Científicos de la Universidad de Barcelona llevaron a cabo una investigación que les permitió identificar los mecanismos neuronales que refuerzan o debilitan los recuerdos mientras se duerme.
La investigación destaca que durante el sueño el cerebro reactiva redes de recuerdos relacionados entre sí, y que en ese proceso el cerebro también promueve el olvido de información de menor relevancia y menos fija en la red de memorias.
Estudios previos demuestran que mientras se duerme el cerebro reactiva algunos recuerdos codificados durante el día para que puedan almacenarse a largo plazo, no obstante, la forma en que se realiza la selección sigue sin resolverse.
Para el desarrollo de la investigación, los científicos hicieron una técnica experimental que permite inducir de forma artificial la reactivación de recuerdos.
Dicho método consiste en asociar un estímulo sensorial a un recuerdo para posteriormente inducirlo, publicó el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en su revista de divulgación.
Durante el desarrollo del proyecto los participantes memorizaron la ubicación de dos tandas de quince pares de cartas con dibujos de animales, medios de transporte o instrumentos musicales colocados en una cuadrícula.
En la primera fase, las cartas se colocaron en diferentes posiciones; en la segunda, una de las cartas de la pareja cambió de lugar, mientras la otra se mantenía en su zona, en esa ronda se incluyeron sonidos relacionados con el contenido.
Posteriormente los investigadores indujeron la reacción del recuerdo mediante la activación de los sonidos mientras los participantes dormían.
Cuando los sujetos de estudio despertaron, los científicos evaluaron el recuerdo de la localización de la primera tanda que no se había asociado a sonido alguno pero que compartían un elemento con las reactivadas durante el sueño.
Los resultados arrojaron que los recuerdos de la segunda tanda reactivados a través de los sonidos ayudaban a recordar la localización de las parejas de la primera fase.
A través de esos estudios, los científicos encontraron que nuestro sistema de memoria se adapta a la necesidad de preservar de forma prioritaria la información que pueda ser útil en el futuro.