Ser padre no es fácil, ninguna persona nace con este conocimiento y en este camino seguramente muchos se han preguntado ¿cómo podemos enseñar a los pequeños el valor de los objetos materiales?, ¿debemos darles todo, negarles algunos gustos, regañarlos si no entienden o hasta pegarles?
De acuerdo con Verónica Ruiz González, profesora de la Facultad de Psicología, no es recomendable usar la fuerza física con los niños porque además de transgredir sus derechos tampoco ayuda a su aprendizaje.
“De hecho, el castigo físico sólo genera mayor conducta de oposición en los niños, además está comprobado que de esta forma no se refuerzan las conductas positivas e incluso se daña la relación padre e hijo”.
Pero entonces, ¿cómo podemos enseñarles el valor de los objetos materiales?, la experta explicó que los seres humanos aprendemos desde el nacimiento el valor de las necesidades básicas, durante la lactancia, en el cambio de pañales, al sentir las caricias de los padres, e incluso, cuando los acunan.
Pero en este contexto y durante el crecimiento, los pequeños no saben diferenciar entre una necesidad básica y un deseo, y es precisamente en este aspecto donde los padres los deben orientar.
Para ayudarlos en este camino, pueden seguirse las siguientes recomendaciones: durante el primer año de vida, debe darse prioridad a las necesidades afectivas y sociales. Por ejemplo, los progenitores deben hablarle cariñosamente al bebé al mismo tiempo que le cambian el pañal, lo lactan, o lo cargan para dormir, y de esta forma se sentirán queridos y no percibirán que los padres sólo cumplen con una necesidad.
Posteriormente, a la edad de dos a tres años los pequeños empiezan a pedir cosas como dulces, jugo, papás y otras chucherías. En ese momento, los tutores deben aprovechar para mostrarles la diferencia entre sus deseos y necesidades.
“A veces lloran y dicen quiero un dulce porque tengo hambre, pero los padres debemos explicarles que un caramelo es un deseo y no una necesidad como lo sería una comida sana y nutritiva”, destacó Ruiz González.
Esta etapa también es la edad de los “no”, donde los niños se niegan a todo y necesitan límites de los padres. No obstante, en este mismo periodo podemos aprovechar para enseñarles a tolerar la frustración.
Por ejemplo, si vamos al mercado y quieren un juguete lo peor que podemos hacer es comprarlo en ese momento. Lo ideal es explicarles que su necesidad es jugar y no un objeto material.
¿Cómo lograrlo? Preguntarles para qué necesitas ese juguete y cómo lo vas a usar, después explicarles que podemos divertirnos sin él y finalmente enseñarles que deben trabajar para obtenerlo.
Así, los pequeños se esforzarán si utilizamos desde la edad de dos o tres años la metodología de “economía de fichas”, la cual funciona de esta manera: por cada vez que usen bien el pañal o que coman adecuadamente van a ganar una ficha y cuando lleguen a un número determinado se les comprara el juguete deseado.
De esta forma, lograremos convertir sus deseos en metas, aquello que desean o quieren puede obtenerse a través de un esfuerzo hasta llegar a su meta, concluyó la especialista.