A todos nos ha pasado que después de comer nos da esa sensación de pesadez, cansancio, un aletargamiento acompañado de una gran necesidad de dormir, que es capaz de quitarnos la atención y nos dificulta llevar a cabo algunas tareas asociadas con los procesos cognitivos, un estado que comúnmente conocemos como el mal del puerco y que nos ataca a todos por igual.
En cuanto pasa, seguramente muchos nos hemos preguntado ¿por qué nos da y cómo podemos evitarlo? De acuerdo con Mónica Méndez Díaz, profesora de la Facultad de Medicina, el mal del puerco ocurre cuando hacemos una comida copiosa y se eleva la cantidad de glucosa que tenemos en sangre.
Al respecto, la investigadora narró que anteriormente existía el mito de que aparece porque toda la sangre que teníamos en el cuerpo se iba hacia el sistema digestivo, para así facilitar la absorción de los nutrientes. No obstante, ahora sabemos que no es así.
De hecho, cuando hacemos un ejercicio muy extenuante y toda nuestra sangre es secuestrada por los músculos, aún en ese momento la perfusión sanguínea en el cerebro sigue siendo prioridad, y la tenemos en cantidades fisiológicas necesarias, por ello, cuando hacemos actividades físicas no nos da sueño, algo contradictorio, enfatizó la académica.
Entonces, ¿qué ocurre realmente? Al realizar el acto de comer, la glucosa que está en la sangre se va hacia el sistema nervioso, e inhibe la actividad de células que tenemos en una estructura muy en particular en el cerebro llamado hipotálamo lateral.
Ahí, hay unas neuronas llamadas orexinérgicas, y cuando hay glucosa en sangre, estas células dejan de disparar su frecuencia, su actividad disminuye y eso facilita que se instale esa sensación de tranquilidad y de quedarnos dormidos, apuntó.
En realidad no es malo, agregó Méndez Díaz, se trata de un estado fisiológico que debería cumplirse, pero a veces es necesario evitarlo, sobre todo si después tenemos diversas actividades como son manejar, asistir a clase o regresar a la oficina.
Por estas razones, la mayoría tratamos de evitarlo, para ello lo ideal sería no realizar una comida copiosa. Por ejemplo, consumir algo ligero evitará que la glucosa incremente y se dé dicho estado.
No obstante, sólo lo lograremos si comemos lo que no nos gusta, dijo la experta, por ejemplo, una ensalada con carne o pescado, ya sea asada o a la plancha. Pero en caso de haber realizado una alimentación pesada, y sabemos que el mal del puerco inevitablemente llegará, podríamos tratar de sortearlo con algo que estimule nuestro sistema nervioso.
Por ejemplo, tomar un café o realizar una caminata, algo que nos mantenga activos y que despierte nuestro sistema de alerta. Esto nos ayudará a no quedarnos dormidos.
Sin embargo, existen algunas ocasiones que no lo podremos evitar, entonces se recomienda dormir alrededor de 15 a 30 minutos máximo, sobre todo, si después vamos a ejecutar una tarea que demande nuestros procesos cognitivos.
Después de esta siesta, nos sentiremos refrescados, energizados y realizaremos una gran cantidad de actividades igual que si nos hubiéramos recién levantando por la mañana, concluyó.