Noche de las Estrellas, que se festeja ahora en más de 100 sedes en toda la República Mexicana, tiene su sede principal en la Explanada de Rectoría UNAM en Ciudad Universitaria, zona conocida como las Islas.
El Instituto de Astronomía de la UNAM, institución donde nació hace 10 años esta celebración, es la encargada de organizarla y su propósito es compartir la fascinación por la observación astronómica y el entendimiento del Universo.
Este año tenemos preparado un programa especial porque estamos de aniversario.
Con la temática Cosmovisiones: el cielo de nuestros antepasados. Diez años bajándote las estrellas hemos preparado una serie de actividades de divulgación científica para que todos disfruten de la Luna y las estrellas; actividades llenas de diversión y atracción por las ciencias que están dirigidas a públicos no especializados de todas las edades: niños, jóvenes, adultos, adultos mayores y personas con discapacidad.
Tendremos dos planetarios para disfrutar de proyecciones celestes en alta definición; observación astronómica con más de 200 telescopios que los aficionados a la astronomía comparten con el público asistente; más de 60 carpas temáticas con cientos de charlas, talleres, exposiciones y exhibiciones; así como actividades artísticas que se llevarán a cabo en dos escenarios.
En el Escenario 1 Vía Láctea tendremos cuatro grupos artísticos que presentarán diferentes géneros musicales: música electrónica, sones jarochos y música del mundo para todos tus sentidos. Estas actividades se realizarán de 15:00 a 19:00 horas. En el Escenario 2 Andrómeda estaremos proyectando videos conmemorativos de la historia de La Noche de las Estrellas a lo largo de sus nueve ediciones.
A las 19:00 horas daremos paso a la inauguración que llevarán a cabo distinguidas personalidades del mundo académico en México; y a las 19:30 horas, el Dr. Guillermo Bernal, investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, impartirá la conferencia magistral “Kambalil ek’o’ob: astros, constelaciones y dioses celestes mayas del periodo prehispánico”.
Finalmente, para festejar nuestro décimo aniversario y cerrar con broche de oro esta velada astronómica, la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, de la UNAM, nos deleitará con la interpretación de la obra “Los Planetas”, del reconocido compositor Gustav Holst, de manera simultánea con la proyección de imágenes actuales de los planetas.
Peine y Tijera es el nombre de una movilización policial impulsada a finales de los 50 por el entonces regente del Distrito Federal, Ernesto Uruchurtu, que consistía en peinar las calles en busca de jóvenes “greñudos” a bordo de esas camionetas con batea conocidas “julias” —todo ello como parte de una campaña más grande llamada Mano de Hierro contra los Rebeldes sin Causa— y es también el nombre de la exposición más reciente del Museo del Chopo, la cual permanecerá hasta el 17 de marzo de 2019 y donde, a través de una selección de más de 400 objetos de la época, se revisan los desplantes de un Estado mexicano deseoso de imponer su noción de cómo debía ser una sociedad, una juventud y una familia modernas, y las tensiones derivadas de sus arbitrariedades.
“Esta muestra se llama Operación peine y tijera. Los largos años 60 en la Ciudad de México por aludir a una década que, más allá de los guarismos, empieza un poco antes y termina ya bien entrados los años 70”, explica José Luis Paredes Pacho, director del recinto, quien añade que, para hablar de un periodo tan inasible decidieron enmarcarlo en un paréntesis que abre en mayo de 1959, con la gresca del Cine Las Américas por el estreno de El rey criollo (película protagonizada por Elvis Presley) y cierra con la pedrada recibida por Luis Echeverría Álvarez mientras huía de un estudiantado enardecido el 14 de marzo de 1975, día recordado como el último en que un presidente se atrevió a poner pie en Ciudad Universitaria.
“Hablamos de un momento histórico en el cual el régimen político, social y cultural postrevolucionario mexicano hizo de todo por afianzarse y mostrar fuerza, pero se vio desbordado no sólo por los movimientos políticos o sociales, sino por la cultura, el arte, el ocio, el consumo, la publicidad e incluso por la arquitectura”.
