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México: país vulnerable a los tsunamis

  • México, con su extensa línea costera a lo largo del Océano Pacífico, se encuentra en una zona de alta actividad sísmica. Esto significa que el país es vulnerable a los tsunamis.

LOS TSUNAMIS EN MÉXICO

Tomemos un mapamundi y empecemos a trazar una intensa línea de color rojo sobre la costa occidental del continente americano: arranquemos desde el sur profundo del litoral chileno, y luego subamos por Perú, Ecuador, Colombia, y desde allí hagamos un vuelo de pájaro para pasar por Centroamérica, hasta llegar a las costas mexicanas. En rápida sucesión veremos pasar a Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Colima, Nayarit y, virando un poco hacia el noroeste, veremos en lontananza las costas de Sinaloa y un poco más de cerca las de la península de Baja California.

Aceleremos el vuelo y pasemos por el litoral occidental de Estados Unidos y Canadá, hasta llegar a Alaska (alguna vez posesión rusa, con lo que ese país fue el único que se extendió por tres continentes). Una vez llegados a esta parte, describamos una tenue curva sobre el Mar de Behring, para tocar ligeramente a Siberia y a partir de allí emprendamos el viaje de retorno al sur, siempre siguiendo la línea costera.

Frente a nuestros ojos veremos las porciones orientales de China y Corea, hasta llegar a la legendaria Indochina, para luego bordear el archipiélago malayo (por unos minutos sintámonos en alguna de las emocionantes novelas de Emilio Salgari, cuyos aventureros personajes navegaban las aguas de aquellos mares del sudeste asiático). Nuestro imaginario periplo se detendrá en un largo tramo al este de Australia. Por si no se han dado cuenta, hemos recorrido el Cinturón de Fuego del Pacífico.

Los sismos y el mar

En esta enorme zona han ocurrido los tsunamis más devastadores en el planeta, señala la Dra. María Teresa Ramírez Herrera, investigadora del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM y quien se ha dedicado al estudio de los tsunamis. En una enriquecedora charla con El faro en línea, nos explica que, de entrada, un tsunami —palabra de origen japonés que literalmente significa “ola en el puerto”— puede tener distintos orígenes, aunque el más común es el provocado por sismos, conocidos como sismos tsunamigénicos.

Estos ocurren en zonas de subducción, es decir, donde una placa tectónica se desliza debajo de otra. No todos los sismos, incluso los de gran magnitud, generan tsunamis. “Para que se genere uno, casi todos pensamos que tiene que ver con la magnitud, y eso es cierto, pero no solamente interviene ese factor; generalmente se requiere una magnitud de siete, pero no todos los sismos de esa magnitud generan tsunami”, detalla la Dra. Ramírez.

De hecho, hay otros factores que también pueden detonarlos, como las erupciones volcánicas submarinas. El caso emblemático fue el evento de Krakatoa, en 1883, cuyos efectos se sintieron en todo el planeta, no solo por la propia erupción, sino por sus secuelas, como la emisión de ceniza y, por supuesto, los tsunamis que produjo. “Un evento más reciente, del que publicamos un trabajo relacionado, ocurrió con la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, que detonó un tsunami y una onda de shock que se propagó por todo el mundo; eso lo observamos también en México”, añade la investigadora del IGg.

Los deslizamientos submarinos también pueden provocar tsunamis, y los casos menos frecuentes, pero también significativos, son los impactos de meteoritos. “En México tenemos un ejemplo, el de Chicxulub, que provocó un tsunami gigante; se calcula que generó ondas de 200 metros de altura”, puntualiza. Recordemos que ese impacto fue un factor decisivo en la extinción de los dinosaurios, entre otras muchas especies. La catástrofe le dio un rumbo distinto a la vida en la Tierra.

Los tsunamis y México

Cuando hay un movimiento repentino del fondo marino, y que generalmente se trata de un movimiento vertical, debido al terremoto, las aguas del océano se desplazan también y generan ondas —vale apuntar que la investigadora universitaria precisa que es preferible el uso de este término, ondas, y no el de olas, “para no confundir con las olas comunes”. Las ondas de tsunami se propagan, primero en el fondo marino a una velocidad a veces hasta de 800 kilómetros por hora, aunque conforme se van acercando a la costa, disminuye esa velocidad.

Hay otras condiciones involucradas en la generación de tsunamis y los eventuales impactos que pueden tener en la línea costera, como la ubicación del epicentro, que “debe estar cerca de la costa o bajo el mar para que ocurra”. También influye el tipo de falla geológica, ya que “para que un sismo provoque un tsunami, involucra un movimiento vertical del fondo marino y eso sucede, por ejemplo, en las zonas de subducción”, añade la Dra. Ramírez Herrera.

