone ver la crisis por el Covid-19 como un portal a un mundo mejor, porque el anterior ya no se sostenía.

 

Sistema de salud universal. Todos los seres humanos en cualquier país, sin importar sexo, raza, edad, educación, posición social o nacionalidad deben tener acceso a servicio médico como un derecho humano inalienable, del que nadie puede ser privado.

 

En un salto de lo general a lo individual, pienso qué ha cambiado con la pandemia en mi entorno que sea mejor, que debiera sostenerse porque sencillamente es mejor que antes. Quizá sólo para mí. Aunque también –al parecer pasa en cada vez más hogares– para muchas mujeres madres de familia. Una obviedad y que tal vez en algunas sociedades ni siquiera se entienda por qué en México sorprende tanto que pase: los quehaceres de la casa se comparten.

 

*La autora es periodista y licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM

 

El miedo es muy contagioso

Yad Natán, Israel

 

Empieza la cuarta semana de cuarentena y aunque no todo los días son fáciles, especialmente para los niños, es posible mantener la calma. No nacimos con un Smartphone en la mano, así que podemos estar sin él un rato, comer y platicar con nuestra familia, descansar de la saturación de información, del miedo, de la adicción a las redes sociales.

 

Si alimentas el miedo pierdes el sueño, generas ansiedad, incrementas la incertidumbre y lo peor de todo es que el miedo es muy contagioso, tanto o más que un virus.

 

Si eres una persona de fe, es un buen momento para hacerla práctica y la mejor predicación es con el ejemplo. Cuida lo que publicas, piensa en tu muro de Facebook como tu tarjeta de presentación.

 

Los niños son el mejor reflejo de nosotros, así que pon atención a sus reacciones y actitudes, es posible aprender de nosotros a través de ellos.

 

Quedarse en casa en medio de una pandemia declarada es un acto de responsabilidad civil, creas o no que existe el virus, te lo ordenen o no las autoridades. Si tienes que salir porque tu trabajo es esencial, protégete y pide que te provean de lo necesario en tu trabajo.

 

El tiempo que lleva controlar una epidemia depende de varios factores, uno de ellos es la participación social, es por ello que China redujo el número de contagios de una forma acelerada, en Italia no sucedió lo mismo. Esperemos que América Latina pueda demostrar que también se puede disciplinar y cooperar, de lo contrario la recuperación le llevará años.

 

*Egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

En tiempos de retos, las empresas mejor preparadas sobresalen

Sin importar el tamaño de la empresa, el coronavirus ha causado estragos e incertidumbre en todo el mundo. En el caso de México el 52% de la generación del Producto Interno Bruto (PIB) es gracias a las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MiPyMEs), y Éstas a su vez generan el 72% del empleo formal. En consecuencia, es necesario que las MiPyMEs comiencen a prepararse para el impacto.

Hoy, los responsables de estas MiPyMEs tienen un gran compromiso de mantener una visión clara, resiliente y de liderazgo para la dura toma de decisiones que amerita este periodo, con la finalidad de mantener la viabilidad de sus compañías.

Por esta razón, preparamos una serie de recomendaciones para ayudarlos a tomar mejores decisiones.

Objetividad

En tiempos de incertidumbre es fácil dejar que el pánico se apodere. Al igual que con cualquier otra decisión comercial o conjunto de circunstancias, es importante hacer un esfuerzo consciente para mantener la calma, con el objetivo de evaluar de mejor manera la situación.

Cada situación debe ser evaluada objetivamente utilizando fuentes confiables de información, además de seguir los consejos para mantener a salvo el lugar de negocios, los empleados, los clientes y la familia.

Implementación de mejores prácticas

Brindar liderazgo y orientación a los empleados siempre es importante, pero particularmente en momentos estresantes, para ello es importante recopilar información de fuentes verificables y compartirla a través de boletines digitales e infografías simples pero claras, con la finalidad de comunicar el mensaje de manera efectiva a todos los empleados.

Si el tipo de empresa lo permite, se debe considerar la implementación de lo que ya mucho se ha escuchado como home office. De manera que se puede utilizar una variedad de plataformas tecnológicas para comunicarse y colaborar entre todos los miembros del equipo, como tener videollamadas a través de Skype, Hangouts de Google, Zoom o Microsoft Teams.

Creación de un plan de contingencia.

Antes de iniciar cualquier borrador acerca del plan, es necesario tener presente lo siguiente:

En tiempos de crisis, sólo las empresas que son capaces de innovar sobreviven.

