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Privarse del abrazo tiene efectos adversos para la salud

Los abrazos son vida, benéficos para la salud, y en la pareja amada son como ‘fuegos artificiales’, señala la doctora Alicia Castillo, académica de la UNAM.

En la persona que no fue suficientemente abrazada de pequeña hay alteraciones a nivel neurofisiológico (en los sistemas dopaminérgicos, incluido el de recompensa) que causan un mal funcionamiento afectivo y psicosocial, lo que le impide “generar vínculos sanos” en la vida adulta.

La falta de este contacto afectivo causa alteraciones metabólicas y del comportamiento. Privarse del abrazo, sobre todo en tiempos de covid-19, tiene efectos adversos para la salud.

Efectos de la falta de abrazos

Presente en el ser humano desde que es bebé (incluso, el líquido amniótico es una forma de contacto con el feto), el abrazo es fundamental en su desarrollo biológico, psicológico y social.

En niños retirados tempranamente de la mamá o con un contacto limitado con ella, la falta de abrazos afecta la expresión de genes muy importantes, lo cual trae como consecuencia alteraciones en todas las “rutas de crecimiento”, dice Castillo, profesora de neuroanatomía de la Facultad de Medicina.

Afecta la síntesis de “los factores de crecimiento”, enzimas que, si faltan, se alteran muchas rutas metabólicas causando, por ejemplo, “fallas en la memoria”.

En niños de escasos recursos, con condiciones de crecimiento muy limitadas, “hay una diferencia en su capacidad de retención”, en comparación con niños que han estado en mayor contacto con su madre.

Pequeños que reciben pocos abrazos, de adultos también presentan hiperactividad motora. “Les cuesta trabajo controlar sus propios movimientos”. Aunque no altera demasiado su funcionalidad, esta alteración es visible y se exacerba bajo estrés.

Un mensaje de afecto

El contacto afectivo (de familiares, amigos, de la persona amada), indirectamente apoya o facilita la regeneración de nuestras células. Aunque uno ya no está creciendo en estatura, “todos nuestros tejidos se tienen que regenerar, y esa regeneración celular está mediada por factores de crecimiento”. Este proceso, si es normal, “se traduce en salud”.

El abrazo es reconfortante para los adultos porque hay una relación directa entre “la proporción del abrazo” y tres variables psicológicas clave para una buena vida: “sentirnos aceptados, amados y reconocidos”.

Un abrazo a un niño es un mensaje de aceptación, afecto y reconocimiento, vital para que se construya “física, emocional y cognitivamente”. En adultos enfermos, ansiosos o estresados “el cerebro regresa a los momentos en los que necesita el contacto afectivo”.

Además, en el adulto el abrazo permite la autorregulación, tener una base para poder pensar, tomar decisiones y resolver sus preocupaciones.

Ningún abrazo resuelve un problema, aclara la doctora Castillo, pero puede ser el principio para “regresar a la estabilidad”. El abrazo del otro ayuda a estabilizarse, a reducir la preocupación y el miedo para activarse en la resolución de problemas. Incluso, puede ser un elemento que apoye nuestra creatividad.

Abrazarse es vida

El abrazo, el contacto afectivo, tiene que ser en acuerdo y es necesario como dormir, comer, tomar agua, asegura Castillo, coordinadora de evaluación de la licenciatura en Neurociencias de la Facultad de Medicina.

Abrazarse es vida. Así como se mueren las neuronas que “no se tocan”, los seres humanos sin contacto afectivo tienen un riesgo más alto no sólo de padecer enfermedades sino incluso de morir. Al revés, agrega Castillo, algunos “enfermos que son tocados (afectivamente) se recuperan más rápido”.

La falta del abrazo en tiempos de covid-19, afecta a todos psicológicamente, pero sobre todo a las personas enfermas en aislamiento.

La pandemia está generando “un vacío de contacto” que sería bueno cubrir con las personas que conocemos y están cerca, pero con protección adecuada.

Pese a la covid-19, debemos procurar este acercamiento afectivo, porque además nos ayuda a secretar hormonas funcionales, como la vasopresina (más en los hombres) y la oxitocina (más en mujeres), asociadas a “un estado de relajación y a poder crear vínculos”.

Abrazo placentero

El abrazo también es reconfortante y placentero porque activa el sistema de recompensa que libera dopamina. Cuando abrazamos a la persona amada, en uno se activan neurológicamente tres partes: afectiva, del deseo y de la atracción.

Por eso, los abrazos en la pareja son como “fuegos artificiales” porque se activan muchos circuitos neuronales relacionados con la afectividad, la admiración y el deseo por la pareja. Es como si el cerebro se encendiera.

Muchos “centros de placer” (núcleo accumbens, área tegmental ventral, la sustancia nigra y la corteza orbitofrontal) responden placenteramente al abrazo. Por eso es tan atractivo y, a la vez, tan necesario.

Las campañas como “Abrazos gratis” pueden ser un síntoma de que en nuestra sociedad, inmersa en las redes sociales, está limitado el contacto afectivo, señala Castillo.

El abrazo virtual, en boga desde antes de la pandemia, no tiene ni remotamente el efecto que tiene el abrazo físico. Sin embargo, si no hay otra opción, este contacto por lo menos nos activa la parte cognitiva, “la parte más fría del vínculo”.

“Hasta ahora, no hay nada en el mundo virtual que nos dé los beneficios del abrazo físico”, finaliza la investigadora.