Otro factor es la profundidad a la que se encuentra: entre menos profundo sea el evento, hay más probabilidad de que se genere un tsunami; es decir, “los sismos que se producen más cerca de la superficie tienen más probabilidad de generar tsunamis”. Y, por supuesto, está la magnitud, ya explicada líneas arriba.

México, con su extensa línea costera a lo largo del Océano Pacífico, se encuentra en una zona de alta actividad sísmica. Esto significa que el país es vulnerable a los tsunamis. “Las zonas de subducción son las zonas más comunes donde se generan los tsunamis”, aduce Ramírez Herrera. Estas regiones se encuentran en lo que conocemos como el Cinturón de Fuego del Pacífico, cuyo contorno recorrimos al inicio de este artículo.

Una breve historia de los tsunamis en México

“Hay una larga lista de tsunamis ocurridos en México a lo largo de la historia, y cuando digo en la historia, me refiero a que están registrados en documentos históricos y con datos instrumentales”, asienta la Dra. María Teresa Ramírez. Sin embargo, datos aportados por instrumentos “realmente tenemos muy poquito, porque recordemos que el Servicio Sismológico Nacional tiene 114 años y el Servicio Mareográfico Nacional tiene menos años, además de que hay muy pocos mareógrafos”, se lamenta.

Sin duda, el tsunami más significativo ocurrió en las costas de Oaxaca y de Guerrero, y fue provocado por un evento sísmico de magnitud estimada de 8.6. Este evento ocurrió el 28 de marzo de 1787. Aquel sismo, llamado de San Sixto, será motivo de otro artículo aquí en El faro en línea, ante la riqueza documental que existe y porque ha ocupado a la Dra. Ramírez Herrera.

El terremoto de la Nueva España de 1787, también conocido como el terremoto de San Sixto (en recuerdo al santo católico celebrado ese día)​ ocurrió el 28 de marzo de 1787 a las 11:30 horas (17:30 UTC) en las costas de Oaxaca y sur de Guerrero. Estimaciones recientes le asignan una magnitud entre 8.4 y 8.6, lo que lo ubica como el sismo más grande del que tengamos conocimiento en el país norteamericano. Este sismo generó un tsunami cuyas olas alcanzaron hasta los 18 metros de altura e invasiones del mar de 6 y hasta 8 kilómetros, con base en diversos reportes. Afectó la costa de la Intendencia de Puebla (que entonces incluía parte del actual estado de Guerrero) y la Intendencia de Oaxaca (actualmente el estado de Oaxaca) en el sudoeste del Virreinato de la Nueva España, actual México.

“Recientemente también ha habido tsunamis; por ejemplo, los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985, que aunque todos estábamos ocupados con los daños que provocaron esos terremotos en la Ciudad de México, solamente científicos japoneses fueron a investigar los efectos del tsunami que pegó frente a Michoacán y Guerrero. Fueron dos eventos, recordemos, el 19 y el 20 de septiembre, y los dos provocaron tsunamis”, expone. Otros eventos recientes tuvieron lugar en 2012, frente a Punta Maldonado. En 2017 se dio uno más, “que lo tenemos muy presente en la memoria. Me acuerdo que yo estaba dando clase cuando ocurrió el tsunami”. Ese tuvo lugar en la costa de Chiapas, después de un evento de 8.2, que fue “un poquito distinto, porque fue una falla normal, dentro de la placa que estaba subduciendo un poco profundo, pero provocó tsunami; lo reportamos nosotros también y ocurrió frente a la costa de Chiapas, en 2017, como ya referí”.

En 2021 ocurrió un evento de magnitud 7.1, en la costa de Guerrero, un poco más cercano a Acapulco, ya en los límites de la brecha de Guerrero, de la que también nos ocuparemos en breve. Otro más fue el de 1932, con un sismo de magnitud 8.2, que provocó un tsunami “muy, muy grande en la costa de Jalisco”.

Todos estos eventos son relevantes, sostiene la Dra. Ramírez Herrera, quien nos comparte que cuando regresó a México, le extrañó que le cuestionaran su interés por estudiar estos fenómenos. “Me decían ‘¿Por qué estudias tsunamis, si aquí no ocurren?’; eso me pareció que evidenciaba falta de educación, porque en México sí suceden tsunamis”, finaliza.