El Gran Kilo, el prototipo utilizado durante 130 años para calcular el peso, pasó a la historia a partir de este 20 de mayo.
Los científicos alertaron hace algunos años de que el kilogramo original, el gran referente para todas las mediciones de masa, había cambiado y pesaba menos de un kilo.
Actualmente esta unidad de medida está definida en función de un objeto: un kilogramo equivale a la masa que tiene un cilindro de 4 centímetros de platino iridio fabricado en Londres que se conserva en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM según sus siglas en inglés), guardado desde 1889 en una caja de seguridad en Francia. Pero este kilo original ha perdido en un siglo 50 microgramos.
Esto se debe a que los objetos pueden fácilmente perder átomos o absorber moléculas del aire, por eso usar uno para definir una unidad del SI es complicado.
Y es que el kilo es una de las cuatro unidades de medición básicas -junto con el amperio, el kelvin y el mol- que serán redefinidas por la Conferencia General Sobre Pesos y Medidas (CGPM) en noviembre de 2018 en París, en lo que constituye la mayor revisión del Sistema Internacional de Unidades (SI, por sus siglas en inglés) desde su instauración en 1960.
El objetivo de este cambio es definir a estas unidades en relación a constantes fundamentales y no arbitrarias como ha sido hasta ahora.
No es la única novedad: además de la forma en la que calculamos la masa, también serán diferentes la unidad básica de la temperatura (el kelvin), de la intensidad de la corriente eléctrica (el amperio) y la de la sustancia (el mol). Desde hoy, todas estas medidas tendrán como base constantes universales, que son, por definición, invariables. Para que un kilo, un amperio o un kelvin sean lo mismo en un laboratorio de México que en una base científica acomodada en Marte.
La nueva unidad, en cambio, se medirá con la llamada “balanza de Watt”, un instrumento que permite comparar la energía mecánica con la electromagnética utilizando dos experimentos separados. Esta forma de medir el kilo no cambia, y tampoco puede dañarse o perderse, como puede ocurrir en el caso de un objeto físico.
Aunque estos cambios no afectarán a la gente de a pie (lamentablemente nos nos hará adelgazar ni un gramo), son de gran importancia para las investigaciones científicas que requieren un elevado nivel de precisión en sus cálculos.