Para dar forma a este relato, más que una aproximación cronológica los curadores proponen un recorrido temático que inicia con un acercamiento a edificaciones emblemáticas que buscaban hacer de la capital ejemplo de modernidad a los ojos del mundo, como CU, el Sistema de Transporte Colectivo Metro, Plaza Satélite o Tlatelolco, lo cual abre las puertas para abordar fenómenos que vinieron aparejados a estas magnas construcciones, como la aparición de las ciudades perdidas, habitadas por campesinos que migraban a la urbe atraídos por promesas de prosperidad y una vida diferente.
“Hacer un alto para reparar en estos contrastes es el leitmotiv de la muestra, pues a través de más de 400 piezas —que incluyen pintura escultura, foto, grabado y documentos— se ventilan las tensiones entre una sociedad cada vez más crítica y un Estado dado a impulsar proyectos faraónicos bajo el amparo de aquello que se dio en llamar el Milagro Mexicano y el Desarrollo Estabilizador”, refiere Ariadna Patiño, coordinadora de Artes Visuales en el Museo del Chopo.
Rebeldes sin causa en México
En 1956, tras el estreno de Rebel without a cause en las salas del entonces Distrito Federal, una reseña advertía: “La película revela el desquiciamiento del país vecino. Lo malo es que, sin darnos cuenta de que se trata de un tema que bien pudiera estar ajeno a la realidad, como nuestra juventud no camina muy derecho que digamos, por espíritu de imitación puede contagiarse con el ejemplo de ese joven libertino interpretado magistralmente por James Dean”.
A partir de este tipo de lecturas los medios empezarían a hablar de un hipotético grupo de jóvenes que, como se describía a sí mismo Jimmy Stark —el protagonista de la cinta dirigida por Nicholas Ray— también estaba “perdido, con mucho por lo cual avergonzarse y sin pertenencia a ningún sitio”. Con el objetivo de hacer frente a esta presencia desestabilizadora, el Departamento del Distrito Federal orquestó la campaña Mano de Hierro contra los Rebeldes sin Causa y, como parte de ella, se puso en marcha la operación Peine y Tijera.
Es en este ambiente de animadversión impulsado desde la prensa cuando se da el evento con el que arranca este ejercicio museístico:la trifulca en el Cine Las Américas, la cual estalló en mayo de 1959 cuando cientos de adolescentes, tras haberse formado por casi 24 horas para comprar un boleto de entrada, dieron “portazo” con tal de ver a Elvis Presley protagonizar El rey criollo, después de que los acomodadores les negaran la entrada a la sala de proyección bajo el argumento de que se ése era un filme “sólo para adultos”.
Este hecho alimentaría el mito de que el rock favorece la violencia y el pandillerismo y haría que las autoridades vetaran a este género en la radio. “Una estrategia muy usada fue la del sembrar el pánico moral, es decir, empujar a la opinión pública a tener miedo sobre ciertos temas o sujetos, en este caso los jóvenes, a fin de legitimar su persecución y la de sus expresiones”, detalla Paredes Pacho.
Por ello, las nuevas generaciones comenzaron a ser vistas como una amenaza para los ideales de modernidad enarbolados por el Estado y se impulsaron una serie de políticas de represión y censura que, en vez de apagar los fuegos, avivaron movimientos estudiantiles, culturales y contraculturales, lo cuales se repasan en esta muestra.
Así, tanto en la Galería Arnold Belkin como en las rampas del recinto se exhiben objetos y documentos que hablan de las disidencias de 1968, del Festival de Rock y Ruedas en Avándaro, del montaje y clausura en Acapulco por “faltas a la moral” de la ópera-rock Hair o de la llamada orgía hippie que en febrero de 1971 llevó a la cárcel al psicomago Alejandro Jodorowsky, al guionista Pablo Leder y a los actores Isela Vega y José Alonso, entre muchos otros.
“Escogimos algunos momentos clave para ser lo más exhaustivos posible, aunque no todos porque, de haberlo hecho, nuestro espacio de exhibición simplemente no hubiera dado de sí. Sin embargo, cada pieza de esta selección refleja la tensión entre el gobierno de la época y una juventud que comenzaba a levantar su voz”, detalla Patiño.
Entre 1984 y Un mundo feliz
La publicidad —a través de anuncios que retrataban a amas de casa sonriéndole a un electrodoméstico Turmix, a familias bebiendo Kool-Aid o televisores a color y estéreos anunciando a todo volumen la entrada de México al futuro— se volvió uno de los escaparates más eficaces para difundir las ideas de modernidad emanadas del Estado.
