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La digitalización de cintas del 68, un viaje en el tiempo que nos pone en medio del movimiento estudiantil

En 1968, en un país de libertades menguadas y medios sometidos al poder, Radio UNAM se convirtió en un espacio de excepción desde donde los jóvenes opositores al régimen de Díaz Ordaz exponían sus críticas y cronicaban el surgir de una disidencia. Esto se hacía desde emisiones como El movimiento estudiantil informa, del Consejo Nacional de Huelga (CNH), donde brigadistas convertidos en locutores le informaban a gran parte de México aquello que los periódicos y televisión callaban, o al menos así fue hasta el 18 de septiembre, ese miércoles cuando el Ejército invadió CU (donde la radiodifusora tenía su sede) y, a punta de bayoneta, silenció las ondas hertzianas.

Para el actual director de la emisora, Benito Taibo, no cabe duda de que aquel fue el año donde, como sociedad, “perdimos la inocencia aunque, por fortuna, no la memoria” y, como ejemplo de cómo el pasado a veces se abre camino hasta el presente, menciona el caso de 17 cintas de carrete abierto con grabaciones de dicho programa, las cuales, pese a creerse perdidas, terminaron en el acervo de su Fonoteca acumulando polvo, o al menos así fue hasta su hallazgo en 2004, lo que permitió que fueran limpiadas, digitalizadas y subidas a internet en 2020. 

“Escuchar las emisiones de El movimiento estudiantil informa es como montarse en una máquina del tiempo, pues nos permite no sólo oír la voz de aquellos jóvenes, sino casi verlos, tal y como eran entonces”.

Hoy, esos 17 audios audios pueden consultarse en la sección Podcast de Radio UNAM y, como señala Benito Taibo, son una instantánea del 68, y evidencia de ello es el hecho de que más de la mitad de ellos abren con Me gustan los estudiantes, tema de Violeta Parra nunca más significativo que en aquel verano, no sólo porque la muerte de la compositora chilena estaba muy reciente (5 de febrero de 1967), sino porque la canción, pese a ser de 1962, retrataba con fidelidad el pensar de cientos de miles de jóvenes de toda Latinoamérica determinados a derrumbar viejas estructuras y a revolucionar conciencias.

¿Pero cómo una propuesta como El movimiento estudiantil informa pudo saltarse las prohibiciones gubernamentales y, gracias a los 50 mil watts de potencia que tenía entonces la emisora, llegar no sólo a la Ciudad de México, sino a una decena más de estados? 

Como recordaba Carlos Monsiváis en el suplemento especial Nuestra es la voz, de todos la palabra, aparecido en Gaceta UNAM el 11 de junio del 87: “El programa era básicamente informativo, se transmitía a diario y se hizo de gran público desde el primer momento. Se oía la estación para enterarse de los puntos de vista y los hechos que la gran prensa proscribía. El director de Radio UNAM, Joaquín Gutiérrez Heras, se negó a cualquier censura y sólo pidió un lenguaje racional, a la altura de la actitud mostrada por brigadistas y manifestantes”.

Así fue como, desde la emisora, se informó de la represión, de la incapacidad gubernamental para dialogar, de la necesidad de desaparecer el cuerpo de granaderos, de lo absurdo del delito de disolución social y de temas ni siquiera mencionados en otros sitios.

Sin embargo, el régimen diazordazista no perdonaría el uso de la palabra y menos con tal libertad y, cuando los soldados tomaron CU, de inmediato allanaron la estación, desaparecieron material grabado, aprehendieron al programador Carlos Bustillo, al operador José Taylor y al locutor Rolando de Castro, y la sacaron del aire. A fin de hacer más evidente su castigo, a Radio UNAM se le despojó de su voz, pues antes de la ocupación militar tenía 50 mil watts de potencia y al regresar, semanas después del 2 de octubre, disponía apenas de cinco mil.

