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UNAM busca salvar al lobo mexicano de la extinción

Desde tiempos inmemorables los humanos han temido a todos los depredadores, y esto los ha llevado a diezmar sus poblaciones y afectar a los ecosistemas con graves consecuencias. Un ejemplo es el lobo mexicano que históricamente se ubicaba en el sur de Estados Unidos, en la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre Oriental, además del centro y sur de México.

A principios del siglo XX,  en Estados Unidos, surgió una campaña para su exterminio que se extendió a México unas décadas más tarde, debido  a la depredación que ejercía sobre el ganado, dijo en entrevista Enrique Martínez Meyer, investigador del Instituto de Biología de la UNAM. 

En esa época, el gobierno creó una campaña para acabar con todos los depredadores como son los pumas, los osos, los coyotes así como los lobos, que fue el más afectado. A partir de 1980 quedaban muy pocos ejemplares en vida silvestre y en Estados Unidos ya los habían exterminado a todos.

De los últimos ejemplares silvestres, los biólogos rescataron a cinco para iniciar un proyecto de recuperación. “Irónico porque las autoridades por un lado habían invertido muchos recursos para exterminarlos y por el otro buscaban un programa de recuperación”.

Finalmente, en 1987 el lobo mexicano se declaró extinto de la vida silvestre. Desde entonces, un grupo de científicos de diversas instituciones de Estados Unidos y México, en donde participa la UNAM, han orientado sus esfuerzos para mantener su linaje, primero en cautiverio y más recientemente en vida libre. 

Así, han investigado cómo llevar a cabo las cruzas de estos especímenes para evitar problemas de consanguinidad y no perder la variación genética. 

La idea es liberarlos en las zonas donde vivían y así recuperar sus poblaciones en estado silvestre, explicó el académico universitario.  

La problemática actual 

En Estados Unidos la recuperación en vida libre se orientó en el sur de Arizona y Nuevo México, un área muy extensa y adecuada para introducir los lobos al estado natural. De hecho, el programa ha sido exitoso, ya que actualmente habitan alrededor de 160 lobos en vida silvestre.

No obstante, la distribución histórica de esta subespecie ha sido del 90 por ciento en territorio mexicano. Por ello, en México empezaron en 2011 con  liberaciones de parejas o  grupos familiares pequeños en Chihuahua. A la fecha se han realizado 15 liberaciones y se estima que actualmente existen alrededor de 35 individuos. Por tal motivo, la categoría de extinto en vida silvestre cambió a en peligro de extinción.

La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, ha llevado el programa en su área de especies prioritarias. Además de la UNAM, a través del Instituto de Biología , otras instituciones académicas que participan en diferentes aspectos del proyecto de recuperación son la Universidad Autónoma de Queretaro y la Universidad Autónoma Metropolitana, con especialistas tanto en la parte genética como de vida silvestre. 

Sin embargo, existen una serie de retos para llevar a cabo exitosamente esta recuperación. Uno de ellos es identificar en donde se reúnen las condiciones favorables para liberar a los lobos, que puedan establecerse y reproducirse para formar una nueva población.

De hecho, existe una polémica sobre en donde es mejor invertir los esfuerzos para liberar los lobos . Por ejemplo, hay un grupo que considera que México no tiene condiciones apropiadas para liberar estos ejemplares, por lo que sería mejor buscar alternativas en Estados Unidos, aunque estos sitios serían fuera de lo que se conoce sobre su distribución histórica. En contraparte, se  otra corriente  apoya la idea de la recuperación del lobo en México, ya que todavía hay zonas en buen estado de conservación que podría mantener sus poblaciones. 

Entonces ¿Cuál es la mejor zona para este depredador? Los lobos requieren de mucha extensión de área para mantener a sus grupos, que suelen vivir en sociedad. En general, los grupos tienen una pareja alfa, que se reproduce, algunas de las crías de la primer camada se van y otras se quedan. Los ejemplares que se van, buscan establecer sus propios territorios y familias con ejemplares de otros grupos familiares. Esto se repite sucesivamente y así los individups y los grupos van ocupando el territorio hasta formar una población conformada por varios grupos. 

Son depredadores que se alimentan de animales como venados, conejos, liebres, guajolotes silvestres y en menor medida jabalíes, en fin, animales de tamaño mediano y grande. Sin embargo, en este punto entran en conflicto con los ganaderos, pues hay eventos de depredación sobre el ganado y no aceptan a los lobos. 

La idea de que acaban con el ganado está sobredimensionada. Los lobos sí pueden causar algunas bajas, pero es más frecuente que el ganado muera más por otras causas, como son enfermedades o las sequías que depredadas por  lobos u otros carnívoros, explicó el académico universitario. 

Así, Enrique Martínez Meyer junto con su equipo de trabajo identificaron cuatro zonas para la recuperación de poblaciones de los lobos, siendo dos de éstas las más  favorables por su extensión y grado de conservación: la primera en Nuevo México y Arizona, llamada la región del Mogollón; y la segunda en la Sierra Madre Occidental, desde Chihuahua y Sonora, hacia el sur en Durango y hasta el norte de Jalisco y Zacatecas. La tercera zona es la Sierra Madre Oriental, en San Luis Potosí, Neuvo León y Coahuila, finalmente en el sur de Texas y soreste de Nuevo México

¿Se puede recuperar?

La recuperación del lobo depende en un 80 por ciento de las personas, y el restante de estos depredadores.“Se trata de animales bastante adaptables en muchos sentidos y si los dejamos solitos se recuperarían rápidamente”. 

Los lobos tienen mala reputación y en el conocimiento popular la gente piensa que son dañinos. “El problema no radica en si hay suficiente bosque, sino que las personas estén dispuestas a tolerar a los lobos”.

Los beneficios de regresar a los lobos mexicanos al estado silvestre es que permitirá el control de poblaciones de otras especies, y con esto se tendrá un funcionamiento adecuado de los ecosistemas. 

Si falta una de estas piezas, se dispararán ciertas poblaciones. Por ejemplo, los venados aumentan y con esto disminuye considerablemente la vegetación de la que se alimentan, causando efectos en cascada en todo el ecosistema. 

Por eso es importante la presencia de los depredadores, no sólo de los lobos, sino también de los coyotes, los pumas y los osos, porque ellos mantienen a las otras poblaciones en números adecuados para mantener el buen funcionamiento de los ecosistemas, concluyó el investigador universitario.