Bajo esta perspectiva, la exposición analiza cómo el gobierno buscaba incentivar ciertos consumos a fin de homogeneizar a una ciudadanía cada vez más plural; ejemplo de ello, fue la Feria del Hogar, evento anual realizado de 1957 a 1976 en el Auditorio Nacional y en donde, entre un laberinto de stands, se ofrecían shows folclóricos que parecían ser oda a una mexicanidad “de penacho y sarape veteado”, como se escucha en la canción Mi ciudad, de 1971.
“Sin embargo, en franca oposición a estas ideas que pretendían ser impuestas a ultranza la gente comenzó a crear modernidades propias, gestadas a través de los movimientos sociales y políticos y a partir de un agenciamiento ciudadano que llevó a reconfigurar espacios como la Zona Rosa, a abrir peñas para la canción de protesta, a crear espacios underground y a acercarse a las drogas como una manera de vincularse de manera lúdica con las contraculturas. En este contexto vimos surgir historietas con fuerte carga critica como Los agachados, de Rius, o revistas ya emblemáticas como Yerba y Piedra rodante”, acota Paredes Pacho.
Este paseo por una muy alargada década de los 60 concluye el 14 de marzo del 75, con uno de los episodios de mayor rispidez entre el gobierno y la sociedad civil, cuando en el auditorio de la Facultad de Medicina Luis Echeverría, exasperado ante los jóvenes que lo increpaban desde gayola, los señaló con el dedo índice y el puño cerrado, y a punta de gritos los acusó de “pro-fascistas” “manipulados por la CIA” y “de desligar el proceso de modernización de sus verdaderos objetivos”. El descontento llegó a tal grado que el presidente tuvo que huir resguardado por militares, no sin antes de recibir una pedrada en la frente, en una suerte de represalia simbólica por las matanzas del 2 de octubre del 68 y del 10 de junio del 71.
Para Paredes Pacho, más que un mero despliegue de memorabilia Operación peine y tijera. Los largos años 60 en la Ciudad de México es el relato de cómo detrás de las llamadas “políticas de modernización” del Estado en realidad había una pretensión de apuntalar las típicas posturas monoculturales, verticales y autoritarias del régimen, y de cómo sus estrategias de contención fueron insuficientes ante una sociedad en plena transformación.
“Al final, esta muestra es un llamado a consolidar un México verdaderamente moderno y no al estilo de lo que planteaban los gobiernos de hace 50 años; es momento de tener un país conformado por una ciudadanía incluyente, diversa, plural y crítica”.
En algún lugar del Cosmos, una estrella murió y se convirtió en un agujero negro. En su nueva vida, devora todo aquello que se le acerca, incluida la luz. Se trata de un fenómeno que hasta el momento resulta un gran enigma para los astrónomos.
Cuando un objeto se acerca, el agujero negro lo atrae cada vez más rápido hasta friccionarse, lo que produce rayos gamma, afirma Julieta Fierro Gossman, investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM.
En entrevista para UNAM Global, la investigadora apunta que en la actualidad los astrónomos dividen el espectro electromagnético en seis regiones: radio, infrarrojo, visible, ultravioleta, rayos x y rayos gamma. Las ondas de radio son las de más baja frecuencia y los rayos gamma los de más alta frecuencia.
Como la energía de la radiación es directamente proporcional a su frecuencia, las radiaciones ultravioleta, de rayos x o de rayos gamma son dañinas para el ser humano, debido a que pueden alterar el ácido desoxirribonucleico (ADN) o matar las células.
De acuerdo con Fierro Gossman, los rayos gamma son radiación equivalente a la luz o a las ondas de radio pero con muchísima más energía. Así, existen varias fuentes de rayos gamma, como los sistemas de estrellas binarias, remanentes de supernovas, galaxias activas y los cúmulos de galaxias.
En todos estos tipos de objetos, la emisión de rayos x proviene del gas que ha sido calentado a temperaturas altísimas (decenas de millones Kelvin). Como referencia, la Tierra tiene una temperatura de alrededor de 300 Kelvin y la superficie del Sol está a unos 6 mil Kelvin.