El movimiento duró 140 días, los disparos en Tlatelolco 29 minutos”, rememora Elena Poniatowska sobre la agresión del gobierno contra sus jóvenes en la Plaza de las Tres Culturas, la cual arrojó, afirmaba Presidencia, 26 muertos, aunque los testimonios más fiables y las investigaciones periodísticas más serias calculan en 325 los fallecidos, es decir, casi 13 veces más de lo señalado por su “verdad histórica”.

Díaz Ordaz le apostó a la represión militar y policiaca para acabar, de una vez por todas, con cualquier disidencia presente y futura, sin saber que con ello sólo avivaría la llama de la inconformidad juvenil y haría del 68 fuente de inspiración para otras movilizaciones, como la de 1971, la #YoSoy132 y tantas otras que vendrían o que después vendrán, pues, como bien decía la canción con que abrían los programas de El movimiento estudiantil informa: “¡Que vivan los estudiantes!, jardín de nuestra alegría, son aves que no se asustan de animal ni policía”.

Al rescate de la memoria

Benito Taibo tenía ocho años cuando participó en la Marcha del Silencio, aquella manifestación del 13 de septiembre del 68 convocada por el CNH para mostrarle al mundo que los estudiantes no eran esos revoltosos de los que hablaba Díaz Ordaz y que nada justificaba la brutalidad militar y policiaca contra ellos. Su padre, Paco Ignacio Taibo, lo había llevado ahí bajo el argumento de “este niño necesita saber en qué país está viviendo”, lo que casi le provoca un infarto a su tía abuela.

“Yo a esa edad no me daba cuenta cabal de lo que sucedía y, sin embargo, el miedo flotaba en el aire”, recuerda el director de Radio UNAM, quien añade que de aquella época le quedan muchas memorias falsas, como la de que en esa ocasión los acompañó el poeta León Felipe, un muy buen amigo de su familia y quien fallecería cinco días después, por lo cual considera aquello muy improbable y, además, por más que ha buscado, no ha localizado evidencias de su presencia ahí.

“La historia se conforma de fuentes documentales, de dibujos, grabados, escritos y sonidos que nos han llegado del pasado. Sin ellos es fácil falsear los hechos y he aprendido que eso no se debe hacer; por eso, aunque se cuentan muchas historias de cómo nos llegaron aquellos 17 audios de El movimiento estudiantil informa e incluso se relatan detalles casi heroicos de cómo sobrevivieron a la toma de CU, en realidad son leyendas. Lo sucedido, en realidad, lo desconocemos”.

Sin embargo, algo que no descarta Benito Taibo es la aparición de más materiales –de ésta u otra época–, en especial porque la Fonoteca Histórica de Radio UNAM (con albergue en el Palacio de la Autonomía) consta de 105 mil soportes entre casetes, dats y cintas de carrete abierto, de los cuales se han digitalizado dos terceras partes y catalogado un 20 por ciento, por lo que aún hay cabida para más descubrimientos. “Además, en nuestras instalaciones de la colonia Del Valle tenemos otros 80 mil archivos digitalizados, lo que nos hace depositarios de gran parte de la historia moderna de la Universidad”.

Para entender lo excepcional de estos audios, añade el escritor, primero debemos entender que en México los programas radiales en vivo no se grababan sino hasta los años 80. Nosotros tenemos productos de 1957, como el radioteatro La hermosa gente, dirigido por Juan José Gurrola; la serie sobre poesía francesa del 58 Una antología caprichosa, a cargo de Octavio Paz, y el serial Foro de la mujer, la primera emisión feminista del país, conducida en las décadas de los 70 y 80 por la poeta Alaíde Foppa y declarada por la UNESCO, el año pasado, Memoria del Mundo.

“Es preciso conservar la memoria para no perderla y, aunque suene a verdad de Perogrullo, la única manera de lograrlo es manteniéndola viva, esto es, preservándola, difundiéndola y haciéndola presente. Eso es lo que nos permiten estas grabaciones: escuchar de viva voz aquello que, de otra forma, se hubiera perdido sin remedio. No es exagerado decir que, oír estos materiales, es casi como viajar en el tiempo”.

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