La crisis financiera del 2008 inició en Estados Unidos y es recordada por la gravedad y repercusión que tuvo en el mundo.
Aunque fue hace diez años los efectos siguen presentes y afectan a la denominada generación millennial, quienes nacieron entre 1980 y los 2000. Generalmente se les descalifica llamándoles “generación perdida” o “generación smartphone“, pero es la generación más conectada, más informada.
¿Cómo empezó la crisis y por qué?
Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 había un ambiente de pesimismo e inestabilidad. Para reactivar la economía los bancos bajaron las tasas de interés de referencia del seis al uno por ciento. Era muy barato pedir préstamos y se otorgaron a clientes “ninja”, sin ingresos ni empleo fijo y sin propiedades. A estas hipotecas se les denominaban “subprime”, porque tenían mayor riesgo de no ser pagadas, y eso ocurrió.
Las deudas se repartieron, se vendieron a otros inversores y a bancos de todo el mundo, alcanzando al sistema financiero mundial. Finalmente, los bancos suspendieron los préstamos porque tenían poca liquidez (dinero en efectivo).
La crisis arrancó oficialmente con la bancarrota del Banco Lehman Brothers, sin embargo, no todos los bancos se fueron a la bancarrota, ya que los gobiernos rescataron a estas instituciones otorgándoles préstamos con el dinero de la nación por miedo a que su colapso dañara la economía general.
¿Cómo afecta a la generación millennial?
Los millennials tienen dificultad para cumplir sus expectativas laborales. Las empresas les ofrecen trabajos precarios, no estables, sin contratos indefinidos y mal remunerados.
Lo que les impide independizarse o en un futuro contar con una casa propia. Incluso los millennials se ven obligados a trabajar en otros países lejos de sus familias porque ofrecen mejor salarios y condiciones de trabajo.
Además, al no contar con un trabajo estable y sin cotizar es probable que en un futuro no cuenten con una pensión para su jubilación.
(Con datos de BBC Mundo, El País y Economista)