Los rayos gamma viajan por el espacio y llegan a la Tierra, al chocar con la atmósfera producen lluvias de partículas que pueden detectarse desde la Tierra en lugares como el Observatorio HAWC (High Altitude Water Cherenkov), concluye Fierro Gossman.
Dos nuevas exposiciones y una pieza acusmática multicanal se inauguraron el sábado 10 de noviembre en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC). #No me cansaré. Estética y política en México, 2012-2018 es una de ellas, y muestra algunas de las prácticas artístico-estético-políticas que surgieron de movilizaciones recientes en la Ciudad de México, mismas que cristalizaron en su momento los reclamos de grupos diversos “en un país en el que la violencia subsume y desborda al Estado”.
A la entrada de la exposición se lee que “la conmemoración de los 50 años del Movimiento Estudiantil de 1968 es la coyuntura necesaria para cuestionarnos dónde nos encontramos”. Desde estas materialidades, “artivistas urbanos” convocan a interrogar un tiempo convulso que simultáneamente ofrece posibilidades de resistencia.
Son gramáticas visuales que nos detienen a pensar los procesos sociales vivos y en constante mutación, los cuales interpelan las complejas y oscuras realidades de un México hondamente dolido. Presentación de herramientas y estrategias para entender la transformación de prácticas políticas y la materialidad con la que se hace visible su reclamo. Urgencia e imaginación prolongada en un mapa confeccionado con hilos de colores y que nos conduce por diez años de conexiones sociales, trazo de líneas y nodos que dan cuenta de la viralización de movimientos sociales específicos.
También es un encuentro con la subversión de los símbolos nacionales con la idea de generar la desidentificación y dar acta de nacimiento a los nuevos sujetos políticos. A esto se añaden mapeos, cartografías y bases de datos que informan sobre la violencia contemporánea y hacen referencia al contrapoder de la ciudadanía.
Impresiones risográficas para visualizar los rostros de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa; y contiguamente la exhibición de bordados como memoriales ciudadanos para visibilizar a las víctimas de la violencia: “Elementos del Ejército Mexicano mataron a presunto infractor. Reynosa Tamaulipas 23/03/2107”… “Un matrimonio formado por dos maestros fue ejecutado en Guachochi, Hidalgo del Parral, Chihuahua. 24/03/2011”… “Un hombre fue encontrado muerto envuelto en una cobija a cuadros rojo, negro y blanco. Culiacán, Sinaloa. 30/12/2010”… Bordados como actos simbólicos de restitución.
En otro punto, dispositivos gráficos de siluetas a escala para hacer presentes a los cuerpos de quienes nos hacen falta. A unos cuantos pasos, fotografías de cuatro esculturas sembradas de manera colectiva y anónima en sitios neurálgicos del Paseo de la Reforma. Antimonumentos para recordar a los normalistas desparecidos; a los infantes de la guardería ABC víctimas de un incendio con rastros de corrupción y negligencia; a los 65 mineros literalmente abandonados en Pasta de Conchos; a dos jóvenes asesinados, como tantos miles más.
Enseguida, testimonios de la intervención de Arte Amable y performance poético en la señalética de la estación del metro Patriotismo, fugazmente rebautizada como Matriotismo, lo mismo que de la estación Tlatelolco a la que se le agrega 2 de octubre no se olvida. Y a un lado, memes que no los tiene ni Obama, dispositivos ideológicos para compartir masivamente por las redes sociales; y pegadito a ellos los mapas de feminicidios en México, geolocalización de los casos que aparecen en la prensa nacional y ahora reunidos en una plataforma de software abierto.
De todo esto y más va No me cansaré, exposición colectiva en la que participan César Martínez, Contingente Láser Tag, Fuentes Rojas, Redretro Sistema de Transporte Onírico, Data Cívica, Horizontal, Rexiste, Geocomunes, María Salguero, Ruta Antimonumentos por la Memoria, Juan Pablo Avendaño, Siempreotravez, Casa El hijo del ahuizote, Sandra Calvo y Yutsil Cruz. Las curadoras son Helena Chávez Mac Gregor, Sol Henaro y Alejandra Labastida. Permanece hasta el 31 de marzo del próximo año.
