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Ni Barbie ni su película son feministas

La muñeca Barbie ha logrado éxito debido a que Mattel la presenta con la idea de que las niñas pueden aspirar a ser lo que deseen cuando crezcan.

No obstante, Barbie no representa un juguete feminista, y mucho menos la película, señaló Lucía Núñez, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.

Aunque la película de Barbie incorpora algunas propuestas del feminismo, también refuerza estereotipos de género, raza y clase. En Barbilandia, las protagonistas tienen éxito, ocupan roles laborales que comúnmente desempeñan hombres y no dependen de estos para su felicidad. Sin embargo, al concluir la trama, las barbies parecen competir con los kens por aspectos materiales.

Adicionalmente, las barbies se muestran dominantes, buscando hacer sentir mal a los hombres al jugar con sus celos. Esto perpetúa la percepción de que las mujeres son un objeto de deseo y promueve la heteronormatividad, al asumir una única sexualidad entre hombres y mujeres.

La película se muestra como un producto cultural ambiguo: por un lado, comunica mensajes de empoderamiento femenino, pero también refleja nociones de clase y economía al retratar a Barbie. Asimismo, temas como el capitalismo, la mercadotecnia y el neoliberalismo son evidentes, pues a pesar de intentar ser disruptiva, la historia reproduce sistemas opresivos o desigualdades, como el patriarcado.

La película ha generado amplias ganancias; mientras algunos la ven como un relato significativo, otros la perciben simplemente como una herramienta mercadológica.

El nacimiento de Barbie

El origen de Barbie se remonta a la posguerra en Alemania, donde se le conocía como Bild Lilli. Más allá de su apariencia estilizada, Lilli era un juguete para adultos basado en un cómic erótico del tabloide alemán Bild-Zeitung.

Ruth Handler, presidenta de Mattel, durante un viaje a Alemania, descubrió a Lilli. Inspirada por ella y buscando una alternativa a las muñecas bebé predominantes, Handler creó a Barbie. Tras un litigio legal, Mattel adquirió los derechos de la muñeca. Barbie, nombrada en honor a la hija de Ruth, Bárbara, se distinguió como la primera muñeca con busto. A esta se le sumó Ken, en honor a Kenneth, hijo de Handler.

Lilli, sin embargo, fue concebida desde una perspectiva masculina, marcada por su erotismo. En este sentido, Barbie presenta características irreales, tales como una cintura extremadamente pequeña, ojos azules y nariz reducida.

Un juguete opresivo

Barbie emergió en la posguerra, un periodo donde las mujeres, principalmente de clase media, reemplazaron a los hombres en sus trabajos debido a la guerra. Se promovió la idea de que Barbie no solo podía representar a madres, sino también a mujeres empoderadas en el ámbito laboral.

Pero Barbie promueve una estandarización de belleza que no refleja la diversidad global. Barbie, originaria de Europa, proyecta a una mujer blanca, de ojos azules. Esta representación dista mucho de la realidad de mujeres mexicanas o latinoamericanas. El problema radica en que crea un estereotipo que muchas niñas aspiran a emular, generando opresión.

La muñeca no es símbolo feminista

Actualmente, existen Barbies con diversas profesiones y colores de piel. Estos cambios no necesariamente surgieron por un enfoque feminista, sino en respuesta a críticas recibidas. La diversificación de roles y apariencias parece ser una estrategia de mercadotecnia.

De alguna manera, buscan transmitir el mensaje de que la mujer tiene la capacidad de elegir cualquier camino profesional. Es interesante notar que estas muñecas representando distintas profesiones aparecieron en la década de 1990. Fue en este período cuando se observó una mayor participación femenina en diversas profesiones y ámbitos laborales.

Adicionalmente, existen Barbies con fenotipos indígenas y afroamericanos; sin embargo, todas presentan semejanzas, pues pese a tener piel oscura, sus facciones no difieren de la Barbie de tez clara.

Las niñas crecen bajo el influjo de un ideal de belleza definido históricamente por criterios masculinos: mujeres esbeltas, de piel clara, estatura alta, ojos almendrados y pigmentados, cabello largo, y nariz pequeña y respingada.

El inconveniente radica en que se instaura la noción de que si las mujeres no encajan en estos estándares estéticos, no solo no serán consideradas bellas, sino que tampoco podrán aspirar a ser astronautas o ejercer cualquier otra profesión.

Los ideales de belleza promovidos por Barbie establecen parámetros difíciles de alcanzar. Estos estereotipos pueden generar presión y sentimientos de insuficiencia en niñas y mujeres. Adicionalmente, la sobrevaloración de la belleza física sobre otras capacidades puede contribuir a escenarios de violencia y estereotipos opresivos. De hecho, en muchos casos, las mujeres son juzgadas más por su apariencia que por sus habilidades o inteligencia.