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Mujer, ingeniera y especialista en reparación de antenas a gran altura

Lucía tenía 26 años cuando subió a una antena por primera vez. Mientras escalaba los 35 metros de la torre, el viento la hizo oscilar. Miró hacia abajo, sintió miedo, y al igual que un pequeño mono, se abrazó a la estructura. Luego se preguntó: ¿qué hago aquí?, recordó Lucía.

Hoy día, después de 16 años, ha perdido el miedo y admite que su trabajo es muy emocionante. Por eso le encanta.

Lucía Martínez es una de las pocas ingenieras en México que desafía las alturas para ejercer su profesión, dar mantenimiento y arreglar las fallas de las antenas de telecomunicaciones.

La ingeniería es una de las profesiones que históricamente ha sido considerada para hombres. En el 2007 (año en que Lucía egresó de la carrera) en la Facultad de Ingeniería de la UNAM había 2,014 mujeres, es decir, 19% de su población.

Para el semestre 2023-2 en dicha institución, el número de mujeres matriculadas asciende a 3,234, lo que representa el 26% de la población estudiantil total. Esto implica un incremento del 7% en la población femenina durante los últimos 16 años.

Una mujer en un campo de hombres

Al terminar su carrera, le resultó muy difícil encontrar trabajo, porque no se consideraba a las mujeres en esa área. De hecho, tardó algún tiempo pero al final le abrieron las puertas en una compañía de tecnologías de la información.

Hoy día, es la única mujer en su empresa que participa en el mantenimiento de torres de telecomunicaciones, lo que confiesa ha sido un gran reto. “Siempre me dicen: eres mujer ¿cómo vas a andar en la calle y subir tan alto? No se espera que una mujer haga esas cosas.”

Además, añade que aunque no es una tarea sencilla, tampoco es imposible para una mujer. Cada torre tiene peldaños y en el camino una debe sujetarse con el arnés, así no corre peligro de caer.

Escalar a una altura de 35 a 55 metros siempre conlleva riesgos. De hecho, debe subir y descansar por momentos porque si lo hace de corrido puede tener una descompensación. Por eso siempre sube con un compañero, para que se apoyen entre ellos.

Es impredecible cuándo puede fallar la red. En un momento puede estar todo bien y en menos de cinco minutos surgir un problema. Por esta razón, Lucía se mueve rápidamente de su oficina a la torre para escalarla durante unos 20 minutos.

No obstante, no cualquiera puede ascender, se requiere equipamiento específico como casco, arnés, guantes y botas especiales, y sobre todo, una adecuada preparación. La ingeniera tuvo una amplia capacitación por parte de la empresa, en la que aprendió qué hacer en caso de una emergencia.

Desafíos y triunfos en las alturas

En sus experiencias en las alturas, Lucía nunca ha sufrido un percance, pero en una ocasión, su compañero sufrió una descompensación. En ese momento, se sintió nerviosa y pensó: es más pesado que yo, ¿cómo vamos a descender? Incluso existe el riesgo de que nos caigamos juntos, ya que, por medidas de seguridad, siempre están atados el uno al otro.

Se calmó y recordó su entrenamiento. Posteriormente, tranquilizó a su compañero y comprobó que estuviera asegurado con el arnés a la torre, de esta manera, no podrían caerse. Le preguntó: ¿Te encuentras muy mal? ¿Podríamos bajar lentamente de la torre?

Ambos optaron por esperar en la cima hasta que el malestar cesara, lo cual finalmente ocurrió. Descendieron con la mayor calma y paciencia posibles. En otra ocasión se presentó una situación similar, y en ambos casos fue Lucía quien mantuvo la serenidad y ayudó a su compañero a descender.

A veces, la avería no se resuelve en el primer intento, ya sea porque no llevan la pieza requerida o porque el problema es más complejo de lo que inicialmente habían considerado. Entonces, necesitan descender y volver a subir.

Su comienzo

Desde una edad temprana, Lucía Martínez tuvo claro que quería estudiar ingeniería, pero nunca se imaginó que terminaría en las grandes alturas reparando las antenas de telecomunicaciones.

Un día, a la edad de 7 años, mientras paseaba con su abuelo por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) en Zacatenco, ella preguntó: ¿qué es eso? Él respondió: es una escuela de ingeniería. En ese momento, ella le dijo a su abuelo que iba a estudiar allí, y años más tarde lo cumplió.

Al ingresar a la carrera de Ingeniería en Comunicación y Electrónica, se encontró con que sólo el 5% de la población estudiantil eran mujeres. Por esta razón, a menudo la acosaban. A menudo, cuando llevaba falda, recibía silbidos en la cafetería, pero a ella nunca le importó. Al contrario, se sentía más segura de sí misma.

Hoy día, Lucía se siente satisfecha de ser mujer y haber logrado desarrollarse en una profesión que hasta antes de ella era considerada exclusiva para hombres. De hecho, ha desmentido a quienes afirmaban que no podría desarrollarse en ese ámbito.

Ingenieras destacadas de la UNAM

En la UNAM sobresalen varias egresadas de la Facultad de Ingeniería, entre las que se encuentran Maribel Miceli, quien es la presidenta del Colegio de Mujeres Profesionales de la Industria de la Construcción AC; Verónica Flores Déleon, que fue presidenta del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana del Asfalto AC; Lorena Rojas Nucamendi, quien logró vincular a cuatro mujeres indígenas de Chiapas con una universidad de la India para graduarse como ingenieras solares; y Magdalena Trujillo Barragán, la primera mujer en obtener el grado de doctora en Ingeniería Mecánica por la UNAM.

Fuentes:

  1. Datos de estudiantes mujeres: Área de comunicación de la Facultad de Ingeniería de la UNAM
  2. Mujeres ingenieras – Coordinación de la Igualdad de Género, UNAM: 10 mujeres ingenieras que están cambiando al mundo