Residencias artísticas y sus prácticas
La otra exposición inaugurada el sábado 10 se titula Temporal. Programa de residencias, en la que “se pretende reflexionar sobre la práctica de las residencias artísticas desde la colaboración entre individuos y la hospitalidad”. Cuatro artistas se dedicaron a realizar una obra nueva con sus respectivos procesos de trabajo e investigación, para plasmar cada quien a su manera preguntas “en torno a las condiciones y problemáticas de dignidad humana, supervivencia y legalidad”. Perspectivas formales y conceptuales diversas para “posicionarse en tiempos de incertidumbre social, política y ecológica”.
Antonio Bravo realiza una investigación de campo, que consistió en trabajar la siembra y cosecha de maíz y frijol durante el temporal de 2016 y 2017, en el municipio de Tepexi de Rodríguez, Puebla. Son claras las señales: la agricultura de temporal depende del comportamiento de las lluvias y el cambio climático genera mayor incertidumbre. Desde su experiencia corporal, Bravo genera enunciados que expresa en Lecciones de cosecha, materializadas en fotografías, dibujos y esculturas de tierra
Otra de las artistas residentes es Núria Güell, quien en colaboración con jóvenes menores de edad, víctimas de explotación sexual, selecciona cuadros de escenas bíblicas “que acompañan de comentarios en audioguías sobre las relaciones desiguales de poder y violencia entre mujeres y hombres en nuestra sociedad”. Parte de estas obras originales pertenecen al acervo del Museo Nacional de San Carlos.
Por su lado, Marwa Arsanios reflexiona en un video sobre el trabajo del hogar y su representación en los medios de comunicación en México: “Desde las condiciones legales de desigualdad y desvalorización salarial hasta el racismo que atraviesa esta labor fundamental sobre la cual se construye la economía neoliberal”.
Y un cuarto residente, Cristóbal Sarro, desarrolla una investigación en el Laboratorio de Fisicoquímica de la UNAM, “en la que elabora un pigmento negro a partir de residuos óseos animales, con el que continúa su exploración técnica del dibujo anatómico animal”. La curadoras son Alejandra Labastida y Daniela Pérez. Esta exposición es una coproducción con el Museo Amparo de Puebla y se mantiene abierta al público hasta el 31 de marzo de 2019.
Códigos sonoros de pastoreo
En el marco del Festival Vértice. Experimentación y Vanguardia se incluye Voces, pieza acusmática multicanal de la compositora Alejandra Hernández, cuya obra se enfoca principalmente en la música electroacústica y la interdisciplina. Es la confección de un imaginario acústico de las zonas montañosas de Cantabria en el norte de España, caracterizado por el sonido que emiten los cencerros para llamar al rebaño.
“La pieza parte de una investigación en Cantabria con dos de los últimos afinadores de cencerros que sobreviven en la zona, Ángel López y Pepín. Es el resultado del registro y la manipulación digital del sonido de los instrumentos que permite a la comunidad entablar un lenguaje común de códigos sonoros”.
Voces se compone de masas sonoras cuya fuente es la fuerza del yunque y el martillo, contrastantes con sonidos que nos colocan en espacios definidos donde la conversación, el pastoreo y el llamado del cencerro reclaman la ilusión del movimiento. Curaduría de Roselin Espinosa para escucharse en privado hasta el 10 de febrero del año venidero.
Es como un sueño en el que la mente vuela con total libertad, en el que convives con hombres de hasta 5 metros de altura y con bailarines en miniatura, en el que viajas en cuestión de segundos de un bello desierto a un parque urbano, de una cueva a una casa. En el que eres tú, pero también eres otro.
Así es VR_I, la primera coreografía en realidad virtual inmersiva, diseñada por el bailarín Gilles Jobin y recreada por el laboratorio suizo Artanim, la cual fue presentada en el Salón de Danza de la UNAM del jueves 8 al domingo 11 de noviembre, como parte del Festival Vértice 2018.
Durante esos cuatro días, cada 20 minutos un grupo de 5 personas se adentró en el mundo virtual de Jobin. A cada uno le instalaron lentes virtuales, micrófono, auriculares y una mochila con una computadora adentro. “¡Wooow!”, “Está padrísimo!”, “¡Esto es tan real!”, comentaban los espectadores durante la inmersión.
