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Jornada del Cerebro: seguimos motivando a las nuevas generaciones

Todo lo que hacemos, pensamos, sentimos y somos es producto de un órgano que pocas veces pasa desapercibido en el cuidado diario: el cerebro humano. Durante el mes de marzo, en Estados Unidos se conmemora el Mes del Cerebro con la intención de generar conciencia sobre la importancia de su atención y estudio. También se busca interesar a las nuevas generaciones en las múltiples ramas de la neurociencia, pues el funcionamiento de la mente humana continúa siendo uno de los mayores misterios sin resolver. Mientras más se exploran sus resquicios, más queda por investigar y descubrir.

En este contexto, la sede de la UNAM Los Ángeles, en colaboración con The Children’s Hospital, centro de investigación, y Mi Casa es Puebla, representación del Gobierno poblano en California, organizó La jornada del cerebro: un día de conferencias y talleres educativos donde los niños de la escuela primaria Rowan, ubicada en el Este de Los Ángeles, descubrieron que las emociones no se generan en el corazón, sino en el cerebro. A través de dos ponencias impartidas por las investigadoras Kathy García, Kimberly Felix y Cynthia Cisneros, los pequeños de entre 9 y 11 años aprendieron técnicas para manejar el estrés, tuvieron la oportunidad de sostener en sus manos un cerebro de oveja enfrascado, y realizaron distintas actividades que fomentaron el trabajo en equipo y la empatía.

Posteriormente, el equipo de la UNAM-LA, con apoyo de un grupo de voluntarios, realizó cinco talleres que expandieron el conocimiento de los niños, quienes además se divirtieron mucho. La primera actividad consistió en la elaboración de un taumatropo, juguete óptico inventado en la Inglaterra de 1824 con la intención de demostrar que la retina del ojo retiene información que ha pasado por ella pero que ya no está presente. Se trata de un disco de papel con dos imágenes diferentes en ambos lados y un palito de madera que permite girar el mecanismo.

El segundo taller estuvo lleno de color y creatividad: los niños elaboraron su propia neurona a partir de pasta, calcomanías, hojas multicolor y diamantina. Posteriormente, en la tercera estación, titulada “La bolsa misteriosa”, los pequeños tocaron objetos de distinta consistencia con sus ojos vendados y adivinaron el contenido. El cuarto taller consistió en ver cómo la retroalimentación negativa y positiva influye en los resultados de las actividades que realizamos. Finalmente, se jugó, “Pon el axón a la neurona”, una versión científica del tradicional juego “ponle la cola al burro”.

Confiamos en que cada vez más niños valoren la importancia del cerebro y se interesen en su estudio. La neurociencia es una de las ramas más excitantes de la ciencia contemporánea, pues el cerebro es, por muchos, considerado el objeto más fascinante del universo: hace a cada ser humano único y define quién es. Lo mejor es que toda persona, si se lo propone, puede ser el escultor de su propia maquinaria. La biología da un cerebro… la vida lo convierte en una mente.