Cuando llegas a la universidad, te das cuenta que ni sabes leer ni sabes escribir. En tercer semestre de la licenciatura, mi maestra de Historia de la Educación siempre nos decía –con su muy particular forma de dirigirse a nosotros- que habíamos llegado hasta ese punto sin saber leer; que lo que hacíamos era “ler” y eso a medias y a veces. ¿Por qué sucede esto? Una hipótesis es que desde pequeños se nos enseña a identificar letras y números, pero no a comprender el contenido de lo que leemos. Por ejemplo, los maestros te piden que leas tal tema y luego hagas un resumen; “leemos”, subrayamos y lo que entendemos por resumen es copiar lo que resaltamos. Entregas, te califican, listo. Así continuamos en la secundaria, pasamos por la prepa y, en el mejor de los casos, llegamos a la universidad.
Mi maestra nos decía que lo que hacíamos era “ler” y no “leer” porque cuando opinábamos sobre algún texto, lo hacíamos malinterpretando al autor o tergiversando la historia de las cosas. Caí en cuenta lo peligroso que es creer que sabes y peor aún, difundir eso que crees saber. Seguramente a todos nos ha pasado. Lo bueno sería reconocer que nos hemos equivocado y remediar nuestros errores, es decir, leer bien, informarte, detenerte a pensar lo que quieres decir y luego aventurarte a hablar/escribir. Lo malo es cuando no lees bien, por lo tanto, no te informas bien y, además, no reconoces que lo que hablas/escribes está equivocado.
En días pasados, el nuevo Secretario de Educación Pública, Otto Granados, declaró, con tremendo gusto, que:
En materia de analfabetismo, estamos solamente a cuatro décimas de lograr la tasa de por ciento a partir de la cual se considera, de acuerdo a los estándares de la UNESCO, se podría considerar a México un país libre de analfabetismo o plenamente alfabetizado. (Granados, 2018).
Yo les preguntaría a nuestras autoridades, sin el ánimo de aguar la fiesta, claro está, ¿con enseñar a leer y escribir es suficiente para considerar que un país está plenamente alfabetizado? ¿Qué están entendiendo por alfabetización? ¿Desde qué paradigma? Resulta curioso que por un lado celebren que México está libre de analfabetismo (lo que sea que ellos entiendan por dicho concepto), pero por otro lado impulsen la fabulosa idea de preparar a los estudiantes para responder la prueba estandarizada de la OCDE (PISA): “Lo que queremos es que nuestros estudiantes tengan los mejores resultados posibles” (Granados, 2018). El mensaje que están dando es: “te alfabetizo para que sepas responder pruebas estandarizadas”. Aquí está una respuesta de por qué llegamos a la universidad sin saber leer.
Si saber leer es complicado, escribir bien es una pesadilla. Tuve que haber llegado a la maestría para darme cuenta que tampoco sabía escribir. ¿Quién no se ha enfrentado a la temible hoja en blanco? Primer enunciado…no estuvo mal; segundo enunciado… ok, sigo viva; tercer enunciado… ¿qué era lo que quería decir? Escribir –bien- un párrafo (¡uno!) te puede llevar horas de trabajo previo (tener una idea, hacer un esquema, hilar oraciones, darle sentido). Lo que recomiendo es no perder la calma y estar consciente de que el ejercicio de escribir es un ejercicio de paciencia, ensayo y error, y mucha perseverancia. No te desanimes.
Con frecuencia he escuchado a varias personas decir que no ponen atención a cómo escriben en sus redes sociales pues es un espacio informal: “¿para qué escribir bien?”. Es decir, escribir con faltas de ortografía está justificado si se trata de nuestro perfil en Facebook o en Twitter (¡ni se diga WhatsApp!). No coincido. Así escribamos una carta de motivos para entrar a la mejor universidad del mundo o en el chat privado con la amiga, nuestra responsabilidad es hacerlo correctamente. Escribir bien es nuestra carta de presentación ante el mundo, ¿o no, señor secretario?
Ah sí? Y qué sensato sugiere? https://t.co/g2uQmtLwCb
— Otto Granados (@Otto2025) December 30, 2017