Apasionado por los sistemas cuánticos abiertos, los sistemas complejos y los deportes, Carlos Pineda, investigador del Instituto de Física de la UNAM, se dedica a buscar respuestas simples para describir mejor la naturaleza.
Carlos nació en Bogotá, Colombia, donde hubo dos momentos que definieron su atracción por la física: su niñez, influenciada por la serie de libros y programas de TV “Cosmos”, de Carl Sagan; y un profesor de matemáticas quien, en su último año de bachillerato, le contó sobre caos y fractales. “Entonces me puse a investigar sobre eso y quedé fascinado”.
Pineda llegó a México al terminar la carrera de física en la Universidad Nacional de Colombia. Con el deseo de hacer un posgrado en el extranjero, comenzó a investigar opciones en Estados Unidos y Europa, sin embargo, al tomar un curso de verano en la UNAM, conoció al profesor Thomas Seligman, quien atrajo su atención hacia esta universidad mexicana:
“Me sorprendió mucho (Thomas Seligman) con lo que hacían en México, vi que aquí iba a tener muchísimas oportunidades y decidí venir para acá (…) creo que la UNAM es maravillosa para trabajar”, platica.
Una vez que terminó su posgrado en la UNAM, las puertas del mundo volvieron a abrirse para el investigador. Esta vez la decisión fue llegar a la Universidad de Potsdam, en Alemania, donde durante 2 años pudo “empaparse” del tema en el que se especializaría: la información cuántica.
“Inicialmente había pensado irme a Mallorca y justamente Thomas Seligman me dijo: ‘No, allá a lo que vas es a la playa, mejor vete a un sitio muy bueno en física y que te agrade’ y entonces ahí (en Potsdam) se juntaron las dos cosas: una ciudad increíble, que es Berlín, y un grupo de primer nivel que es el grupo Jens Eisert”.
Los sistemas cuánticos se manejan a escalas espaciales muy pequeñas, es decir, a nivel atómico y subatómico, no pueden ser explicados con la física clásica y están en constante interacción con el ambiente. Así que lo que hace Pineda es formular ecuaciones que simplifiquen esos fenómenos.
A Pineda le atrae encontrar respuestas simples a problemas diversos. En la cuántica informática y los sistemas cuánticos abiertos encontró, justamente, fenómenos que pueden explicarse de forma más simple. “Son cosas muy básicas, utilizando herramientas muy sencillas y que, aparte, podemos ver en la naturaleza”, explica.
De los sistemas complejos hay ciertas particularidades que podemos distinguir: se componen de una gran cantidad de elementos relativamente idénticos, su comportamiento global no puede ser explicado considerando un solo elemento y es difícil predecir su evolución futura.
“En física hay gente que se dedica a resolver problemas complicadísimos, con técnicas súper sofisticadas, eso es un estilo de trabajo. A mí me gusta casi todo lo contrario, hacer una descripción lo más simple posible de algún fenómeno”.
Ahora mismo, Pineda trabaja sobre un problema conocido en la física como “Coarse-graining”:
“En información cuántica ya se están pudiendo realizar experimentos con átomos individuales, pero muchas veces distinguir esos átomos es técnicamente difícil (…) estamos trabajando en un formalismo que permita describir detectores de muchos átomos de manera genérica”.
“Mi línea de investigación, yo no podría hacerla sin los estudiantes(…) yo creo que no es tanto la línea de investigación del tutor sino el trato que se le da al trabajo, cómo impulsa a los estudiantes, la formación que se le de aquí, en la UNAM”.
Para Carlos Pineda, saber separar la parte laboral del resto de su vida es fundamental para realizar su trabajo. Disfruta bailar salsa, cocinar y hacer ejercicio.
“Hay gente que le gusta trabajar 8 horas y llegar a casa y seguir trabajando, yo he encontrado que a mí me funciona más si termino mi trabajo, voy a una clase de salsa y me olvido de la física”, reconoce.
La prueba de eso está en su propia oficina: una gran cantidad de medallas, que cuelgan sobre una pared, muestran la diversidad de sus intereses: reconocimientos a su labor académica y científica, así como de maratones y Tae Kwon Do. De todos esos reconocimientos, Carlos Pineda distingue uno como su favorito:
“Es un premio que nos hicimos mi hija y yo. Hicimos una carrera de más de 240 kilómetros en bicicleta, en Austria (…) eso requirió toda una preparación de seis meses, especialmente para mi hija porque fue una labor pesada, más o menos cincuenta kilómetros diarios que, para una persona de, en ese momento, ocho años, no es nada fácil”, dice sonriendo.