Durante mucho tiempo, los roles de género estuvieron muy definidos en el hogar. La madre procuraba la atención de la casa y el cuidado de los niños; mientras que papá iba a trabajar, a veces todo el día, para proporcionar una solvencia económica para la familia. Entonces, la convivencia de los pequeños con la mamá era muy frecuente, pero con el papá convivían poco.

Sin embargo, a partir de la década de 1970, la mujer comenzó a abrirse espacios en los ámbitos laboral, escolar y social. Ese cambio impactó de una manera importante los estereotipos establecidos y la organización de las familias, ya que papá tuvo que cambiar su rol y participar activamente en la crianza de los hijos. No obstante, al día de hoy aún se sigue presentando la ausencia paternal en la dinámica familiar, aunque ahora los motivos son diferentes a los que se tenían hace 60 años.
La investigadora de la FES Iztacala Alejandra Salguero Velázquez analizó el papel de los hombres en la dinámica familiar y confirmó que las paternidades ahora son más cercanas, involucradas y participativas en comparación a lo que sucedía hace seis décadas. Sin embargo, también estudió cuáles son las causantes para que algunos padres no puedan ejercer su paternidad, y sus resultados demostraron que hay diversos factores que van más allá del modelo de hogar que anteriormente se manejaba.
Uno de los primeros factores que encontró fue que las mujeres ya no dependen de los hombres como antes, ya que son más autónomas e independientes económicamente hablando. Por tanto, si hay situaciones de violencia o que no les convengan, ya no las toleran y prefieren alejarse de su pareja.
“Quizás en otra generación las mujeres aguantaban más, pero con todo este cambio de ideología en torno a su autonomía, la independencia económica y demás, no están dispuestas a hacerlo. Y, en ese sentido, el discurso de algunas mujeres es: mejor sola con mis hijos y los saco adelante”, indicó.

Otro factor que detectó en su estudio la experta universitaria tiene que ver con que los hombres permanecen fuera de casa por cuestiones laborales y largos trayectos de traslado. Esta situación, más allá de generar conflictos por la poca convivencia que tienen con la pareja y los hijos, también abre la puerta a que los pequeños encuentren la figura paterna en sus familiares cercanos, sea la mamá, los abuelos o los tíos. A la larga, los niños se acostumbran a que papá no esté y su figura va siendo desplazada al grado de desaparecer o que no se le tome en cuenta.
En resumen, dijo Salguero Velázquez, la ausencia del padre está relacionada con las condiciones socioeconómicas y la estructura de la familia.
La especialista también comentó que las consecuencias por la ausencia del padre pueden ser muy graves, puesto que los menores pueden experimentar reacciones como miedo, rechazo u odio, que a larga pueden ser muy destructivas.
Si la ausencia del padre se debe a motivos de separación, la investigadora de la FES Iztacala pidió a las parejas entender que su desunión es con el cónyuge y no con los niños. “Cuando hay una separación consensuada y negociada, y si se les habla con la verdad, los menores no tienen complicaciones. Debemos entender que, si bien la relación de pareja ya concluyó, la relación padre e hijo tiene que continuar”, expresó.

Por otro lado, Salguero Velázquez manifestó que actualmente en todo el mundo se vive una diversidad de estructuras familiares que pueden ir desde el modelo tradicional (mamá-papá-hijos) hasta aquellas conformadas por un solo padre e hijos, padres del mismo sexo o incluso donde la madre es la jefa de la familia. Sin importar el tipo de familia en la que los menores se desarrollen, la investigadora indicó que es necesario generar la estructuras necesarias para que los padres estén presentes en la crianza de los hijos, aun si no viven en el mismo hogar.