Si la empresa se ve afectada (o aún más), ¿qué puede hacer para evitar un cierre?, ¿qué pasos se pueden tomar para recuperarse, en caso de un cierre del negocio por un periodo?

La preparación es clave para estos momentos, por lo que se recomienda identificar contingencias en áreas críticas e incluir planes de respaldo para transporte, comunicaciones, suministro y flujo de caja. Involucrar a los proveedores, clientes y empleados en el desarrollo de estos planes, ayudará a tener un mejor panorama de la situación. Para ello se aconseja que se ejecuten escenarios de interrupción para evaluar la posibilidad de impactos imprevistos.

En estos momentos se pude esperar lo inesperado, es por ello, que a continuación se proponen estrategias que ayuden a las empresas a llevar de mejor manera los retos que ha planteado el coronavirus:

Creación de un centro integral de operaciones de emergencia.

Sin importar el tamaño de la empresa, se debe tener un área, ya sea digital o física (evitar cualquier tipo de riesgo innecesario), donde se pueda llevar a cabo la gestión y manejo del riesgo de la situación para garantizar la continuidad de la operación de la empresa.

En este centro es imprescindible incluir los planes de acción predeterminados para la comunicación y coordinación al interior de la empresa. Los roles designados para representantes funcionales, protocolos para comunicaciones y toma de decisiones, y planes de acción de emergencia que involucran a clientes, proveedores y empleados.

Reducción de gastos innecesarios

Es importante realizar una evaluación para diferenciar los gastos innecesarios de los que sí maximizan tu rentabilidad. En esta medida es necesario replantear de manera estratégica la planeación para hacer buen uso de los recursos, de tal manera que la nueva asignación de presupuestos sea resiliente para conseguir los objetivos propuestos y llevar un control de gastos para evitar inversiones poco productivas u onerosas, con la finalidad de continuar produciendo ganancias ante este tiempo de retos.

Comunicación con los clientes

Es vital comunicarse con los clientes de manera honesta y positiva, a través de canales de comunicación para hacerles saber qué pasos se están tomando al interior de la empresa, para mantener a todos a salvo. Es importante hacerles saber sobre la gratitud y aprecio que siente la empresa hacia sus clientes y que hará todo lo que esté al alcance para satisfacer las demandas de los clientes tan pronto como sea seguro y factible de hacerlo.

Evaluación de la cadena de suministro

A todas las empresas se les aconseja realizar un mapeo de sus proveedores y conocer de ellos desde varios niveles hacia atrás para asegurar y tener la confianza sobre el abastecimiento. Esto nos lleva a la importancia de conocer las vulnerabilidades de la cadena de suministro para el caso cuando se tienen dependencias a proveedores únicos, las cuales ponen en riesgo a las empresas, si es el caso se deben tomar medidas urgentes para distribuir el riesgo que esto genera. La distribución del riesgo se puede hacer al rediseñar la cadena con segundas fuentes de suministro y fuentes locales, lo que aumentará la capacidad de respaldo para cortes de suministro, producción y distribución, sólo así se podrá aminorar el riesgo de una interrupción.

Las empresas que no lo hacen son menos capaces de responder o estimar los posibles impactos cuando estalla una crisis. Del mismo modo, se aconseja desarrollar relaciones de negocio con otros proveedores que cuenten con recursos clave para el beneficio de ambas empresas.

Renegociación con proveedores

La renegociación será crucial para evitar la perdida de liquides durante este tiempo de retos. Es necesario aplazar el pago a los proveedores, sin que este aplazamiento genere algún tipo de interés. Por lo que, es importante hacerles saber que se pagaran las facturas restantes pero con un plazo mayor al normal debido a las circunstancias extraordinarias que ha generado el coronavirus.

Evaluación sobre la necesidad de un crédito comercial

Puede que la situación amerite obtener una nueva línea de crédito o un préstamo a bajo interés para respaldar el flujo de efectivo de su negocio (para seguir pagando alquileres, servicios públicos, empleados) con menos efectivo entrando. Sin embargo, se debe analizar mejor que nunca y de manera muy minuciosa quién es el prestamista y la tasa de interés real que ofrece. Pero antes de solicitar cualquier crédito se deben evaluar las proyecciones de sus ingresos para ver las posibilidades reales de poder pagarlo.

 

Mantenerse informados sobre las ayudas financieras

Informarse sobre ayudas directas a MiPyMEs que se habiliten desde los organismos gubernamentales y privados, con la finalidad de apoyar la liquidez de las empresas. En este sentido, pueden abrirse un número limitado de programas y apoyos durante este periodo de tiempo, por lo que se recomienda estar atentos y de esta forma ser de las primeras empresas solicitantes para no quedarse fuera.

