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“Los salvajes” de Sergio Hernández

La asombrosa creatividad de Sergio Hernández traduce los mitos a un impresionante imaginario plástico. Sus versiones del mito del salvaje europeo son fascinantes pues crea una multitud de personajes y símbolos pictóricos que viven en un mundo maravilloso, aunque aterrador. Los convierte en una poética de la angustia. Estos salvajes son unos seres imaginarios que se caracterizan por ser una mezcla de humano y bestia. En la antigüedad grecorromana fueron los sátiros, los silenos, las ninfas, los faunos y los cíclopes. En la Edad Media fue el homo sylvestris, un ser de forma humana pero con el cuerpo muy peludo, incapaz de hablar y sumamente agresivo. El mito del salvaje ha perdurado hasta hoy bajo diversas encarnaciones que expresan una otredad amenazadora. Representan un peligroso desafío al que se enfrenta la civilización. No debe extrañarnos que Sergio Hernández los haya tomado como modelo para plasmarlos en sus inquietantes cuadros. En una de las obras los salvajes se agolpan en torno de un monstruo arácnido con cabeza humana en un fondo de ocres. En otra los vemos como caníbales que giran alrededor de un ser de manos enormes y un solo ojo. Las dulces ninfas salvajes se transforman en formas color añil sumidas en humo negro. Hay estallidos de dolor salvaje en estas maderas talladas impregnadas de oro o cinabrio y esgrafiadas con furia. Sergio Hernández parte de mis estudios sobre el mito del salvaje para crear su propio universo, un espacio agreste nuevo y original, inquietante y atractivo. También se ha inspirado en mi exploración del mito del axolote. Por ello siento una gran afinidad con él. La poderosa gráfica de Sergio Hernández es capaz de metamorfosear los mitos para arrastrarlos a un viaje interior por un territorio a veces infernal, un lugar donde la madera tallada es esgrafiada con clavos que la dejan llena de cicatrices o tatuajes. Estas heridas revelan las pesadillas salvajes que acosan al artista y que nos rodean en un mundo plagado de muerte y de injusticia. Este universo de seres salvajes es un abismo de venenoso cinabrio, con sus tonos de bermellón, sus peligrosos humos de mercurio y sus plastas de un oro que parece calcinado por la tortura y la melancolía. El artista ha logrado una turbadora mutación de los salvajes, similar a la que hace con los axolotes, convertidos en el nahual o el tona de Benito Juárez. El salvaje y el axolote son el otro yo que aparece en forma de mito en las extraordinarias creaciones de este gran artista oaxaqueño que con su obra sabe ser universal.