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Pornografía en adolescentes: riesgos para la salud mental y física

En la era digital, el acceso al contenido pornográfico es más fácil que nunca, especialmente para los adolescentes, quienes se exponen a este tipo de material a edades cada vez más tempranas. Según la organización Save The Children, el 70% de los adolescentes consume pornografía con frecuencia, y la edad promedio en que la descubren por primera vez es a los 12 años.

Si bien la sexualidad es una parte natural del desarrollo humano, el consumo frecuente de pornografía durante la adolescencia puede tener efectos negativos en la salud mental, emocional y física de algunos jóvenes. Diversos estudios señalan que este tipo de contenidos puede influir en cómo perciben la sexualidad, generando expectativas poco realistas sobre las relaciones íntimas, el cuerpo humano y el consentimiento. En ciertos casos, se ha asociado con ansiedad, baja autoestima, conductas sexuales de riesgo o dificultades para establecer relaciones afectivas saludables, aunque no todos los adolescentes presentan estos efectos.

Con amplia experiencia en el trabajo con jóvenes, la Dra. Blanca Estela Barcelata Eguiarte, académica de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, conversó con nosotros, UNAM Global, para profundizar en los posibles impactos que la pornografía puede tener en la salud mental y física de los adolescentes. Además, la experta ofrece alternativas para que padres y escuelas puedan abordar este tema, sobre el cual no se puede ser ajeno.

Distorsión de la realidad

La Dra. Barcelata Eguiarte señaló que la pornografía puede generar varios desafíos en la salud emocional de los adolescentes, entre los cuales destacan:

  • Desregulación emocional: Algunos jóvenes pueden volverse dependientes de los estímulos pornográficos para alcanzar excitación sexual, lo que dificulta obtener la misma respuesta sin estos estímulos.
  • Expectativas y prácticas sexuales disfuncionales: La pornografía fomenta expectativas poco realistas sobre las relaciones sexuales e intimidad. Presenta una visión distorsionada, centrada en la satisfacción inmediata y la objetificación de las personas, lo que puede alterar la comprensión de las relaciones de pareja y el respeto mutuo.
  • Relaciones interpersonales poco saludables: Los adolescentes expuestos de forma frecuente a pornografía pueden tener dificultades para desarrollar relaciones íntimas genuinas, ya que sus expectativas están influenciadas por lo que ven en estos contenidos. Esto puede resultar en problemas para conectar emocionalmente con otras personas y establecer relaciones basadas en el respeto y la comunicación.

La pornografía también puede afectar la autoestima de algunos jóvenes, generando ansiedad y contribuyendo a episodios de tristeza o frustración. La comparación con los actores pornográficos puede crear una desconexión con la realidad y generar presiones innecesarias, como sentir que “no duran lo suficiente”, que su pareja no los estimula lo suficiente o que su cuerpo no se asemeja al de los actores y actrices.

Se pierde el placer

Desde un punto de vista físico, la pornografía puede influir en varios aspectos del desarrollo sexual, tales como:

  • Alteración en la respuesta sexual: Durante la adolescencia, el cuerpo está en constante desarrollo. La exposición frecuente a material pornográfico puede modificar la manera en que un adolescente experimenta la excitación y las relaciones sexuales reales. Esto podría generar dificultades de excitación, como problemas de erección en los hombres o de lubricación en las mujeres, ya que el cerebro se acostumbra a estímulos visuales intensos.
  • Uso problemático o compulsivo: El consumo excesivo de pornografía puede derivar en un uso compulsivo, que interfiere con la vida diaria, los estudios o las relaciones sociales. Aunque el término “adicción a la pornografía” es objeto de debate en la comunidad científica, se reconoce que un uso desmedido puede generar malestar emocional o interferir con otras áreas importantes de la vida.

Incide en el aumento de ETS en jóvenes

De acuerdo con la organización estadounidense Promoción de la Conciencia y Empoderamiento de las Víctimas (PAVE, por sus siglas en inglés), en 2023 sólo el 17% de los actores y actrices en videos pornográficos heterosexuales usaron condón. Aunque esta cifra ha mejorado respecto a 2009, cuando era apenas del 3%, la falta de protección en la industria pornográfica puede generar mensajes confusos sobre el uso del condón.

Por otro lado, se ha identificado que estas representaciones podrían influir en las decisiones de algunos jóvenes respecto al uso de protección. Un informe de la Organización Mundial de la Salud de 2024 reveló que casi un tercio de los chicos de 15 años (30%) admitió no haber usado condón ni ningún anticonceptivo en su última relación sexual. Aunque hay múltiples factores involucrados —como educación, acceso a servicios de salud y normas culturales—, la Dra. Barcelata Eguiarte señaló que la pornografía puede contribuir a normalizar prácticas sexuales desprotegidas e irresponsables, lo cual también podría explicar el incremento en los embarazos no planeados.

Consejos para padres y escuelas

Es crucial abordar el tema de la pornografía en adolescentes tanto en el ámbito escolar como en el hogar. La Dra. Barcelata Eguiarte subrayó que es un tema delicado, pero necesario, para ayudar a los jóvenes a desarrollar una visión sana de la sexualidad, evitar distorsiones y manejar las dificultades derivadas del acceso a este tipo de contenidos.

“La educación sexual en los colegios no debe limitarse a los métodos anticonceptivos sino también incluir información clara sobre los riesgos de la pornografía. En las familias, es importante romper tabúes y mitos sobre la sexualidad, fomentando un diálogo abierto y atento sobre este tema y el contenido que los jóvenes consumen en sus dispositivos electrónicos”, comentó.

El impacto del consumo de pornografía en la adolescencia es complejo y puede variar ampliamente entre individuos. Los padres y educadores deben estar informados y preparados para abordar este tema de manera abierta y educativa, brindando a los adolescentes herramientas para comprender los riesgos asociados y fomentar una visión realista y saludable de la sexualidad. Con un enfoque adecuado, es posible ayudar a los jóvenes a navegar de forma consciente en un entorno digital lleno de desafíos, promoviendo su bienestar integral.