Hay mucha gente alrededor del mundo que cree en la existencia de vida extraterrestre. Hasta ahí todo bien, es normal, el Universo es tan inmenso que resulta posible que haya vida en otro planeta. El problema es que a veces esa creencia se sale de control.
Un ejemplo es la teoría de los antiguos astronautas que plantea que seres de inteligencia superior procedentes de otros planetas visitaron la Tierra en la antigüedad, y que fueron ellos los responsables del avance del conocimiento, la cultura y la tecnología de la humanidad, es decir, vinieron a enseñarnos todo. Algunos sostienen que incluso fueron los extraterrestres quienes nos crearon, siendo ellos en realidad, las deidades que las antiguas culturas veneraban.
Para sostener dicha hipótesis, se han encontrado supuestas pruebas, principalmente iconográficas, en diversas representaciones culturales de los pueblos antiguos como los mayas.
Existe un bajorrelieve en particular al que partidarios de esta teoría han llamado “El astronauta Maya”. Según ellos, nos encontramos con la representación de un ser extraterrestre en una nave espacial, cuyas manos manipulan un tablero de control, sus pies unos pedales, y que tiene la nariz conectada a un dispositivo para respirar, mientras que en la parte inferior se observan las llamas producidas por su despegue rumbo al espacio exterior.
Pero nada más alejado de la realidad. Se trata de una lápida descubierta en 1949 por el arqueólogo Alberto Ruz en el interior del Templo de las Inscripciones en Palenque, en la que se representa a K’inich Janahb Pakal, un importante gobernante maya. En realidad, la imagen representa su ascenso del inframundo hacia las alturas celestiales, su renacer como una entidad divina al seguir el camino de la ceiba sagrada, ataviado con los elementos del gobernante y rodeado por elementos característicos de la iconografía maya.
Además de carecer de pruebas sólidas, las interpretaciones extravagantes no hacen más que negar la capacidad creativa de la humanidad atribuyéndosela a seres extraños y supuestamente superiores. Afortunadamente, años de investigación ardua nos ofrecen explicaciones científicas sobre las obras y el pensamiento ancestral humano.