El derecho de las mujeres a la violencia

Foto: https://www.imdb.com/title/tt0179789/mediaviewer/rm2804620288

Foto: https://www.razon.com.mx/cultura/cierran-angel-de-la-independencia-para-restaurarlo-por-19s-y-pintas-de-marcha/

Hemos puesto el feminismo en boca de todo el país

I

No me cuidan, me violan

El 12 de agosto del presente año hubo una protesta organizada por feministas enfrente del Búnker en la Ciudad de México (CDMX) que dejó unos cuantos vidrios rotos y una “brillantinada rosa” en Jesús Orta, el secretario de Seguridad.

La manifestación se suscitó particularmente por algunos casos recientes de violaciones perpetradas por elementos policiales, entre ellos, el caso de una menor que denunció ser violada por cuatro policías evidenciando no sólo un delito recurrente, sino las acciones deliberadamente ineficientes y omisas del gobierno mexicano.

La Procuraduría General de Justicia (PGJ) filtró información confidencial de la menor, el Ministerio Público no aplicó los protocolos adecuados y “perdió pruebas”, y en general, mostró que no atienden con perspectiva de género. Ante estos hechos, la narrativa gubernamental se enfocó más en criminalizar la protesta, en lugar de dar una respuesta favorable a las víctimas.

II

Exigir justicia no es provocación

Ante dicha coyuntura, feministas en todo el país nos organizamos como siempre lo hemos hecho. Hartas de esta situación y de esta lamentable realidad, el 16 de agosto se llevó a cabo una manifestación que tuvo una atención mediática no sólo nacional, sino internacional. Miles de mujeres salimos a las calles a alzar la voz en contra de la violencia que vivimos cotidianamente.

La Ciudad de México (CDMX) fue el foco principal en los medios de comunicación porque destruimos la estación del Metrobús Insurgentes, rayamos la Ángela de la Independencia y quemamos la estación policiaca en la calle de Florencia.

Hablo en plural a partir de la “nosotredad” porque fuimos TODAS. La reivindicación de nuestra dignidad humana es una causa que tenemos todas. No hay ni una sola mujer en México que esté exenta de haber vivido algún tipo de acoso, abuso o violencia por el sólo hecho de ser mujer. Todas las que estuvimos en esa manifestación compartimos la rabia e indignación ante los feminicidios, violaciones, desapariciones, entre otros actos, en contra de nuestras vidas, de nuestros cuerpos y de nuestros derechos.

Posteriormente, la criminalización en contra de las manifestantes —y del feminismo en general— se agudizó. El acoso y la violencia digital en contra de las feministas y de quienes apoyaron la manifestación se desbordó en las redes sociales. Por una parte, hubo una oleada de insultos como “feminazis” y amenazas de violaciones y asesinatos; cabe mencionar que, incluso, un grupo de hombres convocó a una marcha para golpear “a morir” a feministas.

Por otro lado, las narrativas gubernamentales y de los medios de comunicación se centraron, nuevamente, en deslegitimar la manifestación enfocándose en el “vandalismo” y la “violencia cometida por las manifestantes”, sin prestar atención en lo verdaderamente alarmante: la situación de violencia que vivimos nosotras las mujeres.

Sin embargo, a partir de la fuerza que unió a los diversos feminismos el viernes 16, seguimos repitiendo ante el mundo: exigir justicia no es provocación. Cualquier persona con un mínimo de empatía debería solidarizarse con el dolor de una madre quien pierde a una hija a manos de un feminicida, de quien acompaña a una hermana a denunciar una violación, de quien busca a una amiga desaparecida.

Ni un vidrio, ni un edificio, ni un monumento vale más que nuestras vidas. Estas manifestaciones son otra prueba de que somos nosotras las mujeres quienes nos cuidamos entre nosotras. Poner el cuerpo y protestar de esa manera no sólo es disruptivo, sino un acto de amor. Si tocan a una, respondemos todas.

Mujeres en todo México se unieron a este llamado de emergencia, entendiendo que necesitamos luchar juntas para sobrevivir. Ya no tendrán la comodidad de nuestro silencio. Este grito es por todas: las que ya no están, las que seguimos, y por las que vendrán.

Y fue así, como ha comenzado un nuevo proceso de incidencia en el tema para erradicar la violencia de género cometida contra las mujeres.

III

América Latina será toda feminista

El gobierno respondió. Dos días después de la manifestación del viernes 16 de agosto, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, convocó a varias feministas, en su mayoría jóvenes, para dialogar.

