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Necesario lavarle la honra al teatro: Mauricio Kartun

La escena piensa fue el título de la conferencia magistral impartida por Mauricio Kartun, dramaturgo, maestro de dramaturgos y director argentino, dictada en el marco del Diplomado Internacional en Creación-Investigación Escénica. Sus piezas y montajes han ganado en su país, entre otros reconocimientos, el Primer Premio Nacional de Literatura Dramática, el Primer Premio Municipal de Teatro, Konex de Platino, el Gran Premio de Honor Argentores y el máximo galardón de la Asociación de Cronistas del Espectáculo.

 

Organizó el evento la Cátedra Extraordinaria Ingmar Bergman en cine y teatro, con el apoyo de Teatro UNAM, la Unidad Académica de CulturaUNAM, el Centro Universitario de Teatro, el Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y el Instituto de Artes del Espectáculo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

 

Jorge Dubatti, teórico y crítico de teatro, hizo la presentación del conferenciante, de quien dijo ha escrito algunas de las obras más importantes del teatro argentino de los últimos 40 años. “Se trata de un docente donde se han formado en escritura dramática numerosas generaciones”.

 

De inicio, Kartun mencionó que es necesario lavarle la honra al teatro, al que se le ha manchado desde hace siglos y se le ha pensado como un entretenimiento nacido del ingenio, cuando en realidad el teatro, además de entretener, piensa. La escritura dramática y el montaje son para él un método analógico de reflexión y pensamiento, y la construcción de la idea teatro es su resultado, no un acto previo al proceso creativo.

 

Indicó que después de hacer los montajes practica una actividad que le apasiona, la cual consiste en desmontarlos, lo que ocurre cuando hace una especie de seminario público para tratar de entender cómo fue el proceso de creación de cada una de las partes que dieron lugar a la obra.

 

Para entender cómo piensa el teatro, Kartun se basa en la mirada subjetiva de su propia creación. Considera que el teatro que se somete a una hipótesis pedagógica se vuelve insufrible y, por otro lado, que este arte escénico es una forma de eiségesis, es decir, de lectura de un texto de algo que no se encuentra allí.

 

Desde su perspectiva “el proceso creador de la obra de arte se cumple dentro del objeto creado. La idea teatro se crea dentro del objeto teatro. No está afuera, no es injertada, insertada, inyectada, ilustrada, puesta, dicha por los personajes, sino que está constituida, crecida y desarrollada dentro de los límites de ese organismo que es el teatro”.

 

Kartun tiene muy claro que el teatro lee también al mundo y dice cosas que no dice la filosofía, que esta disciplina artística se hace en la escritura y en el montaje, y que además tiene inteligencias propias: la narrativa, la poética y la mimética.

 

Confesó no tener ninguna capacidad lógica matemática, y por eso lo que lo salvó fue la posibilidad de expresarse a través de relatos. “Yo fuera de las anécdotas no soy nada. Soy lo que puedo contar, lo que puedo transmitir en mis relatos. Al escribir y montar teatro pongo en práctica mi inteligencia narrativa… No puedo parar de escribir ficción. Esa necesidad y ese deseo me hacen construir sentido y forma a partir de coincidencias… Pienso al teatro como un mecanismo de reflexión. Al escribir no parto de una idea argumental compleja y completa, sino de un detonador al que llamo idea generadora, un pequeño fragmento que comienza a desarrollarse con energía vital”.

 

Refirió que el teatro utiliza mecanismos diferentes y diferenciales del pensamiento lógico. “Se llega a la construcción de una idea teatro que no necesita traducción, dado que está escrita en la lengua madre de lo teatral, y es así que la lee y disfruta el espectador”, quien la habla para entenderla una vez que termina la función y conversa sobre ella, compartiendo su sentir y comentarios.

 

En otro momento de la que calificó como una “charla detergente”, en referencia a que magistral es la marca de un jabón en polvo en su natal Argentina, dijo que escribe para ser comprendido. “Si además soy entendido, sería muy raro”.

 

Otras de las ideas expresadas por Kartun, y que al final de su intervención dieron pie a preguntas de los estudiantes del diplomado, fueron que los personajes deben transformarse en los portavoces de lo que cree el autor; que éste debe proponer al director problemas y no soluciones; que la imagen generadora es el detonador, el óvulo fertilizado, la semilla para crear una obra; y que el teatro no nace de una ocurrencia. El teatro sucede y, como creación, es un suceso.

 

Para Mauricio Kartun no es raro que se asocie a la creatividad con la locura pues comparten mecanismos. “Podemos estar locos durante el tiempo en que escribimos, actuamos o montamos, pero cuando salimos volvemos a nuestra cordura”, expresó el reconocido dramaturgo para quien toda puesta en escena es un producto poiético, lo que queda a la vista cuando el actor “baila al personaje”, lo deja fluir y entonces asocia libremente.