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Concurso de satélites enlatados, ingenio y conocimiento a prueba

Era la sexta etapa de la competencia. De 65 equipo que se inscribieron, 35 acudieron a la prueba que definiría a los tres representantes de México en la CanSat Competition 2018 que se realizará en Houston, Texas.

Estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) probaron en el Complejo Deportivo Alfredo Harp Helú de Ciudad Universitaria su ingenio y conocimiento a través del Concurso de Satélites Enlatados 2017-2018, dependiente del Programa Espacial Universitario (PEU) de la UNAM.

“El proyecto duró cinco meses porque se tienen que entregar reportes. Primero se entrega una propuesta de diseño preliminar, después se da un estudio más específico, y por último, se lleva a cabo un plan de pruebas para saber si cumple con los requerimientos que pide la competencia, por eso estamos aquí”, destacó Valeria, integrante del equipo Antares del IPN, que no pudo aterrizar con vida a su tripulante.

La misión

A una velocidad de cinco metros por segundo, los pequeños satélites de ambas categorías: Iyari (bachillerato) y Miztli (licenciatura) fueron elevados por un dron a una altura de 135 metros. El objetivo: transmitir temperatura, velocidad, presión, aceleración y altitud desde su lanzamiento hasta su descenso. El reto: aterrizar con vida al tripulante (un huevo).

“Toda la caída la censó y se tuvieron todos los datos que piden. Y aunque nuestro huevo no sobrevivió, estamos emocionados con los comentarios que recibimos de los jueces”, comentó Abigaíl Velázquez, líder de Rocket, equipo multidisciplinario de la Facultad de Ingeniería de la UNAM que por primera vez concursó en esta prueba.

Representando al equipo Hermes CanSat, de la Escuela Nacional de Estudios Superiores UNAM-Morelia, Alexander Delgado probó su satélite y posteriormente se presentó ante el jurado. No recibió buenas noticias, pero se dijo entusiasmado por la experiencia que le ofreció el concurso.

En su caso, el sistema de protección del tripulante falló. El material que su equipo utilizó para absorber la energía no fue el adecuado, además, la batería para transmitir los datos se descargó desde el inicio del vuelo.

“Analizaremos lo ocurrido para que el año próximo nos presentemos mucho mejor preparados”. A decir de Alexander, este proyecto fue creado para acreditar una materia, pero al enterarse del concurso, decidieron inscribirlo para participar.

A pesar de que la UNAM ha fomentado la creación de proyectos y la realización de estudios en torno a la industria espacial, hay que recordar que México llegó tarde a la carrera espacial.

José Francisco Valdés Galicia, coordinador del Programa Espacial Universitario, destacó que nuestro país gasta cuatro mil millones de dólares al año en servicio satelital.

“Compramos tecnología, compramos máquinas, compramos servicios de telecomunicaciones porque no lo tenemos. Hay que trabajar en la independencia de la ciencia y la tecnología. Aquí hay gente, y nosotros tenemos la responsabilidad de prepararlos”, concluyó.