Una de las cosas que más disfrutamos los seres humanos es dormir. Más allá de que esta actividad es necesaria para que nuestro cuerpo se restaure de la jornada diaria, dormir ayuda a pensar con más claridad, a desempeñarte mejor en tus actividades, a disminuir el estrés, a mejorar el estado de ánimo, a reducir el riesgo de enfermedades (como la diabetes y las enfermedades del corazón) y a mantener un peso saludable.
Como podemos ver, hay muchos beneficios al dormir, pero estos siempre se darán cuando se haga de buena forma. Aunque parezca una actividad que no requiere gran ciencia, lo cierto es que debemos prestar atención a las posturas que adoptamos al dormir y a los lugares donde descansamos, puesto que esto nos proporcionará un mejor descanso y la ausencia de molestias o dolores.
Profesionales especializados, como el Dr. Juan Carlos del Razo Becerril de la FES Zaragoza, resaltan la importancia de las posturas saludables a la hora de dormir. Por tanto, consultamos con él las distintas posiciones que usamos para este acto, analizando los pros y contras de cada una y finalmente destacando cuál es la mejor.
Dormir boca arriba
De acuerdo a Del Razo Becerril, esta es la postura para dormir más común, aunque no es la mejor. A pesar de ello, hay varias ventajas como que la columna se alinee y, por tanto, la tensión entre los discos vertebrales disminuya, ayuda a mantener a los órganos internos alineados, previene el dolor de cuello y espalda.
No obstante, esta posición tiende a ser contraindicada para aquellas personas que padecen de apnea de sueño ya que “cuando dormimos boca arriba entramos en un sueño profundo y nos relajamos muscularmente. Dentro de esos músculos que se relajan están la faringe y la laringe, que llevan aire hacia las vías respiratorias. Para las personas que padecen apnea de sueño, la relajación de ambos músculos les juega en contra porque esos conductos disminuyen en su diámetro e impiden que puedan respirar dando paso a los famosos ronquidos”.

Estar en apnea de sueño provoca que el sistema nervioso se active constantemente, provoca despertamientos constantes, lo cual incide en el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Puede generar un mal descanso y esto a la larga genera estrés, particularmente en el sistema cardiovascular y eso va alterando la estructura de las paredes de las arterias y las grasas oxidadas se van pegando a éstas predisponiendo la formación de la placa de ateroma (endurecimiento de las arterias) y desencadenando trastornos o problemas cardiovasculares serios, que pueden derivar en un infarto.
“Tiene sus bondades dormir boca arriba, pero a largo plazo puede tener un costo muy alto,particularmente en personas con algunos factores de riesgo como el sobre peso y la obesidad” dijo.
Dormir boca abajo
El experto universitario destacó que esta posición es la menos usual y manifestó que si “bien los discos vertebrales se alinean, los de la región cervical y del cuello se ven afectados generando dificultades importantes como dolor en esta zona o problemas cervicales serios. Por otro lado, también se ve afectada la capacidad de respirar, ya que se comprime el tórax y, por ende, el paso de aire es reducido”.
“El descanso no es adecuado en esa posición porque tiene más contras que pros”, señaló.

Dormir de lado
“Es la mejor forma de dormir y más si es del lado izquierdo”, indicó el Dr. Juan Carlos del Razo Becerril, quien destacó que dentro de esta posición otorga diversas ventajas entre las que se encuentran evitar los dolores cervicales, de espalda, mejorar la respiración, disminuir los ronquidos y reducir el reflujo gastroesofágico.
Como anteriormente señaló el experto, dormir del lado izquierdo es mucho mejor porque, aparte de los beneficios ya mencionados, trae otros como un mejor flujo de sangre, lo cual nos ayuda a mantener constante nuestro volumen y presión sanguínea; impide la compresión de la arteria aorta, encargada de bombear sangre desde nuestro corazón hacia el resto del sistema sanguíneo.
De igual forma, esta posición es la más correcta para las mujeres embarazadas sobre todo en los últimos tres meses antes del nacimiento. Acostarse en esta posición les ayuda a mantener en la medida de los posible una buena distribución sanguinea ya que facilita el trabajo del corazón, por que evita que el peso del producto y los órganos de la madre presionen a los grandes vasos favoreciendo de esta manera el flujo sanguíneo beneficiando al feto y la madre.

