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Tratamiento del dolor: el rol prometedor de los cannabinoides

El dolor es una experiencia humana universal. Según datos, hasta un 20 % de la población mundial sufre de dolor crónico. Esta epidemia revela la urgente necesidad de encontrar nuevas estrategias para aliviarlo.

La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor define este fenómeno como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con, o similar a, la asociada con  daño tisular real o potencial”.

La doctora Geovanna Quiñonez Bastidas explica que el dolor es una entidad muy compleja y multifactorial que se puede clasificar según su temporalidad como agudo, que tiene una duración menor a tres meses, y crónico, con una duración mayor a seis meses. Si se clasifica de acuerdo a su fisiopatología puede ser de tipo nociceptivo, inflamatorio y neuropático.

La investigadora es doctora en neurofarmacología y terapéutica experimental por el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV). Actualmente se encuentra realizando una estancia de investigación posdoctoral en la Facultad de Química de la UNAM.

Asimismo, es profesora invitada de la Facultad de Medicina en donde participa en el desarrollo de proyectos relacionados con cannabis y neuropatías diabéticas. Sus líneas de investigación incluyen el estudio del dolor, cannabinoides, terapéutica experimental, neuropatía diabética y otras enfermedades neurodegenerativas.

El dolor neuropático

Este tipo de dolor es resultado de una lesión o enfermedad del sistema nervioso somatosensorial. Es decir, involucra un daño a un nervio, el cual desencadena sensaciones como dolor a sensaciones inocuas, dolor exacerbado a estímulos, piquetes, descargas eléctricas o como algo que arde o quema.

Ejemplos son el dolor del túnel del carpo, el del nervio ciático, el dolor de la neuropatía diabética, el que presentan los pacientes con VIH, el posterior a una infección por herpes y el del trigémino en la cara. También hay dolor neuropático inducido por la quimioterapia en los pacientes con cáncer.

La doctora Quiñonez señala que si bien no hay un alivio completo de esta clase de dolor, si se ha establecido un procedimiento para abordar al paciente.

Primero se administran ciertos fármacos, si estos no son efectivos ya en una segunda línea se pueden administrar algunos opioides analgésicos y el tramadol, si tampoco logran hacer remitir el dolor, instituciones como  la Sociedad Canadiense del Dolor recomiendan como una tercera línea cannabinoides como dronalbidol, nalbidol y nabiximol.

Si los fármacos no tienen el efecto deseado, en una cuarta línea de tratamiento se emplearían fármacos como los inhibidores de la recaptura de serotonina como el citalopram, agentes locales (como capsaicina y lidocaína), metadona y otros. En México no está aprobado el uso de cannabinoides para el dolor neuropático.

La razón por la que los cannabinoides son efectivos contra el dolor, señala la neurofarmacóloga, es que los receptores cannabinoides, llamados CB1 Y CB2, se encuentran distribuidos tanto a nivel periférico como central.  Se localizan en los ganglios de la raíz dorsal y en las terminales nerviosas periféricas, es decir, en la fibra que transmite y conduce el impulso de dolor hacia las estructuras centrales. También se han encontrado a nivel de la médula y en estructuras superiores.

Cuando se administra un cannabinoide a nivel periférico se contribuye a la inhibición de la transmisión del impulso de dolor. Sin embargo, la especialista puntualiza que estos compuestos tienen un alivio moderado por eso es necesario estudiarlos en diferentes tipos de dolor neuropático porque no en todos son igual de efectivos.

Además de ser prometedores para el tratamiento del dolor, los cannabinoides tienen otras aplicaciones médicas. Actualmente se estudia su potencial terapéutico en la epilepsia, ansiedad y trastornos de sueño.

Una planta antigua

La Cannabis, también llamada mariguana o cáñamo es una de las plantas más antiguas que se han cultivado.  Las dos especies principales son Cannabis sativa y Cannabis indica, una tercera especie es Cannabis ruderalis, que es únicamente silvestre. Estas plantas desde tiempos ancestrales se utilizaron para el tratamiento del dolor.

Culturas de la antigüedad la usaban. Hay registros que datan de 4000 años antes de nuestra era. Se le empleaba para tratar la artritis, la epilepsia, la inflamación, el dolor de cabeza, para anestesiar a pacientes antes de una cirugía, para mitigar el sufrimiento del parto, e incluso algunos grupos la utilizaron con fines recreativos.

Es en la década de 1960 cuando se describen las propiedades del tetrahidrocannabinol (THC), y en 1970 se clasifica dentro de la lista de sustancias controladas por Estados Unidos debido a su efecto psicoactivo, por lo que, el uso en investigación fue limitado.

Entre los años 2000 y 2018 algunos gobiernos dan su autorización para el uso medicinal y en algunos casos recreativos; también se retoman los estudios sobre los fitocannabinoides.

Compuesto PhAR-DBH-Me (PDM)

La doctora Geovanna Quiñonez señala que existen tres tipos de cannabinoides. Los que se encuentran en la planta, los endógenos que son sustancias que se producen en nuestro propio cuerpo y finalmente los sintéticos que son fabricados. También está el sistema cannabinoide que está compuesto por receptores que hay en nuestro organismo y que se unen a los cannabinoides para tener un efecto.

La investigadora comenta que desde hace algunos años en el laboratorio del Departamento de Farmacia de la Facultad de Química, dado que actualmente no está aprobado el uso de fitocannabinoides, se ha estado trabajando con un compuesto cannabinoide sintético llamado PhAR-DBH-Me (PDM

La molécula se sintetizó en el 2010 y en los primeros estudios que se realizaron, todo indicaba que tenía una naturaleza similar al endocannabinoide anandamida y que disminuía la conducta de dolor, reducía la temperatura, incrementaba el ciclo de sueño y activaba los receptores cannabinoides CB2.

Los investigadores decidieron estudiar esta molécula en dos modelos distintos de dolor neuropático en ratas. Un modelo de neuropatía inducido por quimioterapia con cisplatino, similar a lo que sucede en la práctica clínica con pacientes con cáncer y otro modelo en el que las ratas se someten a ligaduras de los nervios espinales para replicar o acercarse al dolor del nervio ciático.

El interés fue ver si la molécula era efectiva en estos tipos de dolor neuropático, caracterizar la naturaleza del compuesto y establecer una dosis efectiva.

Los científicos observaron que sí tenía efecto en ambos modelos. Además determinaron que la molécula se unía al receptor cannabinoide CB1, CB2 y TRPV1 al igual que lo hace la anandamida, un cannabinoide endógeno.

Otros estudios en los que participa la doctora tienen el objetivo de ver si los cannabinoides podrían hacer sinergia con otros fármacos opioides para un mejor manejo del dolor.

Por una investigación sin obstáculos

La especialista señala que es importante que la sociedad conozca la investigación que se está haciendo en torno a los cannabinoides y las oportunidades que ofrecen en medicina. Esto es porque se está llevando a cabo entre los legisladores de México una discusión sobre su aprobación para uso científico.

Actualmente la planta Cannabis está aprobada para investigación, pero tiene restricciones y no se pueden importar los compuestos estándares de referencia para hacer estudios sobre la que ya se está comercializando en el país.

Lo deseable es que los grupos de investigación no se vean impedidos por las restricciones y puedan hacer los primeros estudios clínicos de los efectos de cannabinoides en la población mexicana.

La planta tiene más de 500 compuestos, de ellos más de 100 son cannabinoides. El CBD (cannabidiol) y el THC(tetrahidrocannabinol) son los que están en mayor proporción en la planta, pero se están estudiando otros con potencial para tratamiento del dolor.