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Vacuna y tratamiento contra la COVID-19

  • Actualmente, alrededor del mundo hay más de 70 medicamentos y 150 candidatos de vacunas que están siendo investigados y probados contra el SARS-CoV-2

El doctor Jorge Baruch Díaz Ramírez, titular de la Clínica de Atención Preventiva del Viajero (CAPV) y vocero de la Comisión de Expertos de la UNAM ante la emergencia del COVID-19, habló sobre las diferencias que existen entre las vacunas y los tratamientos aplicados con medicamentos existentes.

Díaz Ramírez destacó que más de 70 medicamentos son investigados y probados en humanos para conocer si son seguros y efectivos contra la COVID-19 y sus complicaciones: dificultad para respirar y afectaciones en órganos vitales.

Asimismo, mencionó que alrededor del mundo hay más de 150 candidatos de vacunas que están siendo probados en diferentes fases y que pueden ser producidos de manera global.

El especialista explicó que las vacunas y los tratamientos tienen diferentes enfoques. Las primeras están dirigidas a la prevención de la enfermedad y son totalmente seguras, por lo que, no provocan efectos adversos o si los provocan son mínimos o raros y se limitan a las siguientes 24 horas. Dichos efectos pueden presentarse después de la vacunación manifestados como dolor en el lugar de aplicación o fiebre.

“Se vacuna a las personas para que desarrollen inmunidad que los proteja contra la adquisición o la infección de SARS-CoV-2”.

En el caso de los medicamentos, están dirigidos a disminuir las complicaciones o a eliminar el virus una vez que se adquiere. En ese sentido, Díaz Ramírez señaló que la producción de algunas vacunas, no todas, requiere menos tiempo que la de los medicamentos. Se estima que una vacuna específica para SARS-CoV-2 se puede elaborar en un promedio mínimo de 18 meses, a diferencia de un medicamento nuevo que puede desarrollarse de tres a cuatro años.

“La diferencia en tiempos es significativa, pero no está nada establecido hasta el momento, recordemos que los medicamentos que están siendo evaluados son medicamentos que ya existen y que han probado su efectividad para reducir la mortalidad y las complicaciones de este virus. Muy diferente es el hecho de desarrollar una nueva sustancia o encontrarla en la naturaleza y sintetizarla para combatir específicamente al SARS-CoV-2”, observó.

El también académico de la Facultad de Medicina (FM) de la Máxima Casa de Estudios, enfatizó que un medicamento derivado de un tratamiento no es cien por ciento seguro debido a que puede provocar efectos adversos o daño a órganos blanco, por lo que es importante evaluar el riesgo-beneficio y considerar quién es candidato y quién no. Agregó que no todos los tratamientos que se han desarrollado son óptimos porque afectan la función del hígado o de los riñones.