Una vez adentro de VR_I, cada espectador adquiere un personaje, un avatar. Todos se pueden comunicar entre sí y tocarse, lo que los convierte en compañeros de un viaje único y original. Como compartir un sueño.
Los espacios oníricos a los que te transporta Jobin, en los que se juega todo el tiempo con las escalas y las dimensiones, con los colores, la luz, las sensaciones y las emociones, tienen un denominador común: la danza. En VR_I siempre hay cuerpos en movimiento. Los bailarines llegan a ser tan reales y a estar tan cerca de ti que te contagian la energía de sus pasos.
La experiencia, sin embargo, es libre. Hay espectadores que terminan bailando, pero hay otros que simplemente se quedan observando. En VR_I no hay reglas ni instrucciones previas. Si acaso sólo existe la consigna de soltarte y dejarte sentir. De disfrutar la experiencia.
El proyecto de Jobin y Artanim abre un nuevo terreno para la expresión de la danza. VR_I le da la oportunidad al público de interactuar con el baile y, al mismo tiempo, con el teatro, las artes visuales, la poesía, el cine y otras disciplinas en un espacio nuevo. Un espacio real y lúdico, emotivo hasta las entrañas, pero intangible.
VR_I bien podría ser el pionero de una nueva forma de experimentar el arte y romper con los límites físicos y sensoriales que se creían infranqueables para el ser humano. Un primer referente de cómo se producirá, se compartirá y se consumirá el arte en el futuro. Como en su momento lo hizo el francés Georges Méliès a principios del siglo 20 con el cine, señaló Jobin.
“Es un momento único, que históricamente estamos viviendo ahora. Quizá en dos años más gente ya experimente realidad virtual, pero por ahora pocos lo han hecho. Eso (también) hace que esta pieza tenga un amplio impacto. Eso me gusta mucho como artista. Es muy interesante”, destacó Jobin, reconocido por su trabajo experimental y siempre a la vanguardia.
“Otra cosa que me fascina es el lenguaje coreográfico. A veces la danza contemporánea no se entiende y es normal, es un lenguaje hermético. Pero aquí no. Niños, gente mayor, especialistas… todo mundo reacciona igual: pasmado con la realidad (virtual) y con el cuerpo. Todo mundo se fascina”, agregó el bailarín y director suizo.
VR_I tuvo gran éxito en la UNAM, pues las localidades de la obra, ofrecida de forma gratuita, se agotaron en pocos días. La realidad virtual ya llegó al Centro Cultural Universitario.
Las células madre, famosas por reponer las reservas del cuerpo de otros tipos de células a lo largo de la vida, pueden tener una capacidad adicional e imprevista para almacenar recuerdos de heridas e inflamaciones pasadas. Nuevos estudios realizados en la piel, el intestino y las vías respiratorias sugieren que las células madre, a menudo asociadas con el sistema inmunológico, pueden usar estos recuerdos para mejorar las respuestas de los tejidos a las lesiones pasadas y a las agresiones patógenas.
“Lo que estamos empezando a darnos cuenta es que estas células no solo están ahí para reponer el tejido dañado. En realidad, tienen otros roles de comportamiento”, dijo Shruti Naik, una inmunóloga de la Universidad de Nueva York que ha estudiado este efecto de la memoria en la piel y otros tejidos. Las células madre, dijo, “tienen una habilidad exquisita para ‘sentir’ su entorno y responder”.
Pero cuando esas respuestas van mal, pueden contribuir o causar una variedad de problemas de salud que incluyen inflamación crónica, como alergias graves y trastornos autoinflamatorios.
La mayoría de los tejidos en el cuerpo contienen pequeños reservorios de células madre, que pueden dividirse y especializarse en innumerables tipos de células según sea necesario. Una célula madre en la piel, por ejemplo, se puede dividir y dar origen a linajes de células que producen pigmento o queratina, células que forman las glándulas sudoríparas o incluso las células de barrera flexible que permiten que la piel se estire cuando el cuerpo se mueve. Servir como “fábricas en miniatura” para otros tipos de células parecía ser la función principal de las células madre, y debido a que deben ser versátiles, una suposición subyacente ha sido que tienen que ser “hojas en blanco”. Pero ahora empieza a emerger una nueva función.
