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El patriarcado de los objetos


¿Pases anormales?

Laura Youngson es una apasionada futbolista británica que vive en los Países Bajos. Desde pequeña comenzó como amateur y en el verano de 2017 organizó un partido a una altitud en la que ninguno había sucedido: en el Kilimanjaro, en Tanzania, a 5,714 metros. El partido era exclusivamente de mujeres. En la meseta de la montaña se reunieron jugadoras de futbol profesionales y aficionadas de todo el mundo. Con ese juego señalaron el tratamiento desigual y la injusticia hacia las mujeres en el futbol. Laura y sus compañeras cruzaron los límites establecidos y rompieron el récord mundial del partido a mayor altura. Por supuesto, este evento atrajo la atención hacia lo que las mujeres son capaces de hacer deportivamente, es decir, tener un alto rendimiento.

©Alicia Caboblanco, Nita Carmona, 2022. Cortesía de la artista y Lunwerg Editores

​ Desde 1970 está permitido que las mujeres jueguen futbol en Alemania. En Inglaterra desde 1971, igual que en Francia. Es decir, está permitido no solo en la vida privada en algún campo, sino también organizarse, tener un club y hacer torneos. Y como no querían “exigirles demasiado” a las mujeres, al principio se impusieron muchas restricciones: un descanso de seis meses a media temporada, prohibición del uso de tacos, un tiempo de juego menor,1 así como el uso de balones más pequeños y ligeros. Paulatinamente empezó a ser notorio que las habilidades de las mujeres para patear un balón de cuero, driblar a sus oponentes, etcétera, no le pedían nada a las de los hombres y que no se les caía el útero ni las trompas de falopio al jugar. Desde ese momento se relajaron las restricciones. Si queremos, podemos perseguir el mismo balón y durante el mismo tiempo que los hombres; tenemos torneos y mundiales. Gracias a los triunfos de la selección nacional, el futbol femenil ha ganado impulso en Alemania.

​ De vuelta al Kilimanjaro. Cuando Laura Youngson rompe el récord mundial de mayor altura, rodeada de jugadoras de futbol de todo el mundo y de todo tipo de ligas deportivas, tiene una revelación:

Nunca había conocido a jugadoras profesionales. Y ahí todas estaban juntas, expertas, aficionadas de todos los lados del mundo, y me cagó tener que usar tacos de niño, que son de plástico y otros materiales de súper baja calidad. Y todas estaban así de que: “Sí, odio usar zapatos de hombre” o “ya no soporto los zapatos de niño”. Ese fue el instante en el que pensé: “Oye, a ver, espérate, ¿jugaste un Mundial con zapatos que no están hechos para ti?”.

​ Incluso yo, lega como era, podía ver a simple vista lo que las estadísticas demuestran con números: las mujeres juegan diferente al futbol. Corren menos, hacen más pases largos y patean de otra manera.

​ Al igual que Laura Youngson, Katharina Althoff jugó futbol por mucho tiempo. La insatisfacción que sentía respecto a no tener zapatos propios fue una de las razones por las que en 2016 promovió el desarrollo de tenis de futbol adecuados para mujeres. Actualmente trabaja en el Instituto de Ciencias del Deporte y Kinesiología de la Universidad de Essen. Con el ejemplo del zapato deportivo se demuestra que las mujeres que juegan futbol no son simplemente futbolistas pequeñas, así como las mujeres que hacen deporte no son deportistas más pequeñas. Por eso le pedí a Althoff que entrara en detalles y me explicara por qué razón exactamente las mujeres necesitan un zapato deportivo propio, aunque su desarrollo todavía está en pañales.

La mayor diferencia está en la forma del pie, es decir, en la naturaleza podal. Por supuesto, cada persona tiene una forma única, pero hay estudios que demuestran que en las tallas que son para hombres y mujeres, por ejemplo 5.5 y 6, hay que tomar en cuenta que el pie de las mujeres es más angosto.©Alicia Caboblanco, Jenni Hermoso y Alexia Putellas, 2022. Cortesía de la artista y Lunwerg Editores

​ El talón de las mujeres cisgénero es más estrecho, y la parte delantera del pie es proporcionalmente más ancha. El arco también es más pronunciado. Por las diferencias del cuerpo que se expresan en la parte superior de los pies, la posición de las rodillas, las caderas y la distribución del peso en general, la presión que hay sobre el pie femenino es diferente a la del masculino. El impacto sobre la suela es distinto y los requerimientos para amortiguar las articulaciones y los tendones también. Lo que le da sujeción y estabilidad al pie masculino no necesariamente lo hará en el pie femenino.

