- Expertos recomiendan emplearlas para mitigar las islas de calor citadinas; esta propuesta ya se ha aplicado en países como la India y EU, con resultados favorables para el ambiente
El asfalto, la sobrepoblación y la alta densidad vehicular crean microambientes que aumentan la temperatura en las urbes, a esto se le llama “isla de calor”. El 25 de mayo de 2024, la CDMX registró temperaturas inusuales, alcanzando el máximo histórico de 34.7 °C, según el Servicio Meteorológico Nacional. Por ello, se deben aplicar medidas de mitigación y adaptación para contrarrestar dicho fenómeno.
“Las islas de calor hacen que las temperaturas en las ciudades sean más altas que en los alrededores debido a factores como materiales de construcción que absorben energía; la disminución de áreas verdes; la actividad humana que genera movimientos de dispersión de energía, y el diseño citadino que evita la circulación del viento de forma libre”, expone María Amparo Martínez Arroyo, investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM.
Las emisiones globales anuales están en cerca de 38 gigatoneladas de CO2. En este escenario, las ciudades consumen el 78 por ciento de la energía mundial y producen más del 75 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, pese a abarcar menos del dos por ciento de la superficie del planeta. Esto hace ver el papel que tienen las urbes en la lucha contra el cambio climático, por ser donde hay más concentración de población y donde se pueden instrumentar medidas de mitigación.
El estudio A global economic assessment of city policies to reduce climate change impacts (publicado en 2017 en la revista Nature Climate Change por especialistas de la UNAM y la Universidad de Ámsterdam) evalúa los costos de los impactos conjuntos del cambio climático local y global para las principales ciudades del orbe. El documento destaca la importancia de las estrategias de mitigación de islas de calor urbanas y muestra que las acciones locales pueden reducir riesgos.
“Usamos modelos para estimar el efecto del calentamiento urbano y su interacción con el cambio climático, aplicamos métodos empíricos para proyectar el aumento de temperatura en mil 700 ciudades de todo el orbe y usamos parámetros calibrados para las metrópolis; además, analizamos opciones de mitigación y sus costos-beneficios en escenarios de emisiones globales”, indica Francisco Estrada Porrúa, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de la UNAM.
Los resultados del trabajo mostraron que el calentamiento urbano amplifica los efectos del cambio climático global, y que las acciones locales ayudan a mitigar los impactos conjuntos del cambio climático local y global en las ciudades. A decir del especialista, esto cobra relevancia porque más del 50 por ciento de la población global vive en ellas y más del 80 por ciento del producto interno bruto también se produce aquí.
“Sugerimos soluciones para mitigar el efecto de las islas térmicas urbanas como utilizar techos y pavimentos fríos de materiales que reflejen la luz solar y reduzcan la absorción de calor; la instalación de techos cubiertos de vegetación que además de enfriar los inmuebles ofrezcan beneficios ambientales y reduzcan escurrimientos pluviales, y ampliar las áreas verdes como parques y árboles”, dice el experto en Economía Ambiental.
Ahora, los integrantes del ICAyCC y del PINCC realizan un experimento piloto y diseñado específicamente para la CDMX, con el objetivo de conocer el impacto de aplicar una o todas las soluciones sugeridas.
Superficies reflejantes
En la azotea de uno de los edificios del ICAyCC, los expertos colocaron tres franjas con los colores de los impermeabilizantes más comunes: ocre, verde y blanco, e instalaron radiómetros para medir la temperatura de cada una de esas superficies. Así, registraron las diferencias entre ellos para conocer los cambios de temperatura entre uno y otro.
“En un registro que va del 25 de junio al 24 de julio de 2024, observamos que el máximo calor registrado se da a mediodía. El 4 y 5 de julio el ocre marcó 70 °C, el verde 62 y el blanco 40, es decir, entre el primero y el último hay una diferencia de 30 °C. El ocre y el verde absorben mucha radiación solar, el blanco no y ello ayudaría a enfriar los inmuebles de la ciudad”, enfatiza el investigador Luis Antonio Ladino Moreno.
“Quisimos ver cómo afectan las islas de calor a la climatología local. Usamos datos satelitales para ver la temperatura de la superficie, hicimos mediciones de temperatura ambiente y, con un modelo físico del clima de última generación hicimos proyecciones de cómo sería la CDMX en dos décadas y el resultado es preocupante, la temperatura podría aumentar hasta 6 °C para mediados del siglo. Analizamos cuál sería el escenario, pero con azoteas blancas que reflejen la radiación solar, y el incremento fue de sólo dos grados”, destaca Francisco Estrada.
En palabras de Amparo Martínez, las islas térmicas han existido siempre, pero se agravan con la contaminación o las olas de calor, y por ello se deben tomar medidas para mitigarlas. En lugares como Nueva York o Los Ángeles se han empezado a aplicar soluciones más económicas y de tipo estructural como las azoteas blancas, que por usar material especial que refleja la radiación solar, ayudan a mermar la temperatura de los edificios.
“En la India, por ejemplo, se colocaron dichas superficies en zonas donde vive la población con bajos recursos. Esto ayudó a que la gente no padeciera por las temperaturas altas extremas”, señala la investigadora del Grupo de Aerosoles Atmosféricos del ICAyCC.
Si en la capital se lograra colocar impermeabilizante blanco en azoteas o pavimento reflejante, se disminuirían los impactos de las islas de calor a nivel regional. Esto podría ser un parteaguas y llevarse a ciudades del norte de México, donde las temperaturas son extremas y el consumo de energía, alto, agrega Francisco Estrada. “En la CDMX el aumento de la temperatura causado por la urbanización es de alrededor de tres grados centígrados, aunque hay alcaldías donde el calentamiento es mayor, como la Venustiano Carranza, donde se han registrado hasta cuatro grados centígrados más en época de calor. Como parte de este proyecto hemos recomendado colocar azoteas blancas primero en Ciudad Universitaria y después en el resto de la capital. Ello traería grandes beneficios para el ambiente local y global”, concluye.