En 1993, la película Jurassic Park jugó con la imaginación del público al plantear la posibilidad de traer a la vida seres extintos, en este caso dinosaurios. Aunque es prácticamente imposible que estos reptiles vuelvan a existir, el planteamiento del filme abrió la puerta a una pregunta: ¿es posible revivir a otros animales que desaparecieron de la faz de la Tierra hace miles de años?
Treinta y dos años después, el 7 de abril de 2025, surgió una respuesta gracias al trabajo de la empresa Colossal Biosciences Inc., que aseguró haber “desextinguido” al lobo terrible, un cánido que habitó América del Norte hace 13 mil años. Este evento, aunque trascendente, plantea diversos cuestionamientos desde las perspectivas científica, ética y moral.

¿Realmente este animal “desextinguido” es similar al que vivió hace 13,000 años? ¿Es ético modificar el genoma de una especie para traerla de vuelta cuando ya no forma parte de su ecosistema natural? ¿No sería más adecuado enfocarse en conservar a las especies actualmente en peligro de extinción, en lugar de intentar revivir a las que ya desaparecieron?
La comunidad científica ha sido enfática respecto a este tema y, en primera instancia, ha solicitado no usar el término “desextinción”. A este grupo se suman el Dr. Hugo Oswaldo Toledo Alvarado, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM, experto en genética animal, y el Dr. David René Romero Camarena, del Centro de Ciencias Genómicas (CCG), campus Morelos de la UNAM.
“Yo no diría que lograron desextinguir al lobo terrible, porque para hacer esa afirmación sería necesario reproducir por completo su genoma, algo que no ocurrió. En realidad, lo correcto es hablar de un lobo gris con modificaciones que lo asemejan al lobo terrible únicamente desde un punto de vista genético, ya que hay otras cuestiones naturales imposibles de replicar, como su desarrollo en un ambiente salvaje, sus hábitos de caza o su comportamiento social. Es algo irreproducible”, explicó Romero Camarena.
En la misma línea opinó Toledo Alvarado, quien destacó que se trata de lobos grises con modificaciones en el color y tamaño. Por ello, considera incorrecto utilizar el término “desextinción”, ya que lo que hicieron fue modificar una especie para que adquiera ciertas características físicas similares. Además, subrayó que no existe una publicación científica que respalde los hallazgos de la empresa ni que haya sido validada por la comunidad académica.
A pesar de su postura crítica, Romero Camarena reconoció que este trabajo logró tres avances relevantes:
- Se secuenció el genoma del lobo terrible, extinto hace aproximadamente 10,000 años.
- Se introdujeron 20 cambios genéticos en 14 genes del lobo gris para replicar características del lobo terrible.
- Se utilizó un proceso de clonación para crear cachorros con rasgos similares al lobo terrible.
Ambos especialistas coinciden en que esta investigación contribuye a una mejor comprensión de la relación entre los genes (genotipo) y sus efectos en las características físicas (fenotipo) de los organismos, lo cual podría tener aplicaciones en la conservación y en la modificación genética de especies actuales.
“Las modificaciones genéticas que se utilizaron podrían ayudar a crear animales o plantas más adaptables al medio ambiente, capaces de sobrevivir en contextos donde el cambio climático ya es una realidad”, añadió el experto de la FMVZ.
Cuestiones éticas y naturales en la “desextinción”
Pese a los cuidados que reciben los ejemplares en un espacio de 809 hectáreas, el entorno en el que viven hoy es completamente distinto al de hace 13,000 años. Esto plantea nuevas preguntas: ¿Podrán adaptarse y sobrevivir en un ecosistema moderno, con diferentes especies y hábitats? ¿Quién decidirá sobre su bienestar y libertad? ¿Quién define qué especies deben ser revividas? ¿Será un proceso científico, democrático o comercial?
“Es un punto crucial que no se ha discutido lo suficiente. La legislación estadounidense permite, bajo ciertas condiciones, que los organismos modificados genéticamente sean propiedad de individuos o empresas mediante patentes. Y esto nos lleva a reflexionar sobre cuál es el verdadero objetivo detrás de revivir estos seres: ¿se trata de conservación o simplemente de probar tecnologías de modificación genética?”, cuestionó el Dr. Romero Camarena.
Una oportunidad para reflexionar
Tras darse a conocer la noticia de la “desextinción” del lobo terrible, surgieron opiniones diversas. Algunas voces lo consideraron una oportunidad para evitar que otras especies se extingan. Incluso el Secretario del Interior y Presidente del Consejo Nacional de Dominio Energético de Estados Unidos, Doug Burgum, propuso “eliminar la lista de especies en peligro de extinción y aprovechar la maravilla de la desextinción para forjar un futuro donde las poblaciones nunca corran peligro”.
Este comentario fue duramente criticado en redes sociales y tampoco fue respaldado por los expertos de la UNAM. El Dr. Toledo Alvarado subrayó que estas técnicas no son útiles para salvar especies amenazadas, y recalcó que su preservación sólo será posible mediante leyes de protección, la creación de bancos genéticos y la participación activa de la sociedad.
Por su parte, el Dr. Romero Camarena enfatizó que “no debemos poner todas nuestras esperanzas en este proceso para salvar especies. Debemos trabajar en otros aspectos para frenar la acelerada extinción causada por el ser humano, en particular por la pérdida de hábitats naturales, la expansión urbana y agrícola, y el cambio climático. Esa es una de nuestras mayores responsabilidades”.
Y concluyó: “la genética es y será una aliada poderosa, pero no sustituye el trabajo que debemos hacer como sociedad para preservar la vida silvestre”.
Nulas posibilidades de un Jurassic Park
Al conocerse la noticia sobre el lobo terrible, muchas personas se entusiasmaron con la idea de que los dinosaurios puedan regresar. Aunque es un concepto que capta la atención, la posibilidad de que eso ocurra es mínima.
“En la película ya se abordaba la polémica de no permitir que estos seres extintos fueran lo más cercanos a su naturaleza. No podían reproducirse, la comida no era adecuada, el ambiente no era apto y carecían de interacciones sociales. Sin esos factores, la desextinción de especies prehistóricas es una ilusión, y en el caso de los dinosaurios es todavía más improbable”, sostuvo Romero Camarena.
El doctor Toledo Alvarado explicó que traer dinosaurios de vuelta es completamente imposible, ya que no se dispone del ADN necesario: los fósiles no contienen material genético. Además, no existen especies actuales lo suficientemente parecidas para realizar modificaciones genéticas viables.
La desextinción plantea desafíos tanto científicos como éticos que deben ser cuidadosamente evaluados. Aunque los avances en genética ofrecen herramientas prometedoras para la conservación, la prioridad debería ser proteger activamente la biodiversidad existente. La tecnología puede ser un aliado valioso, pero no debe distraernos de los esfuerzos urgentes por preservar el mundo natural tal como lo conocemos.