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Los héroes universitarios del 19 de septiembre

 

19 de septiembre de 1985

La Universidad Nacional Autónoma de México expresa su más sentido pésame a todos los mexicanos

 Universitarios

“Nuestra Institución no podía permanecer ajena a la tragedia que vive la nación como consecuencia de los graves sismos del 19 y 20 del corriente mes. Fiel a su compromiso con la sociedad que la nutre y sostiene, la Universidad ha puesto todo su potencial técnico y científico, así como el esfuerzo generoso de los miembros de su comunidad, al servicio de la población afectada por los siniestros”. Doctor Jorge Carpizo, rector de la UNAM.

7:19 am, el Distrito Federal (D.F.), gente caminando en sus calles, abordando el camión o transportándose en Metro con rumbo al trabajo o a la escuela. Otros, aún duermen, desayunan o se preparan para salir.

El 19 de septiembre de 1985, sin alertas previas, un terremoto con epicentro en las costas de Michoacán y Guerrero –magnitud 8.1 grados en la escala Richter y duración de 120 segundos–, sacude a la capital del país y deja innumerables muertos, heridos y desaparecidos, así como miles de casas y edificios dañados. A la fecha, no hay una cifra exacta del número de víctimas.

En medio del caos, hombres, mujeres, estudiantes, trabajadores se organizan, ayudan en el rescate, proveen herramientas, comida, ropa, ofrecen albergues e insumos médicos. La clave es reaccionar y los ciudadanos lo entienden.

La capital está incomunicada, no hay información sobre la magnitud de la tragedia. Se respira desolación, urgencia, angustia, inseguridad, temor a las réplicas del sismo. La respuesta del gobierno es lenta, 36 horas le toma al presidente dirigirse a la nación.

Poco a poco, la ciudad vuelve a reconstruirse, aprende de la catástrofe, surge la cultura de prevención y protección civil como respuesta ante los desastres naturales. Se implementan los simulacros de evacuación en escuelas, hospitales y edificios públicos. Hay nuevos reglamentos para construcción.

 A partir de esta experiencia, se institucionalizan el Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC), el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) y un Sistema de Alerta Sísmica que vigila los movimientos telúricos que se originan en el Océano Pacífico, frente a las costas de Guerrero. Este sistema alerta a las personas 50 segundos antes de que se presente un sismo en la capital. Tiempo que marca la diferencia entre la vida y la muerte.

 

19 de septiembre de 2017

Solidaridad. La UNAM, en pie: el rector

“Ya están con el Cenapred nuestros binomios de perros y de gente de prevención social auxiliando a la Ciudad de México y esperamos poder colaborar en la medida en la que nuestros estudiantes y académicos lo hagan.

Quiero expresarles que la Universidad estará solidaria como siempre. Con México y la sociedad mexicana estaremos trabajando en la medida en la que podamos ser requeridos y podamos auxiliar en este desastre que vivimos. Nuestro gran sentido pésame a todas las víctimas de este lamentable suceso”. Doctor Enrique Graue, rector de la UNAM. 

México está asentado sobre tres grandes placas tectónicas que están en constante movimiento. La Ciudad, construida sobre los sedimentos de un antiguo lago, lleva 32 años preparándose, hoy, más temprano se realizó un simulacro de evacuación.

La numerosa población que habita la capital, y el sismo del 7 de septiembre de 2017 con saldo de 90 muertos en Oaxaca y Chiapas, hacen que autoridades y ciudadanos estén alertas. 

13:14:40. La tierra vuelve a estremecerse, terremoto magnitud 7.1 reporta el Servicio Sismológico Nacional, con epicentro a las afueras de Axochiapan, Morelos, deja 369 muertos, 228 de ellos en la Ciudad de México. Suena la Alerta Sísmica en los 10 mil altavoces, en las estaciones de radio y televisión, en las aplicaciones para dispositivos móviles.

En esos primeros minutos, después del terremoto, las redes sociales juegan un papel fundamental, vecinos, amigos y familiares establecen comunicación. La información sobre los daños fluye sin problema a través de twitter.

20:00 Jóvenes universitarios toman la iniciativa, los futuros médicos, ingenieros, arquitectos y psicólogos forman o se organizan en brigadas de ayuda, responden a un plan de participación social no escrito y salen, junto con sus profesores, a las calles en operativos contrarreloj para salvar vidas y aminorar la sensación de temor. La Universidad Nacional establece un Centro de Acopio en el Estadio Olímpico, recibe medicinas, agua, alimentos y herramientas para el rescate. 

En los lugares colapsados, suena un silbato, los rescatistas levantan el puño en señal de guardar silencio parar escuchar a los sobrevivientes. Los binomios caninos son de gran ayuda en la localización. 

La UNAM es solidaria, participa en la reconstrucción, el concepto de comunidad se extiende a toda la Ciudad de México.