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Vida después de los dinosaurios

El cataclismo en Chicxulub, Yucatán, marcó el final de la era de los dinosaurios. Tras un reinado de casi 180 millones de años, estos majestuosos reptiles perecieron junto al 90% de las especies existentes. No obstante, la vida, incansable y resistente, resurgió de entre los escombros. Tortugas, cocodrilos, aves, mamíferos, peces y algunas plantas no solo sobrevivieron, sino que también comenzaron a recolonizar el planeta.

En ausencia de los dinosaurios, estos supervivientes tuvieron la oportunidad de reinar a su antojo. Sin embargo, la naturaleza, siempre sabia y en busca del equilibrio, ha demostrado una y otra vez su capacidad para crear seres con características únicas, ya sea para protegerse de los depredadores o convertirse en cazadores insaciables.

Luis Espinosa Arrubarrena, jefe del Museo de Geología de la UNAM, y Ulices Adolfo Carrillo, biólogo de la misma institución, nos comparten sus conocimientos sobre algunos de los “gigantes” que habitaron la Tierra después de la extinción de los dinosaurios.

Mammuthus columbi: Vivió durante el Pleistoceno. Se trató de un paquidermo evolucionado a partir del mamut. Medía 4 metros de altura y su peso oscilaba entre las 8 y 10 toneladas. Asemejaba físicamente a los elefantes asiáticos, si bien probablemente era más peludo. Al igual que los elefantes actuales, carecía de depredadores una vez alcanzada la adultez. Su hábitat se extendía desde el norte de Estados Unidos hasta Costa Rica. Aunque la causa de su extinción es desconocida para los científicos, se especula que la caza excesiva jugó un papel importante en su desaparición.

Paraceratherium: “Es el mamífero más grande que ha existido. Se parecía al rinoceronte”, apuntó Espinosa Arrubarrena. Alcanzaba los 5 metros de altura y su peso rondaba las 15 toneladas. Este mamífero, a diferencia de los rinocerontes, no poseía cuernos y se alimentaba de hojas de los árboles. Apareció en el Oligoceno y desapareció durante el Mioceno, hace unos 16 millones de años. Sus fósiles se han descubierto mayoritariamente en Asia, especialmente en India, Kazajistán, Mongolia, Pakistán y China.

Argentavis magnificens: Esta criatura, una especie de híbrido entre águila y buitre, pesaba en torno a 70 kilogramos, medía de 1 a 2 metros de altura y su envergadura alcanzaba los 12 metros. Habitó la actual pampa argentina y la región patagónica hace 8 millones de años. Se le considera una de las aves más grandes de la historia. Ejercía tanto de carronera como de cazadora.

Brontornis: Este voraz carnívoro habitó Sudamérica durante el Mioceno. Medía 2.5 metros y los científicos creen que alternaba entre ser un depredador emboscado y uno activo que perseguía a sus presas.

Según el jefe del Museo de Geología de la UNAM, estos dos últimos animales forman parte del grupo de los fororrácidos, también denominados “aves del terror”, que dominaron la cadena alimenticia desde hace 62 hasta hace 1.8 millones de años.

Titanoboa cerrejonensis: “Tenía más de 14 metros de longitud. Imagina el potencial de esta serpiente enorme”, dijo Espinosa Arrubarrena. La titanoboa ha sido clasificada como la serpiente más grande que ha existido en nuestro planeta. Su apariencia era similar a la de una boa constrictor y su comportamiento, al de una anaconda. Esta serpiente carecía de veneno, pero su fuerza de constricción colapsaba en segundos el sistema circulatorio de sus víctimas. Aunque se cree que su dieta era piscívora, no se descarta que pudiera engullir tortugas o cocodrilos.

Purussaurus: Fue un gran caimán, de una longitud máxima de 12 metros, que vivió en la región amazónica. Habitó hace 10 millones de años y la fuerza de su mordida era 20 veces mayor que la de un tiburón. Debido a su imponente tamaño, no tenía depredadores, ni competidores en la cúspide de la cadena alimenticia.

