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Rubén Darío, fundador del modernismo


Una corriente literaria puede conceptualizarse como el conjunto de características propias que unifican una temática, en combinación con el uso de recursos al escribir, de acuerdo con las condiciones sociales de una época determinada. La definición por sí misma es muy ambigua y general, pero es útil para identificar los cambios literarios que se suceden de tiempo en tiempo.

Sirve también para identificar los cambios que se producen en la literatura para renovarla y vigorizarla en la medida que crea una tendencia.

Estas clasificaciones de la producción literaria, a veces estrictas y arbitrarias, a veces laxas y generales, nos ayudan a ubicar a los autores y sus obras de acuerdo a sus características. Es así que existe un listado general de corrientes aparejadas a una cronología más o menos móvil que en el caso de Latinoamérica comienza con la literatura precolombina, pasando por la de la Conquista y Colonia, el barroco, clásico, neoclásico, romántico, costumbrista, naturalista y realista hasta llegar al modernismo.

Si bien la precolombina y la de Conquista y Colonia fueron corrientes locales, las posteriores recorrieron un largo trecho originándose en Europa, hasta que el modernismo nació en Hispanoamérica con Rubén Darío como precursor.

Con “Azul”, obra publicada en 1888 y con la que inicia esta corriente, el nicaragüense Darío priorizó, con un lenguaje más culto y refinado, la musicalidad de las oraciones, y con una nueva composición de los recursos estilísticos como metáforas, comparaciones y retruécanos, generó una abundancia de imágenes con descripciones más vívidas y pormenorizadas.

El modernismo de Rubén Darío ensalzó los sentimientos y el entorno, en particular recuperó rasgos y momentos de la historia latinoamericana y cuestionó las actitudes sociales por medio de fabulaciones complejas pero ilustrativas.

“Azul” contiene nueve cuentos en los que lo mismo destaca los beneficios de la juventud, la belleza femenina, el ímpetu por vivir, que el valor de la libertad y la aceptación de sí mismo. Y también incluye seis poemas, en los que ensalza las estaciones del año personificándolas con exuberantes descripciones.