En agosto, un artículo de Natureofreció nueva evidencia de un tipo de ‘memoria’ en las células madre, y una de las primeras evidencias vista en humanos. El equipo, liderado por el pionero en la secuenciación de células individuales Alex Shalek, y el inmunólogo José Ordovas-Montañes, ambos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, y la inmunóloga Nora Barrett del Brigham and Women’s Hospital,quienes se propusieron entender el por qué algunas personas sufren alergias crónicas debilitantes al polvo en el aire, el polen y otras sustancias. La mayoría de las personas experimentan a lo sumo un ataque pasajero de síntomas parecidos al resfrío debido a estos irritantes, pero aproximadamente el 12% de la población tiene una reacción severa que persiste todo el año.
El trabajo es el primer paso en la búsqueda más amplia del equipo para comprender las enfermedades inflamatorias crónicas, como el asma y la enfermedad inflamatoria intestinal, en las que el sistema inmunitario continúa lanzando ataques innecesarios incluso después de que finaliza el daño inicial. Estos tipos de trastornos autoinflamatorios han sido durante mucho tiempo atribuidos al sistema inmunológico, que se cree que reacciona de forma exagerada ante una amenaza percibida. Pero el equipo de investigadores sospechó que podría haber una causa en el tejido mismo.
Comenzaron tomando células de las cavidades nasales inflamadas de personas con sinusitis crónica y comparándolas con células de sujetos ‘control’ sanos. Después de recolectar alrededor de 60,000 células de 20 personas diferentes, secuenciaron las moléculas de ARN tomadas de las células individuales y se procedió a determinar qué genes estaban activos en ellas. En las células madre de los pacientes con sinusitis, vieron que muchos de los genes activos estaban asociados con la inflamación alérgica; en particular, los genes eran objetivos de dos mediadores inmunitarios llamados interleucina 4 (IL-4) e interleucina 13 (IL-13). Estas son pequeñas moléculas que las células inmunitarias como los linfocitos T y B suelen utilizar para comunicarse entre sí.
El hecho de que éstos genes en las células madre estaban activos significaba que las células madre aparentemente estaban en comunicación directa con el sistema inmunológico. El presentimiento de que esta comunicación podría tener un efecto en la naturaleza crónica de la enfermedad llevó a los investigadores a una serie adicional de experimentos…
Extrajeron células de las vías respiratorias de los pacientes alérgicos, las cultivaron durante aproximadamente cinco semanas y luego hicieron un perfil de su actividad genética. Encontraron que los genes implicados en la inflamación alérgica aún estaban activos, a pesar de que la amenaza alérgica del polvo y el polen había desaparecido. Además, los investigadores describieron muchas de las células como “atascadas” en un estado inferior al estado completo de madurez.
Para Shalek, este resultado indica “que las células madre pueden transferir ‘memorias’ a las futuras generaciones de células y esto puede causar cambios casi permanentes en el tejido que reponen”. Este proceso invita a las comparaciones con el sistema inmunológico: las células B y las células T guaran sus experiencias de sus infecciones previas, como si se hubieran ‘preparado’ para luchar contra otras nuevas de manera más efectiva. De manera similar, las células madre pueden retener un registro de ataques pasados para agudizar sus respuestas la próxima vez. Pero en el caso de los pacientes alérgicos, ese recuerdo aparentemente no se ajusta a la situación, como si hiciera que las células madre indiquen permanentemente al sistema inmunitario que un atacante está allí, creando un ciclo de retroalimentación que promueve la inflamación y crecimiento de pólipos.
De hecho, según Shalek, en su artículo pudieron probar los efectos de un anticuerpo que bloquea IL-4 e IL-13 en las células madre y secretoras de un pólipo nasal individual. Y notaron una restauración sustancial de la expresión génica asociada con el tejido sano, un paso prometedor hacia el desarrollo de futuras terapias.
“Los inmunólogos están empezando a comprender que las reacciones inmunitarias tienen lugar en los tejidos, y la forma en que los tejidos responden a esto es a nivel de las células madre”, dijo Naik.
