En días pasados, el presidente de Argentina, Javier Milei, prohibió el lenguaje incluyente en la administración pública. “A pesar de que hay una voluntad autoritaria, también hay conciencia de que solo se puede prohibir en espacios regulados, como lo es la administración pública”, dijo Hortensia Moreno, académica del Centro de Investigaciones de Estudios de Género de la UNAM.

Lo más preocupante fue la disolución del Instituto de la Mujer y la amenaza de volver a penalizar el aborto. “Echar para atrás derechos que apenas han sido ganados con una lucha social muy importante e histórica es regresar un siglo atrás”.
Con estos actos se demuestra que la derecha de Argentina tiene componentes misóginos y antifeministas. No se trata de una novedad, pero presenta un nuevo componente que es el combate a la denominada “ideología de género”, añadió la académica universitaria.
El régimen que dicta que el mundo humano está dividido en hombres y mujeres, que se aman entre sí, y que la familia es la única forma de organización interpersonal aceptable, tiene un fuerte componente de misoginia y homofobia.
Sin embargo, la comunidad LGBTTTIQ+ ha reclamado el derecho de vivir, amar y autoidentificarse de manera diferente a la considerada como la única posible, como la forma “biológica, natural y la que manda Dios”. De hecho, “la disidencia sexual representa una amenaza a las formas de pensar sacralizadas por el poder inscritas en la configuración del Estado, y todos sus aparatos ideológicos”.
El lenguaje incluyente es una manifestación pública, primero del feminismo, y después del sector LGBTTTIQ+. La disputa va más allá de las formas de hablar, se trata de lo que sí está permitido y de quiénes tienen el uso de la palabra.
Estos fenómenos cada vez tienen más presencia en una discusión actual sobre cómo debemos vivir y qué posibilidades de vida son aceptables. “Alude a personas que están en peligro, porque no son reconocidas en el lenguaje ni en las leyes”.
Por eso, el tema del lenguaje incluyente despierta incertidumbre y problemas reflejados en posicionamientos de derecha, enfatizó Hortensia Moreno.

Esos posicionamientos tratan de proponer que la familia nuclear (papá, mamá e hijos) es la única forma correcta de vivir, y que todas las personas deben relacionarse y amar de la misma manera. “Es un posicionamiento realmente totalitario, autoritario y, en su peor expresión, fascista”.
Para qué sirve el lenguaje incluyente
El lenguaje incluyente no sexista (LINS) tiene como finalidad reconocer y hacer visible la presencia de las mujeres y sus aportaciones a la sociedad. “Somos un factor igual de importante que los hombres en todos los aspectos de la vida social, desde espacios como la familia, la cultura, la academia, el gobierno y la economía”.
“No somos actores subordinados que solo estamos en casa, sino que salimos al espacio público para construir el mundo con el mismo ímpetu que los hombres”. Además, en este momento ha aparecido la necesidad de que el lenguaje refleje identidades de género que no se ajustan a los estereotipos femenino y masculino: de ahí surgen manifestaciones de lenguaje incluyente que integran no solo a las mujeres y los hombres, sino también al sector no binario.
Por primera vez en la historia de la humanidad tenemos la posibilidad de dejar atrás la clasificación que ordena a la humanidad en una clasificación exhaustiva y excluyente: si eres hombre no puedes ser mujer, y si eres mujer no puedes ser hombre.
Si eres hombre, no puedes hacer cosas de mujeres y viceversa. Hay una restricción muy fuerte, y quizás en este momento se han abierto posibilidades por lo menos simbólicas de superar ese binarismo.
¿Qué problema tiene el masculino genérico? En un solo enunciado pretende abarcar lo masculino y femenino, pero como tiene también una función gramatical específica, en gran cantidad de casos se producen ambigüedades.
En los últimos años, el LINS ha brotado en la discusión pública sobre todo con gente muy joven, debido a que han aparecido identidades no binarias.

Se trata de imaginar un mundo en donde las posibilidades de desarrollo expresivas y humanas no estén restringidas por el sexo con el cual se nació. Se trata de una revolución simbólica a través de un lenguaje incluyente, no sexista con la posibilidad de jugar con todos los significados a que se tiene acceso.
Quién decide sobre el lenguaje
Siempre decimos: si la Real Academia Española lo admite, entonces es correcto. Sin embargo, las academias no tienen autoridad o potestad para decidir cómo debemos escribir o hablar. De hecho, son las comunidades hablantes y escribientes quienes determinan, en un consenso social generalizado, cómo hacerlo, dijo también la directora de la revista Debate Feminista.
Las academias plasman ese lenguaje en la gramática, la ortografía y finalmente en sus diccionarios. “Pensar que podemos usar una palabra o modismo hasta que la RAE nos dé permiso es creer que el trabajo lo hacen ellos, pero en realidad el trabajo lo hacemos las comunidades hablantes”.
Ideas destacadas
- Importancia del lenguaje incluyente para visibilizar la presencia femenina y las contribuciones de las mujeres en diversos ámbitos sociales.
- Necesidad de un lenguaje que refleje identidades de género más allá de los estereotipos tradicionales.
- La discusión sobre el lenguaje incluye la superación del binarismo de género.
- El papel de las comunidades hablantes y escribientes en la evolución del lenguaje, más allá de las decisiones de las academias lingüísticas.
