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Clínica del Viajero UNAM: acompañamiento que cruza fronteras

Cuando Dante tenía apenas ocho años, vio una imagen que se le quedó grabada en la memoria: una universidad alemana. “Dije: ‘Wow, yo quiero ir a esa universidad cuando sea grande’”, recuerda con una sonrisa. Años después, ese deseo se transformó en un propósito firme. Hoy, Dante estudia en Alemania gracias a la ayuda de la Clínica del Viajero y su trabajo como estudiante en la UNAM.

El camino no fue sencillo. Dante Castellanos Ángeles es un hombre trans y estudia Letras y Literaturas Modernas Alemanas en la Facultad de Filosofía y Letras. Actualmente cursa su último semestre en la Humboldt Universität de Berlín. Para él esta estancia no solo representa una experiencia académica invaluable, sino también la materialización de un anhelo que parecía imposible.

Antes de abordar el avión, había un asunto urgente por resolver: su tratamiento de testosterona que debe aplicarse cada tres meses. La Unidad de Salud Integral para Personas Trans, donde él se atiende en Ciudad de México, solo podía darle una dosis. Necesitaba dos. “Obviamente no puedo conseguirla acá con esa facilidad, y además es carísimo”, cuenta.

A solo una semana de su vuelo acudió con Jorge Baruch Díaz, responsable de la Clínica del Viajero, quien había dado una charla informativa a los estudiantes de movilidad antes del viaje.

Y con la ayuda de Luis Adrián Quiroz, coordinador general de la ONG DVVIMSS que habitualmente trabaja con la UNAM, se logró una gestión extraordinaria para que Dante pudiera llevar su tratamiento completo a Alemania. “Estoy muy agradecido. Me hubiera causado mucha ansiedad no tener mi medicación conmigo”, confiesa.

Con el medicamento asegurado y bien empacado en una bolsa transparente junto con sus recetas, el cruce por migración fue tranquilo. “No me preguntaron nada. Todo estaba visible”, relata. Y con ese peso aligerado, empezó su nueva vida en Berlín.

Llegó al final del invierno, confiesa que fue gris, pero no lo vivió solo. Ha hecho amistades, se siente a gusto en sus clases y sueña con usar lo aprendido para su tesis. Lo que estudia —cultura, literatura, teoría crítica— no solo le sirve para graduarse: lo apasiona. “Me gusta mucho leer autores alemanes como Kafka o Georg Trakl”, dice.

“La UNAM para mí significa un espacio de oportunidades. Me ha dado la posibilidad de estar aquí y cumplir este sueño. Podría sonar cursi, pero para mí la UNAM es esperanza”, afirma.

Dante también eligió su nombre. Inspirado por La Divina Comedia, le pareció fuerte, literario y hermoso. Coincidió con algo que su madre alguna vez le dijo: si hubieras nacido varón, te habrías llamado así.

Ahora ese nombre resuena en los salones de la Humboldt Universität. Y con él, su voz y su historia cruzan fronteras. Porque los sueños, incluso los que nacen con una imagen de internet, también se pueden cumplir cuando existen redes de apoyo, instituciones sensibles y una voluntad inquebrantable.

Más que vacunas: la Clínica del Viajero de la UNAM, un espacio de cuidado integral para la movilidad internacional

En un mundo cada vez más interconectado, viajar se ha convertido en una experiencia cotidiana para miles de personas. Sin embargo, hacerlo de manera segura va más allá de empacar maletas o reservar vuelos.

Para quienes se trasladan por razones académicas, laborales o personales, especialmente con condiciones médicas específicas, contar con asesoría profesional puede hacer la diferencia entre un viaje tranquilo y uno lleno de complicaciones. En la UNAM, ese acompañamiento tiene nombre y apellido: la Clínica del Viajero.

Ubicada en la Facultad de Medicina, esta clínica pionera en México —coordinada por el doctor Jorge Baruch— ofrece atención médica especializada antes, durante y después del viaje. Aunque muchos la identifican únicamente como un centro para vacunarse antes de ir a otro país, sus funciones van mucho más allá: promueve una movilidad internacional informada, segura y equitativa.

“Nuestro enfoque es de medicina preventiva, pero también de medicina del viajero en el sentido más amplio. Evaluamos los riesgos sanitarios específicos de cada destino y diseñamos planes personalizados de salud para quien viaja”, explica en entrevista para UNAM Global Jorge Baruch.

Servicios que trascienden fronteras

La Clínica del Viajero brinda consulta médica especializada donde se consideran factores como el destino, la duración del viaje, las condiciones del viajero (embarazo, enfermedades crónicas, inmunosupresión, entre otras) y el contexto sanitario local.

También ofrece:

  • Cartillas internacionales de vacunación, exigidas en varios países.
  • Atención psicológica pre y post viaje, especialmente útil para quienes enfrentan choques culturales o ansiedad relacionada con el desplazamiento.
  • Orientación a poblaciones vulnerables, como personas con discapacidad, población trans, mujeres embarazadas o infancias.
  • Acompañamiento en caso de enfermedad o emergencia médica durante el viaje, mediante una red internacional de contacto.
  • Capacitación y asesorías a instituciones universitarias y gubernamentales que gestionan movilidad académica.
  • Vigilancia epidemiológica y recomendaciones sobre brotes, vacunas y medidas preventivas.

Así, la clínica del viajero de la UNAM con sus dos sedes: Ciudad Universitaria y en la terminal del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, atiende entre 300 y 500 estudiantes por semestre.

El caso de Dante

Uno de los casos más significativos fue el acompañamiento a Dante, un estudiante trans que planeaba viajar a Europa. La clínica no solo ofreció información sobre las vacunas necesarias sino también sobre derechos humanos, sistemas de salud, acceso a tratamientos hormonales en el país destino y contacto con redes locales de apoyo.

“No solo se trata del cuerpo físico que viaja, sino de todo lo que implica moverse en una estructura desigual y normada. En ese sentido, la medicina del viajero también es medicina social”, dice Baruch.

Jet lag social y turismo sin control

Además de los servicios clínicos, el equipo ha sido un actor clave en la reflexión sobre los efectos sociales del turismo masivo y la movilidad acelerada.

Desde la pandemia, Baruch ha impulsado el concepto de “jet lag social”: una desincronía entre los ritmos biológicos y los sociales provocada por estilos de vida que simulan un cambio constante de huso horario —aún sin desplazarse.

“Esta alteración impacta el sueño, el metabolismo y la salud mental. Estamos viendo un desgaste crónico en muchas personas jóvenes, sobre todo estudiantes, que viven como si estuvieran en constante jet lag por las exigencias de hiperconectividad”, alerta.

A ello se suma el problema del turismo sin regulación ni conciencia. En destinos con poca infraestructura médica o con altos índices de violencia, viajar sin asesoría puede ser riesgoso. Por eso, la clínica también ha desarrollado alianzas internacionales y participa en campañas para educar sobre un turismo responsable.

Un modelo para otros países

Gracias a su enfoque integral, la Clínica del Viajero ha sido reconocida por organismos internacionales y replicada en otras universidades mexicanas. Su sitio web y redes sociales ofrecen guías gratuitas, actualizaciones sanitarias y materiales descargables para preparar viajes con seguridad.

Al final, lo que ofrecen no es solo un certificado de vacunación o un consejo médico, sino una nueva manera de entender el acto de viajar: como un ejercicio de cuidado propio y colectivo.

Más información en:

Número móvil AICM T2: +5255 6748 9375

Número móvil CU CEPE: +5255 3978 5447

contacto@clinicadeviajero.unam.mx

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