El impacto de los videojuegos ha dado un giro significativo desde sus inicios, de ser una herramienta de entretenimiento se han convertido en un medio de aprendizaje efectivo, narró José Ángel Garfias Frías, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
En entrevista para UNAM Global, el especialista explicó que la principal diferencia entre los videojuegos de entretenimiento y los educativos radica en sus objetivos.
Mientras que los primeros buscan simplemente la diversión, los segundos están diseñados para enseñar o mejorar habilidades específicas. Sin embargo, esta distinción no es tan tajante como parece.
De hecho, los videojuegos educativos modernos, como los desarrollados por grandes compañías como Nintendo, han logrado integrar el aprendizaje dentro de experiencias lúdicas, que además han desafiado la idea tradicional de que aprender es aburrido.
Educativos
Para Garfias Frías los videojuegos educativos son herramientas interactivas diseñadas para enseñar conceptos y habilidades mediantes el juego.
A diferencia de los títulos tradicionales, estos combinan el entretenimiento con metodologías pedagógicas y aprovechan la interactividad para facilitar el aprendizaje.
Su origen se remonta a los primeros experimentos en software educativo de las décadas de 1970 y 1980, cuando los desarrolladores exploraron el potencial de la tecnología para enseñar matemáticas, lectura y lógica de manera lúdica. “Han intentado combinar el aprendizaje con la diversión”, explicó.
Ejemplos de estos primeros videojuegos incluyen Donkey Kong Jr. Math para la consola de Nintendo y los títulos basados en el programa Plaza Sésamo, diseñados con un propósito educativo. Sin embargo, en ese entonces predominaba la idea de que aprender era aburrido. Con el avance de la divulgación científica y la necesidad de hacerla más atractiva, los videojuegos educativos comenzaron a integrar cada vez más elementos de entretenimiento.
En 2002 surgió el concepto de Serious Games en el Woodrow Wilson Center de Estados Unidos, donde investigadores como Michael Zaida establecieron una diferenciación entre los videojuegos de entretenimiento y aquellos diseñados con objetivos de aprendizaje específicos.
Desde entonces, estos juegos han sido aplicados en múltiples áreas, desde la educación escolar hasta la formación médica y militar, demostrando que pueden ser herramientas poderosas para el aprendizaje y la resolución de problemas complejos.
Estudios realizados en el Woodrow Wilson Center confirmaron que el aprendizaje mediante videojuegos no solo era posible, sino que podía mejorar habilidades específicas.
Por ejemplo, investigaciones revelaron que los médicos que jugaban videojuegos tenían mayor coordinación mano-ojo y precisión en procedimientos quirúrgicos que aquellos que no lo hacían. Estos hallazgos ayudaron a consolidar el estudio académico de los videojuegos y su impacto en diversas áreas del conocimiento.
Diferencias entre videojuegos de entretenimiento y de enseñanza
Técnicamente, un buen videojuego educativo no debería diferenciarse demasiado de uno de entretenimiento, más allá de sus objetivos de aprendizaje. De hecho, cuando un videojuego se presenta exclusivamente como educativo, puede desalentar a los jugadores, advirtió Garfias Frías.

Empresas como Nintendo han aplicado esta estrategia en juegos como Brain Age o Brain Training, que promueven el desarrollo cognitivo sin venderse explícitamente como productos educativos.
Un caso notable es la saga Assassin’s Creed, que ha destacado por su recreación histórica. En Assassin’s Creed: Unity, por ejemplo, la catedral de Notre Dame fue representada con tal fidelidad que tras su incendio en 2019, se mencionó que los diseños del juego podrían ayudar en su restauración. Sin embargo, no todos sus juegos han mantenido ese nivel de exactitud; Assassin’s Creed: Shadows, ambientado en el Japón feudal, ha recibido críticas por imprecisiones históricas.
En realidad, todos los videojuegos implican aprendizaje, ya sea a través del ensayo y error, la resolución de problemas o la toma de decisiones estratégicas.
Lo que cambia es el objetivo del juego: algunos buscan enseñar conocimientos específicos, mientras que otros fomentan habilidades sin una intención educativa explícita. Además, títulos como Just Dance demuestran que los videojuegos pueden promover el movimiento físico, rompiendo con el estigma de que jugar implica sedentarismo.
El aprendizaje en los videojuegos
La divulgación científica a través del entretenimiento no es un concepto nuevo. En las décadas de 1980 y 1990, programas como Bigman y Los Inventores lograban enseñar ciencia de forma accesible y atractiva.
De la misma manera, los videojuegos educativos pueden ser herramientas efectivas cuando combinan contenido de calidad con mecánicas de juego envolventes, que permiten a los jugadores aprender casi sin darse cuenta mientras se divierten.
Independientemente de su categoría, todo videojuego enseña algo. Juegos de rompecabezas como Tetris o Dr. Mario fomentan la resolución de problemas y la agilidad mental.
Juegos como Stray, aunque no educativos en sí, pueden generar reflexión sobre temas como la ausencia de la humanidad en un mundo dominado por máquinas.
Además, algunos videojuegos han sido utilizados en terapias para pacientes con Alzheimer, a los que han ayudado a mantener sus habilidades cognitivas activas.
Un ejemplo de cómo los videojuegos pueden estimular el aprendizaje sin perder su atractivo es Brain Age, lanzado por Nintendo en 2005.
Basado en ejercicios cognitivos diseñados por el neurocientífico Ryuta Kawashima, este juego demostró que el entrenamiento mental puede ser tan adictivo como cualquier otro género de videojuegos. Su éxito inspiró la creación de más títulos que combinan entretenimiento con el desarrollo de habilidades cognitivas.
Edad recomendada para videojuegos
Los expertos recomiendan que los niños empiecen a jugar videojuegos a partir de los 6 años, siempre con contenido adecuado para su edad. Es crucial evitar juegos con violencia excesiva y priorizar aquellos que fomenten la creatividad y la resolución de problemas.

Juegos de construcción como Minecraft o títulos de aventura con historias enriquecedoras pueden ser opciones ideales para que los niños exploren su imaginación mientras desarrollan habilidades cognitivas.
La elección de un videojuego debería tratarse con el mismo criterio que la selección de un libro o una película. No se trata de demonizar los videojuegos ni de verlos exclusivamente como herramientas educativas, sino de analizar su contenido y el impacto que pueden tener en el desarrollo de cada jugador.
En un mundo donde el entretenimiento digital es omnipresente, reflexionar sobre el valor educativo de los videojuegos puede marcar la diferencia entre una experiencia vacía y una oportunidad de aprendizaje significativa.
Al igual que con el cine o la literatura, la clave está en seleccionar aquellos títulos que aporten valor según las necesidades y preferencias de cada usuario. Así, los videojuegos pueden ser una puerta no sólo al entretenimiento, sino también al conocimiento, concluyó el académico universitario.