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Uno no elige de quién se enamora: La ciencia te lo explica

“Uno no elige de quién se enamora” afirma el dicho popular, pero ¿qué tan cierto es? De acuerdo con Ricardo Trujillo, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, se trata de una elección que no es consciente.

Por ejemplo, te has preguntado ¿por qué te gusta el helado de vainilla sobre el de fresa? O ¿por qué te gusta más la Coca-Cola que la Pepsi? En algún momento hubo una elección construida inconscientemente, y uno no decide qué le gusta y que no, añadió el profesor universitario.

Hay formas no conscientes de elegir una pareja. En ciertos casos se busca desde el primer objeto de deseo, formado desde la infancia.

Por ejemplo, buscamos personas semejantes a las figuras materna y paterna, que son nuestros primeros objetos de deseo, y frente a ello construimos cómo desear.


Se le conoce como el complejo de Edipo y surge porque así fue cómo se nos enseñó a amar. Sin embargo, también se elige de manera negativa, es decir, todo lo contrario a esos objetos de deseo.

Se trata de una elección que pareciera libre, pero está determinada por estos objetos del deseo. Entonces, no hay una libertad total, pero tampoco una sujeción total, cada persona va generando un objeto del deseo muy particular.

Otra forma de elegir una pareja es con la ayuda de las personas de tu entorno que también te enseñan qué es lo deseable. Por ejemplo, “cuando yo estudiaba en la secundaria había una chica que les gustaba a todos, menos a mí; no me interesaba de ninguna manera aunque mis compañeros decían que estaba muy guapa, interesante y muy simpática. Pero yo no lo veía”.

“De repente algo pasó y empecé a ver lo que todos. No fue algo que hubiera descubierto, sino que entró”, agregó el investigador universitario. Se trata de querer ingresar en el circuito del deseo del otro, porque cuando ves que el otro está interesado en algo aprendes cómo es eso que debes desear.

Por lo tanto, las personas construyen sus objetos del deseo dependiendo de los grupos de referencia con quienes estén. Estos grupos sirven para mostrar cómo deben comportarse, sentir y con quienes relacionarse.

Sin embargo, es una elección individual que no es consciente. En ningún momento dijimos: a partir de hoy me va a gustar el helado de fresa, pero ese sabor es precisamente el que te va a gustar.

Otra forma de elegir pareja es la elección narcisista, que ocurre cuando se buscan características parecidas a uno mismo, pero no es de forma consciente.

En cambio, cuando las personas eligen patrones parecidos buscan ciertas características en otros, ya sean físicas o de comportamiento.

Se trata de algo que necesitamos y no hay una regla general para personas parecidas. Lo vemos y lo agarramos, pero no somos conscientes de ello.

Por último, Sigmund Freud plantea que el sujeto no tiene un único objeto del deseo, no existe esa media naranja que lo satisfaga del todo. De hecho, no dejamos de buscar ese objeto porque se modifica frecuentemente, concluyó el académico universitario.