No obstante, si queremos tener estos grandes beneficios será necesario el apoyo de una almohada. “Es necesario que coloquemos una almohada (ergonómica puede ser) entre ambas piernas a la altura de las rodillas para que esto no genere tensión en la cadera o en la región lumbar. Esto favorece una alineación correcta y que el estrés en los discos vertebrales disminuya”, agregó Razo Becerril.
Otros aspectos
Además de tomar una postura correcta para conciliar el sueño de buena manera y que este sea reparador, es necesario tomar en cuenta otros factores como la almohada y el colchón en donde descansaremos.
Sobre la almohada, el profesor universitario dijo que esta debe proporcionar soporte a la cabeza, pero tampoco debe ser una almohada que levante mucho la cabeza porque si se flexiona en demasía esta, la respiración se dificulta provocando apnea de sueño.
Por otro lado, aquellas personas que padecen de reflujo necesitan una almohada especial que les permita elevar la cabeza y el torso, creando una inclinación que le ayude a prevenir el flujo de ácido estomacal hacia el esófago.

Respecto al colchón, este debe ser duro, su posición debe cambiarse o girarse cada seis meses (para que el desgaste se reparta) y debe ser sustituido por otro en un lapso no mayor a cinco años.
“Los colchones se desgastan por igual independientemente de su tamaño. Los individuales se gastan del centro, pierden firmeza e incluso se hace como un hueco en esa zona. Por otro lado, los matrimoniales pierden firmeza en los extremos y se empieza a hacer como una pendiente en las orillas. Debemos prestar atención en este aspecto porque también es relevante”, concluyó.
Ideas destacadas
- Dormir no solo es necesario para la restauración física diaria, sino que también contribuye a una mejor claridad mental, rendimiento en actividades, reducción del estrés, mejora del estado de ánimo, disminución del riesgo de enfermedades como la diabetes y problemas cardíacos, y mantenimiento de un peso saludable.
- A pesar de ser una actividad cotidiana, la forma en cómo dormimos, incluyendo las posturas y el lugar de descanso, influye significativamente en la calidad del sueño y puede prevenir molestias o dolores.
- Dormir boca arriba, aunque común, tiene ventajas como la alineación de la columna y la prevención del dolor de cuello y espalda, pero puede ser contraproducente para personas con apnea del sueño, ya que puede incrementar la frecuencia cardíaca y la presión arterial a largo plazo.
- Esta posición, aunque alinea los discos vertebrales, puede causar problemas en la región cervical y dificultades respiratorias debido a la compresión del tórax, resultando en un descanso inadecuado.
- Dormir de lado, y en particular del lado izquierdo, es considerado como la mejor posición para dormir, ofreciendo ventajas como la reducción de dolores cervicales y de espalda, mejora en la respiración, disminución de ronquidos y reflujo gastroesofágico, además de favorecer el drenaje linfático y la circulación sanguínea.
- Dormir del lado izquierdo es especialmente beneficioso para mujeres embarazadas en los últimos meses de gestación, mientras que dormir del lado derecho puede ser útil para mantener la agilidad mental pero no es recomendable para personas con reflujo.
- Para maximizar los beneficios de las distintas posturas de sueño, es crucial el uso de almohadas ergonómicas, especialmente entre las piernas al dormir de lado, para mantener una alineación correcta y disminuir el estrés en los discos vertebrales.
- La selección adecuada de almohadas y colchones es esencial para un sueño reparador. Las almohadas deben proporcionar soporte sin elevar excesivamente la cabeza, y los colchones deben ser firmes, rotarse regularmente y reemplazarse cada cinco años para evitar el desgaste desigual.