A diferencia de los tiraderos a cielo abierto, los rellenos sanitarios permiten manejar los residuos de forma técnica, controlada y menos contaminante.
Una opción responsable para gestionar la basura
La gestión adecuada de los residuos sólidos es uno de los principales desafíos ambientales y de salud pública que enfrentan las sociedades modernas. En este contexto, los rellenos sanitarios se presentan como una solución técnica y controlada para la disposición final de los desechos que generamos.

A diferencia de los vertederos a cielo abierto, los rellenos sanitarios están diseñados para minimizar el impacto ambiental, prevenir la contaminación del suelo y de las fuentes de agua, y controlar las emisiones de gases de efecto invernadero, como el metano, uno de los más peligrosos.
Este sistema de disposición implica una serie de procesos y controles técnicos que permiten la compactación, cobertura y tratamiento adecuado de los residuos, promoviendo así una gestión más sostenible y segura. Sin embargo, su implementación y operación también enfrentan retos importantes, como la disponibilidad de espacio, la aceptación social y la necesidad de una planificación y una regulación eficaces.
Durante su participación en la mesa redonda “Cambio Climático: retos y soluciones desde lo local”, organizada por el Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM, la Dra. Elizabeth Vega Rangel abordó el funcionamiento, la importancia, los beneficios y las problemáticas asociadas a los rellenos sanitarios como parte fundamental del manejo integral de residuos sólidos.
Residuos sólidos urbanos: un grave problema
Antes de hablar sobre los rellenos sanitarios, la investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC – UNAM) comenzó su ponencia destacando que el manejo de los residuos sólidos urbanos (RSU) representa uno de los desafíos ambientales más urgentes a nivel global.
El problema empieza en casa: la cultura del “usar y tirar” ha elevado exponencialmente la generación de basura.
Estos residuos, divididos en orgánicos e inorgánicos, han aumentado significativamente debido a patrones de consumo excesivo, la cultura del “usar y tirar”, el crecimiento poblacional y los avances tecnológicos que acortan la vida útil de muchos productos, como celulares, pantallas o electrodomésticos.
Actualmente, en el mundo se generan más de 2,000 millones de toneladas de basura al año, y se estima que para 2050 esa cifra superará los 3,400 millones. En México, la situación también es crítica: se producen alrededor de 44 millones de toneladas anuales de residuos, y se espera que para 2030 esta cifra alcance los 65 millones. De esta cantidad, aproximadamente el 50 % corresponde a residuos orgánicos, principalmente restos de alimentos.

¿Dónde terminan nuestros residuos?
La forma en que se disponen estos residuos tiene un impacto directo en el medioambiente. En México existen más de 2,200 sitios de disposición final, los cuales se clasifican en tres tipos:
- Sitios no controlados, o tiraderos a cielo abierto.
- Sitios controlados, que cuentan con algunas medidas, aunque no siempre cumplen con la normativa ambiental vigente.
- Rellenos sanitarios: obras de ingeniería diseñadas para minimizar el impacto ambiental, controlar emisiones de gases como metano y dióxido de carbono (CO₂), y evitar la contaminación de suelos y aguas subterráneas mediante el uso de membranas impermeables.
Uno de los principales problemas asociados a estos sitios es la generación de lixiviados, líquidos contaminantes que se filtran al subsuelo. También se emiten gases de efecto invernadero, como el metano (CH₄), que es 25 veces más potente que el CO₂ en su capacidad de atrapar calor en la atmósfera. Esto convierte al sector de residuos en el tercer mayor generador de metano en el país.
Los incendios en basureros sin control también liberan compuestos tóxicos peligrosos para la salud.
La falta de una gestión adecuada también provoca incendios en los basureros, especialmente peligrosos por la presencia de materiales combustibles y gases inflamables. Estos eventos liberan aún más contaminantes al aire, incluyendo compuestos tóxicos como hidrocarburos aromáticos policíclicos y compuestos orgánicos volátiles.

Una buena solución
El manejo adecuado de los residuos sólidos representa una de las estrategias más eficaces para combatir el cambio climático. En este contexto, los rellenos sanitarios juegan un papel clave. De acuerdo con la Dra. Vega Rangel, su adecuada gestión no solo permite evitar emisiones de metano y CO₂, sino que además representa una oportunidad para la generación de energía limpia y recursos económicos. Una alternativa prometedora es el aprovechamiento del biogás, que implica tres etapas fundamentales:
- Recolección del gas generado por la descomposición de los residuos.
- Tratamiento y purificación del biogás para obtener metano de alta calidad.
- Aplicación del metano purificado en generación de electricidad, calefacción de espacios como piscinas escolares o incluso como combustible vehicular.
Prados de la Montaña y el Bordo Poniente tienen potencial desaprovechado para producir energía.
Sobre este punto citó los casos del relleno sanitario de Prados de la Montaña, ubicado en el poniente de la Ciudad de México y que, aunque fue clausurado en 1994 tras recibir 5.6 millones de toneladas de basura, aún genera grandes cantidades de metano.
“El sitio cuenta con infraestructura adecuada, incluyendo 112 pozos de captación y sistemas de quema de gas, aunque actualmente este recurso se desaprovecha. Estudios recientes demostraron que es factible instalar una planta de mejora de biometano en este lugar, lo cual permitiría su uso como combustible y reduciría significativamente las emisiones contaminantes”, compartió la experta del ICAyCC – UNAM.
El Bordo Poniente, relleno sanitario localizado en la Zona Federal del ex Lago de Texcoco, también podría ser aprovechado para generar biogás.
Otras alternativas
En cuanto a otras soluciones, la Dra. Vega Rangel propuso un enfoque integral hacia la economía circular y una estrategia de cero residuos, con el fin de reducir la cantidad de desechos que llegan a los tiraderos. Sugirió acciones como separar los residuos en origen, reducir el consumo, reutilizar materiales, reciclar y reparar objetos, ya que estas acciones pueden tener un gran impacto.

A esto se suma el compostaje doméstico, que permite transformar los residuos orgánicos en abono natural, disminuyendo la necesidad de fertilizantes sintéticos y ayudando a capturar CO₂ en los suelos.
Una economía circular eficaz comienza con acciones individuales en casa.
Una responsabilidad compartida
La gestión de los residuos sólidos, particularmente en contextos urbanos y densamente poblados, es una responsabilidad compartida que exige compromiso. Los rellenos sanitarios, cuando se implementan con los estándares adecuados y se acompañan de estrategias complementarias como el aprovechamiento del biogás y la promoción de una economía circular, pueden convertirse en herramientas efectivas para mitigar los efectos del cambio climático, reducir la presión sobre los ecosistemas y mejorar la calidad de vida de las comunidades.