¿Es posible hablar de todo tipo de ciencia, para todo tipo de público, sin excluir a nadie por razones de edad o nivel escolar?, ésta es una pregunta que desde siempre se ha hecho la divulgadora Laura Vargas Parada, del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3), y es también la inquietud detrás de la Complexipedia, un proyecto impulsado por ella y consistente en videos cortos, el cual busca desde YouTube explicarle a la gente qué son los sistemas complejos.
Dichas cápsulas están dirigidas a cuatro grandes públicos: niños de primaria y secundaria; adolescentes de preparatoria; jóvenes universitarios, y adultos expertos, y son de los más variado: en una, un ajolote de caricatura nos habla de su vida en Xochimilco y de cómo es capaz de regenerar partes amputadas de su cuerpo; en otra, una joven es aquejada por un fuerte malestar estomacal tras comer tacos en las afueras de CU, y en una tercera se explica el funcionamiento del metro y cómo los pequeños retrasos provocados por los usuarios, al sumarse, entorpecen el correr de los trenes y generan caos.
Por ahora faltan los segmentos destinados a las personas maduras, que tendrán un formato mucho más periodístico, pero la pandemia le puso freno a lo planeado, señala la coencargada de la Unidad de Comunicación y Diseño del C3. “Ya tenemos los guiones listos y a los especialistas apalabrados, sólo esperamos que las condiciones sanitarias sean las propicias para filmar y seguir adelante”.
Cada que es pertinente, a Laura Vargas le gusta citar una entrevista que dio Stephen Hawking hace 20 años para el San Jose Mercury News, donde dijo: “el XXI será el siglo de la complejidad”, y como ella también cree lo mismo eligió este mismo tema para desarrollarlo en sus videos, pese a los muchos problemas que plantea. “El primero es el de no contar con una definición sobre qué es la complejidad, pues ni siquiera los expertos en esto coinciden al intentar describirla”.
Sin embargo —agrega—, en lo que todos están de acuerdo es en que hay una serie de propiedades que caracterizan a los sistemas complejos, como la emergencia, la autoorganización y la adaptación, “y es justo a partir de estas tres nociones que empezamos a trabajar”.
En cada uno de los videos de la Complexipedia se desglosa, en no más de 12 minutos, alguno de estos conceptos y todo ello a partir de las ideas, guiones, animación y filmación desarrollados por Laura Vargas y sus alumnos (jóvenes de las carreras de psicología, biología, matemáticas, comunicación, artes visuales y diseño gráfico), con asesoría de algunos de los científicos del C3.
“Si algo caracteriza a la complejidad es que sólo puede ser abordada con una visión interdisciplinaria. Justo ese tipo de mirada es la que logramos aquí, gracias a este equipo tan variado de estudiantes”.
Aprender a través de una pantalla
El coronavirus y las cuarentenas han provocado un incremento notable en el tiempo que todos pasamos ante las pantallas, lo cual ha derivado en escenarios antes impensables, como que expertos que antes abogaban por limitar a los menores el tiempo frente a sus dispositivos hoy se confiesen equivocados ante lo severos que eran hasta hace poco, o que la UNICEF reconozca que la exposición constante de los niños a estos aparatos crea cierta sensación de normalidad buena para ellos pues les ayuda a sobrellevar el encierro.
A decir de Laura Vargas, que la Complexipedia saliera a la luz en medio de la pandemia —en tiempos en que incluso la SEP le ha apostado a la teleeducación en vez de al aula— no fue algo planeado, sino un escenario al que ella y sus alumnos han debido adaptarse, ya que el proyecto fue concebido y aprobado por el Conacyt el año pasado, antes de que el SARS-CoV-2 tomara al mundo por sorpresa.
“Que las personas pasen más tiempo frente a la computadora nos ha ayudado a que los videos tengan más vistas y a enterarnos de la opinión de los internautas, y no propiamente por lo que nos escriben en nuestra página de YouTube, sino por las redes sociales. Mucha gente ha compartido nuestros videos y la mayoría de los comentarios que nos hacen llegar están en posts de Twitter y Facebook”.
Es así como la divulgadora se ha enterado de la gran aceptación que han tenido los ajolotes caricaturizados entre los niños, a quienes les divierte que hablen como alguien “muy del barrio” o que expliquen cómo regeneran partes de su cuerpo si alguien se las corta (“tal y como le hace Deadpool”). “Hemos visto que este tipo de materiales gustan mucho a los niños, en especial porque hablamos su lenguaje”.
Y es que, al elaborar cada video, Laura Vargas y su equipo han tenido el cuidado de retroalimentarse sobre qué le gusta y llama la atención no sólo a los pequeños, sino a cada uno de los cuatro públicos a los que intentan llegar, por ello no sorprende que en sus cápsulas se hagan referencias a Pokémon, Billie Eilish y a otros personajes de la cultura pop, que empleen recursos copiados de los youtubers o que, cuando se amerita, se hable con todo el rigor académico.
“Nuestra meta es conectar con gente de todas las edades y serles atractivos, pero sin poner de lado la ciencia y ni dejar de explicarles en qué consisten la emergencia, la autoorganización y la adaptación. El siguiente paso es evaluar el impacto del proyecto y ello deberá aguardar hasta que el semáforo de la pandemia marque luz verde. Ésa es la idea, ver si la gente comprendió lo que intentamos explicar; de ser así comenzaremos a trabajar con otras propiedades de los sistemas complejos, para no quedarnos sólo con estas tres”.
Acerca del éxito y buena recepción de la Complexipedia en YouTube —sobre todo ante la enorme oferta lúdica y cultural albergada en esa plataforma—, Laura Vargas se dice optimista pues, aunque hay mucho material en inglés, se ha hecho poco sobre el tema en español, porque la gente quiere saber más y, en especial, porque como ya decía Stephen Hawking, el XXI es el siglo de la complejidad.