“Somos mexicanos, pero no conocemos este país y estamos felices de poder hacerlo”, así se expresó Susana Salgado, del grupo de jóvenes DACA que gracias a un esfuerzo conjunto de la UNAM Chicago, la Coordinación de Relaciones y Asuntos Internacionales y el Centro Romero, pudieron cumplir su sueño de ir a México para conocer la tierra de sus antepasados y “así poder defendernos de los constantes embates de la discriminación”.
Por sus siglas en inglés, DACA significa en español, Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, y es una política que protege a alrededor de 800,000 jóvenes, conocidos como “DREAMers”, que ingresaron ilegalmente a los Estados Unidos cuando eran niños.
En el Centro de Estudios sobre América del Norte, su secretario académico, Juan Carlos Barrón, los invitó a encontrar “caminos de intercambio con la UNAM para que por medio del estudio, encuentren la única vía de superación que existe: estudiar es la sola forma para no ser vistos como víctimas sino como ciudadanos dignos”, enfatizó.
Visitaron también el Centro de Estudios para Extranjeros en donde conversaron sobre la importancia de preservar su español como parte fundamental de su cultura.
Provenientes del estado de Guerrero, Oaxaca, Guanajuato, y la Ciudad de México, los jóvenes DACA experimentaron con orgullo sus raíces para continuar con la labor altruista que realizan en el Centro Romero, asociación fundada por el obispo salvadoreño Oscar Romero, durante la guerra civil en aquel país centroamericano. Es una organización comunitaria que desde hace más de 30 años atiende a la población inmigrante refugiada en Chicago.
La vinculación que realiza la sede de la UNAM en esta ciudad con asociaciones dedicadas a apoyar a la población migrante se inscribe en las tareas sustantivas de la universidad más grande e importante del país: extender sus programas académicos y culturales a la población más vulnerable.
Susana Salgado, con una firme decisión en su activismo para ayudar a los migrantes, llegó siendo una niña junto con sus padres para encontrar una vida mejor que ha rendido frutos en el servicio comunitario que ahora, “después de este viaje haremos con mayor orgullo y dignidad”, afirmó al terminar la visita de dos días que continúo en otros sitios de interés de la Ciudad de México, y en sus lugares de origen, como el pequeño pueblo de Guerrero en donde Susana asistirá a la fiesta del pueblo en compañía de su abuela que allá radica.