Las mujeres, en general, tienen menor fuerza, y de ahí surgen diversas técnicas de patada. El zapato deportivo tiene influencia en el contacto con el balón, en la precisión del tiro, la velocidad; también eso lo hemos podido comprobar con estudios.

​ Las mujeres cisgénero miden trece centímetros menos en promedio, pesan veinte kilos menos, tienen un poco más de grasa corporal (8 por ciento) y nuestros músculos y tendones no estabilizan las articulaciones cuando hay un impacto al mismo grado en que lo hace el cuerpo masculino cis. Las diferencias sexo-genéricas también se observan en la lista de lesiones relacionadas con el futbol, sobre todo aquellas en las que no hay contacto con otras futbolistas. Está bastante bien estudiada la influencia que tiene el zapato deportivo en el riesgo de lesiones, al menos en las de los jugadores masculinos. Pero, ¿por qué en el campo femenino vemos tan pocos avances?

Es una decisión que tiene que ver con la economía, por supuesto, el mercado masculino es mucho más extenso. Sería un esfuerzo muy grande desarrollar una protección realmente buena para un mercado tan relativamente pequeño. Por otro lado, también está otra importante cuestión: Si hubiera un zapato especial para las mujeres, ¿lo aceptarían bien las jugadoras?

​ Si bien desde el punto de vista de la medicina del deporte tiene sentido, hay algunas reservas por parte de ciertas jugadoras, lo cual está relacionado con el trato diferenciado en la historia del “futbol femenil”. Primero la prohibición, después el tiempo de juego reducido, los balones más pequeños, el tabú de los tacos… Como con las juezas en las cortes, las futbolistas tuvieron que luchar por mucho tiempo solo para poder pisar el campo, y después, para que su futbol no se considerara un caso especial. En este contexto es comprensible que el esfuerzo de algunas por ser normales —es decir, ser consideradas dentro de la norma— sea mucho mayor que la necesidad de un trato especial, aun cuando las mujeres en el futbol han dejado de ser un caso extraordinario desde hace mucho tiempo.

Otra razón —menciona Althoff— es que los zapatos deportivos que llegan al mercado, especialmente para las mujeres, hasta el momento solo se han distinguido por el color y una apariencia divertida, pero no por una funcionalidad hecha a su medida.

©Alicia Caboblanco, Alex Morgan, 2022. Cortesía de la artista y Lunwerg Editores

​ Después de la experiencia en el Kilimanjaro, donde reconoció la necesidad de buenos zapatos de futbol femenil y de que su encuesta arrojara que el 75 por ciento de las jugadoras a nivel aficionado y profesional usan tenis de hombre o infantil,2 Youngson fundó junto con su colega Ben Sandhu la empresa IDA Sports, manufacturera de zapatos de futbol para mujeres.

Se necesita dinero, pero es curioso que no tanto como se piensa, si se observa lo que gastan las empresas grandes. Nuestro problema principal fue encontrar hormas. No había hormas para tacos de mujeres. Ni siquiera había hormas de tenis femeninos para correr, pues estos también se producen como zapatos de hombre más pequeños. Le encargamos la producción al último zapatero de hormas de Australia.

​ Una vez confeccionadas las hormas, Youngson tuvo que hacer moldes, construir herramientas, crear prototipos y después esperar a que las futbolistas quisieran probar los zapatos.

Muchas de nosotras primero tuvimos que aprender qué es sentirse bien. Estamos demasiado acostumbradas a las ampollas, grietas y heridas. Tanto así, que la primera vez que usamos un zapato hecho para nosotras sucedió algo así como: “Ah, órale, ¿así de bien se puede sentir un zapato?”. Es un proceso que necesitamos aprender las mujeres.

​ Y más allá de los pases, para las mujeres la estética definitivamente sí es más importante, ¿o no?

Claro que sí, y ahí intentamos algo súper revolucionario: de hecho, les preguntamos a mujeres de verdad cuáles eran sus gustos para un calzado deportivo.

​ El resultado fue un zapato negro sencillo de cuero, totalmente libre de rayitas rosas o florecitas. ¿Quién se lo hubiera imaginado?