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Un Día Internacional de la Danza pleno de público

El 30 de abril, la danza volvió a su vehículo: el cuerpo. Las presencias. El Centro Cultural Universitario volvió a ser epicentro de una celebración mundial, el Día Internacional de la Danza (DID), que cobró un sentido de urgencia: la necesidad de contacto. Una veda que hoy se levanta entre palmeos flamencos, pas-de-bras de ballet clásico, beats electrónicos o hip-hoperos y ensambles magistrales de larga trayectoria.

“Después de dos años de paciente espera para poder congregarnos de nuevo en esta gran fiesta, que celebramos cada año quienes amamos la danza, después de tanto tiempo y distancia de por medio, podemos bailar frente a un público que goza, junto con los bailarines, de la pasión y la vitalidad de la danza”, dijo la directora de Danza UNAM, Evoé Sotelo, al dar inicio a la jornada desde el escenario de la explanada de La Espiga.

“Este año es especialmente conmovedor para todos y todas nosotras; tenemos historias de pérdida detrás, de grandes dificultades, de todo tipo, pero estamos aquí hoy y bailaremos de nuevo”, celebró.

Así, entre palmas, bailaoras y cante jondo en vivo, dio inicio puntual (11 am) bajo la gran carpa plena de espectadores, la esperada fiesta. Abrió con el que –dijo Sotelo- es uno de los programas más importantes de Danza UNAM: los Talleres Libres, que ofrecieron un mosaico dancístico que abarcó desde el flamenco y el ballet, hasta danza árabe de fusión.

Con Moby-Dick, una puesta llena de humor, fantasía y amor a los libros, se dio por inaugurada oficialmente la celebración, en la Sala Miguel Covarrubias. Una obra para chicos y grandes que transita por versiones chuscas de clásicos como La espada en la piedra, La Cenicienta o Los tres mosqueteros, para culminar en la obra maestra de Melville, en la creatividad de la compañía Lagú Danza.

Los bailes de salón, el folklore mexicano, así como la danza contemporánea y de la Polinesia, las expresiones urbanas y el performance, completaron el abanico desplegado en nueve escenarios simultáneos, entre foros, carpas y espacios a cielo abierto, como la explanada de la Sala Nezahualcóyotl o la arbolada del Jardín Julio Castillo, en la que niños, niñas, jóvenes y familias encontraron frescura bajo el sol del mediodía, a la vez que gozaron del arte.

Los ritmos sincopados de Bollywood también se apoderaron de la Explanada de La Espiga con The Colours of the India, una vistosa coreografía que presentó la bailarina india ShaMpa GopiKrishna en colaboración con bailarines mexicanos.

115 propuestas por 10 horas continuas. Todo ello en una fiesta que convocó a miles personas que se unieron con La potencia del reencuentro, de acuerdo al título de la celebración. Tarde de agasajo para contemplar Travesías al interior, con los integrantes del Taller Coreográfico de la UNAM. Programa compuesto por cinco piezas que tienen en común referencias a la pospandemia y al pospatriarcado y que hablan de libertad, amor, búsqueda de identidad y tradición cultural.

Más tarde, Sonia Amelio, la legendaria bailarina, coreógrafa, concertista de piano y crotalista de talla internacional, ofreció en la Sala Miguel Covarrubias su Concierto de danza y crótalos. En esta función plasmó las diferentes técnicas que tanto domina y al final de su presentación recibió del público una lluvia de claveles rojos e intensos aplausos.

Paralelamente, en el Foro de la Fuente sonaba el guapachoso ritmo de L’orchestra SoNiDeRa LOStheMáS, un performance en donde los integrantes de esta agrupación utilizan el playback para que el público se integre a un baile colectivo que libera y lleva a reinventar los cuerpos. Puro sabor.

Cerca de las ocho de la noche, en el Foro de la Espiga empezaron a sonar las primeras notas con una gran orquesta para poner a bailar a los numerosos asistentes. El reto: coordinar los pasos para darle vuelo a la combinación de danzón y lo que se reconoce como música afroantillana. Bailemos DANZSALSA  fue el espectáculo de cierre de esta magnífica jornada. Esta última sesión la coordinó el promotor cultural Félix Rentería, y de su garganta emanó la clásica exclamación: ¡Hey familia, danzón dedicado… a la UNAM!, pieza que encargó el propio maestro de baile al músico y arreglista mexicano Manuel Arzate. Vibrante y cálido danzón que la concurrencia celebró a su término con un ascendente ¡Goya! Mejor, imposible.

Así concluyó este gran festejo con la potencia del reencuentro. Cientos de actividades, contando estrenos e innumerables bailes que durante todo un sábado cómplice de la escena, compartieron generaciones distintas: abuelos y abuelas, madres y padres de familia, niños y niñas en sus primeros pasos, de brazos, en carriolas o, ya muy encarrilados, mujeres y hombres con vocación de soltería y personas de la diversidad sexual.