Martha Ortiz Sotres es pintora y escultora, pero también contadora y administradora por la UNAM —donde ha dado clases por muchos años— y esta confluencia única la hizo la candidata lógica para crear el mural de la fachada del Edificio J de la Facultad de Contaduría y Administración (FCA), ésa que da la cara al Jardín Cultural.
Bajo el título Nuestro legado: puerta abierta al futuro, esta pieza monumental es al mismo tiempo una apuesta artística y una reflexión sobre los retos a enfrentar por los profesionales de las cuatro carreras impartidas en la entidad, en especial en un mundo donde la tecnología y la globalización plantean escenarios inciertos.
Para develar la obra, la FCA organizó una ceremonia inusual, en la que las autoridades universitarias ocuparon la llamada Terraza de Lectura del Edificio J, ubicada en el segundo nivel, mientras que cientos de alumnos y trabajadores abarrotaron las balaustradas del inmueble contiguo para no perder detalle del evento.
En el evento estuvieron el director de la entidad, Juan Alberto Adam Siade; el coordinador de Humanidades de la UNAM, Alberto Vital Díaz; la historiadora Patricia Galeana, y la artista, aunque el personaje del día fue el mural, el cual aparecía cubierto por tres grandes telones negros que hacían que los espectadores, cual si estuvieran en el teatro, se preguntaran qué había tras bambalinas.
“Esto es una manera de devolverle algo a esta facultad en la que primero estuve como alumna, después como catedrática y finalmente como creadora plástica”, compartió Ortiz Sotres.
Por su parte Adam Siade destacó que desde 2010, la FCA dio un giro de timón a su oferta de materias y en vez de enfocarse sólo a preparar a personas capaces de acoplarse al mercado y sus mandatos, se propuso formar a seres integrales, versados en la cultura y las humanidades.
Después de una ceremonia de media hora que incluyó un cuarteto de cuerdas que interpretó desde el Canon de Pachelbel hasta Por una cabeza, de Carlos Gardel, el orador principal del evento hizo una cuenta regresiva a partir del número tres e inmediatamente fueron arriados los inmensos telones negros, los cuales cayeron de golpe para dejar al descubierto una obra monumental, conformada por un mar de miles de teselas azules.
“Ésta es una forma más de dar entrada al arte en esta entidad y qué mejor que con una obra que aborda el porvenir de nuestras disciplinas. Martha dejó que miembros de nuestra comunidad colocaran algunos de los mosaicos del mural. Si consideramos que éste habla del futuro entonces este acto es simbólico, porque nos muestra que el futuro lo construimos entre todos”, remató Adam.
Arte y academia confluyen
No tenía de otra, mi familia es de contadores y artistas y por eso soy así, comentó Martha Ortiz, quien recordó que su abuelo era arquitecto, que su tío era un pintor reconocido y que su padre —quien fuera precursor de la auditoría fiscal en México— dibujaba muy bien y era poseedor de una letra que envidiaría cualquier caligrafista.
Sobre el mural, creado con miles de mosaicos azules y blancos, la escultora explicó que con las formas ondulantes enclavadas en la inmensa pared del Edificio J buscaba representar las carreras impartidas en la FCA (Contaduría, Administración, Informática y Negocios Internacionales) y hacia dónde se dirigen.
“Se trata de una obra conceptual que emplea elementos actuales como el acero, el cual manifiesta la importancia de los elementos modernos en la actualidad”.
En la pieza se representan un código de barras, la silueta de América Latina y una cápsula de tiempo que ejemplifica cómo el conocimiento ha evolucionado desde que el hombre creó el ábaco hasta que se lanzó de lleno a la era de las computadoras.
“Hay muchos elementos en el conjunto, pero me gustaría destacar los semiaros de acero que salen del mosaico porque representan al infinito y una vez llegado a ese punto ignoramos qué seguirá, pero sí tenemos la certeza de que para allá vamos”.