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Una muestra vintage que retrata la labor de Escobedo como gestora cultural


El Volkswagen Sedán modelo 66 de Helen Escobedo regresó a CU tal y como hacía en los años 70, cuando la artista conducía su “escarabajo” desde San Jerónimo 162, donde tenía su casa, hasta el Museo Universitario de Ciencias y Arte (MUCA), del cual era directora. Este vehículo bicolor intervenido por la creadora es tan peculiar que incluso tiene nombre propio, Sui géneris, apelativo que también sirve para describir la labor de Escobedo como gestora cultural en aquella época, pues sus propuestas eran tan adelantadas a su tiempo que revolucionaron el ámbito museístico nacional.

Para mostrar lo que hizo la universitaria tanto en el MUCA como en la Galería Universitaria Aristos —una extensión del primero, cuyo fin era llevar nuevas expresiones más allá del campus— se montó la muestra Expandir los espacios del arte. Helen Escobedo en la UNAM (1961-1979), que estará abierta al público hasta el 29 de octubre en la planta baja del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), justo donde hacen esquina la Sala de Conferencias y el Centro de Documentación Arkheia, y a un lado del Auditorio.

Y a decir de las curadoras Elva Peniche y Clara Bolívar, más que un catálogo de piezas y documentos organizados y desplegados de manera cronológica, lo que se buscó en esta ocasión fue dar vuelta atrás al calendario y hacer que los espacios se asemejen a los empleados en las galerías de los 60 y 70 para recuperar el espíritu de esas décadas, con todo y su gama cromática, cornisas y cenefas.

“De entrada nos recibe el Volkswagen 62 de Escobedo, los colores empleados son los usados hace medio siglo y a lo largo del recorrido habrá maceteros con plantas, como se estilaba en las salas de esos años, hasta que esa moda cayó en desuso. En otras palabras, esto es una exposición vintage”, señaló Peniche Montfort.

No obstante, para la maestra en Historia del Arte, más que la recreación de época, lo importante es que este esfuerzo arroja luz sobre una labor que, pese a dar sentido a los museos, rara vez se aborda en los mismos. “Se han organizado muchas muestras acerca de Escobedo (1934-2010) como artista, pero ¿cómo montar una exhibición sobre su papel como gestora cultural? Ése era el reto”.

Dos décadas de historia en la gestión cultural

Helen Escobedo tenía sólo 27 años y estaba regresando del Royal College of Art de Londres cuando la Dirección General de Difusión Cultural (DGDC) de la UNAM le ofreció la jefatura del Departamento de Artes Plásticas, encargo que la artista aceptó sin reparos, pues vio en éste vio una oportunidad para sacudir el escenario museístico nacional, tan anquilosado en ese momento.

“De inmediato Helen experimentó museográfica y museológicamente con las exposiciones, mientras que en el ámbito oficial pasaba lo contrario. Entonces se hacía lo que decía Fernando Gamboa, es decir, casi nada, y de súbito llegó esta mujer que era escultora, grabadora, políglota, violinista y creía en el poder transformador del arte. Esto prefiguraba un gran cambio”, aseveró Graciela de la Torre Pérez, directora general de Artes Visuales de la UNAM.

A fin de ofrecer un retrato de la gestión cultural de Escobedo a lo largo de 18 años, la muestra Expandir el espacio del arte fue dividida en tres núcleos temporales. El primero abarca de 1961 a 1967, lapso en el que las exhibiciones del MUCA cambiaron de golpe, pues este recinto que sólo albergaba colecciones de arte prehispánico modificó su oferta cuando la nueva encargada montó Picasso grabador, una hazaña posible gracias a su amistad con Álvar Carrillo Gil, quien le prestó su colección.

“Ejemplos como éste son los que se describen en la primera sección, pues aquí se explica cómo la universitaria aprovechó su gran red de contactos y la trajo a la UNAM, lo que le permitió dar foco a diversas propuestas de índole internacional, algo muy distinto a lo que se venía haciendo en las salas del INBA”, explicó Elva Peniche.

El segundo segmento inicia con la remodelación del MUCA en 1967 y termina en 1974, capítulo en el que Helen volteó su mirada a México y a los jóvenes creadores de entonces, como José Luis Cuevas, Vicente Rojo, Manuel Felguérez o Felipe Ehrenberg, quienes comenzaban a romper paradigmas creativos y a avanzar por sendas distintas a las establecidas por la tradición.

“Son sólo siete años, pero muy activos. Tan sólo piensen en qué estaba pasando en el país. En este lapso se dio el movimiento estudiantil del 68 y las Olimpiadas. Mientras tanto, aquí se organizaba la primera gran exposición de Siqueiros —ante la negativa del INBA de darle cabida en sus instalaciones— y justo al concluir, la UNAM montó otra de arte abstracto, es decir, dio espacio a dos propuestas contrapuestas, lo que refleja una voluntad de tender puentes y establecer diálogos”, señaló la curadora Clara Bolívar.

El último segmento comprende de 1974 a 1979 y en éste se destaca el impulso que dio Escobedo a muestras temáticas a fin de atraer más público, así como su interés por descubrir que más se hacía en Latinoamérica y dar cabida en los foros universitarios a expresiones que, para ese momento, eran arriesgadas y mal vistas por los puristas: el performance y el arte conceptual.

Tras la esencia de un museo

Y después de este largo recorrido por dos décadas, para la curadora Clara Bolívar es evidente que en todo este tiempo Helen Escobedo tomó por guía una interrogante, ¿qué es y cómo debe ser un museo universitario?, para finalizar con una conclusión: tiene que ser interdisciplinario, incluyente y, sobre todo, un terreno de debate.

“Ella sabía que un recinto de estas características debía acercar al público con las tendencias más importantes de las artes. Al llegar a la UNAM sólo estaba el MUCA; pero a fin de impulsar una mayor difusión de la oferta en 1963 inauguró la Galería Universitaria Aristos y, en 1974, impulsó la apertura de El Chopo. Lo demás es historia”.

Su propensión a reflexionar sobre estos temas hizo que Escobedo formara parte del CIMAM (International Committee for Museums and Collections of Modern Art) y del ICOM (Consejo Internacional de Museos) y, por ello, cada exposición montada en la UNAM de inmediato formaba parte de los debates a nivel internacional.

Para Peniche Montfort, la labor de esta artista marcó camino a lo que hoy se hace en los museos de la Universidad, pues aunque desde hace décadas el Volkswagen bicolor de Escobedo dejó de rodar por los circuitos de CU, su legado como gestora sigue en movimiento e inspirando a sus sucesores.