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Matemáticas explican la interacción social

En ciertas relaciones sociales cada persona no es un ente distinto, sino es parte de uno solo, sobre todo cuando hay una coordinación mutua de la interacción corporal, lo cual nos hace parte de la existencia del otro. Por ejemplo, dos danzantes pueden sentirse parte de un conjunto, no sólo por el contacto que tienen a través de su cuerpo, sino porque mientras bailan llegan a experimentar que su mente no es un ego solitario, sino que forma parte de una misma interacción social.

El doctor Tom Froese, del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM, explicó que la Psicología plantea que esa experiencia es una ilusión, la cual solamente existe en nuestro cerebro. Sin embargo, para el investigador esto no necesariamente tiene que ser así, pues todos formamos parte de un sistema acoplado que aunque mantiene a dos personas separadas físicamente con su cuerpo y cerebro, comparten un entorno y una situación.

En el ámbito de la Filosofía esto se conoce como una intersubjetividad, es decir, una conciencia de una experiencia o una situación que tienen dos personas.

El investigador Froese señaló que la idea de la interacción social en las ciencias está basada en la teoría de la comunicación. Es un modelo lineal en donde hay una fuente, un destino y un mensaje que es enviado a través de un canal. Idea que –resaltó– es muy abstracta y no incluye ningún aspecto relacionado con la interacción social. Sin embargo, es posible que nuestra mente individual no permanezca encerrada dentro de nuestros cerebros aislados durante dicha interacción, sino que podamos ser parte de la existencia del otro, mientras compartimos una misma experiencia.

Tú, yo, nosotros

En el IIMAS, junto con el doctor David Rosenblueth y el doctor Carlos Gershenson, el doctor Froese creó un modelo de simulación computacional en donde dos agentes corporales coordinan la interacción que hay entre ellos.

Al analizar los cerebros artificiales de ambos, no sólo se descubrió que formaron un sistema unificado de dinámica neural, sino que los cerebros ahora exhibían propiedades más complejas, las cuales no hubieran podido surgir en el cerebro de un agente en aislamiento. Con este modelo “teníamos una prueba que indicaba que hay más complejidad cuando las personas están interactuando con el ambiente, el cual contiene otros agentes”.

El doctor Froese comprobó esta hipótesis por medio de la realización de un experimento psicológico, el cual llevó a cabo con el doctor Hiroyuki Iizuka, de la Universidad de Osaka, y el profesor Takashi Ikegami, de la Universidad de Tokyo, Japón. Posteriormente, hizo el análisis de los resultados en el IIMAS. Para este estudio se utilizaron personas que fueron separadas y sólo interactuaban por medio de realidad virtual.

“A pesar de que cada participante sólo experimentaba una vibración perceptible en la mano cuando tocaba un objeto virtual, el objetivo de la prueba era localizar a su compañero evitando objetos distractores que copian el movimiento del otro sujeto, pero que no respondían al contacto”, explicó.

La interface de este modelo es muy simple, sólo hay un mouse de la computadora y un pequeño motor de vibración que está encendido o apagado, dependiendo de si hay un contacto con otro objeto en el espacio virtual.

El doctor Tom Froesedetalló que lo que se buscaba era encontrar al otro, a través de interactuar táctilmente con los objetos virtuales, pues los participantes no podían ver nada, sólo sentían la vibración del motor en su mano que les indicaba si habían tocado algo o no, mientras se estaban moviendo en el espacio virtual.

La única manera de identificar al otro es al notar si hay una interacción que no está dirigida solamente por uno mismo. Por ejemplo, cuando se presenta una interacción que depende en tomar turnos en pareja, los participantes deben hacer click cuando están seguros de haber encontrado al otro.
“La mayoría hacen click al mismo tiempo; eso es interesante porque puede ser que las dos personas sean parte de una situación, tal vez sienten lo mismo al mismo tiempo. Además, después de cada intento nos comentaron cómo fue su experiencia del otro y reportaron que sí hay una clara conciencia de su presencia”, comentó.

Así, con este experimento se demostró que una gran parte de los que participaron podían sentir cuando tocaban a su interlocutor en la realidad virtual, a diferencia de si tocaban un objeto. Además de que había un reconocimiento del otro, es decir, cuando uno de los participantes reconocía a su compañero, el otro también lo hacía.

Con estos resultados comprobaron que se puede ser parte de la existencia del otro y compartir experiencias cuando ambas partes responden ante un estímulo. “Si hago una expresión, tú vas a responder al mismo tiempo con otra expresión y eso otra vez cambia mi expresión. Hay muchas conexiones en nuestro cuerpo con el de otras personas. Por lo tanto, hay un cerebro que está dentro de un cuerpo inmerso en un ambiente, el cual contiene otros cuerpos con otros cerebros y finalmente todo está conectado y forma un sistema”, concluyó el doctor Froese.