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Licencia menstrual en México: avances y retos

A lo largo de la historia, las mujeres han luchado incansablemente por el reconocimiento de sus derechos, enfrentándose a la discriminación constante y a las estructuras de poder que perpetúan su marginación. A pesar de los avances logrados, siguen sufriendo abusos e inequidades que afectan su plena inclusión y bienestar, tales como la violencia de género, la brecha salarial, la falta de acceso a oportunidades laborales y educativas, y la discriminación en los ámbitos político y social.

Sin embargo, con valor y fortaleza, las mujeres se siguen abriendo camino. Una de sus luchas más recientes concierne al ámbito laboral: la licencia menstrual.

Aunque en México el tema ha cobrado relevancia en los últimos años, pocos estados han logrado contemplar este derecho en su legislación. Para conocer en qué consiste esta licencia, cómo acceder a ella, cuántos estados en México ya la han aprobado y otros detalles, UNAM Global entrevistó a la maestra en Derecho Sonia Juárez Moreno, de la FES Aragón.

Entendiendo el dolor menstrual

El dolor menstrual, también conocido como dismenorrea, es causado por las contracciones del útero en el ciclo menstrual. Durante este proceso, el revestimiento del útero se desintegra y se elimina, lo que provoca la liberación de prostaglandinas, sustancias químicas que estimulan las contracciones uterinas para facilitar la expulsión del revestimiento. El exceso de prostaglandinas puede ocasionar contracciones más fuertes, provocando dolor que varía en intensidad y duración.

La dismenorrea se clasifica en dos tipos: primaria y secundaria.

La dismenorrea primaria afecta a mujeres jóvenes de entre 13 y 20 años y no está asociada con problemas de salud subyacentes. El dolor suele ser cólico (como calambres) y comienza poco antes o al inicio de la menstruación.

La dismenorrea secundaria se presenta en mujeres mayores de 30 años y a menudo está relacionada con afecciones ginecológicas, como la endometriosis, los fibromas uterinos o la adenomiosis. Este tipo de dolor puede persistir más allá de la menstruación y suele ser más intenso.

De acuerdo con los datos disponibles, el dolor menstrual afecta a entre el 45% y el 90% de las mujeres, y una de cada cinco experimenta dolores incapacitantes que no solo impactan su vida laboral, sino también su día a día.

Una necesidad reconocida

Algunos países, como España, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Indonesia y Zambia, han implementado la licencia menstrual. Aunque puede variar el enfoque, el objetivo principal es permitir a las mujeres tomar un descanso temporal para recuperarse de los síntomas dolorosos de su ciclo menstrual.

“Esta licencia se otorga a las mujeres que sufren malestares durante su menstruación. En algunos casos, el ciclo se acompaña de sangrados intensos (menorragia), fiebre o incluso desmayos. Por ello, es crucial permitirles ausentarse de su trabajo o elegir alternativas como el trabajo remoto, para proteger su bienestar. El objetivo es brindar apoyo, ya que actividades cotidianas como subir escaleras para ir al trabajo pueden volverse dolorosas durante este período. Si a esto le sumamos otras responsabilidades, como ser madre o cuidar a los padres, el ciclo menstrual puede convertirse en un desafío aún mayor”, explicó Juárez Moreno.

Aunque en estos países se ha implementado esta licencia, en otros se plantea un debate sobre la equidad laboral, ya que, aunque muchos consideran que es una medida necesaria para garantizar el bienestar y la igualdad de género, otros argumentan que podría resultar en discriminación o estigmatización de las mujeres en el entorno laboral. El reto es encontrar un equilibrio, para no afectar negativamente la inclusión y las oportunidades para las mujeres en sus respectivos campos profesionales.

El escenario en México

Según el informe “Menstruación y productividad laboral: el tabú que impacta el resultado del negocio”, el 45% de las mujeres mexicanas se ausentan de su trabajo durante días u horas debido a molestias menstruales. Esto repercute negativamente en sus ingresos, ya que al 35% se le ha descontado parte de su salario y un 2.4% han sido despedidas de su trabajo.

Actualmente, en seis estados (Colima, Hidalgo, Tamaulipas, Quintana Roo, Campeche y Nuevo León) se otorga la licencia menstrual, pero esta solo aplica en mujeres que trabajan en el sector público, quienes tienen que presentar un certificado médico expedido por instituciones de Salud Pública que dé cuenta de su malestar. Aún no existe una regulación para el sector privado.

La académica de la FES Aragón indicó que el hecho de que esta medida no se implemente a nivel nacional puede deberse a dos factores:

“El primer problema es la falta de empatía hacia las mujeres. El segundo es la complejidad de crear una ley, desde la redacción que puede dejar vacíos legales hasta la necesidad de negociar con las empresas para que no se vean afectadas por estas legislaciones”.

En cuanto a este aspecto, según el informe que mencionamos, sólo el 5% de las mujeres encuestadas indicó que las empresas en las que trabajan tienen políticas relacionadas con las molestias menstruales, una cifra baja tomando en cuenta que, de acuerdo con el propio reporte, “las mujeres que trabajan en lugares con políticas menstruales experimentan menos impacto en su productividad en comparación con aquellas que no cuentan con estas políticas”.

Al respecto, Juárez Moreno señaló que es necesario un enfoque integral que no solo considere la licencia menstrual como una medida aislada, sino que también fomente la educación y sensibilización sobre los problemas de salud que enfrentan muchas mujeres. Esto podría traducirse en ambientes de trabajo más flexibles y comprensivos, donde las mujeres no se sientan presionadas a ocultar o minimizar su malestar, y donde la salud menstrual sea tratada con la importancia que realmente tiene.

“Es triste que en pleno 2025 sea tema tabú hablar sobre la menstruación y que no haya esa empatía de los patrones para que las mujeres les digan ‘Estoy en este proceso y necesito ausentarme por ello’, sin sufrir discriminación o burlas o que el compañero diga ‘¿Por qué ella sí y nosotros no?’. Necesitamos una mejor apertura y entender que las mujeres pasamos por esto por una necesidad fisiológica, porque estoy segura de que muchas de nosotras no lo quisiéramos enfrentar”, dijo.

Actualmente, la tasa de participación de la fuerza laboral femenina en México es del 40%, y, de acuerdo con el estudio “Liberar el potencial de la economía remota”, elaborado por Economist Impact, para 2030 podría llegar hasta el 53%. Sin embargo, aunque la inclusión de las mujeres en el ambiente laboral es sumamente positiva en el aspecto de la igualdad de género, no solo se trata de incorporarlas, sino de responder a sus necesidades básicas y tomar en cuenta que las mujeres pasan más de 2 mil días menstruando a lo largo de su vida.

La licencia menstrual no solo es una necesidad, sino un derecho que visibiliza una realidad biológica que ha sido ignorada durante décadas bajo argumentos de productividad y normalización del dolor femenino. La resistencia a su implementación refleja una falta de comprensión sobre las necesidades específicas de las mujeres y perpetúa un sistema laboral que no está diseñado para ser verdaderamente inclusivo.