Con el firme propósito de estrechar lazos científicos y compartir conocimientos, Miguel Arturo Ballesteros Montero, investigador del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM, viajó a China para realizar una estancia académica en la Universidad de Pekín (PKU) y en el Instituto de Tecnología de Beijing (BIT).

Durante su estancia, colaboró con colegas chinos en proyectos relacionados con ecuaciones diferenciales parciales, un área de la física matemática con amplias aplicaciones teóricas y prácticas. La colaboración incluyó intercambio académico, conferencias y la oportunidad de realizar investigaciones conjuntas.
Dentro de sus líneas de investigación, Ballesteros Montero aborda temas como los fundamentos matemáticos de la computación cuántica, un campo emergente que busca sentar bases teóricas sólidas para las futuras tecnologías cuánticas.
La trayectoria académica de Ballesteros Montero es, por sí misma, reflejo de una constante exploración intelectual. Inició su formación en arquitectura en la UNAM, impulsado por el deseo de descubrir y entender nuevas perspectivas del mundo. Sin embargo, su interés por las matemáticas y la física lo llevó a un cambio de rumbo, combinando finalmente estudios en física y matemáticas.
“Fue un viaje de descubrimiento”, afirma. “La idea era entender el mundo desde distintas miradas, como quienes alguna vez exploraron territorios desconocidos.”
Estudió licenciatura, maestría y doctorado en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Posteriormente realizó estancias posdoctorales en Europa, particularmente en Alemania, y participó en intercambios académicos en universidades de Suiza. Aunque tuvo la oportunidad de desarrollar su carrera académica en Europa, él decidió regresar a la UNAM.
“El hecho de que México pagó mi educación, para mí era importante retribuir al país; mi idea siempre ha sido trabajar en la UNAM.”
El investigador del IIMAS ha mantenido sus vínculos académicos en Alemania, donde dice sentirse como en casa, ya que realiza estancias cada verano. Fue justamente durante su última estadía en Alemania donde conoció a colegas de China, quienes lo invitaron a Beijing.
Con una carrera marcada por la búsqueda de rigor matemático y la pasión por el descubrimiento, su estancia en China representó no solo una oportunidad de colaborar por primera vez en Asia, sino también de conocer de primera mano el avance científico y tecnológico de esta región.
En China, mantuvo intercambios con sus pares en la Universidad de Pekín, considerada una de las mejores del país, y en el Instituto de Tecnología de Beijing, que también goza de prestigio entre la comunidad científica china. Asimismo, ofreció conferencias en la Academia de Ciencias de China y en la Universidad Normal de Beijing.
El investigador destacó que le sorprendió que casi la totalidad de los colegas con los que interactuó en China fueran mujeres, en contraste con la experiencia en México, donde la mayoría son hombres. También observó una tendencia mundial en matemáticas a priorizar la calidad sobre la cantidad de publicaciones, una transformación que ocurre en China y que espera sea adoptada por la UNAM en sus criterios de evaluación académica.
Según Ballesteros, la investigación en China muestra un enfoque cooperativo y cualitativo, similar al modelo europeo, con alta accesibilidad y colaboración entre investigadores. Las universidades chinas, como la Universidad de Pekín y la Academia de Ciencias, presentan un alto nivel académico, aunque acompañado de un gran nivel de estrés y presión debido a la competencia y carga de trabajo.
La comparación entre la formación matemática en la UNAM y en China revela que, en México, uno de cada cien estudiantes posee un talento matemático destacado, mientras que en China existe una tradición de formación matemática desde niveles básicos. La cultura de trabajo en China prioriza el estudio, limitando el tiempo libre y las actividades sociales, pero esto también explica el alto grado de competitividad, ya que de ello depende en buena medida la movilidad social de los estudiantes.
En su opinión, en el caso de México, existe menos presión y una mayor flexibilidad en las tareas académicas, lo cual trae ventajas, como una mayor creatividad, pero también desventajas, como la dispersión para concretar los resultados de las investigaciones.
En China se observa una relación entre ansiedad, estatus social y éxito, donde el reconocimiento social acompaña al éxito académico. En contraste, en México, el éxito académico no necesariamente se traduce en mejores oportunidades laborales, comenta el investigador.
La selección de talentos en China es rigurosa, basada en el mérito, lo que permite el acceso a educación de alta calidad incluso a estudiantes de bajos recursos. En la UNAM existe un enfoque similar de dar acceso a personas de todos los niveles socioeconómicos, de acuerdo con sus méritos académicos. El investigador plantea, no obstante, la necesidad de implementar un programa en la universidad para detectar alumnos con talento matemático.
Finalmente, destacó que el nivel académico de los matemáticos de la UNAM es alto y reconocido internacionalmente, ya que prácticamente todos los investigadores del IIMAS mantienen vínculos con colegas en el extranjero.
El académico alentó a la comunidad universitaria a buscar una mayor colaboración con China, país que se está convirtiendo en un referente en varios campos del conocimiento y que, además, muestra apertura para colaborar con investigadores de otros países, sin importar su origen.