Basilosaurus: Se han encontrado restos en Estados Unidos, Egipto y Pakistán. Es pieza clave en el estudio de la evolución de las ballenas. El basilosaurus alcanzaba los 18 metros de longitud. Debido a su gran tamaño, requería grandes cantidades de alimento, por lo que tenía muy desarrollado el sentido de la vista. Era un animal solitario que únicamente interactuaba con los de su especie durante la época de apareamiento. Vivió hace 45 millones de años.

Megalodón: Es considerado uno de los mayores depredadores de la historia. Este tiburón alcanzaba los 16 metros, su fuerza de mordida era cinco veces superior a la del T. rex y sus dientes alcanzaban los 20 cm. Vivió durante el Mioceno y el Plioceno. Las causas de su extinción parecen apuntar a una intensa competencia por la comida y su incapacidad para adaptarse a las nuevas temperaturas de los océanos.

Brygmophyseter: Habitó los mares durante el Mioceno. “Se asemejaba a una orca. Se estima que tenía una longitud de entre 8 y 9 metros, pero podía alcanzar hasta los 13 metros”, apuntó Ulices Carrillo. Al igual que las orcas actuales, se cree que este cetáceo cazaba en grupos. Solo se han encontrado fósiles en Japón.

Livyatan: “Era rival del megalodón, ya que era un gran depredador que medía cerca de 18 metros de largo. Podríamos decir que era una versión antigua del cachalote, solo que, a diferencia de este, el Livyatan tenía dientes en ambos maxilares”, explicó Carrillo. Este cetáceo poseía una mandíbula poderosa con dientes especializados en triturar huesos.

Espinosa Arrubarrena indicó que estos últimos tres “monstruos marinos” mantenían una relación de depredador-presa. “Además del megalodón, existieron más de 14 especies de tiburones gigantes que se aprovecharon de estas ballenas porque vivían en climas templados. Sin embargo, cuando estas migraron al norte, estos tiburones se extinguieron. Actualmente, el único tiburón que puede cazar presas grandes es el gran blanco”, concluyó.

Ideas destacadas

  1. Tras la extinción de los dinosaurios, un resultado del impacto del meteorito en Chicxulub, Yucatán, la vida logró resurgir. Los sobrevivientes a la catástrofe, incluyendo tortugas, cocodrilos, aves, mamíferos y algunas plantas, repoblaron el mundo.
  2. La ausencia de los dinosaurios permitió que nuevos gigantes dominaran la Tierra. La naturaleza, en busca de equilibrio, diseñó animales con características especiales, tanto para defensa como para caza.
  3. El Mammuthus columbi, un paquidermo evolucionado del mamut que habitó durante el Pleistoceno, es un ejemplo de estos gigantes. Pesaba entre 8 y 10 toneladas y no tenía depredadores una vez alcanzada la adultez.
  4. El Paraceratherium, el mamífero más grande que ha existido, fue otro gigante de la época posterior a los dinosaurios. Este animal parecido al rinoceronte, pero sin cuernos, habitó mayormente en Asia.
  5. El Argentavis magnificens, una de las aves más grandes de la historia, es otro ejemplo de los animales que surgieron tras la extinción de los dinosaurios. Esta mezcla entre águila y buitre habitó en la actual pampa argentina y la zona de la Patagonia.
  6. El Titanoboa cerrejonensis, la serpiente más grande que ha existido en nuestro planeta, es un destacado representante de los gigantes que surgieron después de los dinosaurios. Esta serpiente, similar a una boa constrictor, carecía de veneno pero su fuerza de constricción era suficiente para matar a sus presas.
  7. Entre los gigantes marinos que surgieron tras la extinción de los dinosaurios, destacan el Megalodón, un tiburón de 16 metros considerado uno de los mayores depredadores en la historia, y el Basilosaurus, una criatura de 18 metros de longitud que es pieza clave en el estudio de la evolución de las ballenas.
  8. Espinosa Arrubarrena apunta que existieron más de 14 especies de tiburones gigantes que se aprovecharon de las ballenas mientras vivían en climas templados. Sin embargo, cuando las ballenas migraron al norte, estos tiburones se extinguieron, dejando al tiburón blanco como el único que puede comer presas grandes en la actualidad.