Llegamos sin saber realmente qué esperar, pero con puntos específicos que denunciamos y exigimos de manera colectiva. Entre ellos: reuniones abiertas e inclusivas en donde haya mayor representatividad y pluralidad de voces; que no haya persecución de las compañeras involucradas en las manifestaciones; el seguimiento y la integración de procesos transparentes sobre los casos no resueltos de acoso, abuso, violaciones, trata de personas, feminicidios y demás denuncias de violencia de género; la exigencia de una narrativa por parte del gobierno acorde a la realidad que se vive en el país sobre la violencia feminicida, machista y patriarcal, libre de revictimización y criminalización al movimiento feminista; solución y carpeta de investigación ante el atropello de derechos humanos por parte de la PGJ al filtrar información confidencial de la menor que denunció ser violada por policías; separación del cargo de servidores públicos con denuncias de acoso y abuso sexual, y la capacitación y sensibilización con perspectiva de género a las instituciones gubernamentales, sobre todo, en Ministerios Públicos y a elementos de Seguridad Ciudadana.

La Jefa de Gobierno, junto con las demás funcionarias, escucharon respetuosa y atentamente y, desde mi perspectiva, mostraron empatía y disposición para trabajar conjuntamente. Minutos después de la reunión, la doctora Sheinbaum declaró que no habrá carpetas de investigación en contra de las manifestantes y días después publicó que no se tolerarán las amenazas, el acoso y los ataques cibernéticos a las mujeres de la CDMX que luchan contra la violencia de género. Hasta la fecha, se siguen organizando y llevando a cabo varias reuniones, asambleas, foros y mesas de trabajo para seguir abordando estas problemáticas.

Con o sin el gobierno, las feministas seguiremos alzando la voz y trabajando por una sociedad más justa y menos violenta. Tenemos la esperanza de que un día caminaremos sin miedo por las calles de este país.

 

*Joven feminista, activista por los Derechos Humanos, coordinadora de proyectos y estados en la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México (ddeser), licenciada en Pedagogía por la UNAM, estudiante de la Maestría en Derechos Humanos de la CNDH.

“Luego seguimos platicando manita”

La vida nos juntó en la universidad, con sueños e ilusiones. Eras morena, siempre delgada y de rizos que te afanabas en alaciar con una liga todas las mañanas.

Desde entonces me quedó claro que tu pasión eran la radio y el cine. Nos encantaba la clase de cinematografía del profesor Marco Julio Linares, a la cual llegábamos a tiempo, sin falta.

Un día me invitaste a ver en tu casa ‘Carlito´s Way’. Yo no sabía quién era Al Pacino y tú me lo explicaste todo: “fíjate en esta escena, fíjate en este diálogo, el director se llama tal”.

Fuimos buenas compañeras y confidentes en ese periodo de nuestras vidas. Películas, comidas, reuniones, pláticas interminables y tareas fueron parte de nuestra formación. Al terminar los estudios tomamos caminos diferentes porque nuestros intereses también lo eran. Nos dejamos de ver por mucho tiempo.

Lograste entrar al medio de moda, hacer radio y comenzaste a forjarte una trayectoria como comunicadora.

Un día me armé de valor y te llamé: “Ely, ¿me perdonas por todo este tiempo que no nos hemos visto?”. “Sí, mensa, olvídalo” y soltaste la carcajada.

Me invitaste a participar en tu espacio radiofónico: “¿Oye?, tú que tanto amas la UNAM, ¿haz algo de la universidad, no? Platícanos sus actividades culturales, científicas, deportivas”. Y colaboré varios años contigo.

Al principio fue todo un desastre. Tú, experimentada frente al micrófono y yo totalmente novata pero aprovechando la oportunidad de salir en un medio importante a nivel nacional y de aprender de ti.

Nos tocó una época difícil en los medios de comunicación mexicanos: recortes, bajos sueldos y cero prestaciones, pero tú te sabías mover: hacías anuncios, demos, viajabas para estar en los eventos de cine, transmitías, y hacías cuanto esfuerzo extremo te permitías.

“Casi no dormía, se la pasaba haciendo anuncios, trabajaba mucho”, me dijo tu mamá cuando llegué a la funeraria donde te esperábamos para darte el último adiós.

Puse mis manos sobre tu féretro y entre lágrimas sólo atiné a decirte, “Luego seguimos platicando, Manita, Flaquita”.

Hoy ya no estás más en el mundo pero dejaste muchas amistades y contagio por el gusto de hacer radio y cine, y eso es para siempre.

Te recordaré siempre, Elizabeth Bobadilla Valle.

*Maestra en Diseño, Información y Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana