LOS GLACIARES Y SU IMPORTANCIA EN MÉXICO
Primeramente, debemos partir del origen y formación de un glaciar, y por ello, los glaciares son grandes masas de hielo que se acumulan en zonas elevadas, por encima del nivel de las nieves perpetuas, o en las regiones polares, y que descienden lentamente hasta niveles inferiores, como si fuese un río de hielo.

Estos ríos se forman a partir de la acumulación de nieve. A medida que aumenta el espesor, la compactación provocada por el peso de la nieve, la fusión y la recongelación de los cristales van transformando la nieve, que perdiendo su porosidad y gana densidad.
Un glaciar se compone de las siguientes partes:
- Zona de acumulación: la zona más elevada donde cae la nieve y se va acumulando.
- Zona de ablación: en esta zona ocurren los procesos de fusión y evaporación. Es donde el glaciar alcanza el equilibrio entre aumento y pérdida de masa.
- Grietas: son las zonas donde el glaciar fluye más rápidamente.
- Morrenas: se trata de unas bandas oscuras formadas por sedimentos que se forman en los bordes y las partes superiores. Las rocas que arrastra el glaciar se van almacenando y formando en estas zonas.
- Terminal o frente: es el extremo inferior del glaciar donde se derrite la nieve acumulada.
Tipos de glaciares
Existen dos tipos de glaciares según la altitud y la latitud a la que se encuentran:
- Los glaciares alpinos o de valle: se encuentran en las montañas. El hielo se acumula en circos (depresión en forma de anfiteatro que se forma en las montañas por la erosión de los glaciares) de los que parte un río de hielo o lengua, se desplaza a una velocidad de hasta 1 m/día, desde zonas elevadas a cotas en las que se produce el deshielo. El resultado es un valle excavado en la montaña, con perfil con forma de «U».
- Glaciares de casquete o islandsis: se encuentran en los polos. Son inmensas masas de hielo con numerosas lenguas que terminan en el mar, con un desplazamiento de unos 10 a 30 cm/día.
El deshielo de los glaciares
Los glaciares forman el 10% del total de la superficie terrestre. Sin embargo, existen aumentos cada vez mayor de temperatura debido a las emisiones de CO2 y el calentamiento de los océanos, así como los efectos del cambio climático, hace que su superficie total se esté reduciendo considerablemente.
Entre las causas probables de la reducción de los glaciares se encuentra el aumento del nivel del mar, Impacto sobre el clima, desaparición de especies, menos disponibilidad de agua dulce, con la gran consecuencia que es el aumento del nivel del mar.
Es menester tomar en cuenta que los glaciares son cruciales para regular el clima a nivel mundial y suministrar agua dulce, que es esencial para el desarrollo de los seres vivos. Sin embargo, debido al cambio climático, impulsado principalmente por las actividades humanas desde el siglo XIX, los glaciares se están derritiendo rápidamente. 70 % del agua dulce está en los glaciares, pero desaparecen rápido por la “Crisis Climática”.
Un ejemplo sería sobre una antigua leyenda amerindia, que menciona que los picos más altos de la cordillera venezolana de Mérida deben la nieve que recubre sus cumbres a los aleteos de cinco águilas blancas. Sin embargo, desde hace varias décadas, parece que las rapaces han abandonado la cordillera, que ahora exhibe un suelo pedregoso. En 2023, el país perdió su último glaciar, La Corona.
Ahora bien, la cordillera de los Andes no son las únicas que han dejado de recibir la visita de las águilas blancas. De los Alpes al Everest, pasando por el Kilimanjaro, los glaciares retroceden. En un sentido más amplio, es toda la criosfera, -el conjunto de masas de hielo, nieve y permafrost-, la que se encuentra amenazada como consecuencia del desajuste climático. En los dos últimos años, este proceso se ha acelerado con gran rapidez.