Se desconoce cómo las células madre almacenan estos recuerdos. Tanto en la alergia como en los estudios de curación de heridas, el mecanismo parece implicar alguna modificación del ADN que hace que ciertos genes sean más o menos accesibles a la activación. Naik descubrió que el ADN en las células madre de la piel de los ratones con doble herida contenía muchas regiones que estaban menos compactadas, lo que generalmente indica actividad genética, y algunas de esas regiones abiertas se retuvieron mucho después de que la inflamación terminó.
Como Naik y sus colegas discutieron recientemente en un artículo de revisión para Cell, las células madre en una amplia gama de tejidos se involucran en un “diálogo” químico con el sistema inmunológico, en ambos sentidos, y potencialmente con muchos otros tipos de células, combinando su información para enfrentar la situación de forma más eficaz dependiendo de las condiciones cambiantes. Cualesquiera que sean los detalles de esas conversaciones, toda la evidencia apunta a que las células madre desempeñan un papel central para ayudar a que los tejidos sean más adaptables al conservar algún registro de su historia.
“Tiene más sentido que un tejido simplemente aprenda de su experiencia”, dijo Naik. “De esa manera puede optimizar el tiempo para reparar daños”.
El desierto de Atacama, el más seco y antiguo de la Tierra, situado al norte de Chile, tiene un corazón hiperárido en el que hace al menos 500 años que no se han registrado lluvias. Pero esta situación ha cambiado en los últimos tres años: por primera vez se han registrado lluvias en el corazón hiperárido y, contrariamente a lo que se esperaba, el aporte de agua ha causado una gran devastación entre la vida local: los microbios, según concluye un estudio internacional, publicado en Nature Scientific Reports, dirigido por investigadores del Centro de Astrobiología, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial. Estas lluvias recientes se atribuyen al cambio climático global.
“Nuestro grupo ha descubierto que, contrariamente a lo que cabría esperar intuitivamente, el aporte de agua no ha supuesto un florecimiento de la vida en Atacama, sino que por el contrario las lluvias han causado una enorme devastación en las especies microbianas que habitaban estos lugares antes de las precipitaciones”, explica el investigador del CSIC Armando Azúa-Bustos.
“Nuestro trabajo muestra que las elevadas lluvias han causado la extinción masiva de la mayoría de las especies microbianas indígenas. El rango de extinción llega al 85%, como resultado del estrés osmótico que ha provocado la abundancia repentina de agua: los microorganismos autóctonos, que estaban perfectamente adaptados a vivir bajo condiciones de extrema sequedad y optimizados para la extracción de la escasa humedad de su entorno, han sido incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones de súbita inundación y han muerto por exceso de agua”, añade Alberto G. Fairén, investigador del CSIC en el Centro de Astrobiología.
De Atacama a Marte
Este estudio representa un gran avance para entender la microbiología de entornos extremadamente áridos. También presenta un nuevo paradigma para entender la ruta evolutiva de la hipotética microbiota temprana de Marte, puesto que Marte es un planeta hiperárido que experimentó inundaciones catastróficas en épocas antiguas.
“Marte tuvo un primer periodo, el Noeico (hace entre 4,5 y 3,5 miles de millones de años), en el que hubo mucha agua en su superficie”, indica Fairén. “Lo sabemos por la cantidad de evidencias hidrogeológicas que se conservan, en forma de minerales hidratados ubicuos sobre la superficie, huellas de ríos, lagos, deltas y tal vez un océano hemisférico en las llanuras del norte”, explica Fairén.
Después Marte perdió su atmósfera y su hidrosfera, y se convirtió en el mundo seco y árido que conocemos hoy. “Pero en algunos momentos durante el Hespérico (de 3,5 a 3 miles de millones de años), grandes volúmenes de agua excavaron su superficie en forma de canales de desbordamiento, los más grandes del Sistema Solar. Si aún existían comunidades microbianas resistiendo el proceso de desecación extrema, se habrían visto sometidas a procesos de estrés osmótico similares a los que hemos estudiado en Atacama”, detalla el investigador.
“Por lo tanto, el estudio de Atacama nos sirve para proponer que la recurrencia de agua líquida en Marte pudo haber contribuido a la desaparición de la vida marciana, si alguna vez existió, en lugar de representar una oportunidad para el reflorecimiento de microbiotas resilientes”, concluye Fairén.