Las Naciones Unidas han designado 2025 como el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares
La UNESCO y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) son los principales socios de este esfuerzo mundial de sensibilización sobre el papel esencial que desempeñan los glaciares, la nieve y el hielo en el sistema climático y el ciclo hidrológico. A partir de ahora, el 21 de marzo será reconocido como Día Mundial de los Glaciares.
Es muy importante lo que está en juego: los glaciares aseguran el sustento y la economía de millones de personas en todo el mundo y desempeñan un papel esencial en la sostenibilidad del medio ambiente. Sin embargo, están retrocediendo a un ritmo acelerado. El Año Internacional de la Conservación de los Glaciares es una oportunidad para atraer la atención del gran público y de las autoridades acerca de este importante fenómeno y sus consecuencias, así como de las estrategias de mitigación y adaptación.
En el marco del Año Internacional de la Conservación de los Glaciares 2025, está previsto que el 21 de marzo se celebre en París un evento de alto nivel con motivo del Día Mundial de los Glaciares y el Día Mundial del Agua destinado a hacer hincapié en la creciente amenaza del deshielo de los glaciares y en sus graves consecuencias, para proteger este importante recurso.
Los glaciares en México.
Se forman en las áreas en que se encuentran arriba de los cinco mil metros de altitud, como son los volcanes del Popocatépetl, Iztaccihuatl y Citlaltepetl.
El doctor en Ciencias Numa Pompilio Pavón Hernández, profesor investigador del Centro de Investigaciones Biológicas del Instituto de Ciencias Básicas e Ingenierías (ICBI), comenta que la desaparición de los glaciares tiene impactos negativos en el planeta, un ejemplo de ello es en el efecto del albedo; el glaciar reflejaba una gran cantidad de energía a la atmósfera, pero al desaparecer la nieve, esta luz comienza a ser absorbida por las piedras de la montaña generando un cambio de temperatura en el área, la cual repercute en la biodiversidad.
“Es posible que la pérdida de los glaciares genere extinciones de algunas especies en los picos o un reemplazamiento de la diversidad por especies más tolerantes a temperaturas elevadas”.
A su vez, mencionó que durante los diferentes ciclos de glaciaciones en México se generaron glaciares en zonas bajas como el Ajusco, ubicado en el Estado de México, los cuales al entrar en un periodo de deshielo dieron origen a varios sistemas hídricos. La desaparición de estas zonas, sistemas de nieve y hielo podrían afectar directamente la alimentación de los mantos freáticos, lagos y ríos subterráneos.
“Son evidencias claras y rotundas del calentamiento global, estamos siendo testigos de hechos derivados del cambio climático como la extinción de los glaciares en México”, declaró el investigador.
Las precipitaciones sólidas en los picos altos de los volcanes seguirán ocurriendo, dicha acumulación va a generar escurrimientos y brindarán los paisajes nevados invernales a los que se tiene acostumbrada a la población, pero no formarán nuevos glaciares debido a que la nieve que se acumula contiene demasiado aire, lo que impide la constitución de aquellas masas compactas de hielo que dan pie a los glaciares.
Para la formación de estas zonas es necesario una serie de condiciones climatológicas que permitan temperaturas frías en periodos largos de tiempo, de esta manera se favorecen las precipitaciones sólidas, el problema radica en que los altos incrementos de temperatura derriten el hielo y el granizo que apenas se está formando.
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) la temperatura promedio de México aumentó dos grados en los últimos 35 años. Tan solo en el 2020 nuestro país registró un récord histórico con un promedio de 22.4 grados centígrados a nivel nacional, y en el 2024 a más de 30 grados.
El doctor Pavón Hernández externó su preocupación ante la posibilidad de una respuesta tardía para detener los efectos del cambio climático, rememoró la situación de los refugiados climáticos y las muertes por hambruna en África, las cuales se derivaron de la sequía que azotó el continente en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado.

Para esto es necesario implementar acciones proactivas que impacten directamente en la resolución del problema del cambio climático, no obstante, estas medidas deben ser a escala global y simultánea.
Es sumamente urgente tomar medidas al respecto. El deshielo de los glaciares tiene consecuencias graves: trastorna el ciclo hídrico y eleva el nivel del mar, lo que amenaza a las zonas costeras y aumenta el riesgo de inundaciones, consecuencias ya evidentes. Además, es fuente de perturbación para diversas comunidades indígenas que viven en zonas de alta montaña, para quienes los glaciares poseen una dimensión cultural, tal y como demuestran los cambios que han tenido que ser introducidos en el tradicional peregrinaje al santuario del señor de Qoyllurit’i, en Perú, una manifestación inscrita desde 2011 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
Las alteraciones que se producen hoy en día en las cumbres, en zonas habitualmente remotas y de difícil acceso, pueden parecer alejadas y localizadas. Nada más lejos de la verdad. Lo que está en juego hoy en día en las montañas, verdaderas guardianas del cambio climático, tiene consecuencias en la calidad de vida de los valles, los litorales y las ciudades. En una palabra, en la calidad de vida de nuestro porvenir.
Los gobiernos mundiales en la actualidad deben de trabajar de manera reactiva ante este fenómeno, o sea implementar programas de mitigación toda vez que toda vez nos han afectado fenómenos meteorológicos (inundaciones, huracanes, sequías) e incendios forestales todos ellos por el cambio climático